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Pensamiento, EE.UU., Europa :: 12/08/2025

El unilateralismo estadounidense en el mundo postsoviético (III)

Andrés Piqueras
Guerra social y guerra a quien no siga las nuevas reglas :: La idiosincrasia bélica del capitalismo: entre la explotación, la desposesión y el saqueo. Un repaso histórico

En general, la caída de la URSS sería un enorme golpe ético-político para la humanidad, con fatales repercusiones para las opciones de ruptura con el modo de producción capitalista y con consecuencias desastrosas para la vida de la mayoría de la población mundial.

Una vez eliminado el enemigo sistémico soviético, en los años 90 se terminaría de crear un entramado legal supranacional que consagraba un creciente peso o dominio del capital globalizado sobre las dinámicas de territorialidad política de la mayor parte de los Estados.

De hecho, quedaría abolido de facto el sistema internacional basado en el principio de soberanía de los Estados nacionales heredado de Westfalia, que se sacrificaba al objetivo de proteger todas las formas de acaparamiento y propiedad del gran capital, especialmente ya las rentistas. La "soberanía popular" resultaba en la práctica desterrada.

Tal proceso es resultado y a la vez motivo del diverso desmoronamiento de fuerzas sociales que a escala interestatal propiciaron un cierto mayor equilibrio entre el Capital y el Trabajo tras la II Gran Guerra del siglo XX.

Lo cual significó al final del período el abortamiento del intento de ruptura del Segundo Mundo o "Mundo Socialista", y con él, el agotamiento del desarrollismo tanto de independencia (África y Asia) como populista (NuestraAmérica) en el Tercer Mundo (con la consiguiente eliminación de éste como un Bloque-sujeto político internacional, obstruyendo incluso la posibilidad de que de él surgieran actores políticos autocentrados con nacionalismos soberanos[1]), así como el paulatino desmantelamiento de la socialdemocracia u "opción reformista" en el Primer Mundo.[2]

Con ello se produjo el espejismo de la ahistoricidad del Sistema: el capitalismo pasaba a contemplarse como imperecedero, además de como la única realidad pensable; de lo que se trataría en adelante, en el mejor de los casos, era de regular su funcionamiento de la mejor manera posible.

Esta situación de poder unipolar pasaba, asimismo, por conseguir el cerramiento de filas de las formaciones sociales centrales en torno a EEUU en un esfuerzo común por contrarrestar las vías de autonomización de las formaciones periféricas, y arrinconar de una vez las luchas alternativas de sus poblaciones (lo que reforzaba la dependencia estratégica y militar del resto de países centrales respecto de la potencia norteamericana), en la que llamaron una nueva "gobernanza" del mundo. "Gobernanza" que no se podría entender sin la imposición del dólar como "moneda global"[3].

Disponer de esa moneda en la que se realizaban las transacciones internacionales, permitió a EEUU utilizar el dólar como arma de guerra, de sanciones y control del resto del mundo, especialmente del que no siguiera sus designios al pie de la letra (lo que haría de forma creciente en adelante). Asimismo, emitir dólares sin respaldo con los que inundar de inversiones el mundo.

Para poder transarlos el hegemón creó el sistema de compensación de pagos SWIFT, adjudicándose, también unilateralmente, el monopolio de la alcabala financiera mundial. Por el mismo motivo, podía endeudarse sin contraprestación (una crónica y ascendente deuda no reclamada que fue ascendiendo por encima del PIB nominal hasta límites más allá de cualquier sensatez económica).

El hegemón descubría así la vía para perpetuar su dominio mundial: una economía financiarizada (para utilizar el dinero de forma rentístico-especulativa), de ganancia mucho más fácil y rápida que la basada en la industria.

Desde los años 70 del siglo XX EEUU repite ese ciclo de ganancia: imprimir dinero, exportar dinero al extranjero y traer dinero (más intereses) de vuelta a sus tres mercados principales: el mercado de productos básicos, el mercado de letras del tesoro y el mercado de valores. A esto se le ha llamado "cosechar" el dinero ajeno.

