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Medio Oriente :: 20/08/2013

Crisis en Egipto. Algunos escenarios posibles

Mehrash
Occidente, también en el caso de Egipto, apuesta a la persistencia de una situación de caos, porque allí también puede alcanzar ciertos objetivos

Tras los últimos y sangrientos acontecimientos, Egipto volvió a entrar en una peligrosa situación. Las terribles masacres, que se han incrementado en la última semana, ya han dejado miles muertos y heridos. Aunque la mayoría de los seguidores de la Hermandad Musulmana han abandonado las plazas de Al-Nahda y Rabaa al-Adawia, los conflictos se han intensificado en diferentes ciudades de este país árabe, como El Cairo, Alejandría, etc. Se ha hecho evidente que en estas condiciones, la crisis se profundiza y las soluciones parecen cada vez más lejanas.

En este momento, se necesita un poder moderador y confiable para resolver los conflictos y la crisis actual en Egipto. Pero hoy ese poder no puede encontrarse dado que el país árabe se ha dividido en dos grupos bastante bien definidos, y no existe un tercer grupo que pueda ser moderador y otorgar confianza a las dos partes enfrentadas. Si bien el ejército egipcio y sus generales jugaron el papel de un poder moderador en el país, hoy en día, ese mismo ejército ha cambiado de postura convirtiéndose en una parte involucrada, perdiendo así toda posibilidad de moderar esta crítica situación.

En un período pasado, Hamdin Sabahi, líder del partido Corriente Popular Egipcia y ex candidato a presidente (CPE) y los nasseristas eran considerados la parte moderadora en el país árabe, pero ya se ha vuelto parte del conflicto, llamándose al silencio en la primera etapa de la crisis, y en los últimos días, demandando a la Liga Árabe que convoque a una cumbre de emergencia “contra el terror”. La Universidad de Al-Azhar tanpoco será capaz de aplacar la crisis egipcia, pese a su estimada y respetada posición histórica y religiosa. Eso es lo que enfatizan sobre todo los Hermanos Musulmanes. Nadie parece ya contar con la legitimidad o credibilidad necesaria para desempeñar el papel de mediador en la crisis de Egipto.

Aquí queremos considerar algunos puntos acerca del futuro de la crisis egipcia, algunas las opciones posibles.

Las fuerzas de seguridad

Unos días atrás, el ejército egipcio, luego de ser autorizado por el gobierno para utilizar munición real para afrontar cualquier ataque contra las instituciones gubernamentales, y contra las fuerzas de seguridad, advirtió que reaccionaría con firmeza. En el día de ayer, el ministro de Defensa, jefe del Ejército y actual hombre fuerte de Egipto, el general Abdel Fatah al Sisi, advirtió que las Fuerzas Armadas “no permaneceremos impasibles ante la destrucción del país y las amenazas contra la población”. Según estas declaraciones, y principalmente por su propio accionar, podría afirmarse que los militares egipcios no tienen la intención de lograr un acuerdo con los Hermanos Musulmanes. Ni siquiera un acuerdo limitado. El ejército no está tomando medidas para llegar a un acuerdo con los manifestantes. Aunque el ejército alega que no está en contra de las protestas callejeras, ha dispersado manifestantes, ha reprimido y continúa haciéndolo, brutalmente.

Según el diario árabe Asharq al-Awsat, desde el gobierno se estaría evaluando el número de muertos que se ocasionarían en los intentos de desalojo en los lugares de protesta. Algunas informes de seguridad han advertido que estas medidas podrían provocar de 3000 a 5000 muertos. Según los informes citados por el diario egipcio, sectores del gobierno demandaron a las fuerzas armadas que se ponga en práctica un plan menos violento para dispersar a los manifestantes de las plazas Al-Nahda y Rabaa al-Adawia. Según ese plan, se buscaría sitiar a los manifestantes, bloquear el ingreso de alimentos, agua, electricidad e insumos médicos, así como impedir el ingreso de nuevos manifestantes. Los manifestantes serían dispersados con el uso de armamento no letal, gases lacrimógenos y carros hidrantes. Sin embargo, los últimos sucesos muestran que los militares han adoptado una actitud violenta para dispersar al pueblo egipcio movilizado. Evidentemente, el ejército no busca llegar a un acuerdo con la Hermandad Musulmana.

Sin embargo, algunos observadores políticos han indicado, en torno a los más recientes acontecimientos, que los elementos que recurrieron a la violencia para dispersar los manifestantes islamistas no fueron elementos del ejército, sino del Ministerio del Interior y la policía. Según este punto de vista, el ejército se estaría remitiendo a sostener su presencia militar en las inmediaciones de las zonas de protesta, dado que estaría incapacitado para enfrentarse con fuerzas interiores, específicamente, las que se expresan en las masivas protestas. La explicación radicaría en que desde el propio ejército estarían considerando que si alimentan la escena de violencia, se generaría una fuerte oposición entre su propia oficialidad.

