Cómo Hamas cambió su estrategia antes del 7 de octubre


Extracto de 'Road to October 7: A Brief History of Palestinian Islamism' (El camino hacia el 7 de octubre: una breve historia del islamismo palestino), ya disponible en Verso Books.
El 25 de junio de 2006, ocho militantes palestinos de las Brigadas Qassam, el Comité de Resistencia Popular y el Ejército del Islam cavaron un túnel en el extremo sur de Gaza. Aproximándose en silencio, los militantes tomaron por sorpresa a una unidad de tanques israelí y ajusticiaron a dos soldados. Otros dos sionistas resultaron heridos; uno de ellos, el sargento Gilad Shalit, fue llevado a través de la valla fronteriza.
Los israelíes respondieron bombardeando la Franja de Gaza, matando a 1390 palestinos, de los cuales 454 eran mujeres y niños. Cuando se alcanzó un alto el fuego cuatro meses después, en noviembre, Shalit seguía sin aparecer.
Las negociaciones para la liberación de Shalit continuaron a través de canales extraoficiales establecidos entre el gobierno democráticamente elegido de Hamás y el régimen israelí. Tras años de esfuerzo por ganarse la confianza mutua, ambas partes estaban dispuestas a alcanzar un acuerdo en 2011: Shalit a cambio de 1027 prisioneros palestinos.
Yahya Sinwar llevaba entonces veintidós años encarcelado. Según se informa, Sinwar se oponía al acuerdo sobre Shalit, aunque él mismo estaba incluido en éste, porque consideraba que le hacía demasiadas concesiones a los israelíes. De hecho, cuando las negociaciones llegaron a una fase crucial, Sinwar fue trasladado a régimen de aislamiento por temor a que frustrara el intercambio de prisioneros.
Prisión al aire libre
No sabemos lo que debió sentir Sinwar cuando regresó a Gaza y fue testigo de los cambios que se habían producido en las últimas dos décadas. Una cosa era la desolación de la Franja de Gaza, cuya población se había más que duplicado, pasando de 589 000 habitantes en 1988 a 1,6 millones en 2011. El bloqueo israelí-egipcio contra Gaza había destruido su economía en un castigo colectivo a la población. Estaban efectivamente confinados en lo que solo puede describirse como una prisión al aire libre.
El desarreglo de Gaza persistió con fuerza implacable a lo largo de la década de 2010. En 2022, casi el 80 % de la población de Gaza dependía de la ayuda, y la inseguridad alimentaria alcanzaba el 65,9 %. Casi la mitad de su población sufría pobreza multidimensional. Más del 50 % estaba desempleado en 2018, cifra que llegaba al 70 % entre los jóvenes.
Casi la mitad de la población de Gaza eran niños, y en 2023 un joven de dieciséis años habría vivido cuatro guerras y un sinnúmero de escaramuzas, ataques aéreos sionistas y enfrentamientos armados transfronterizos. El Informe de la Misión de Investigación de las Naciones Unidas sobre el Conflicto de Gaza (también conocido como Informe Goldstone) afirmaba en 2009 que el objetivo principal de restringir la entrada de mercancías en Gaza era «provocar una situación en la que la población civil encontrara la vida tan intolerable que se marchara (si fuera posible) o derrocara a Hamás, así como castigar colectivamente a la población civil».
Tampoco está claro qué pensaba Sinwar sobre los cambios que se estaban produciendo dentro de su propio movimiento. Cuando Sinwar fue encarcelado en 1988, Hamás era un movimiento clandestino y su aparato militar era una pequeña red de células militares. Ahora, Hamás era el Gobierno y responsable del bienestar social y la administración en Gaza. Las Brigadas Qassam eran el servicio de seguridad de facto en la franja.
Sinwar había sido muy cercano al líder espiritual de Hamás, Ahmad Yasin, y a militantes como Salah Shahada. Ascendió rápidamente en la jerarquía de Hamás. Su antigüedad, sus credenciales en la lucha armada palestina y el tiempo que había pasado en prisión hacían que la influencia de Sinwar sobre el ala militar y la lealtad que esta le profesaba fueran incuestionables. Su hermano, Muhammad, era un destacado comandante militar de las Brigadas Qassam, lo que creó un importante canal de comunicación entre las dos alas.
