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Mundo, Asia, EE.UU. :: 07/01/2015

El acuerdo entre EEUU y China subvirtió la Conferencia sobre Cambio Climático en Lima

Walden Bello
El acuerdo de EEUU y China fue, por cierto, solo uno de los elementos que influenciaron el [mal] resultado de las negociaciones en Lima. Sin embargo, fue decisivo

Las esperanzas de que la COP 20 (Conferencia de las Partes 20) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (UNFCCC) produjera un resultado que revertiera el impulso hacia la catástrofe climática fueron frustradas por un evento que se anunció tres semanas antes que los delegados se reunieran en Lima, Perú: el denominado acuerdo climático EEUU-China.

¿Progreso?

Como supuesto producto de nueve meses de conversaciones secretas, el acuerdo entre el país que ha contribuido la mayor parte de la acumulación de gases invernadero y la nación que es actualmente el mayor emisor de carbono del mundo fue elogiado en muchos círculos como un “progreso”.

Escépticos climáticos hasta el fin, los republicanos en EEUU criticaron predeciblemente el acuerdo por representar un sacrificio de puestos de trabajo y crecimiento en EEUU y por estar sesgado a favor de China. Pero el acuerdo también evocó una buena porción de críticas de experimentados observadores del clima.

La provisión clave que provoca consternación fue el acuerdo de que China no comenzará a reducir sus emisiones hasta 2030. En cuanto al compromiso de EEUU de reducir emisiones en 26 a 28% de los niveles de 2005, la reducción, aunque significativa, no será suficiente para sacar al planeta del camino hacia 2 grados centígrados + en el mundo a fines del siglo. Para que los recortes estadounidenses comenzaran a representar incluso el menor cambio, la línea de base debería haber sido niveles de 1990, que han servido hace tiempo como el estándar universalmente acordado.

Además, los críticos señalan que el acuerdo no tiene fuerza legal. Esto es crucial ya que más acción ejecutiva no será suficiente para lograr los recortes [falsamente] prometidos por los negociadores del presidente Obama, y no es probable que el próximo Congreso controlado por los republicanos legisle los poderes necesarios para que el presidente demócrata cumpla su promesa a los chinos.

El mensaje de Obama y Xi a Lima

Lo más desconcertante fue, sin embargo, el mensaje presentado a los negociadores de más de 190 países reunidos en Lima durante las primeras dos semanas de diciembre.

Esencialmente, lo que Obama y el Premier chino Xi Jinping estaban diciendo a los delegados era “No vamos a someter lo que decidamos acordar a un proceso multilateral. Además, lo que ofrecemos en términos de recortes de emisiones no será determinado por alguna evaluación objetiva de lo que deberíamos ofrecer, guiados por los principios de equidad y ‘responsabilidades comunes pero diferenciadas’, sino lo que nosotros decidimos colocar sobre la mesa.
También, el cumplimiento será voluntario, no algo compulsorio y con fuerza legal”.

El acuerdo de EEUU y China fue, por cierto, solo uno de los elementos que influenciaron el [mal] resultado de las negociaciones en Lima. Sin embargo, fue decisivo. Para empezar, el ejemplo que ofreció de un proceso unilateral y no transparente de fijar recortes de emisiones no obligatorios significó el fracaso de las esperanzas de establecer un régimen climático más riguroso basado en emisiones obligatorias durante la convención de diciembre de 2015 del UNFCC en París.

Además, enfrentados a la intransigencia por parte de los países desarrollados, el trato suministró la fórmula para una retirada que salvara las apariencias para los países en desarrollo por su posición dura de que debieran ser los ricos países industrializados lo que soportaran la carga de los recortes – una posición que fue encapsulada en el principio de “responsabilidades comunes pero diferenciadas”. La frase que desbloqueó la situación en este frente fue copiada directamente del acuerdo EEUU-China, que modificó el principio a “responsabilidades comunes pero diferenciadas y capacidades respectivas, a la luz de diferentes circunstancias nacionales”.

Para los países ricos industrializados (así como para las grandes economías emergentes) el que se haya borrado la distinción entre los países desarrollados y en desarrollo constituyó una importante victoria ya que significó que el enfrentamiento con el volumen de gases invernadero que se han acumulado debido en gran parte a su producción y consumo será ahora la responsabilidad de todos los países. La recepción positiva de los países desarrollados es comprensible ya que decir que algo es la responsabilidad de todos significa realmente que no es la responsabilidad de nadie.

Mientras China promueve en su propio interés una redefinición del principio de responsabilidades comunes pero diferenciadas, muchos países en desarrollo sintieron que no les quedaba otra alternativa que apoyar el “Llamado de Lima por la Acción Climática”- No sorprende que muchos hayan sentido que fueron dejados librados a su suerte por el “giro” climático de China, como lo calificaron algunos negociadores.

Para Lily Nacpil de la organización de defensa del clima Jubilee South, el resultado de Lima es “otro paso fatal en la retirada estratégica del Protocolo de Kioto”, que ha comprometido a los países desarrollados a recortes obligatorios de emisiones. Nacpil y otros activistas por el clima ven la declaración de Lima como establecimiento de fundamentos débiles para el nuevo régimen climático que reemplazará el Protocolo de Kioto, que supuestamente debe ser inaugurado en París en diciembre de 2015. Pieza central del futuro régimen serán las así llamadas “Aportaciones previstas a nivel nacional (INDCs, por sus siglas en inglés) o los recortes voluntariamente ofrecidos de emisiones que serán hechos por países en lugar de compromisos obligatorios.

