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Medio Oriente :: 29/07/2006

El Holocausto árabe

Narciso Isa Conde
Una vez se habló del holocausto judío a cargo del terrorismo de Estado nazi-fascista. Ahora -ironía de la historia- es preciso indignarse por el holocausto árabe a cargo del terrorismo israelí (sionista) y del terrorismo de Estado gringo. Larga, sistemática y espeluznante masacre.

La mayor carga de sufrimiento en esa espiral de terror le ha tocado al pueblo palestino, condenado por la civilización judeo-cristiana y el capitalismo occidental a vivir errante perseguido, discriminado, abusado. Un pueblo particularmente sabio, inteligente, heroico y bondadoso.

Otras inenarrables cuotas de dolor le han tocado en el pasado y en presente a otros pueblos del mundo árabe: especialmente al iraquí, al sirio, al egipcio, al libanés, al libio, al saharaui

Cierto que en la conducta despótica-genocida del Estado y de la clase dominante-gobernante de Israel hay un fuerte componentes cultural-ideológico, una formación histórica profundamente excluyente y discriminante (los peores valores judeo-cristianos, el mesianismo dominante del "pueblo elegido").

Pero no menos cierto es que la articulación y superposición de esa clase dominante-gobernante israelí con el componente sionista del gran capital estadounidense y transnacional, su presencia directa en el complejo militar-industrial de EEUU y en las corporaciones conexa; sus preeminencias en las elites del Partido Republicano, en la CIA, en el Pentágono, en la Casa Blanca, en el Estado; sus alianzas con los petroleros del Sur, la mafia cubano-americana de Florida, las cleptocracias y los fundamentalismos de diversos orígenes.., le imprimen una prepotencia y una vocación criminal muy especial.

El poder de los capitales de origen judío es inmenso y su ideología, mezcla de historia y actualidad, le han posibilitado dominar al Estado de Israel y compartir con los halcones estadounidenses el "sueño" de una dictadura mundial, bárbara y, a la vez, ultramoderna.

En estos días le ha tocado al pueblo libanés, nueva vez, sufrir las consecuencias de esos designios y de esa barbarie; solo por tener en su seno fuerzas indoblegables y preparadas para la resistencia al plan de conquista mundial ejecutado a través de la guerra infinita, global y supuestamente antiterrorista.

De nuestros abuelos(as) padres, madres, tíos (as) y demás familiares, siempre escuchamos las bondades y hermosura del Líbano, el espíritu de trabajo de su pueblo, su vocación democrática dentro de su diversidad religiosa y cultural, su vida apacible, su espíritu de superación, sus riquezas históricas.

Allá tenemos -familiares recuerdos, tumbas, cariño, tradiciones

Recuerdo que mi padre nos decía que los "turquitos(as)" -así le dicen aquí y en muchos otros sitios a los inmigrantes árabes y a sus descendientes por aquello de llegar con pasaportes turcos- eran o muy buenos o muy malos (esto último lo decía haciendo referencia a algunos perversos colaboradores de Trujillo y del gran capital), "no hay termino medio", agregaba.

Pero a la vez señalaba que los muy malos "eran siempre muy pocos", que casi todos (as) eran especialmente buenos (as).

Así lo ha podido comprobar el pueblo dominicano al constatar los grandes aportes de la inmigración árabe y su descendencia, mayoritariamente libanesa.

Por eso, lo que está pasando ahora en el mundo árabe, y muy particularmente en el Líbano, hiere, duele y agrede de manera muy especial a nuestra patria y a nuestro pueblo, que también ha sabido sufrir las desgarradoras consecuencias de las invasiones extranjeras y el terror de Estado made in USA.

A mí, medio descendiente libanés, me indignan de manera muy especial las masacres de los pueblos árabes.

Confieso tener una admiración inmensa por los hermanos (as) palestinos (as), por el Partido Comunista de Líbano, por las organizaciones revolucionarias, marxistas y no marxistas, del mundo árabe y de la cultura islámica.

Entiendo porqué son capaces de inmolarse sus integrantes para golpear una dominación tan cruel y me explico, aunque no comparta, hasta las poderosas razones de las reacciones extremistas e incluso desgarradoras de su corrientes ultras.

Lo entiendo perfectamente y en este instante, cuando observo a los (as) "turquitos(as)" destrozados(as) por las bombas israelíes, los hospitales y escuelas demolidos, las fábricas de medicamentos destruidas, los ancianos (as) y los niños (as) asesinadosme dan ganas de actuar como ellos (as), de ser tan valiente y radical como sus mas intrépidos (as) combatientes.

¡Malditos gringos!¡Malditos sionistas!¡Malditos imperialistas!

Y es que a mis ojos llegan los rostros de mi padre y de mi tío Fello llenos de rabia y el de abuelita Faride ( Florinda ) lleno de lágrimas.

Y es que junto a la razón y la ciencia que me llevan a condenar este holocausto, están las reacciones sensoriales de un espíritu mezclado de diversas culturales, entre ellas la árabe; lleno de amor por esos rostros bondadosos, por su tierra de origen y por lo mejor de su historia.

Porque como decía por los años 20 el pensador marxista peruano José Carlos Mariategui, la revolución no es solo producto de la razón y del pensamiento científico sino también de los sentimientos convertidos en fe y mística transformadora.

Y porque como afirmaba el Che el revolucionario (a) de verdad es aquél (la) que se indigna y rebela frente a cualquier injusticia en cualquier lugar del planeta.

 

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