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Europa :: 03/05/2025

Europa en apuros

Jacques Sapir
Las cantidades previstas para “el rearme europeo” son irreales y desmesuradas, salvo que los pueblos europeos estén decididos a pasarlo muy mal social y económicamente

Las economías de la Unión Europea se encuentran actualmente en una crisis latente. Para algunos países, entre los que se encuentra Alemania, la crisis ya es una realidad. Otros países, como Francia e Italia, se encuentran al borde de un crecimiento muy bajo o de la recesión. La situación económica, relacionada con el fuerte aumento de los precios de las energías (y, en particular, del gas), se ve agravada por el deseo de los gobiernos europeos de aumentar considerablemente sus gastos militares, elevándolos al 5 % del PIB. Pero, ¿tienen estos gobiernos margen de maniobra en una situación complicada de creciente déficit presupuestario? ¿Y qué nivel de gasto militar puede considerarse «razonable» en el contexto geopolítico actual? Intentemos responder a estas preguntas.

EUROPA: UNA ECONOMÍA EN ESTADO LAMENTABLE

Desde finales de febrero de 2025, son cada vez más frecuentes las declaraciones de líderes europeos y funcionarios de la Comisión Europea en las que se pide un aumento del gasto en armamento en Europa. Pero, ¿cuál es la situación económica de la Unión Europea? El crecimiento económico en los 27 países de la UE y la zona euro parece, en el mejor de los casos, muy débil. Así, en el cuarto trimestre de 2024 se observa un estancamiento en el conjunto de la UE y una recesión en Alemania.

Aunque la naturaleza de los problemas a los que se enfrenta cada economía puede ser diferente, el resultado general es el mismo. Francia ha mantenido una trayectoria de crecimiento más alta que Italia y Alemania, pero a costa de un déficit presupuestario colosal. Es poco probable que en 2025 haya cambios significativos en Francia. El ministro de Finanzas del país, Eric Lombard, pronosticó un déficit presupuestario de entre el 5,4 % y el 5,8 % antes de que Trump anunciara los aranceles, que podrían provocar una reducción del PIB francés del 0,5 % y un aumento del déficit presupuestario hasta el 6 % o más.

Alemania, por su parte, se ha visto aún más afectada. La caída del 27 % de las acciones de Reinhmetall el 7 de abril de 2025 lo demuestra. Ahora, las autoridades alemanas deben hacer frente a las consecuencias del aumento de precios de los combustibles y renovar urgentemente una parte importante de la infraestructura nacional, algo que los distintos gobiernos del país han descuidado desde 2010. Friedrich Merz ha anunciado un programa especial por valor de 500.000 millones de euros para los próximos años. Esto, naturalmente, afectará al déficit presupuestario del país, aumentándolo en más de un 3,5 %. Sin embargo, la principal causa de las dificultades económicas parece ser el aumento de precios de los combustibles. Tras la imposición de sanciones contra Rusia en el segundo trimestre de 2022, el nivel de utilización de la capacidad productiva en la zona euro ha disminuido de forma constante.

En otras palabras, fueron precisamente los países industrializados de la zona euro los que experimentaron mayores problemas incluso antes de que Trump anunciara su nueva política arancelaria. Al mismo tiempo, cuando hablamos de «rearme de Europa», esto requerirá resolver problemas no solo en la industria, sino también en la política presupuestaria estatal.

CRISIS DE LAS FINANZAS PÚBLICAS

A principios de la década de 2010, los países europeos se caracterizaban por un elevado déficit público. Sin embargo, en el período anterior a 2018-2019, estos déficits se redujeron rápidamente. A continuación, la crisis provocada por la pandemia de COVID-19 volvió a provocar un aumento significativo de los déficits presupuestarios, que en el conjunto de los 27 países de la UE (UE-27) y los 20 países de la zona del euro (Euro-20) se situaron entre el 6,5 % y el 7 % del PIB. A continuación, se reanudó la rápida reducción de los déficits presupuestarios, pero en 2022 este proceso se detuvo. Desde entonces, los déficits se han estabilizado en torno al 3,5 % del PIB, pero es probable que hayan aumentado en 2024. Algunos expertos afirman que un déficit del 3,5 % no debe considerarse un problema demasiado grave. Sin embargo, esta cifra muestra que algunos países tienen dificultades reales para financiar su gasto público. Como consecuencia de estas dificultades, el déficit público ha aumentado considerablemente en la mayoría de las grandes economías de la UE-27 desde 2022.

En la actualidad, solo Portugal registra un superávit presupuestario. Sin embargo, Alemania, por no hablar de Francia, Italia y Bélgica, no puede hacer frente al déficit presupuestario y, como se ha mencionado anteriormente, se verá obligada a aumentarlo considerablemente para financiar su programa de infraestructuras. Esto, a su vez, tendrá graves consecuencias en forma de aumento de la deuda pública.

