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Colombia :: 21/05/2019

El regreso del uribismo vengativo al gobierno vuelve a plantear la cuestión del enemigo interno

Mario Hernández
Entrevista con Renán Vega Cantor, profesor de la Universidad Pedagógica Nacional (Bogotá)

Han designado a Philip Goldberg como embajador en Colombia de los EEUU, quien fuera expulsado en 2008 por Evo Morales, acusado de alentar conflictos separatistas y de conspirar con la oposición a su gobierno. En 1994 y 1996 actuó en Bosnia también en un proceso de disgregación de la ex Yugoeslavia y en 2004/2006 en Kosovo. Además fue coordinador del Plan Colombia. ¿Qué apreciación te merece su designación?

Yo creo que es el remate de toda una política internacional del gobierno colombiano que es absolutamente incondicional a los EEUU. Este nombramiento tiene dos objetivos inmediatos, uno por supuesto es acelerar el proceso de golpe de Estado contra el gobierno constitucional de Nicolás Maduro. Proceso en el que lamentablemente Colombia ha desempeñado un papel vergonzoso, prestando no solo su territorio sino instalaciones militares y todo tipo de infraestructura para sabotear la revolución bolivariana en Venezuela. Y otro objetivo indudable que tiene este nombramiento es echarle tierra de una vez por todas a lo que pudiera quedar del acuerdo entre las FARC y el gobierno colombiano, sobre todo, enfatizando en la mal llamada "guerra contra las drogas" donde se volverán a implementar los métodos represivos de siempre para bombardear los territorios de los campesinos con glifosato. Toda una política contrainsurgente en los territorios donde ya hay cultivos de coca y también donde hay organización popular.

Esos son los dos objetivos principales que tiene. Por supuesto al ser aceptado por el gobierno colombiano, que es una ficha incondicional de los EEUU que nunca se pone en contra sino que por el contrario los aplaude. El embajador saliente ha jugado un rol absolutamente negativo, gerencialista, como lo vienen haciendo todos los embajadores de los EEUU. Lo cual reafirma el carácter semicolonial de Colombia que parece ser un protectorado de los EEUU.

Hablabas de los Acuerdos de paz. Hubo un incidente hace unos días donde el Gral. Diego Muñoz de la fuerza Vulcano, de 4.000 hombres, pidió perdón por el asesinato del ex guerrillero de las FARC, Dimar Torres. Desde la firma de los Acuerdos han asesinado a 128 ex combatientes.

Lo que pasa es que cuando uno habla de estos temas para un país como Argentina resulta totalmente incomprensible porque en Argentina se ha desarrollado una gran conciencia para evitar este tipo de crímenes y, sobre todo, para evitar esta impunidad. Y seguro que un solo asesinato de esta índole tendría a miles o millones de personas en las calles de las ciudades de Argentina. En Colombia no sucede eso porque aquí la población, y sobre todo la urbana, está acostumbrada a la muerte y más todavía de aquellos que son considerados adversarios o enemigos.

Desde ese punto de vista se ha impuesto un sentido fascista que se basa en el culto a la muerte y que es impulsado por las altas esferas del poder político, por los partidos tradicionales y los nuevos partidos de extrema derecha, a la cabeza de los cuales está el mal llamado Centro Democrático de Álvaro Uribe Vélez. Esto hace que se legitime y legalice todo este tiempo de asesinatos. La particularidad que tiene este asesinato, en medio de los 128 asesinatos reconocidos, número que creo que está por debajo de la dura realidad porque no se contabilizan los familiares de los ex guerrilleros que vienen siendo asesinados también, así que el número es mucho mayor.

Pero es que cualquier muerte no cuesta, porque desde que se asesinó al primer desmovilizado de las FARC hace unos 3 años y al no generar ninguna protesta, creó las condiciones para lo que sucede hoy. Las características de este asesinato fue una típica ejecución de terrorismo de Estado. Por la movilización de la comunidad se logró saber qué había sucedido.

Inicialmente el asesinato fue presentado como que el antiguo guerrillero de las FARC intentó quitarle el arma a un soldado y este en el forcejeo le disparó, primero se dijo que había sido un solo tiro y luego que el arma estaba en modo ráfaga y que por eso había muerto como resultado de varios impactos. A los pocos días se demostró que eso era mentira, porque la comunidad donde vivía el guerrillero asesinado se movilizó y descubrió que los culpables del asesinato estaban preparando una fosa común para enterrarlo y que además el guerrillero había sido brutalmente torturado. Ante la evidencia, el Comandante Diego Muñoz, que además estaba siendo investigado por falsos positivos de asesinatos en gobiernos anteriores, dijo que pedía perdón porque fueron descubiertos y porque una comisión del Senado que había viajado a la zona, compuesta por miembros de diferentes partidos, recogieron información de los testigos que habían visto el asesinato y concluyeron que había sido efectivamente un asesinato y no un hecho fortuito.

Ante esta situación el militar pidió perdón, pero ha sido desautorizado por el Ministerio de Defensa y otros organismos del Ejército que dicen que esa solicitud no es oficial sino que es de motus propio de este militar. Además sobre este tipo de acontecimientos reina una total impunidad. Se dice que se va a investigar pero quedan las investigaciones en el papel. Y en este caso para lavarse las manos han acusado a un militar subalterno. Incluso para limpiar las manos de los altos mandos, al ministro de Defensa y al Presidente de la República que vienen azuzando con un discurso salvaje que lleva a este tipo de crímenes. Pero hay un hecho anterior que sucedió pocos días antes, que es igual de terrible, el asesinato de un bebé de pocos meses de nacido que era hijo de una pareja de guerrilleros desmovilizados que fue asesinado cuando iban a matar a sus padres. Este hecho tampoco generó ningún repudio ni movilización. Las muertes se siguen presentando y es una cadena prácticamente interminable. La cifra de asesinatos de líderes sociales aumenta diariamente.

En este momento la situación colombiana es crítica desde el punto de vista social y político porque el regreso del uribismo  al gobierno, con Iván Duque que no lleva ni un año todavía, ha venido con todas las manifestaciones de extrema derecha, con una idea vengativa, se vuelve a plantear la cuestión de la seguridad, la cuestión del enemigo interno. Ha regresado el anticomunismo clásico de las clases altas de este país y eso ahora se acrecienta con la situación de Venezuela.

La declaración de guerra contra Venezuela, no en términos militares convencionales sino en términos de guerra de 4ª generación, se viene desarrollando desde Colombia con la participación del gobierno de Duque, y este es un elemento que se utiliza para intentar ocultar la situación interna de asesinato, persecución, represión, de regreso a la política de control de la droga mediante el glifosato y cosas por el estilo. De tal manera que lo que podemos hacer es un llamado a toda América Latina para que se entere de lo crítica que es la situación de Colombia en este momento.

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