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EE.UU. :: 20/09/2006

El 11-S cinco años después

Cecilia Toledo
Lo que esos cinco años mostraron fue una profundidad de la ofensiva recolonizadora del imperialismo norteamericano y europeo, que dejó miles de muertos, heridos, desabrigados y hambrientos, sobre todo en Oriente Medio, pero que justamente por ello viene encontrando frente a él una disposición cada vez mayor de resistencia por parte de los pueblos

En la tarde de 11 de septiembre de 2001, no hubo quien no quedase pegado a la TV, asistiendo al que parecía ser uno de los mayores películas-catástrofe de todos los tiempos: las torres gemelas de Nueva York explotando delante de nuestros ojos. Las imágenes de esa tragedia van a quedar en nuestra memoria para siempre. Hoy podemos mirar atrás y tener una visión más precisa de las consecuencias de ese hecho que cambió la cara del mundo.

La primera reacción de la Casa Blanca fue amenazar con incendiar el planeta con una secuencia de invasiones contra el llamado "eje del mal", que alcanzarían primero Afganistán, después Irak, Irán, Siria y así hasta diezmar todos los terroristas de la faz de la Tierra.

Hoy, cinco años después, vemos al imperialismo hundiendose en un pantano sin salida en Irak, la política de presión contra el Irán volviendose letra muerta, Israel siendo derrotado en Líbano, George Bush cayendo en las encuestas de opinión, el ministro de Defensa Donald Rumsfeld con el agua al cuello y gran parte de los americanos empezando a creer seriamente que los atentados de 11 de septiembre tuvieron, de hecho, la complicidad de la Casa Blanca, como pocos dijeron en la época, pero muchos habían rehusado admitir.

Las investigaciones indican que hoy más de un tercio de los norteamericanos cree que el gobierno Bush tuvo mucha o alguna participación en los atentados, o al menos que lo dejó correr para beneficiarse del miedo provocado entre la población. En materia publicada en Folha de S . Paulo (5/9/06), el periodista Sérgio Dávila comenta la investigación, reafirmando que "36% de los adultos creen que es "muy probable" o "algo probable" que el gobierno haya permitido que el 11 de Septiembre sucediese o que haya sido el autor del atentado".

Visiones diferentes sobre el mismo hecho

Por todo eso, el 11 de Septiembre todavía está por ser estudiado en toda su significación. Por primera vez el territorio norteamericano fue alcanzado directamente, mostrando la vulnerabilidad de la mayor potencia del mundo y haciendo con que en un primer momento la opinión pública americana, incluso los sectores más vinculados al Partido Demócrata, apoyase al gobierno republicano de Bush. El fortalecimiento de su gobierno fue evidente, porque consiguió unir a la población del país alrededor de su política y, superando el síndrome de Vietnam, obtuvo respaldo para invadir otros países y desatar la guerra contra el "eje del mal".

En octubre de 2001, justo después de los atentados, los EE UU habían invadido Afganistán, bajo pretexto de acabar con el gobierno Talibán y el grupo de Bin Laden, acusado de haber sido el responsable de las explosiones. De ahí surgió una serie de visiones diferentes sobre la política del imperialismo. Entre ellas, la de que los atentados habían provocado la guerra contra Afganistán y de que allí ocurría una lucha entre el imperialismo de uno lado y el gobierno derechista Talibán y los "terroristas de Al Qaeda" de otro.

Cinco años después de los acontecimientos, es posible ver que ese análisis era superficial y, por lo tanto, equivocado. Como buscaron expresar artículos de la revista Marxismo Vivo (n º4, diez/01), era clara la intención del imperialismo de hacer avanzar su ofensiva recolonizadora y conquistar nuevas colonias en una región estratégica del planeta por sus fuentes de petróleo y gas, como es el caso de Oriente Medio.

Los atentados y la guerra

Condenables en todos los sentidos, tanto porque alcanzaron trabajadores y personas inocentes, cuanto porque sirvieron para que Bush utilizase la conmoción causada para ganar la población y unir los EE UU en la guerra contra el terror. Los atentados terroristas, al contrario de los análisis más corrientes, no fueron el origen de la guerra de EE UU contra Afganistán y de todo lo que vino después de ella, como la invasión de Irak, las presiones contra el Irán y la política agresiva del imperialismo americano y europeo en todo el Oriente Medio. Por detrás de las supuestas razones religiosas del llamamiento a la "guerra santa" estaban razones bien seculares, sobre todo la necesidad del imperialismo de controlar los recursos naturales y las reservas de petróleo y gas en una de las regiones más ricas y estratégicas del mundo.

El mayor significado del 11 de Septiembre no reside en haber sido el detonante de una guerra contra el terrorismo, síno una demostración de hasta que punto el imperialismo puede llegar en su ansia de controlar partes cada vez mayores del mundo. Esa política colonizadora y recolonizadora, que ya venía siendo implementada, enfrentaba resistencias cada vez mayores de las masas de los países oprimidos, obligadas a vivir en un proceso creciente de miseria y opresión, asistiendo a la expoliación desenfrenada de sus riquezas por parte de los grandes grupos económicos imperialistas.

Esa resistencia, que impulsaba movimientos nacionalistas y fundamentalistas de todos los tipos, entre ellos el Talibán, provocó el odio de las masas contra el imperialismo. Como afirmaba la LIT, "ese enfrentamiento entre las masas de los países dependientes y el imperialismo, enfrentamiento del cual participan sectores burgueses de diversos tipos, es lo que está por detras no sólo de esa guerra, como también de los atentados. Eso es lo que explica que importantes sectores burgueses financien varias organizaciones guerrilleras islámicas, al igual que explica que estas apelen a las masas (hablando de la guerra santa o de la defensa del pueblo palestino) para enfrentar al imperialismo americano". (Marxismo Vivo, n.4, p.9)

Hoy, el pantano para el imperialismo

El pantano en que el imperialismo está hoy es una demostración del acierto de ese análisis. En Afganistán hay una inmensa crisis militar y social. En Irak, la resistencia de las masas llevó la política imperialista a un callejón sin salida. La reciente derrota de Israel en Líbano viene sumarse a esa crisis. Y Washington está cada vez más preocupado con la erosión del apoyo público al liderazgo global de EE UU. Hasta en los países tradicionalmente aliados de EE UU, como Reino Unido, ese apoyo viene cayendo a ojos vistos. Las últimas encuestas muestran que el apoyo a EE UU entre los europeos cayó de 64% en 2002 para 37% en 2006.

Además, Bush creó un problema más para EEUU: qué hacer con los prisioneros "sospechosos". Después de recibir duras críticas a causa de las violaciones de los derechos humanos en las bases militares, como Abu Graib y Guantánamo, que Bush insistía en desmentir, ahora ya está siendo obligado a admitir la existencia de esas cárceles secretas y a divulgar un manual para reglamentar el tratamiento dado a los prisioneros.

En resumen, lo que esos cinco años mostraron fue una profundidad de la ofensiva recolonizadora del imperialismo norteamericano y europeo, que dejó miles de muertos, heridos, desabrigados y hambrientos, sobre todo en Oriente Medio, pero que justamente por ello viene encontrando frente a él una disposición cada vez mayor de resistencia por parte de los pueblos.

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