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Argentina :: 14/08/2007

El argentinazo sigue latiendo en la rebelión que crece

MPR-Quebracho
Corren tiempos de descuento en esta Argentina ávida de cambios. Por más paz social que clamen los operadores del régimen, se siente el movimiento profundo de un subsuelo que tiene trayectoria en sublevarse.

Editorial de QUEBRACHO Prensa Nacional Nº 60. Agosto 2007

Como un volcán, que prepara pacientemente su erupción, afloran espasmódicas, fragmentadas, pero no por eso menos fuertes, bocanadas de resistencia. De a partes, van barriendo toda la Argentina y la crónica diaria enumera una seguidilla de cortes, marchas, bloqueos, tomas de edificios, paros, escraches, pedreas, asambleas y piquetes. Manifestaciones que llenan la vasta geografía de respuestas que sectores del pueblo ensayan contra las contradicciones profundas del modelo excluyente y dependiente que el kirchnerismo ha ahondado en nuestra patria.

Y mientras tanto, las elecciones, clímax del régimen para hacer creer que la ciudadanía existe en el efímero momento de meter un sobre en una caja, se instalan en el centro de la política nacional. Por el tiempo que dure, el oficialismo hará más de lo suyo, prometiendo demagogias que no cumplirá. La oposición, aún sin salir del todo a la cancha, ya garantiza grandes críticas republicanas, resolviendo que la alternancia planificada por el kirchnerismo les deja algún lugar en la repartija de sillones y cargos. Y reaparecen figuras detestables, como la candidatura de Blumberg, o la reaparición de los Menem, Rodríguez Saa y cía, o la patética autopostulación de Sosbisch con el fusilamiento del maestro Fuentealba aún tan caliente.

Pero más allá de lo repugnante de este cuadro, ni un ápice de esa pelea, la que enfrente al oficialismo con la oposición del sistema, tendrá algo que ver con la discusión real de los problemas de la Argentina. Tanto unos como otros, construyen sus cantos de sirenas con consignas de cambio atadas a la garantía de continuidad. De eso se trata, en última instancia, este juego electoral, que deja al sistema institucional en paz con su conciencia participativa.

Las decisiones de la patria, no se resuelven en las elecciones de octubre. Hoy, se resuelven a puertas cerradas, con espúreas operaciones, que atan el futuro de todos a intereses del imperio, de los grandes capitales y sobornos de la corruptela local. ¿O se va a decidir en algún cuarto oscuro el fin de la profundización de la pobreza, de la devastación de nuestros suelos, del saqueo de los subsuelos o la contaminación de las aguas?. ¿Qué elección decidirá la corrida inflacionaria, la política energética, o el pago inescrupuloso y la contracción de nueva deuda externa?. Sí garantizan estas elecciones los ríos de tinta que buscarán separar de izquierda a derecha a los candidatos, buscando diferencias entre figuritas políticas que representan, en esencia, distintas caras de lo mismo.

Las elecciones de octubre, lo sabemos todos, pero ellos por las dudas lo reafirman, vienen a garantizar la continuidad. Continuidad con promesas de cambio. Cambio que no cambie nada. De eso reza la consigna del lanzamiento presidencial K, fórmula que, más allá del lento trabajo de erosión del gobierno que viene haciendo la crisis, parece ser la que va a resultar ganadora en esa pelea de titanes. Continuidad superafirmada en el Teatro Argentino, trampolín de lanzamiento electoral, con un repertorio de viejos conocidos del dominio de la Argentina como platea. Aplaudiendo rabiosos, ahí estaban la plana mayor del gobierno, pero también los jerarcas empresariales. Codo a codo Paolo Rocca, jefe de Techint y de la UIA y Julio de Vido, socio en el escándalo de Skanka. Los intendentes del conurbano, ex menemistas, ex duhaldistas, ahora fervientes cristinistas, mezclados con los radicales K. La cúpula de la CGT y el nuevo ministro de economía, hombre de la UIA, hombre del otrora ministro Lavagna.

Y, lo más notable, la ausencia de grandes manifestaciones populares de apoyo. Sólo unos cuantos afuera, entre los que brillaron las trifulcas de bandas internas por ver quién tiene un granito más de poder. Y en esta fiesta, donde la cheta de Cristina evoca más a Hillary Clinton que a Evita, lo que sí hubo, fue mucha infantería para frenar a nuestros compañeros, que, pese a los 10 presos que nos metieron, llegaron con una bandera hasta las puertas del acto kirchnerista a pedir por la Libertad de los Presos de Quebracho, en un nuevo gesto de echar por tierra su discurso de derechos humanos.

Las elecciones serán, lo sabemos, el centro de la atención política. Pero, al mismo tiempo que los candidatos buscan sumar votos, como mercancía en vidriera que busca venderse, la inflación crece todos los días, el INDEC es menos creíble que los Reyes Magos, Cristina Kirchner promete aumentos de tarifas a los reyes de España; su marido, en el acto de la Amia, con el embajador yanqui y el de Israel como público, asiente al pedido de ruptura de relaciones con Irán y hace gala de la nefasta Ley Antiterrorista; aparece la bolsa de dólares en el baño de la ahora ex ministra de economía y arrecian juicios contra el fiscal que llama a indagatoria a las mujeres de la corruptela del gobierno. No alcanzan la luz y el gas para todos, se corta el chorro y, de inmediato, aumentan los subsidios millonarios del estado a las grandes empresas privatizadas.

Mientras, la ola polar se llevó hasta ahora más de 60 muertos, no por el frío, sino por la pobreza y la falta de Estado que de respuestas. Esta es la Argentina real, la que promete sucederse después de octubre, gane quien gane.

Y contra esto, combate el pueblo a diario, con los trabajadores que se empecinan en querer llegar a fin de mes, y entonces paran los hospitales, y los maestros otra vez no arrancan las clases en media docena de provincias, y los telefónicos profundizan su plan de lucha, y los bancarios, los portuarios, y cuanto gremio se subleva al acuerdo pactado por las dirigencias, pretenden un salario más o menos parecido a sus necesidades. O como en los pueblos que, decididos, enfrentan el saqueo, con Famatina como ejemplo, que pudo frenar a la Barrick. O cuando se encara la pelea por la nacionalización del petróleo. O en Puerto Deseado, donde los trabajadores arremetieron contra las empresas españolas. O en las innumerables muestras de rebeldía que afloran ante el hartazgo de un régimen de desidia y soberbia.

En la Argentina, aún en plena verborragia de elecciones, corre tiempo de descuento. Se percibe. Se huele que nace desde abajo, y que preocupa bien arriba. Este olor a proximidad de cambio verifica que no estaba resuelta, como parecía, la gobernabilidad de un régimen perverso que vino a gobernar con demagogia verbal y servil obediencia al imperio y al stablishment. Cualquier agitar de banderas, recuerda los febriles días del 2001. Se huele el cambio, pero sabemos que aún falta. Son muchos los debes del campo popular a la hora de construir las opciones para que, cuando al régimen se le acabe la soga y llegue al abismo, en lugar de hacer un salto al vacío que termine coronando el mismo verdugo con nuevo maquillaje, resurja una verdadera corriente popular y antiimperialista que conduzca los destinos de la patria.

Falta, pero en eso estamos. Aunque nos persigan, nos metan presos y nos repriman. Ahí estamos, Quebracho y los miles de Argentinos, que con sus diversas organizaciones y experiencias, buscamos confluir en torrentes de unidad, tratando de construir y fortalecer la Resistencia.

MPR-QUEBRACHO
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