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Mundo :: 29/06/2018

El regreso a las tesis de Lenin

Carlos Marentes
La lucha por reformas requiere claridad, honestidad y sobre todo, la practica constante de la ética revolucionaria

He tenido la suerte de leer “Lenin y la Revolución” de Jean Salem, publicado por Ediciones Península en castellano. En este libro, publicado originalmente en francés (Lènine et la rèvolution), Salem, que es profesor de la Sorbona, expone las seis tesis de Lenin, resultado de un “examen sistemático” de sus obras completas.

Todo el libro está dedicado a elaborar dichas tesis, que son:

1. La revolución es una guerra, y la política es, de manera general, comparable al arte militar.

2. Una revolución política es también y sobre todo una revolución “social”, un cambio en la situación de las clases en las que se divide la sociedad.

3. Una revolución está hecha de una “serie” de batallas; corresponde al partido de vanguardia facilitar en cada etapa una consigna adaptada a la situación objetiva; a él incumbe reconocer el momento “oportuno” de la insurrección.

4. Los grandes problemas de la vida de los pueblos se resuelven solamente por la fuerza.

5. Los socialistas no deben renunciar a la lucha a favor de las reformas.

6. En la era de las masas, la política comienza allí donde se encuentran millones de hombres, incluso decenas de millones.- Desplazamiento tendencial de los focos de la revolución hacia los países dominados.

En estos momentos de crisis sistémica pareciera que muchos sectores de la izquierda no están muy claros de para dónde es la salida. Creo que ayudaría mucho leer el libro de Jean Salem y si la complicada vida moderna lo permitiera, regresar a las fuentes de las tesis. Así que quisiera comentar brevemente la tesis número cinco, aunque es claro que las seis tesis están conectadas entre si mismas y se requiere de una lectura más completa.

El dilema actual se presenta de si seguimos en la lucha por reformas, que no nos han llevado a ningún lado por cierto, o vamos hacia un esfuerzo por cambios más profundos. Así que la pregunta que se hace, sobre todo dentro de las llamadas ONG es ¿Qué hacer con la crisis del sistema? ¿Tratamos que por medio de reformas trabaje a nuestro favor o tiene que ser transformado?

Salem nos explica, en la tesis número cinco, que Lenin repetidamente señaló que ante el dilema de la lucha por reformas, el verdadero revolucionario no debe perder “la cabeza y la facultad de reflexionar con un mínimo de sangre fría y de lucidez”, citando a Lenin, …“de sopesar y comprobar con la mayor serenidad y sensatez en qué momento, en qué circunstancias y en qué terreno hay que actuar en lo revolucionario y en qué momento, en qué circunstancias y en qué terreno hay que saber pasar a la acción reformista…”

Porque lo más importante, explica Salem, es no perder de vista que “Lo que distingue un ‘cambio reformista’ de un cambio ‘no reformista’ en un régimen político dado en general es, afirma Lenin, que en el primer caso el poder queda en manos de la antigua clase dominante y, en el segundo, el poder pasa de las manos de esta clase a las de otra nueva.”

Y además, que “Las reformas son concesiones consentidas por la clase dominante que sigue manteniéndose en el poder…” En otras palabras, la clase dominante es capaz de concederlas con tal de salvar el pellejo, es decir, con tal de preservar el sistema capitalista. Como dicen cínicamente los gobernantes y los políticos profesionales, hacer cambios para que nada cambie…

Por otra parte, lo poco o mucho que se obtiene de la lucha por reformas es importante porque sirve para enseñar a los oprimidos a luchar y a organizarse para resolver sus problemas, pero además y principalmente, para concientizar sobre la naturaleza misma del sistema y de que por lo tanto, la lucha por reformas no debe ser el fin.

Entonces, no tenemos que abandonar la lucha por reformas, por el contrario, pero la lucha por reformas no debe ser la estrategia, sino la táctica de una estrategia que va más allá de las reformas. Así lo entiende además la clase dominante, para la cual la concesión de reformas también tiene sus objetivos tácticos.

Salem señala que “los revolucionarios no deben olvidar jamás que”, de acuerdo a Lenin, “a veces es el propio enemigo el que cede una determinada posición con el fin de dividir a los atacantes para batirlos mejor. No olvidarán jamás que, sólo si se tiene siempre presente ‘el objetivo final’, sólo si cada paso del ‘movimiento’ y cada reforma parcial son valorados aisladamente, desde el punto de vista general de la lucha revolucionaria, se podrá librar al movimiento de pasos en falso y errores ignominiosos.”

Naturalmente que cuando hablamos de luchar por reformas como táctica para avanzar la estrategia, no nos referimos a la política perversa de sectores que se llaman de izquierda y que han encontrado en el sistema electoral el lucro personal y la traición a los intereses de la clase oprimida.

No, cuando hablamos de lucha por reformas hablamos de salarios dignos, de derechos para todas y para todos, de la defensa de la tierra y de los recursos naturales, en fin, hablamos de todas las luchas que nos sirven como un empujoncito más hacia la estrategia del cambio real. La lucha por reformas requiere claridad, honestidad y sobre todo, la practica constante de la ética revolucionaria como nos enseñó Lenin.

Por tanto, estamos justo a tiempo de regresar a Lenin, de regresar a estudiar sus tesis, si es que de verdad pretendemos cambiar el mundo…

* El autor trabaja en el Centro de los Trabajadores Agrícolas Fronterizos, en El Paso, Texas
CALPU

 

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