El país norteamericano ha ido diluyendo gradualmente su economía real para hacerla cada vez más virtual, convirtiéndose en un imperio financiero, un Estado económico «vacío», en el que menos de un tercio de su PIB proviene de la "economía real" (http://chinascope.org/archives/6458). Lo que explica que la concomitante financiarización económica del capitalismo global no fuera un "error" o el imprevisto "malfuncionamiento" de una economía sana, sino un resultado lógico y buscado.

Se establecía, así, una estrecha e insalvable relación entre el ciclo del índice del dólar, la economía mundial y la geo-economía militar de EEUU Respondiendo a esta última, en el afianzamiento de la "nueva gobernanza" mundial, es que se aplicaron por doquier a partir de la penúltima década del siglo XX un conjunto de medidas que se ampararon en lo que fue conocido como Consenso de Washington, una auténtica política de saqueo, que entre sus cláusulas más draconianas imponía la total apertura de las economías del mundo a las empresas de las potencias coloniales y muy especialmente a las de EEUU[4].

Como vía privilegiada de "cosechar" dinero, multiplicaría asimismo los "Tratados de Libre Comercio e Inversiones" (TLC), que han venido creando una especie de "derecho internacional" informal que en realidad está basado en las leyes y la jurisprudencia de EEUU (porque ningún Tratado o Acuerdo con este país puede contradecir las leyes o el Congreso de EEUU, ni EEUU acepta ninguna decisión de organismo multinacional que le contravenga).

Es decir, que todos los Tratados firmados por este país institucionalizan de iure la aplicación extraterritorial de las leyes de EEUU. De hecho, los países signatarios de acuerdos de liberalización comercial ceden su soberanía nacional y popular, y dejan indefensas a sus sociedades frente al multiplicado poderío de los mercados reguladores (que no regulados).

A este festín se sumarían en una u otra medida el resto de potencias capitalistas (los «tribunales de arbitraje» que ellas controlaban, por su parte, vienen a consolidar tal entramado institucional, pues sus decisiones no pueden, en la práctica, ser apeladas a través de mecanismos legales que estén fuera de los Tratados. Ninguna decisión de esos tribunales puede ser modificada porque han quedado fuera del alcance de los parlamentos o del poder judicial de cada país).

Por supuesto, la 'cooperación al desarrollo' sería reestructurada de cara a empresarizarla en gran medida y con miras también a que sirviera de moneda de cambio para aceptar las nuevas condiciones del Consenso de Washington, expresadas a través de los tristemente famosos Programas de Ajuste Estructural (PAE); igualmente se haría con el control migratorio e incluso el alineamiento militar y la participación directa en unos u otros frentes bélicos[5].

Todos estos procesos están asociados a lo que se ha conocido como neoliberalismo -o regulación cada vez más unilateralizada de la sociedad y el mercado por parte de la clase capitalista-, el cual recuperó apenas y durante un breve lapsus las tasas de ganancia en las formaciones centrales del Sistema Mundial capitalista, a costa sobre todo del incremento de la explotación del trabajo, de la apropiación privada de la riqueza colectiva y de la puesta en el circuito del valor de las actividades humanas de mutua protección y mantenimiento de la vida. Pero en donde se mostró verdaderamente exitoso fue en la eliminación, descuartizamiento o cooptación e integración de los sujetos antagónicos.

La extinción de la URSS y de las experiencias de transición socialista en Europa reconstituyó el Sistema Mundial capitalista casi en su totalidad, haciendo de él el único mundo. La "máquina de hacer ideología" esparcida y amplificada por todo el orbe -cual rodillo ideológico-, correría pareja a la recién estrenada unilateralidad estadounidense.

Juntas pergeñaron el marco de lo posible, de lo pensable y de lo deseable. Es decir, fabricaron la nueva realidad del mundo, dentro de cuyo marco se desenvolverían en adelante las escasas opciones políticas de unas sociedades creciente y programadamente despolitizadas.

Para la puesta en marcha de una nueva Estructura Liberal de Acumulación en los centros sistémicos, en sustitución de las Estructuras Regulativas de Acumulación del capitalismo híbrido social que fue forzado por el Mundo Socialista y las luchas sociales que con él crecieron, la clase capitalista global hubo de preparar previamente el terreno, acentuando los dispositivos de coacción político-judicial y económica, así como la represión policíaco-militar a escala planetaria.

