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Argentina :: 28/05/2007

Heridas que no cierran

Nora Ciapponi
La recuperación económica -luego del abismo- ocupaba toda la escena, y a caballo de ella el consenso logrado por el gobierno K., también parecía perdurar en el tiempo. Pero la extendida y honda destrucción que sufrimos, y que se pretende ocultar, (aquella de la llamada "Argentina profunda") sigue igual, haciendo subir una y otra vez la rebelión de los de abajo.

Si siempre supimos que las grandes heridas abiertas con la crisis del 2001-2002 nunca cicatrizaron, es indiscutible que muchas de ellas han vuelto a sangrar. Y lo hacen abarcando variados temas y estallando casi al mismo tiempo, lo que evidencia que se está muy lejos de construir un país en serio. Evidentemente, siguen primando la desidia, y el afán de lucro más desmedido por encima de toda necesidad humana y social, lo que es peligrosamente acompañado por un febril autoritarismo y personalismo que tiñe todas y cada una de las acciones con las que el gobierno viene respondiendo a los recurrentes reclamos de la sociedad.

Santa Cruz, como el resto del país, nunca representó una placentera isla de justicia y democracia. Pero tampoco habría que remontarse a la Patagonia trágica (y al gobierno radical de aquel entonces) para verificar lo contrario. Porque una historia mucho mas reciente (de mas de una década), compromete seriamente al PJ y mas concretamente al matrimonio Kirchner y a su entorno político. Dieciséis años sin paritarias, salarios con más del 90 % en negro, en una de las provincias con mayores ingresos, a lo que hay que sumar los 500 millones de dólares "ahorrados" y que continúan en el exterior, sobran como ejemplos.

Tal vez por todas esas razones, el mismo día y hora en que asumía el nuevo Gobernador de Santa Cruz Daniel Peralta (y después de haber pasado por varias piruetas para oficializar el trámite), y a sólo tres cuadras de distancia de la Casa de Gobierno, ocurría un hecho inédito para esa Provincia: el desarrollo de una multitudinaria marcha que ruidosa y apretadamente colmó todas las calles y veredas de la ciudad de Río Gallegos, la que con sus cánticos y gritos reclamaba a viva voz un cambio de postura respecto a los reclamos docentes, repudiando la represión desatada contra los huelguistas.

Contrariamente a lo esperado, el recambio de gobernador no había logrado desmovilizar a los docentes. Y lo que era peor, el abanico se había ampliado de tal manera que en la marcha "Se podía observar entre la multitud a trabajadores de la construcción, mezclados con empleados bancarios luciendo aún sus corbatas, docentes, empleados municipales con sus mamelucos, judiciales; los infaltables afiliados al gremio de ATE-CTA; innumerables colegios representados con pancartas, localidades del interior con su correspondiente cartel, y muchísima gente que bajaba de los edificios y llegaba a sumarse con total alegría al conjunto de manifestantes"

De esa manera se expresaban dos escenarios, en flagrante separación, que simbolizaron mejor que cualquier otra cosa la ruptura que se había ido produciendo entre un importante sector de la sociedad y los poderes establecidos, todo lo que por otra parte atravesó los límites provinciales para dejar en el país profundas críticas e incertidumbres respecto a la actuación del gobierno nacional en el conflicto, como del papel del matrimonio K en su provincia de origen.

El valioso tiempo perdido, las múltiples maniobras intimidatorias y represivas, las mentiras, las dilaciones en la negociación, el ridículo papel de victima del propio Presidente K y de su familia, armados con las ya conocidas "operaciones políticas" (y también teatrales) con el objetivo de descalificar y desgastar la huelga docente y debilitar sus positivas repercusiones, no consiguieron el resultado esperado. Por el contrario, la firmeza de los huelguistas y el apoyo social que conquistaron, terminaron por derribar uno tras otro obstáculo, (incluida la tramposa conciliación obligatoria), hasta mostrar la más completa desnudez del gobierno nacional. Y lo que es peor, en un año de nutrida agenda electoral. Sin dudas, la importante huelga desarrollada en Neuquén y la respuesta unánime del país repudiando el asesinato de Carlos Fuentealba y en solidaridad con los docentes, colaboraron sustancialmente para que Santa Cruz no cejara en sus demandas.

Ni por aire, ni por carretera, ni por vías

Roberto Canteros, un tapicero muy pobre que vivía en Merlo con su familia, sigue detenido en la cárcel de Ezeiza desde el primero de Noviembre del 2005 esperando un ridículo juicio que en vez de juzgar al TBA lo hace contra los pobres usuarios que aquel día -hartos ya de estar hartos- dijeron ¡basta ! al igual que en Constitución hace pocos días. Roberto Canteros no carga con otra culpa que no sea la de verse obligado a viajar en el "maldito Sarmiento" todos los días para ir a trabajar. Es honrado, buen padre y esposo, y aunque al momento de su detención no ganara más que veinte miserables pesos por día para sostener a su familia y viajar. Igualmente está acusado de haberle robado -ese día- una nueve milímetros a una mujer policía. Pero Roberto nunca vio el arma y no se imagina siquiera con una encima. En el juicio tampoco fue mostrada. Pero no importa, los testigos son todos policías. ¿Cómo no indignarnos ante tamaña crueldad? Evidentemente, no hay lugar a dudas, Roberto Canteros es nada más ni nada menos que un rehén del TBA y del gobierno.