Defectos de la Declaración de Lima

Tal vez el análisis más exhaustivo e incisivo del resultado de Lima provenga de Pablo Solón, director ejecutivo del instituto de propugnación y análisis Focus on the Global South basado en Bangkok. Ex embajador de Bolivia ante las Naciones Unidas, Solón dice que los principales defectos del acuerdo de Lima son los siguientes:

Menciona “pérdida y daño” en el preámbulo, pero no dice nada más definitivo sobre cómo se pagará compensación a los países y comunidades que actualmente sufren por las emisiones causadas por los países que contaminan el clima.

El texto no menciona la necesidad de cambiar los actuales modelos de producción y consumo. “Las diferentes propuestas se concentran en reducciones de emisiones producidas en un país, y no las emisiones consumidas en un país”, afirma Solón. Señala que un tercio de las emisiones de CO2e [dióxido de carbono equivalente] asociadas con los bienes y servicios consumidos en países desarrollados son emitidas fuera de las fronteras de esas naciones, sobre todo en el mundo en desarrollo. “No es suficiente reducir las emisiones en los países desarrollados si no reducen también su consumo de productos que generan emisiones de CO2e en otras partes del mundo.

El texto guarda silencio sobre la necesidad de mantener 75% u 80% de las reservas conocidas de combustible fósiles bajo tierra, algo que debe ser hecho si las emisiones de CO2 deben ser limitadas a un camino de menos que 1,5 o 2 ºC. “Por cierto, en las 1.892 líneas del texto”, señala, “hay solo una mención de ‘combustibles fósiles’ –respecto a una propuesta de eliminar ‘subsidios a combustibles fósiles’ y hay solo menciones generales de ‘reducciones en inversiones en alto-carbono’.

La declaración evita identificar las fuentes del Fondo Verde para el Clima (GCF, por sus siglas en inglés) que apoyaría los esfuerzos de adaptación del Sur del globo.

Solón reserva su crítica más enérgica para las provisiones relacionadas con la mitigación, o reducción de emisiones. El pilar del futuro régimen serán los compromisos voluntariamente ofrecidos de recortes llamados “Contribuciones y Aportaciones previstas a nivel nacional (INDCs, por sus siglas en inglés)”. Solón señala que no existe una propuesta para un mecanismo sólido de cumplimiento para asegurar que los países cumplan con sus INDCs. No se menciona en el texto lo que pasará si un gran contaminador no reduce sus emisiones a tiempo y daña a un país vulnerable” dice. “No se menciona un mecanismo para demandar y sancionar a gobiernos y corporaciones por su inacción. Todas las opciones en el texto consideran solo procesos de revisión o evaluación. Un acuerdo sobre el clima sin un mecanismo enérgico de cumplimiento es solo una declaración política.”

La preocupación de Solón es un tema de gran importancia para países en desarrollo desde que en los últimos años Canadá, Rusia y Nueva Zelanda se han retirado del Protocolo de Kioto, y Australia y Japón no han cumplido sus objetivos legalmente vinculantes según la convención. Sin embargo, estos países no han sido sancionados.

Para Solón, sin embargo, lo más dañino es la reducción en la fuerza del principio de “responsabilidades comunes pero diferenciadas” “responsabilidades comunes pero diferenciadas y las respectivas capacidades, a la luz de diferentes circunstancias nacionales”, como resultado del cabildeo conjunto del negociador jefe de EEUU Todd Dtern y de su homólogo chino Xie Zhen Hua, para que la convención adoptara la reformulación del principio en el acuerdo entre EEUU y China.

En los últimos años, muchos países pobres y organizaciones de la sociedad civil han insistido en que los países desarrollados, que más han contribuido históricamente a los gases invernadero acumulados, debieran ser los principales responsables por cargar el peso de las emisiones climáticas. La nueva formulación, según Solón, “diluirá cada vez más la responsabilidad histórica por las emisiones de gases invernadero de economías desarrolladas y emergentes”. Los grandes perdedores son los países pobres subdesarrollados, y los grandes ganadores son EEUU y China, que, según Solón “tienen ahora un acuerdo para borrar su responsabilidad por el caos climático que han creado”.

El eje climático Washington-Pekín

En el pasado, EEUU y China utilizaron la intransigencia del otro como excusa para evitar la realización de recortes en sus emisiones de carbono. El mundo se está cansando de este juego, obligando a ambos a abandonar su pretensión de oponerse mutuamente a favor de una demostración de cooperación. Con su acuerdo climático y la Declaración de Lima en cuya preparación han jugado un papel central, los dos mayores emisores han establecido los parámetros de la acción climática global.

Son los parámetros que prácticamente aseguran que el mundo irá en camino a un planeta de entre 4 y 6 grados centígrados más que serán el legado catastrófico de nuestra generación a nuestros descendientes.

Telesur English. Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens. Revisado por La Haine

 

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