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Colombia, Colombia :: 02/06/2016

Colombia, ¿existen posibilidades de un “buen acuerdo” de paz?

Carlos Morais
Confío en la firmeza política de la dirección fariana, avalada en una experiencia rebelde,de perserverancia de confrontación político-militar bajo dirección marxista-leninista

Son múltiples y diversos los desafíos que amenazan poder cristalizar un “buen acuerdo” entre el Estado colombiano y la guerrilla de las FARC-EP en las negociaciones iniciadas en Oslo en noviembre de 2012.

“Buen acuerdo” significa que el campo obrero, campesino y popular colombiano logre sentar las bases mínimas que permitan una refundación integral de Colombia que garantice su soberanía e independencia nacional mediante un proceso constituyente tendiente a superar las inmensas desigualdades sociales derivadas del modelo capitalista en vigor.

Sin embargo, en estos casi cuatro años de negociaciones de La Habana la situación internacional a escala global y en el marco de América Latina y el Caribe ha retrocedido, tanto por el reforzamiento del imperialismo norteamericano en la área como por la tendencia a sembrar el caos global procurando atrasar su declive.

La crisis estructural del capitalismo senil ha acelerado las agresiones militares contra los pueblos del mundo, profundizando la sobreexplotación de la clase trabajadora y el saqueo generalizado de los recursos energéticos y naturales estratégicos que necesita la burguesía de los países imperialistas para alargar y perpetuar su dominación y privilegios.

En estos cuatro años la brutalidad imperialista se ha agravado en Siria, Ucrania, Irak, Afganistán, Kurdistán, Yemen, en la África negra ... pero también empleando otros métodos más “sutiles” en Haití, Venezuela, Argentina, Brasil ...

Obama pretende reconquistar América Latina utilizando un conjunto de procedimientos y tácticas inspiradas en la “Operación Cóndor” que combinan el empleo de la institucionalidad burguesa como en el caso del Paraguay y del Brasil; la desestabilización interna en Venezuela reproduciendo la exitosa caida del gobierno chileno de Salvador Allende mediante amenazas militares, boicot y sabotage económico; hasta la cínica y envenenada normalización de relaciones con Cuba.

El ciclo continental de cambios abierto con la revolución bolivariana que permitió victorias electorales encabezadas por fuerzas sin el aval de Washington está en su fase final. El fracaso de los “gobiernos progresistas” por la incapacidad y carencia congénita de voluntad política por superar políticas neokeynesianas y de redistribuición parcial de las rentas, transitando hacia transformaciones sociales, económicas y políticas orientadas hacia el socialismo, situa las negociaciones de La Habana en una situación desfavorable para la guerrilla fariana y por lo tanto para los intereses del pueblo trabajador colombiano.

Venezuela está al borde del colapso y el desenlace de la crisis estructural del modelo chavista deturpado por la boliburguesia puede ser inminente. Si este escenario se produce, la correlación de fuerzas en la mesa de negociaciones de La Habana aun será en el ámbito objectivo y subjectivo más adverso para el partido comunista en armas fundado en 1964.

Pero no debemos olvidar que fueron los años posteriores a la implosión de la URSS los de mayor desarrollo y avances militares y políticos de las FARC, pues la insurgencia no dependía de padrinos y recursos externos.

Sin embargo, los antecedentes de procesos de negociación similares entre guerrillas y Estados oligárquicos proimperialistas -derivados del cambio geoestratégico mundial provocado por la implosión soviética-, no presagian nada bueno.

Tanto en Guatemala como en El Salvador las causas que provocaron la agudización de la lucha de clases y de liberación nacional son a día de hoy bien mayores que en el momento del alzamiento promovido por la URNG y el FMLN.

Situación concreta del proceso de negociación

Actualmente está firmados acuerdos parciales sobre 4 de los 6 puntos de la
Agenda: “Reforma Rural”, “Participación Política”, “Solucción al problema de las drogas ilícitas” y “Víctimas”. Recientemente se tiene avanzado en el “Mecanismo de Monitoreo y Verificación de Cese del Fuego”, validado por la Resolución 2261 del Consejo de Seguridad de la ONU; y el acuerdo sobre el carácter del “Acuerdo Final”, que le otorga categoría de “Acuerdo Especial” permitiendo su inmediata incorporación al ordenamiento jurídico interno e internacional.

Quedan aún pendientes de cerrar los puntos 3 “Fin del conflicto” y 6 “Implementación, verificación y refrendación”, además de la resolución de cuestiones pendientes de los puntos anteriores.