Se emprendía así el que hasta ahora ha sido el más largo "ciclo político de la economía", por el que ésta se pone en función de la "venganza de clase" del Capital contra la clase trabajadora, para recomponer su dominio sobre ella en todos los órdenes (Kalecki, Michal. The Last Phase in the Transformation of Capitalism. Monthly Review Press. Nueva York. 1972).

La política de clase capitalista pretendía regular cada vez más unilateralmente la economía bajo el objetivo del sometimiento general de la fuerza de trabajo, aun a costa a veces de la propia tasa de ganancia.

Aquellos primeros dispositivos de tamaña ofensiva de clase vertical estuvieron enfocados sobre todo a enfrentar las fuerzas del Trabajo organizado en el ámbito sindical-laboral y, en general, en el de lo social. La vertiente militar se desarrolla contra las expresiones más subversivas o "desestabilizadoras", a través de una generalizada guerra sucia que a menudo pretendió ser legitimada como "guerra al terrorismo".

Tuvo uno de sus más importantes arranques en la vertebración represiva protagonizada por los golpes de Estado y posteriores dictaduras militares llevados a cabo en el Cono Sur americano, si bien su aldabonazo precursor se produjo en Indonesia, con el golpe contra Sukarno (1966).

Siempre el objetivo primordial fue el genocidio político, o el exterminio de la parte de la sociedad más organizada, con mayor conciencia política y componente solidario o de entrega al bien común (al igual que había venido ocurriendo históricamente, como en la guerra del fascismo contra la República española, por ejemplo).

Esta guerra de clase en la que se ensañaba la clase capitalista global, iba destinada a modificar de modo duradero la tasa de explotación y la dimensión e intensidad de la dominación, institucionalizando esas modificaciones. La economía política del Trabajo y su incidencia como clase en el decurso del Sistema quedaría seriamente dañada.

Las conciencias, los hábitos de vida e incluso las mentalidades, las "formas de ser", se fueron adaptando a esa nueva contingencia mundial, naturalizándola. Gran parte de las otrora izquierdas alter-sistémicas se plegaron al nuevo marco de lo real, y dejaron de concebir la superación del capitalismo, que se hace para ellas no ya imposible, sino impensable.

Con ello y en un tiempo asombrosamente rápido, se fueron convirtiendo en "izquierdas del Sistema", cual una "neo-socialdemocracia" (definitivamente más parcial en objetivos, ampliamente más integrada y mucho menos reivindicativa de lo que fuera la socialdemocracia clásica de la II Internacional) cada vez más defensora de las estructuras del valor-capital.

La mayoría de las fuerzas de la Tercera Internacional, en casi todo el planeta, seguirían ese camino. Y es que la derrota político-militar de la URSS significó que la vía revisionista presente desde siempre en la URSS, pero con mayor relevancia a partir del XX Congreso del PCUS, a la muerte de Stalin[6], se impusiera también para casi todas las formaciones de la III Internacional.

El kruschevismo, que predicaba el entendimiento con el mundo capitalista y la posibilidad de llegar al poder exclusivamente por la vía parlamentaria, se había adueñado de ellas. En Europa lo haría bajo la expresión de "eurocomunismo".

Con eso también se resintió la conciencia de clase, y con ella, las luchas de la fuerza de trabajo quedaron más y más subsumidas en el marco del capital.

"Se trataba de crear una suerte de nuevo sentido común, en el que el conflicto de clases pasaba a ser una cosa del pasado y, por tanto, ese fenómeno propio de todas las sociedades divididas en clases sociales, perdería su carácter de motor de la Historia (...) Cuando la izquierda dejó de mirar hacia el mundo del trabajo, comenzó a perder definitivamente su brújula. Partidos Comunistas con un largo y heroico historial, comenzaron a reconvertir rápidamente sus programas, sustituyéndolos por una retórica "ciudadanista" y vacía, centrada en «el individuo», en «la gestión» y el «buen gobierno».