El ascenso de Sinwar
En 2015, Sinwar era el ministro de Seguridad de Hamás, con la responsabilidad de llevar a cabo las negociaciones con Israel para la liberación de los prisioneros de Hamás en Israel a cambio de los cadáveres de dos soldados israelíes muertos y la liberación de dos israelíes que habían entrado en Gaza y habían sido capturados.
La posición de Sinwar también se reforzó dentro de las Brigadas Qassam. El líder de Al-Qassam, Ahmad al-Ja'bari, fue asesinado en noviembre de 2012, lo que significó que Muhammad Deif tuvo que retomar el liderazgo del ala militar. Sin embargo, según los informes, Deif se encontraba físicamente debilitado tras sobrevivir al menos a cinco intentos de asesinato israelíes entre 2001 y 2014.
En el primer intento de asesinato, Deif perdió un ojo y parte de un brazo. También resultó gravemente herido en el segundo, en 2006, y se informó de que había perdido más extremidades, por lo que Deif se vio obligado a someterse a una serie de tratamientos ortopédicos y a ceder su puesto a al-Ja'bari. Paralizado y con largos periodos de rehabilitación, su adjunto, Marwan Issa, asumió el control de los asuntos cotidianos.
El 18 de agosto de 2014, durante la Operación Margen Protector, los sionistas lanzaron una bomba de una tonelada sobre la casa de Deif. Un minuto después, lanzaron otra. Su esposa, su hijo de siete meses y su hija de tres años murieron. Deif sobrevivió.
Su milagrosa supervivencia contra todo pronóstico otorgó a Deif un estatus legendario. Sus graves discapacidades y los debilitantes dolores de cabeza provocados por la metralla alojada en su cráneo hicieron que Sinwar e Issa fueran quienes ostentaran efectivamente el mando diario de las Brigadas Al-Qassam.
Otro factor que contribuyó al ascenso de Sinwar fue el éxito con el que se presentó como el polo opuesto de otros líderes políticos de Hamás. Khaled Mishal frecuentaba hoteles de lujo, hablaba con la prensa internacional y llevaba una vida relativamente acomodada en comparación con los estándares de Gaza. Sinwar, por el contrario, siguió siendo ascético y ejerció su capital político en condiciones modestas en el campo de refugiados de Khan Yunis, mientras evitaba a los medios de comunicación.
Luchas de poder
En las elecciones internas de 2017, Sinwar fue elegido líder de Hamás en Gaza, sucediendo a Ismail Haniyeh, que pasó a sustituir a Mishal. Los observadores interpretaron las elecciones como una protesta por el fracaso a la hora de sacar partido de la guerra de Gaza de 2014, que, por el contrario, trajo consigo una destrucción generalizada, y un apoyo a Sinwar por sus políticas económicas y sociales.
La formalización de la autoridad de Sinwar consolidó efectivamente el cambio en el equilibrio de poder interno de Hamás. Si bien el liderazgo externo había controlado las Brigadas Qassam desde la década de 1990 supervisando la financiación, el crecimiento de la economía de los túneles de Gaza y la reorientación estratégica de la ayuda iraní al ala militar reforzaron la autonomía del liderazgo de Gaza.
A mediados de la década de 2010, surgieron informes de que las Brigadas Qassam se habían convertido en los gobernantes de facto, con Deif, Issa y Sinwar ostentando la autoridad última sobre todas las decisiones. Más allá del ascenso formal de Sinwar en la jerarquía de Hamás, la influencia de las Brigadas Qassam también se vio reforzada cuando sus militantes arrasaron en las elecciones locales en varias zonas de Gaza.
Por lo tanto, hay dos formas de ver el esfuerzo de Hamás por revisar su carta fundacional en 2017. Por un lado, era obvio que la carta de 1988 no favorecía al movimiento. Hamás había moderado posiciones clave desde principios de la década de 1990, y los líderes y altos cargos de Hamás rara vez, o nunca, se referían a la carta de 1988 para explicar las posiciones del movimiento.