La deuda pública de los países europeos fue relativamente baja entre 2000 y 2007, aunque la deuda media de la zona del euro, donde no debe superar el 60 % del PIB, resultó ser superior a la deuda media de la UE-27. Las consecuencias de la crisis financiera internacional de 2008-2010, seguidas de la denominada crisis de la deuda europea, acompañada de una situación extremadamente difícil en los países del sur de la Unión Europea, como Grecia, Italia y España, provocaron que la deuda pública alcanzara niveles máximos en 2013 y 2014.

Como resultado de una política de ajuste presupuestario muy estricta, esta deuda se redujo hasta 2019. Sin embargo, la crisis relacionada con la pandemia de COVID-19 provocó que alcanzara un nuevo pico en 2020. Desde entonces, la deuda ha vuelto a niveles elevados: el 80 % para los 27 países de la UE y el 87 % para la zona del euro. Los resultados previstos para 2024 probablemente mostrarán una estabilización del nivel de deuda en estos altos niveles (como lo demuestran las cifras del déficit presupuestario). En otras palabras, la situación financiera de los 27 países de la UE y de la zona del euro no parece muy adecuada para volver a contraer grandes préstamos. Sin embargo, eso es precisamente lo que pretenden hacer.

La filonazi Von der Leyen acaba de anunciar su intención de recurrir a un préstamo global de 800.000 millones de euros para los 27 países de la UE con el fin de financiar el plan de rearme de la Unión Europea. Por supuesto, este plan aún está en suspenso. Pero si se lleva a cabo, estos fondos estarán en cierto modo «garantizados» por el Banco Central Europeo, que podría monetizar esta nueva deuda. Al mismo tiempo, es evidente que el deseo de aumentar drásticamente el gasto militar surge en un momento muy inoportuno para los países de la Unión Europea. Lo que, a su vez, plantea otra pregunta: ¿está justificado este plan por la llamada amenaza rusa y se corresponde con la situación real?

LA «AMENAZA RUSA» COMO ESPANTAJO

El presidente francés, Emmanuel Macron, declaró en un reciente discurso televisado el 5 de marzo que la proporción del gasto en defensa en el presupuesto ruso había alcanzado el 40 %. El 7 de marzo, el primer ministro François Bayrou repitió esta afirmación en una entrevista en el canal de televisión C-News. Sin embargo, ningún estudio confirma estas cifras, que parecen ser el resultado de una interpretación errónea de los mecanismos presupuestarios rusos, o directamente una mentira. Si lo comparamos con el presupuesto consolidado de Rusia, que es equivalente al presupuesto presentado por el Gobierno francés al Parlamento, obtenemos solo un 17,02 %. La discrepancia entre el 40 % declarado y el 17 % real indica que los argumentos de las autoridades tienen más que ver con la propaganda y el pánico militar que con la realidad.

Por cierto, el léxico utilizado hoy en día por los líderes políticos europeos es extremadamente confuso. Por esta razón, el uso del término «economía de guerra» es especialmente inapropiado en este caso. Hay que recordar que, en el contexto de las guerras mundiales del siglo XX, el término «economía de guerra» se refería a una realidad cuantitativa (entre el 20 % y el 30 % del PIB, y no del presupuesto estatal, destinado a la defensa) y cualitativa (transformación de parte del aparato productivo civil -la industria automovilística, el transporte ferroviario, la producción de equipos- en producción militar). Es evidente que en Rusia la producción civil está creciendo a un ritmo acelerado, para reemplazar las importaciones sujetas a sanciones, y los países de la Unión Europea (UE-27) están lejos de este modelo. Los datos sobre Rusia presentados durante el debate, así como los intentos de lograr un presupuesto de defensa del «5 %», se parecen más a propaganda que a un estudio serio de los datos disponibles sobre la mayoría de las economías europeas.

Esto no significa que los esfuerzos de los países de la Unión Europea no sean necesarios en el contexto de la perspectiva de salida de EEUU de la OTAN. Trump no oculta su deseo de que los países europeos de la OTAN aumenten sus gastos militares, mientras que EEUU podrían abandonar esta organización con el tiempo. Por lo tanto, es necesario calcular qué esfuerzos se pueden realizar realmente.

Desde la II Guerra Mundial, el volumen del PIB se ha convertido en sinónimo del tamaño y el poder de la economía. Aunque este indicador es importante, solo refleja parcialmente el volumen real de la riqueza nacional y no muestra plenamente la capacidad productiva de un país. Además, para poder comparar, es necesario convertir los datos de los distintos países a una unidad de medida común, que suele ser el dólar estadounidense. El método más obvio para comparar es utilizar los tipos de cambio de divisas durante un período determinado. Esta solución parece sencilla, pero da resultados insatisfactorios, ya que los tipos de cambio no reflejan necesariamente la realidad económica debido a las fluctuaciones especulativas que existen, tanto al alza como a la baja, en los mercados monetarios. Por ello, el Banco Mundial y el FMI, entre otros, utilizan el método de evaluación del PIB en paridad de poder adquisitivo (PPA).