Fueron aquellos tiempos en los que se empezó a hablar más de «sociedad civil» que de "clases". Más de "derechos individuales" que de condiciones materiales y «derechos colectivos» (...). Los sindicatos, por su parte, se replegaron a sus sedes burocráticas institucionalizadas, convirtiéndose en eficaces gestores e intermediarios entre la patronal y sus propios afiliados (...) Dejaron de organizar a los trabajadores precarios, a los jóvenes o a los migrantes. Se convirtieron en gestores de convenios para una minoría estable, en lugar de ser estructuras e instrumentos de lucha y de combate social para el conjunto de los explotados." (Manuel Medina, en https://canarias-semanal.org/art/38152/exequias-por-la-clase-obrera-un-deceso-sin-autopsia).

Las diversas "izquierdas del Sistema" comenzarían a abrazar la ideología difundida desde los centros neurálgicos (y neuronales) de este último, para hacer priorizar las identidades, la diferencia, las particularidades, lo diverso, por sobre lo que se comparte o es condición común, lo que es susceptible de unir, aglutinar y fortalecer.

... no pocos movimientos identitarios, ecologistas o feministas, carentes de una base común que los conectara con el lugar que cada uno ocupa en las relaciones de producción, terminaron fragmentándose y una buena parte de ellos, integrándose plenamente en el sistema. (Ibid.)

Se predicaba, así, el fin de la clase obrera y, en consecuencia, el de cualquier veleidad que considerara la superación del orden capitalista.

Ciertamente que la clase obrera no lo es todo, pero sin ella no hay cambio estructural posible. Porque es la única clase social que posee el poder real del que no dispone ningún otro grupo social: el de parar la producción y, también, de reorganizarla." (Ibid.)

La condición de clase trabajadora era suplantada en el imaginario colectivo por el de una proyectada en tecnicolor "clase media universal", a la que supuestamente toda la sociedad pertenecería (quizás como "sociedad civil"). Concomitantemente, las "neo-izquierdas" (neo-socialdemócratas) nos empezaron a hablar de 99's por ciento y de "la gente" en general, sin divisiones internas de clase ni vinculaciones con el mundo de la plusvalía.

En general, la caída de la URSS sería un enorme golpe ético-político para la humanidad, con fatales repercusiones para las opciones de ruptura con el modo de producción capitalista y con consecuencias desastrosas para la vida de la mayoría de la población mundial.

Efectivamente, la unilateralidad de EEUU (y a su estela, del resto subordinado del Imperio Occidental), paralela a la de la clase capitalista, les permitió un margen de maniobra y de tiempo para intentar compensar la Crisis Sistémica del capitalismo con algunos de los más drásticos mecanismos contratendenciales.

Así, la intensificación y extensión de la explotación de la fuerza de trabajo por doquier (haciéndose cada vez más presente la sobre-explotación o brutalización de los mercados laborales); mientras que el renovado proceso de "acumulación por desposesión" a escala planetaria entrañaba ofensivas hacia la privatización de la riqueza social acopiada (servicios públicos, vivienda, energía, infraestructuras, patrimonio construido...); privatización del patrimonio natural; mercantilización de recursos genéticos (negocio con las fuentes de vida animales y vegetales); patentes sobre recursos ajenos; empresarización de las instituciones públicas; técnicas financieras de desposesión (promociones fraudulentas de títulos, destrucción deliberada de activos -mediante inflación, fusiones, absorciones...-; endeudamiento generalizado y apropiación de bienes hipotecados, manipulación del crédito y las cotizaciones); contrarreformas fiscales (reducción de aportes de la patronal, tributación regresiva e "ingeniería financiera" (fraude y evasión fiscal) del gran empresariado, subvención pública a las grandes empresas y la Banca...; y también la apropiación militar directa (o la guerra como negocio).

Se produjo como consecuencia inmediata -amén del incremento exponencial y la multiplicación de la desigualdad-[7] la aceleración de la proletarización masiva de las poblaciones de todo el planeta, muchas de las cuales quedaban "disponibles" para migrar a discreción en función de los requerimientos del capital en unos u otros mercados migratorios, o en busca desesperada de su supervivencia.

A raíz de ello, el ejército laboral de reserva se hace tan numeroso que se vuelve incluso redundante. De forma creciente, el Sistema ve como "población sobrante", esto es, suprimible, esa fuerza de trabajo mundial excedente, para la que diseña una geografía política del exterminio (centros de internamiento y vigilancia, campos de concentración, cárceles, obligación de recorrer rutas de muerte... o directamente, la eliminación -en donde Gaza o Sudán hacen de ejemplos extremos de esa barbarie-)[8].

