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Europa :: 09/11/2005

De Francia a Europa: El fuego ilumina la madrugada y los mandamases se ponen nerviosos

Roberto Delgado - La Haine
La Haine (El Odio), una película francesa basada en hechos reales. Tan reales que se puede observar con claridad su cristalización, aún con mayor intensidad, en la Francia actual.

Casi dos semanas de odio clasista inundan las calles de unos 300 municipios en toda Francia, tras la muerte de dos jóvenes perseguidos por la policía. Cerca de 6000 coches han sido quemados. Más de 1.500 personas han sido detenidas, la mayoría de origen árabe y africano.

El gobierno impone el toque de queda y los excluídos responden casi de la misma manera que respondió el pueblo argentino en diciembre de 2001: "El toque de queda se lo meten en el culo". Tal consigna se traduce en que los grupos de jóvenes continuan enfrentándose a la policía. En Toulouse y otras ciudades del país, lanzan artefactos incendiarios a los antidisturbios, queman centros comerciales, sedes de empresas multinacionales y vehículos, principalmente.

Los poderosos sienten cómo una gota de sudor nervioso cae por su frente, mientras aguantan el tembleque de sus piernas. Primero exclaman "¡mano dura!", a lo cual el primer ministro francés, Dominique de Villepin, responde desplegando 9.500 efectivos represivos para tratar de atajar la revuelta. Esto demuestra que un "Ministerio de Defensa" no está hecho para defender un país del ataque de otro, sino para defender a la burguesía del ataque del pueblo.

Después se les escucha refunfuñar que invertirán 25 millones de euros para implementar mejoras en la educación, el empleo y la vivienda. Dicen que lo harán, pero harán todo lo posible para no hacerlo. En realidad no exigimos más que eso, una vida digna, el problema es que esa reivindicación se opone frontalmente a las necesidades de reproducción del capital. Y lo saben.

La maquinaria represivo-mediática trata de canalizar la conciencia de los espectadores. Todo esto es presuntamente obra de la "chusma", la "gentuza", los "jóvenes violentos", las "pandillas", las "bandas callejeras", las "mafias" y los "grupos islámicos". La fábrica de calificativos distorsionadores no para de producir.

Ahora el fuego se expande a otras ciudades europeas. Bruselas y Lieja registraron, en la noche del pasado lunes, incendios y ataques contra vehículos de transporte público y de policía. Durante la madrugada del martes las llamas iluminaron nuevamente las calles de Bruselas, así como las de Gante y Amberes. A Alemania también llegó la rabia. Líderes político-empresariales y religiosos de Italia y Turquía expresan su "preocupación" por lo que está sucediendo, no vaya a ser que la historia se repita la próxima vez en casa.

No hay organización política sino espontaneismo social. Por eso no habrá cambios de fondo sino sólo llamadas de atención: nos cortáis la respiración y nos revolveremos cuales cucarachas sobre aceite hirviendo para resistir los embates de un sistema que nos empuja a la degradación total y a la muerte.

Pero no olvidemos que las llamadas de atención pueden mover grandes estructuras. En el estado español, el 13 de marzo del 2003 se tumbó un maldito gobierno asesino y mentiroso. Después pusieron otro exactamente igual, aunque se vió obligado a tomar algunas medidas para la galería. Sólo de esta forma se logró amansar temporalmente a la fiera. Pero en realidad, no es más que la demostración de la fragilidad real del poder político capitalista. Los tiempos que corren han visto cómo levantamientos populares han tumbado ya unos cuantos presidentes, en Bolivia, Argentina, Ecuador...

No creamos que lo tienen todo bajo control porque la lucha de clases es incontrolable. Los estrategas de la burguesía española también ahora están tomando nota de lo que ocurre en Francia. Preparan a los violentos legalizados e instruyen a los periodistas corporativos para que cambien de tema con agilidad felina. Ante el asalto masivo de inmigrantes a las fronteras de Ceuta y Melilla, se disparó con plomo y se impuso la alarma de la gripe aviar.

La respuesta de los gobiernos franceses y europeos ante esta nueva revuelta seguirá las mismas directrices. Habrá ultra-represión policial y ultra-cinismo mediático. Si los disturbios continuan extendiéndose, aparecerán nuevas guerras, nuevas enfermedades, nuevas maniobras políticas a gran escala. No quieren, ni por mera casualidad, que el odio social circule tan rápido como circula el capital.

robe_delgado@yahoo.com

 

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