El país de las balas mágicas
Las clases dominantes y sus medios de desinformación se encargan de crear los sofismas más disparatados para encubrir la magnitud de la violencia oficial y parainstitucional que a diario mata a niños, jóvenes, dirigentes populares, líderes sociales, excombatientes, personas comunes y corrientes. Ese lenguaje sibilino encubre a los criminales materiales e intelectuales e intenta lavar sus manos untadas de sangre. Entre esas mentiras se dice, para empezar, que los policías y militares son los héroes de la patria. Que un expresidente, con un prontuario criminal que haría palidecer a Al Capone, es un preso político. Que ese mismo individuo es un“salvador de la patria”,como lo dijo la periodista Claudia Palacios en una clara apología del paramilitarismo y del delito.