Pero las estrategias de dominación de las formaciones centrales no se detuvieron ahí. Concomitantemente con los procesos descritos, EEUU, tras su victoria en la Segunda Guerra Mundial Prolongada o (Tercera) Guerra Mundial contra el Socialismo, iniciaría la sustitución de su política de contención por la del 'enlargement' o política ofensiva, que tras la caída de la URSS buscaría ahora la desintegración de Rusia como gigante y la penetración en su 'Heartland' asiático tanto con su presencia militar directa como a través de otras potencias regionales de menor tamaño. No es casualidad, en este sentido, que el "terrorismo" vaya a estar principalmente señalado y localizado en ese 'Heartland'.

También EEUU protagonizaría en adelante una prevención "sanitaria" de la posible formación de un nuevo poder asiático, redirigiendo su estrategia antagonista fundamentalmente hacia China, así como a prevenir cualquier posible aproximación o entendimiento euro-asiático. El impedimento de una Eurasia articulada seguía siendo objetivo prioritario secular del Eje Anglosajón.

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Notas

1] En adelante el "Tercer Mundo" como sujeto más o menos coordinado, como entelequia asumida para impulsar la existencia de un agente colectivo que reclamaba su lugar bajo el sol del Sistema Mundial, que pretendió tener una voz conjunta a partir del Proceso de Bandung, y que se apoyó también en el "Desarrollo" como (pobre) versión socialdemócrata propia, quedaría relegado.

[2] Ver sobre ello, Amin, Samir. Más allá del capitalismo senil. El Viejo Topo. Barcelona. 2003. También Piqueras, Andrés. La opción reformista. Entre el despotismo y la revolución. Una explicación del capitalismo histórico a través de las luchas de clase. Barcelona. Anthropos. 2014.

[3] Mientras aquél estuvo vinculado al oro, EEUU fue expandiendo su dominio económico-político y permitiendo engrasar la dinámica de acumulación mundial a costa de grandes déficits comerciales que a finales de los años 60 del siglo XX le había llevado a la insolvencia: simplemente sus reservas de oro (que habían llegado a ser del 80% del disponible en el mundo), no podían hacer frente a la emisión de dólares hecha (en agosto de 1971, cuando EEUU decide desvincularse del oro, había llegado a perder 8.870 toneladas de ese metal, sobre lo que tendrían también peso las guerras de Corea y Vietnam en las que se embarcó).
Una vez que se desligó del oro, EEUU forzó a la OPEP para que el comercio mundial de petróleo se efectuara en dólares (los cuales se aprecian según aumenta la demanda del oro negro), con lo que el conjunto de transacciones mundiales pivotaría en adelante en torno al dólar. La previa alianza, tras la II Gran Guerra, con la feudal casa Saud, de Arabia (y luego con otras del Golfo), para tener acceso permanente a las principales reservas de petróleo del mundo y las más fáciles de extraer, le garantizaba a EEUU el suministro energético. A cambio, el hegemón ofrecía la instauración en el poder y la "protección" a aquellas monarquías brutales, o lo que es lo mismo, su implantación militar en esa zona geoestratégica.

[4] Dado que se predica que el sector privado gestiona mejor los recursos que el público, los gobiernos deben reducir el peso del Estado y dejar buena parte de los servicios (aunque sean "universales") en manos del sector privado. El Estado al nivel interno debe ser un mero facilitador de este sector (función de estabilidad), al tiempo que un regulador ocasional de sus excesos (con programas de alivio de la pobreza, p.e.), así como garante de la "paz social" (ya se sabe lo que eso significa para la clase trabajadora), mientras que EEUU se encargaría de asegurar todo ello a escala global (a eso fue a lo que llamaron "gobernanza").