El cálculo de la PPA se basa en la relación entre los precios de los productos en las monedas nacionales. Estas relaciones se comparan con los indicadores similares de los mismos productos o servicios en diferentes países, tras lo cual se determina un tipo de cambio «teórico» que permite realizar la comparación. Este método es, sin duda, más fiable que el método de evaluación del PIB a través del tipo de cambio «oficial» cuando se trata de comparar economías. Sin embargo, puede diferir de nuestra percepción de la economía de los distintos países. El PIB de Francia, calculado según la PPA, corresponde al 2,2 % del PIB mundial, el de Alemania al 3,4 % y el de Italia al 1,4 %, mientras que en Rusia esta cifra alcanza el 3,5-3,6 %. Esto pone fin de inmediato a todas las afirmaciones de que el PIB ruso solo es igual al español.

«SUFICIENCIA RAZONABLE» PARA EUROPA

Cabe recordar que en 1988, en los primeros años de la perestroika, dos analistas rusos, Kokoshkin y Larionov, desarrollaron el concepto de «suficiencia razonable» aplicado a la Unión Soviética. ¿Por qué no aplicar el mismo concepto a la Unión Europea hoy en día?

El gasto militar de Rusia en 2025 será del 0,1836 %, y el de Francia, del 0,0462 % del PIB mundial estimado en PPA. Sin embargo, si se deducen los gastos del Ministerio del Interior, el gasto militar neto de Francia será del 0,0367 % del PIB mundial, es decir, aproximadamente cinco veces inferior al de Rusia. Esta diferencia entre el gasto militar de Francia y Rusia también puede explicarse por el relativo debilitamiento económico de Francia, cuya participación en el PIB mundial se redujo del 3,7 % al 2,2 % entre 1992 y 2024.

Sin embargo, el tamaño del PIB no es el único indicador importante. La proporción de la industria en el PIB es un buen indicador de la capacidad de un país para producir equipo militar. En este sentido, Francia se encuentra en una posición débil. Si comparamos la proporción de la producción industrial en el PIB, sabiendo que en 2024 era del 26,2 % en Rusia frente al 11,0 % en Francia, y si comparamos el tamaño del presupuesto de defensa (2,1 % del PIB en Francia frente al 5,3 % del PIB en Rusia en 2024), esto significaría que el volumen potencial de producción de material militar en Rusia es seis veces superior al de Francia.

Si aplicamos el mismo razonamiento a Alemania, teniendo en cuenta que el PIB de Rusia en 2024 es un 16 % superior al de Alemania, la proporción de la industria en el PIB es del 21 % en Alemania y del 26 % en Rusia, y la proporción del gasto en defensa en el presupuesto alemán es del 2 % del PIB, frente al 5,3 % en Rusia, el volumen potencial de producción militar en Rusia es aproximadamente 3,8 veces mayor que en Alemania.

En términos más sencillos, un país con un PIB más alto y una mayor proporción de la industria en su PIB es capaz de producir más armas y equipo militar que un país con un PIB más bajo y una menor proporción de la industria en su PIB, con el mismo porcentaje de gasto en defensa. Pero la comparación no debe hacerse entre Rusia y Francia, ni entre Rusia y Alemania. Los países de la UE están políticamente unidos, por lo que hay que sumar sus volúmenes de producción militar potencial.

Aunque los 27 países de la UE han reducido sin duda sus gastos de defensa en el pasado, la retórica belicista actual está demasiado exagerada por los medios y los políticos. Teniendo en cuenta el PIB de Francia y Alemania, así como el de Italia, España y los Países Bajos, calculado en paridad de poder adquisitivo y la proporción de sus gastos en defensa, se puede concluir que estos países, en conjunto, pueden destinar a la defensa nacional entre el 60 % y el 65 % de los recursos que Rusia destina actualmente. Para igualar el gasto militar de Rusia y garantizar la seguridad de la UE, basta con que estos países aumenten su gasto militar hasta el 3 % del PIB, lo que supone un incremento del 50 % con respecto a la situación actual. Esto parece un objetivo legítimo y razonable.

Cualquier intento de fijarse un objetivo más ambicioso -recordemos que la prensa occidental cita cifras de gasto militar que oscilan entre el 4,5 % y el 5,5 % del PIB- significaría que no se trata de igualar el potencial, sino de obtener una ventaja cuantitativa notable. Este objetivo puede ser interpretado por los líderes rusos como provocador y agresivo y, a su vez, puede provocar esfuerzos adicionales por parte de Rusia y llevar la carrera armamentística a una nueva fase. Sin embargo, las economías de los 27 países de la UE, en primer lugar las de Alemania, Francia e Italia, no parecen estar en condiciones de entrar en tal carrera sin consecuencias económicas, sociales y políticas extremadamente negativas para los europeos.

Kommersant.ru

 

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