Para entonces, el movimiento ya había dejado de enmarcar el conflicto como parte de una conspiración global de cruzados judíos contra el islam. En lugar de reflejar la nueva posición de Hamás, que distinguía entre el judaísmo como religión y el sionismo como movimiento político, los críticos occidentales utilizaron la carta de 1988 para presentar al grupo como intransigente, fundamentalista y, sobre todo, supuestamente antisemita.
Por otra parte, el proceso de revisión de la carta también fue provocado por el auge de los partidarios de la línea dura de Hamás en las elecciones internas. Mishal, su artífice, esperaba que el documento creara consenso sobre todas las posiciones declaradas de Hamás y comprometiera «a la nueva dirección con esas posiciones, independientemente de cualquier tendencia dura que pudieran tener algunos de sus miembros», según Khaled Hroub.
La Marcha del Retorno
Dado que Sinwar era percibido como «extremadamente radical y, al mismo tiempo, despiadadamente pragmático», en palabras del diario derechista The Economist, durante los años siguientes se barajaron predicciones muy dispares. Varios se refirieron a sus credenciales militares y predijeron que su ascenso aumentaba la probabilidad de otra guerra entre Gaza e Israel.
Sin embargo, Sinwar declaró rápidamente que abrazaba la resistencia popular pacífica contra la ocupación israelí, que buscaba una tregua a largo plazo con Israel e impulsaba las negociaciones, enfatizando que otra guerra no redundaba en interés de Hamás y que trabajaría por la reconciliación política con Mahmud Abás y la Autoridad Palestina (AP) en Cisjordania. De hecho, Sinwar se mantuvo activamente al margen, lo que se interpretó como una toma de conciencia de que Gaza tenía más que perder que los israelíes.
Aunque también defendió el uso de la violencia para llamar la atención sobre la causa palestina, demostró ser un actor político más complejo de lo que se pensaba inicialmente en Israel y Occidente. Sinwar demostró que se podía ser moderado y duro dependiendo del tema, y que los factores externos eran clave para la línea política adoptada.
Mucho indica que la represión israelí de la Gran Marcha del Retorno en 2018 fue un punto de inflexión crucial. La marcha, que reunió a palestinos de todas las edades, géneros y grupos políticos y sociales, tuvo desde el inicio como elemento unificador el principio compartido de ser desarmados y pacíficos. Haciendo referencia explícita al violento despojo de los palestinos en 1948, los manifestantes exigieron el derecho a regresar a las aldeas y pueblos de los que fueron expulsados por el sionismo durante la Nakba.
Al principio reinaba el optimismo, se cantaban canciones nacionales, se preparaban almuerzos para las familias y los niños, y las niñas vestían trajes tradicionales bordados. Se rezaba y se jugaba al fútbol. Para muchos habitantes de Gaza, la marcha supuso inicialmente un respiro de las condiciones asfixiantes de la franja.
En su informe de febrero de 2019, la comisión internacional independiente de investigación concluyó: «En opinión de la comisión, las manifestaciones eran de carácter civil, tenían objetivos políticos claramente definidos y, a pesar de algunos actos de violencia reivindicativa, no constituían un combate ni una campaña militar». No obstante, se ordenó a los soldados israelíes que dispararan a matar a cualquier persona que se encontrara a varios cientos de metros de la valla y se utilizó una fuerza inhumana para reprimir las protestas.
Las fuerzas del régimen israelí, en su mayoría francotiradores, dispararon y mataron a 223 palestinos durante la marcha. Cuarenta y seis de ellos eran menores. Amnistía Internacional observó cómo «soldados israelíes dispararon contra manifestantes desarmados, transeúntes, periodistas y personal médico a una distancia de entre 150 y 400 metros de la valla, donde no representaban ninguna amenaza». Al final de las protestas, al menos 10.000 personas resultaron heridas, entre ellas casi dos mil niños.
Impasse
A finales de la década de 2010, Sinwar debió de tener claro que el proyecto de gobierno de Hamás en Gaza se había convertido en una pérdida neta para el movimiento. Después de más de una década, Hamás no estaba más cerca de levantar el bloqueo. A pesar del progresismo evidente de sus medidas, la población seguía sufriendo la pobreza, el desempleo y la dependencia de la ayuda, fruto de una voluntad política.