[5] Esos Programas (PAE) tienen un objetivo fundamental: garantizar el pago de la deuda de los países periféricos a los países acreedores centrales. Para ello imponen una serie de medidas a los países deudores que pasan por la devaluación de sus monedas, en orden a reorientar definitivamente sus economías de cara a la exportación (sin atender al propio mercado interno).
Unido a ello, se obliga a una desregulación económica, que pasa por eliminar lo que para el FMI y el BM son "rigideces" de la economía: el salario mínimo, el control de los precios de los productos básicos, la subvención a los propios productos agrícolas e industriales, la seguridad social y seguro de empleo mínimos, etc. Se busca también reducir drásticamente los gastos que aquellas instituciones consideran "improductivos" o "dilapiladores": educación, sanidad, vivienda, etc., con la consiguiente destrucción de las infraestructuras sanitarias, educativas, etc.
En orden a que los fondos públicos vayan destinados a pagar las deudas (obviamente, el construir luego una escuelita o enviar medicinas -más o menos caducadas- es una triste broma de la "cooperación" que ni de lejos puede paliar aquel destrozo social). Igualmente se fuerza la privatización de las empresas estatales más competitivas y de los recursos colectivos de esos países, que pasan a manos de las ETNs del Norte, mientras que el dinero obtenido con las privatizaciones se emplea en gran medida en el pago de los intereses de la deuda (por lo que también vuelve a los países enriquecidos).
Como consecuencia de todo ello se produce la pérdida de poder adquisitivo de las poblaciones de la mayor parte de los países periféricos, el incremento del paro cíclico y estructural, la informalización de la economía y el subempleo, el abandono de los proyectos de seguridad alimentaria en beneficio de la exportación creciente de productos primarios con los que pagar la deuda, el hundimiento del mercado interno de estas sociedades, la carencia de recursos estatales para tomar cualquier medida de protección social o para reactivar la economía, la pérdida de los propios recursos productivos y "naturales", altos desequilibrios fiscales, déficits crecientes de las balanzas comerciales... En definitiva, un ciclo vicioso de recesión, que coincide para colmo con la conversión de las periferias capitalistas en grandes exportadoras netas de capital al centro del Sistema.
En general, como ya señalé, sobre la geopolítica del desarrollo (y de la cooperación), puede verse Piqueras, Andrés. "De la colonización al desarrollo. Del paralelo devenir del sistema mundial, la desigualdad, el desarrollo y la cooperación", en Andrés Piqueras (coord.). Desarrollo y cooperación: un análisis crítico. Tirant Lo Blanch. València. 2008.

[6] Hay que tener en cuenta que Stalin logró frenarla y relegarla en gran medida, pero los nazis -como después haría EEUU en Corea y Vietnam-, asesinaron decenas de miles de cuadros, eliminando selectivamente a los comisarios políticos y militantes más formados, amén de llevar a cabo una colosal destrucción de infraestructuras y de la economía en general, que deja desgastada a toda una sociedad. Rusia no se recuperaría nunca del todo de esa intervención quirúrgica ideológica (que fue continuada con la "Tercera Guerra Mundial" -o Segunda Guerra Mundial Prolongada- por los medios ya descritos).

[7] En 16 economías de capitalismo avanzado la participación salarial media decayó del 75% del producto nacional en la mitad de los años 70, al 65% en los años justo anteriores a la crisis de los años 2000, volviendo a decaer a partir de 2009. En otras 16 economías "en desarrollo" o "emergentes" estudiadas, esa participación media de los salarios cayó del 62% del PIB en los primeros años 90, al 58% justo antes de la actual crisis (OIT, http://www.ilo.org/public/spanish/region/eurpro/madrid/download/tendenciasmundiales2012.pdf). En 2014 el índice de Gini arrojaba un resultado de 0,89, lo que significa que de cada 10 personas 1 se queda casi con el 99% de la riqueza, y las otras 9 con un poco más del 1% (Intermon-Oxfam, Gobernar para las élites by Oxfam International – issuu).

[8] Sobre la geopolítica de clase de las migraciones, Piqueras, Andrés. "Significado de las migraciones internacionales de fuerza de trabajo en el capitalismo histórico. Una perspectiva marxista", en Andrés Piqueras y Wim Dierckxsens (eds.), El colapso de la globalización. La humanidad frente a la gran transición. El Viejo Topo. Barcelona. 2011. En estos momentos estoy trabajando un texto al respecto de la sobreacumulación de capital y la sobreproducción de fuerza de trabajo, lista para ser o reprimida o suprimible.

* Andrés Piqueras es profesor titular de Sociología en la Universitat Jaume I de Castelló.
www.observatoriodetrabajad.com

 

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