Pero también -sin dudas- lo somos millones de trabajadores y estudiantes que a diario estamos obligados a tomar los trenes urbanos, arriesgando la permanencia en el trabajo y la propia vida. ¿Y por qué rehenes del gobierno también? Porque a pesar de las evidencias del desastre que representa el servicio y las exigencias de los usuarios que reclaman se rescindan los contratos, el gobierno sólo les hace alguna reprimenda verbal o los amenaza con multas (que por otra parte nunca pagan) para que todo siga igual.

Después, como una letanía insoportable que parece de ciencia ficción, hay que escuchar a los interpretadores, opinadores y a algunos periodistas que hablan sobre el origen de la violencia, de lo malo que es eso, que no se sabe de dónde nos viene, haciendo abstracción conciente del poderoso lugar donde se origina la más tremenda violencia e injusticia que sufrimos cotidianamente. ¿O acaso no es violencia después de trabajar 10 o 12 horas diarias por un salario miserable, viajar colgado peor que un animal para llegar a cualquier hora? ¿Y de la violencia ejercida contra Roberto Canteros quién opina? ¿Quién juzga a los que provocan la muerte de trabajadores que caen a las vías?

Y ni hablar de las peligrosas carreteras y autopistas que cobran accidentes que parecen suicidios en serie. Pero nada de ello es propio de nuestro "ser nacional" o ajeno a la destrucción social e impunidad con que los empresarios y el gobierno siguen actuando. Sean los empresarios de las "modernas autopistas" diseñadas para obtener siderales ganancias, o los propietarios de ómnibus de doble piso (y más pasajeros $$$) que hace tiempo han sido prohibidos en otros países por su peligrosidad, pero aquí siguen en carrera, aunque el viento y la velocidad los desestabilice, o la estrechez de las rutas impidan cualquier maniobra.

Así, viendo ésta destrucción, cobra toda su dimensión aquel país diseñado para el transporte ferroviario, barato y seguro, que fue levantado y destruido hace ya un tiempo. El mismo que transportaba cargas, pasajeros, agua, medicina, cultura y arte por todo el territorio nacional, y que el estado abandonó a su suerte, preparando así la anarquía en el transporte, la voracidad empresarial sin ninguna regulación o control estatal, todo lo que caracteriza a vehículos, rutas y autopistas de la muerte.

Por tanto, el derecho reclamado con justa indignación por los usuarios, a tener un servicio eficiente, seguro y barato, es por tanto, irrenunciable. También para recordar al estado y al país todo, que el transporte está llamado a cumplir una función social, sin fines de lucro, por la simple razón de que debe trasladarnos en forma, horario y condiciones a nuestras obligaciones.

Rescindir ya mismo los contratos, que el estado se haga cargo del transporte de pasajeros, a la par de que se abra un profundo debate en la sociedad sobre qué política global de transporte debemos diseñar (imposible de disociar de otro proyecto de país), es una necesidad apremiante. Y para ello -sin dudas- existen valiosas fuerzas humanas representadas por honestos trabajadores técnicos y especialistas en el tema, que se dispondrían a trabajar para esos objetivos, y con el único interés de lograr el bien común.

Claro que transitar por ese camino implica una decisión política que nada indica que el gobierno vaya a tomar. Lo mejor y más prudente mientras tanto sería que ningún funcionario vuelva a hablar de los "trenes bala"

Por aire y sin radares, las cosas no van mejor. Igualmente lo aconsejable en estos casos es negar la realidad, hacer como si el problema no existiera, y apelar a la buena suerte para que la desgracia no aparezca. ¿Y si aparece? Yo no fui Me llamo a silencio algunos días, especulando para ver quién paga los platos rotos

Pero los que saben, insisten. Nadie les agradece igualmente el alerta o la previsión. Por el contrario, y aunque se siga denunciando que en varias oportunidades se estuvo a pocos metros y/o segundos de un choque entre aviones, ello no importa. Todo sería propio de exageraciones interesadas

Skanska y la corrupción

Qué pasó? ¿No eran privados los coimeros involucrados? Pero, por las dudas, ya había dicho el Presidente K que "el que no hace lo que se debe, se va". Ahí están, los dos funcionarios despedidos de sus cargos, tanto el titular de Enargas, Fulvio Madaro como el administrador de Nación Fideicomisos, Néstor Ulloa, los que estarían comprometidos por haber recibido coimas en el proyecto de ampliación del Gasoducto Norte. Sin esperar siquiera los resultados de la justicia, el gobierno desplazó a ambos funcionarios con un rápido decreto (el 539) bajo los argumentos de "impedir cualquier interpretación antojadiza de la actitud del gobierno en este punto".

