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Cuba, EE.UU. :: 23/04/2021

Girón o el fracaso de una conspiración 'made in USA'

Carlos Fazio
Fidel: “Eso es lo que no pueden perdonarnos, ¡que hayamos hecho una revolución socialista en las propias narices de EEUU!”

Este 19 de abril se cumplieron 60 años de la derrota del imperialismo yanqui en Playa Girón. La invasión mercenaria patrocinada por el presidente de EEUU John F. Kennedy fue descubierta con meses de anticipación por el periodista argentino Rodolfo Walsh (https://lahaine.org/cM9l), a quien se le hizo sospechoso un cable comercial de la empresa Tropical Cable de Guatemala, que llegó al teletipo de su oficina en Prensa Latina en La Habana, y se abocó a descifrar el texto con la ayuda de un manual de ­criptografía.

El cable brindaba detalles de la conspiración que la administración Kennedy heredó de Dwight Einsenhower para invadir Cuba por Bahía de Cochinos, misma que ocurrió el 17 de abril de 1961. Vía una empresa comercial de fachada, el plan conspirativo estaba dirigido a Washington desde la embajada de EEUU en Guatemala por el jefe de la estación de la Agencia Central de Inteligencia (CIA).

El contenido era un informe de los preparativos de la invasión y revelaba incluso dónde oficiales de la CIA adiestraban y equipaban a un ejército de gusanos anticastristas: la hacienda Retalhuleu, cafetal ubicado en el norte de Guatemala. Detallaba la cifra de hombres, nombre de las embarcaciones, apoyo aéreo y estrategias que la CIA pensaba indescifrables, y hasta el punto de desembarco.

Para preparar la invasión, la CIA organizó de manera paralela una ofensiva propagandística mediante las agencias de noticias estadunidenses AP y UPI; del diario La Voz de América, radiodifusoras y los periódicos de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP).

Hasta hoy la historia oficial estadunidense sobre esa operación bélica encubierta y su estrepitoso descalabro permanece en gran parte secuestrada por la CIA, clasificada como top secret por razones de 'seguridad' nacional [en realidad vergüenza nacional]. Se sabe que el episodio de Bahía de Cochinos empezó con la autorización firmada por Eisenhower el 17 de marzo de 1960 (un año antes de la invasión), para un programa de capacitación de paramilitares, infiltración y asalto de 4.4 millones de dólares.

El objetivo era lograr la sustitución del gobierno de Castro con uno más dedicado a los verdaderos intereses del pueblo cubano, y más aceptable a EEUU, llevado a cabo de tal manera que evitara cualquier apariencia de una intervención estadounidense. Según lo planificado, los mercenarios de la brigada debían lograr rápidamente una cabeza de playa y declararla territorio liberado. Ahí sería trasladado, desde EEUU, el gobierno provisional, el cual estaría compuesto de exiliados seleccionados por la CIA. En ese momento Kennedy le daría reconocimiento, el nuevo gobierno pediría ayuda internacional y los marines desembarcarían.

El origen de la resolución de Eisenhower se remonta al 19 de abril de 1959, cuando tras reunirse durante dos horas con el primer ministro cubano Fidel Castro, el entonces vicepresidente Richard Nixon preparó un informe donde aseguraba que era necesaria una acción de fuerza contra Cuba, al concluir que los revolucionarios instalarían un sistema político contrario a los intereses de EEUU. Los hermanos Dulles, John Foster y Allen, secretario de Estado y jefe de la CIA, respectivamente, estuvieron de acuerdo.

Allí nació el Proyecto Cuba, del cual responsabilizaron al director adjunto de la CIA, Richard Bissell. El 17 de marzo de 1960 Eisenhower aprobó el plan diseñado por Bissell, que englobaba guerra sicológica, acciones políticas, económicas y paramilitares, teniendo como eje organizar, entrenar y equipar a exiliados cubanos para constituir una fuerza invasora.

El 3 de enero de 1961, en la fase preparatoria de la invasión, Washington rompió relaciones con La Habana. El día 20, Kennedy asumió la presidencia, y 24 horas después ordenó continuar con los planes de agresión, incluido el trato con la mafia de la Cosa Nostra [la que proporcionó hombres, armas y dinero para la invasión, debido a las cuantiosas pérdidas sufridas por la nacionalización de hoteles y cierre de casinos en Cuba]. EEUU había logrado que la casi totalidad de naciones del continente censuraran a la revolución cubana; sólo México, Brasil y Ecuador se opusieron a cualquier acción militar, evitando que Kennedy se sirviera de la Organización de Estados Americanos para una operación conjunta.

El 14 de abril Kennedy dio luz verde a un ataque aéreo preliminar a la invasión. El 15, Bissell envió ocho bombarderos B-56 para destruir la escasa y vieja aviación de combate cubana [ataque que fracasó debido a que los revolucionarios escondieron los aviones que funcionaban y dejaran a la vista aviones inservibles]. Mientras llovían bombas sobre la isla, el canciller cubano Raúl Roa pedía en la ONU que se exigiera a EEUU el cese de la agresión.

Durante el sepelio de las víctimas de los bombardeos, casi todas civiles, Fidel Castro llamó a la movilización total: Cada cubano debe ocupar el puesto que le corresponde en las unidades militares y centros de trabajo sin interrumpir la producción, ni la campaña de alfabetización. Ese 16 de abril expresó una frase que dio la vuelta al mundo, porque anunciaba el camino ideológico del proceso: “Eso es lo que no pueden perdonarnos […] ¡que hayamos hecho una revolución socialista en las propias narices de EEUU!”

A las 23:45 horas del 16 de abril de 1961, Grayston Lynch fue el primer mercenario que tocó tierra cubana. Pero al caer la tarde del día 19, la tentativa de invasión era derrotada en Playa Girón. José Ramón Fernández informó a Fidel: Tomamos Girón a las 17:30 horas. Territorio Libre de América.

Casi toda la Brigada fue capturada: mil 214 prisioneros. En combate murieron 114, incluidos cuatro pilotos estadounidenses. El 23 de abril, Fidel Castro expresó: ¡El imperialismo yanqui sufrió en América Latina su primera gran derrota!

Sesenta años después, las distintas modalidades de guerra política, sicológica, no convencional, asimétrica, híbrida y cultural, así como la subversión política-ideológica, la guerra de cuarta generación, el poder inteligente y el golpe blando perfeccionados y ensayados por la CIA y el Pentágono hasta el presente, se han estrellado ante la firme voluntad de un pueblo de defender su patria y a una revolución auténtica hija de la cultura cubana y las ideas de sus dirigentes, fincadas en un nacionalismo fruto de un proceso de liberación anticolonial y antimperialista.

La Jornada

 

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