Los Hermanos Musulmanes

Por otro lado, los Hermanos Musulmanes, según lo han dejado en claro, no tienen intenciones de resolver la crisis de Egipto a través del acuerdo y la negociación, e insisten en la ilegitimidad de los acontecimientos del 3 de julio pasado, que definen como golpe de estado, llevado adelante por el ejército. Tampoco aceptan las soluciones propuestas por mediadores políticos como el Sheij Ahmed Tayeb de la prestigiosa Universidad Al-Azhar ni ofrecen medida pacifica alguna para poner fin a la crisis. Esta postura de la Hermandad puede ser peligrosa no solo para el futuro de ese partido político, sino para el futuro de Egipto.

Occidente

Respecto de la crisis de Egipto, Occidente, especialmente Estados Unidos, ha elegido tomar medidas que generen debilidad en ambas partes. Durante los últimos meses (desde la formación del movimiento de rebelión “Tamarod” –abril de 2013- hasta hoy) Estados Unidos, por un lado, se ha mostrado apoyando a los Hermanos Musulmanes y en oposición a la intervención del ejército en la crisis. Los Hermanos Musulmanes estaban tan seguros de eso, que llegaron al punto de considerar esas maniobras como promesas. Por otro lado, la potencia occidental pretendía mostrar confianza en el ejército, al considerar a las fuerzas armadas como el actor más importante, con la mayor responsabilidad para estabilizar la situación de crisis. Pero si observamos el comportamiento de las autoridades estadounidenses, podremos notar que en verdad buscaban generar una debilidad gradual tanto en el ejército como en los Hermanos Musulmanes, dado que la mejor opción para los intereses de Estados Unidos en la región, es lograr el debilitamiento de todo poder en el estratégico país de Egipto. Esas maniobras también pueden detectarse en Arabia Saudita.

Pocos días atrás, la agencia de noticias bahreiní Al-wasat citó una investigación de 1736 páginas realizada por cuatro grupos de investigadores, militares y especialistas en seguridad vinculados al Pentágono, donde, según un plan de seguridad de los Estados Unidos, hacia finales de 2015 se proyecta la caída de cuatro fuerzas militares de la región: las de Arabia Saudita, Egipto, Siria e Irán. Según el documento, sólo diez meses son necesarios para terminar con el ejército egipcio, dado que este estaría enfrentando un grave conflicto interno.

A pesar de que Occidente y el régimen sionista no logran predecir el futuro de los desarrollos regionales y locales con exactitud, apoyan decididamente y en concreto, el desarrollo del caos y la anarquía en la región. Los estadounidenses creen que si no logran estabilizar la situación en el país en su favor, y el conflicto se profundiza, no estarían sufriendo grandes pérdidas. Como lo indican muchísimos estudios, y lo demuestran múltiples casos, Occidente, también en el caso de Egipto, apuesta a la persistencia de una situación de caos, porque allí también puede alcanzar ciertos objetivos.

Algunos posibles escenarios futuros

Si el ejército y los Hermanos Musulmanes (como los dos partes enfrentadas en la crisis) persisten en sus posiciones actuales, Egipto seguirá sufriendo conflictos internos, y dicha inflexibilidad ocasionará una fractura y desarticulación social acelerada, en el marco de un caos en expansión. Los afectos de tal situación en el resto de los países del norte de África serían inmediatos y muy graves. Desafortunadamente, este parece ser el más probable de los escenarios que se dibujan en el horizonte.

Es posible también que el ejército y los Hermanos Musulmanes lleguen a un acuerdo, y el ejército sea capaz de garantizar la celebración de elecciones presidenciales, legislativas y un nuevo referéndum constitucional, en un marco de seguridad y legitimidad. Este escenario implica que primero, durante los primeros seis meses, el poder político debería ser transmitido del ejército hacia los grupos políticos y religiosos. En segundo lugar, este acuerdo vendría a limitar el poder de ejército sobre el estado, el gobierno y la sociedad. Pero esto es poco probable que ocurra, dado que los actores occidentales, árabes y seculares en Egipto están decididos a no permitir una posible reconstrucción del gobierno de los Hermanos Musulmanes.

Una última opción es que, debido a la continuidad de las tensiones en la sociedad egipcia, las Naciones Unidas y Occidente intervengan directamente en los asuntos internos del país. Esta opción parece muy probable. Europa está prestando mucha atención a los acontecimientos de Egipto. El presidente de Francia, François Hollande, y la canciller alemana, Angela Merkel, pidieron este viernes “una concertación urgente a nivel europeo” sobre la crisis egipcia, llamando “al cese inmediato de la violencia”.

Este último escenario se complementa con la primera alternativa, que poco a poco va cobrando más certeza. Y aparentemente, esa intervención occidental que va tomando forma en el marco de un caos en profundización, tendría una impronta jurídica, política y diplomática, más que militar.

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