Al cierre de esta edición la investigación parecía dirigirse hacia el mismo Ministro De Vido, el sospechado de siempre, y hombre de confianza de Kirchner, lo que pondría en cuestión al gobierno y al mismo Presidente, en uno de los temas centrales con que este gobierno construyó su "identidad’.

Un antes y un después

Profundas heridas que no cierran "y sangran todavía", parecía más una apuesta de mal augurio, que una realidad que más temprano que tarde, volvería a emerger. La recuperación económica -luego del abismo- ocupaba toda la escena, y a caballo de ella el consenso logrado por el gobierno K., también parecía perdurar en el tiempo.

Pero la extendida y honda destrucción que sufrimos, y que se pretende ocultar, (aquella de la llamada "Argentina profunda") sigue igual, haciendo subir una y otra vez la rebelión de los de abajo.

Porque si bien es cierto que se generó mayor empleo, el mismo es de una completa precariedad y la mayoría en negro. Y aunque exista mayor consumo no puede ser reflejado en frías estadísticas generales, como si todos tuviéramos el mismo poder adquisitivo. Más cuando un amplio sector de la población pobre no llega siquiera a la reducida canasta básica que aumenta de valor todos los días, desmintiendo los índices del manoseado INDEC. También es real que existe un mayor superávit fiscal, pero ello no se utiliza para resolver ningún problema candente de la población, sea de salud, de vivienda para cuatro millones de argentinos que no la tienen; para hacer las obras que eviten las inundaciones, o simplemente para decretar que se elimina el IVA de los 50 artículos de primera necesidad

El escenario se completa cuando ante los reclamos de la población se responde desde el gobierno con la historia de los complots, de supuestos planes para desestabilizar y desprestigiar al gobierno; con la represión lisa y llana o con maniobras de diverso calibre que intentan ocultar la realidad, lo que va provocando mayor crisis y creciente malestar. Así nadie habría reprimido a los docentes de Santa Cruz, ellos se habrían auto herido para posar de víctimas, o ganando los mejores sueldos del país fueron empujados por activistas de izquierda a la rebelión

El viejo y gastado argumento de que el gobierno estaría siendo acosado por la "derecha" (como plantean las organizaciones sociales y de derechos humanos que lo defienden), equivaldría a decir "que hubo activistas previamente organizados en la estación de Constitución". Ambos tendrían el mismo valor: nadie lo cree ya.

La creciente pérdida de credibilidad a que nos referimos, es creemos, lo que caracteriza la actual crisis gubernamental, y a la que no escapa la figura presidencial. Y aunque no exista peligro para un triunfo electoral en Octubre, no deja de representar un serio punto de inflexión, o comienzo de regresión. Porque no había que olvidar que siempre estuvo presente (aún cuando permaneciera oculta tras los índices económicos favorables), que veníamos de transitar la más grave crisis de representatividad de toda nuestra historia.

Proyectarnos para el cambio

Esbozar y construir desde abajo un nuevo proyecto revolucionario, tan independiente de los poderosos como de su clase política e instituciones, no puede surgir más que de una ruptura radical con la sociedad que sufrimos.

Ello no puede ni debe hacerse en el vacío. Por el contrario podrá ser transitado como proceso, si somos capaces de incorporar en su diversidad como posibles combinaciones, las diversas demandas existentes. Algunas de ellas son de más largo alcance y supieron representar banderas guías en la rebelión del 2001/02, las que sin dudas, siguen pendientes de resolución. Ellas son de carácter antiimperialista, de la más amplia democracia, de lucha por la recuperación de vitales recursos saqueados, las que por su trascendencia se dirigen a la búsqueda de otro proyecto de país y de sociedad.

Y aquellas otras necesidades y reclamos que haciendo a las más apremiantes necesidades de la mayoría de la población trabajadora, sean de empleo, salario, vivienda, transporte, medio ambiente, salud o educación, se expresan con movilizaciones recurrentes.

Con esa mirada y para esos objetivos nos distanciamos hoy de las agendas electorales. También para seguir trabajando en la confluencia con numerosos activistas y organizaciones que nos permitan construir una nueva herramienta política, capaz no sólo de dar impulso a las luchas del pueblo trabajador, como de elevarse y proyectarse para una real transformación social.

Las contradicciones que hoy se viven en las alturas, la cada vez mayor certeza de que el gobierno Kirchner está llegando a sus propios límites, y especialmente las respuestas movilizadoras de los de abajo, abonan positivamente las condiciones para echarle ganas al proyecto.

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