Obstáculos y desafíos

El atraso en la firma prevista inicialmente para marzo pasado expresa las enormes preocupaciones y precauciones de la delegación de paz por rubricar precipitadamente un mal acuerdo siguiendo las exigencias de Washington, que acertadamente ya definió Jorge Beinstein como “tentativa en curso de extinción negociada de la guerrilla colombiana”.

La naturaleza terrorista del Estado oligárquico colombiano continua intacta y nada indica que esto pueda ser cambiado en una Mesa de negociación. Sólo un proceso revolucionario tal como lo concibe el marxismo -la destrucción del aparato de dominación burgués-, podría garantizar las bases para implementar las imprecindibles transformaciones de la morfología de clases y el rol que el imperialismo tiene asignado a Colombia en la división internacional del trabajo.

Mismo nada ni nadie puede garantizar que se cumpla lo pactado, que no se repita la eliminación física de una guerrilla desmovilizada y desarmada, que se permita el accionar político legal. La memoria de la matanza de la militancia de la Unión Patriótica en la década de ochenta del siglo pasado continua bien viva en Colombia.

Debemos siempre tener presente las lúcidas y siempre actuales advertencias del Che “No se puede confiar en el imperialismo pero ni un ‘tantito así´, nada".

El Secretariado de las FARC-Ejército del Pueblo sabe perfectamente que los fusiles son la única garantía para que se respeten los acuerdos y se permita una hipotética victoria electoral de las fuerzas transformadoras. Es por lo que continua defendiendo que la dejación de armas debe ser un proceso bilateral y fundamentalmente que el proceso de negociación en curso debe culminar en una Asamblea Nacional Constituyente.

Pero no debemos subestimar las enormes presiones que la lógica perversa de la institucionalidad burguesa aplica en la militancia revolucionaria, uno de los principales desafíos de la etapa post-acuerdo. Las tendencias posibilistas son un peligro latente e inminente, inclusive más letal que la reactivación del paramilitarismo promovido por la fracción de la oligarquía contraria a la negociación, representada por el ex-presidente Álvaro Uribe.

El santaderismo -esa fracción de la burguesía criolla que traicionó los ideales y el proyecto emancipador e integrador de Bolívar gobierna Colombia bajo la batuta de los EUA desde la independencia del imperio español, no va renunciar a continuar entregando los fabulosos recursos naturales del país a las multinacionales ni a la industria del complejo agro-minero exportador a cambio das migajas y la protección que le otorga Washington.

Los próximos meses serán determinantes

Segun fuentes de la Delegación de las FARC-EP en La Habana consultadas “La paz no es para desmovilizarnos sino para movilizarnos como FARC transformadas en movimiento político legal, en medio de garantías mínimas de seguridad y de inclusión democrática en lo político, en lo económico y lo social, derrotando los sectores promotores del terrorismo de Estado. Sabemos de la nefasta tradición de la oligarquía colombiana, pero también partimos de comprender que Washington y Bogotá ante la imposibilidad de derrotarnos en el campo de batalla tuvieron que arriar su bandera de la victoria militar. Nos corresponde ganar la paz, garantizar el cumplimiento de los acuerdos y criar las condiciones para un nuevo gobierno democrático en coalición con amplios sectores populares”.

También la evolución del proceso de negociación recientemente acordado entre el gobierno de Santos y el ELN influirá en el desenlace de las conversaciones de La Habana.

Como viejo amigo de la Revolución colombiana tengo que confesar que soy muy cauto con lo que se pueda llegar firmar en La Habana, como comunista me inquieta el relato oficial que hoy la guerrilla divulga apelando a una abstracta “paz y reconciliación”. 

La evolución de la situación mundial confirma que la tarea prioritaria de las fuerzas revolucionarias comunistas es prepararnos para una gran confrontación global adaptando la táctica a las peculiaridades de nuestras particulares realidades nacionales.

Lo contrario de las recomendaciones claudicantes plasmadas en esa deleznable carta divulgada hace unos días por unaa derrotada y simplemente virtual organización armada europea.

Pero también confío en la firmeza política e ideológica de la dirección fariana, avalada en una larga experiencia heroica y rebelde, de ejemplar perserverancia durante medio siglo de confrontación político-militar bajo dirección marxista-leninista.

Galiza, 19 de mayo de 2016
Carlos Morais forma parte del Comité Central de Primeira Linha e del Comité Ejecutivo del Movimiento Continental Bolivariano [MCB]

 

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