El chantaje a Hamas: Hipocresía, cero moral y miopía política

En unas elecciones mucho más limpias y concurridas que las que llevaron a George W.Bush a la presidencia y a su reelección, el pueblo palestino votó por abrumadora mayoría por la alternativa Hamás frente al corrupto y «moderado» movimiento de al Fatah. La manada mediática, que no olvidó en ningún momento aludir al sello de «terrorista» que «Estados Unidos y la Unión Europea» habían impuesto a Hamás y que apostó por su derrota, volvió a mostrar su falta de profesionalidad y, lo que no es novedad, de objetividad y ética. Igual que los «líderes» siguen perdiendo credibilidad, según lo indican reiteradas encuestas internacionales promovidas por Naciones Unidas.

Con su habitual hipocresía y moral cero (lo de doble moral no parece adecuado porque presupone que tienen alguna), cada vez más subordinados al discurso que le hacen leer a Bush sus asesores en el que le describen el mundo que éste quiere ver), se rasgaron las vestiduras y proclamaron primero que «con terroristas no se negocia», una frase estúpida muchas veces pronunciada y otras tantas desmentida después por los hechos. Y luego pusieron las condiciones para continuar la ayuda financiera que aportan a la Autoridad Palestina para el funcionamiento de sus instituciones: el abandono de las armas y el reconocimiento del Estado de Israel.

Solamente estas. Ni una palabra sobre el retiro de los territorios ocupados ilegalmente y en reiterado desacato a las resoluciones de Naciones Unidas. Un inmoral chantaje que apunta a rendir por hambre a los palestinos, que lógicamente fue rechazado por Hamás. Ni una palabra sobre el terror sistemático, asesinatos masivos y/o selectivos, destrucción de viviendas, una crueldad innecesaria, y sobre todo la humillación permanente de hombres, mujeres y niños palestinos, una siembra de vientos que inevitablemente producirá legítimas tempestades que serán calificadas de «terrorismo».

Es poco probable que Rusia y China, cuyos dirigentes hacen «su juego» en esta historia y parecen estar bastante más capacitados que sus colegas occidentales, que inicialmente se han alineado en el planteo a Hamás, acompañen sanciones económicas contra un eventual gobierno de dicha organización. (No es casual que Bush en su insustancial discurso a la Nación, en el que descubrió que «en Irak tenemos dificultades porque el enemigo es brutal», aludiera a la masacre de niños en la escuela rusa de Beslán perpetrada por supuestos terroristas chechenos).

Toda esperanza de que Europa construyera una política exterior independiente, que sirviera de contrapeso (no «antiamericana» como dicen los columnistas de una derecha cada vez más asustada) a una estúpida «cruzada antiterrorista» y a las ambiciones, sin fundamento y ni posibilidades, de hegemonía mundial del imperio en decadencia, como lo ha vuelto a proclamar Bush en su discurso, debe darse por perdida. En momentos en que graves amenazas hacen peligrar la supervivencia común, y exigen un liderazgo compartido con visión de futuro, el destino, no sólo de Hamás y el Cercano Oriente sino de la Humanidad parece hipotecado por la miopía política y la mediocridad de sus líderes.

Liberación