Israel ni siquiera se molestó en acercarse a Hamás como actor político, sino que consideraba Gaza como una cuestión de seguridad, una población excedente que debía ser pacificada indefinidamente. La relación de Hamás con Irán había comenzado a normalizarse, pero incluso esto era un retorno al statu quo anterior a 2012. No había indicios de que los esfuerzos de reconciliación con la Autoridad Palestina en Cisjordania, siempre servil a Israel, estuvieran dando frutos.
A partir de 2020, los fracasados Acuerdos de Abraham de Trump iniciaron un proceso de normalización entre Israel y varios Estados árabes, mientras que las negociaciones palestino-israelíes seguían estancadas. A medida que se normalizaba el bloqueo de Gaza y Cisjordania seguía pacificada por la infraestructura de represión israelí, quedaba claro que la causa palestina simplemente no parecía ser una prioridad para los políticos y medios de Occidente.
AA pesar de que la popularidad de Hamás seguía en alza, crecía el malestar popular por la incapacidad del Gobierno para mejorar las condiciones de vida. El bloqueo obligó a Hamás desarrollar su capacidad militar y sus infraestructuras. Los túneles de contrabando en Gaza existían desde 1981. Con el bloqueo de Gaza a partir de 2007, los túneles se convirtieron en un salvavidas, ya que se utilizaban cada vez más para contrabandear alimentos, medicinas, combustible y cualquier producto necesario para mantener la vida más allá del mínimo indispensable.
También se construyó otra red de túneles militares una vez que Hamás expulsó a Fatah de la franja. Al darse cuenta de que los palestinos no podían derrotar al ejército de ocupación del régimen israelí por mar, aire o tierra, la estrategia de túneles en desarrollo permitió a Hamás moverse libremente, realizar ejercicios de entrenamiento y probar armas lejos de la mirada de los drones israelíes que sobrevolaban la zona.
7 de octubre
En 2021, Hamás había excavado, según informes, una red subterránea de más de 500 kilómetros, con algunos pasajes lo suficientemente grandes como para que pudiera circular un coche. La red de túneles también se utilizaba para fabricar armas en secreto y, aunque lejos de ser autosuficiente, Hamás producía gran parte de su propio arsenal, desarrollaba drones y vehículos submarinos no tripulados y participaba en la guerra cibernética.
Las armas que Hamás no podía fabricar por sí mismo se introducían de contrabando en Gaza desde Irán, ya fuera por mar o por tierra, primero a través de Yemen y Sudán y luego a través del desierto egipcio con la ayuda de contrabandistas beduinos. Los componentes de los misiles balísticos se introducían de contrabando en Gaza, donde personal entrenado de Al-Qassam los construía. Los ingenieros de Hamás también viajaban a Irán, donde recibían formación para desarrollar sistemas más avanzados.
A pesar del estancamiento político y diplomático, Hamás logró reforzarse militarmente. En julio de 2023, una oficial de inteligencia sionista advirtió a sus superiores de que Hamás había completado una serie de ejercicios de entrenamiento en los que el brazo armado simulaba incursiones contra kibutzim y puestos militares israelíes en el lado israelí de la frontera con Gaza. Sus superiores desestimaron sus advertencias calificándolas de «imaginarias». Al fin y al cabo, aunque se habían producido ocasionales enfrentamientos militares durante los últimos dieciséis años, nunca habían amenazado a los israelíes.
Además, no era la primera vez que Hamás entrenaba para llevar a cabo incursiones sorpresa en el lado israelí de la frontera. Ya en junio de 2015 se había informado de ejercicios de este tipo, cuando los periódicos israelíes señalaron que «es posible que Hamás intente en la próxima guerra atacar una comunidad israelí o una base del ejército, matando al mayor número posible de civiles o soldados». Aun así, los ejercicios de entrenamiento seguían siendo ejercicios de entrenamiento.
Entonces, el sábado 7 de octubre de 2023, a las 6:30 de la mañana, Hamás lanzó 2200 cohetes desde la Franja de Gaza hacia el sur y el centro de Israel. Mientras las sirenas antiaéreas advertían a los israelíes que buscaran refugio, 3000 soldados de las fuerzas especiales de Hamás asaltaron el muro fronterizo de Gaza y cruzaron a Israel por tierra, aire y mar, causando una vergonzosa derrota al régimen de apartheid.
Jacobinlat / lahaine.org