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Medio Oriente :: 14/03/2008

Israel ataca Gaza: de nuevo las conversaciones de ?paz? preparan la guerra

Francesco Merli
El régimen israelí finalmente sacó a sus tropas de Gaza el lunes por la mañana, después de una larga ofensiva de cinco días en la que murieron 110 palestinos y dos soldados israelíes (aunque ya ha vuelto a atacar).

El estado mayor de la FDI (Fuerza de Defensa Israelí) oficialmente dijo que el 90 por ciento de todas las bajas era de combatientes, pero rápidamente esta afirmación demostró ser una mentira escandalosa cuando la organización israelí de derechos civiles, B'Tselem, publicó un informe en el que demostraba que más del 50 por ciento de las víctimas palestinas eran civiles, incluidos varios niños, cuatro de ellos murieron mientras jugaban un partido de fútbol el 28 de febrero.

La demostración sangrienta e indiscriminada de fuerza por parte de Israel ha sido tan evidente, que incluso representantes norteamericanos han tenido que utilizar su capacidad de veto para impedir que el Consejo de Seguridad de la ONU aprobara una resolución de condena.

Aunque a una escala "limitada", la invasión de Gaza ha sido brutal y despiadada. El avance del ejército israelí ha provocado una explosión de furia entre las masas palestinas, si damos crédito a los objetivos iniciales de la misión, debemos decir que Israel ha fracaso en su intento de socavar el apoyo a Hamás o de librar a su propio territorio de la amenaza de los cohetes Qassam. Todo lo contrario, la retirada de Israel fue celebrada el lunes por manifestaciones de decenas de miles de seguidores de Hamás y Fatah, tanto en Gaza como en Cisjordania. Hamás presenta la retirada de la FDI como una victoria y siguió con el lanzamiento habitual de cohetes.

Desde el punto de vista de la gente corriente de Israel, esta aventura militar no ha solucionado nada y a pesar de la ausencia de alternativas, las encuentras demostraban que más de dos tercios de los ciudadanos israelíes están a favor de un acuerdo negociado con Hamás. La confianza en la capacidad del gobierno de ocuparse de la seguridad y en las fuerzas armadas alcanzó un nivel bajó histórico después de la última derrota en Líbano y desde entonces no se ha recuperado.

La salida de Israel no significa que haya desaparecido la presión militar contra este superpoblado territorio palestino. Como señalamos correctamente después de la retirada unilateral de 2005 y la retirada de 8.000 colonos israelíes de Gaza, de ninguna manera ese movimiento se podía considerad como el final de la interferencia israelí en Gaza. El control económico de Israel sobre la débil economía de Gaza se vio en los efectos devastadores del embargo impuesto por Israel después de que Hamás ocupara Gaza el año pasado. Pero aunque se basa en su superioridad militar y poderío económico, la estrategia de Tel Aviv para minar el apoyo de Hamás, convirtiendo Gaza en un "infierno viviente", ha fracasado miserablemente.

Gaza es un "infierno viviente", pero el sufrimiento de las masas, que no sólo se ve en las cifras económicas, no las deja otra alternativa que desafiar el dominio de Israel. No tienen nada que perder y el millón y medio de personas que vive en Gaza no puede desaparecer sólo porque convenga a Israel.

El juego de Israel

Los escalones superiores de la clase dominante en Tel Aviv están jugando con fuego, cada vez son más empíricos y se terminarán quemando los dedos. En cada punto de inflexión han aparecido divisiones profundas y esta aventura militar parece ser un intento desesperado de conseguir la unidad.

Por un lado, no pueden permitir que el malestar social que existe dentro de Israel salga a la superficie, por eso necesitan constantemente la amenaza externa y así conseguir que los trabajadores israelíes sigan apoyando al Estado sionista. En este sentido, la política de Hamás proporciona a los líderes sionistas el mejor de los enemigos posibles que podían elegir.

Todas las tácticas de ataques indiscriminados contra la población israelí, como es el lanzamiento de cohetes contra la población civil de Sderot y las ciudades vecinas, o los atentados suicidas, hacen el juego a la clase dominante israelí. Debemos preguntarnos qué daño hace al imperialismo israelí el lanzamiento de 6.000 o 7.000 cohetes Qassam, disparados aleatoriamente durante los últimos siete años a través de la frontera de Gaza e Israel.

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Los sionistas ganan fuerza con la idea de que Israel está rodeado de enemigos y poblaciones hostiles. Esta "mentalidad de acoso" ata a los trabajadores judíos con el Estado sionista. Desde el nacimiento del estado de Israel hace 60 años, este ha sido el principal arma en manos de una burguesía débil, dependiente de EEUU, que ha transformado Israel en la potencia imperialista más poderosa de todo Oriente Medio.

Por otro lado, en el período reciente, hemos visto intentos de utilizar la poderosa maquinaria militar del Estado sionista que han demostrado la debilidad de Israel y la incapacidad de la clase dominante israelí de gobernar a las masas palestinas con un puño de hierro.

Al mismo tiempo que abandonaban Gaza, el gobierno israelí anunciaba que las fuerzas israelíes seguirían golpeando a Hamás, atacando a sus dirigentes y no descartaban cualquier opción militar, incluida la ocupación total del territorio. Más que aplastar a Hamás, lo que Olmert quiere es someter al pueblo palestino en Gaza.

¿Conversaciones de "paz"?

La clase dominante israelí no está interesada en la paz y tiene todo que ganar con una situación de guerra permanente, eso le permite controlar más a la población israelí y extender el apoyo a su acción militar, pero su incapacidad de ganar esta guerra y aplastar a las desafiantes masas palestinas, inevitablemente llevará a una nueva ronda de conversaciones de "paz" impulsadas por el imperialismo norteamericano. No se puede poner ningún tipo de ilusión en que salga una solución de estas conversaciones.

La vida de cientos de palestinos e incluso la vida de los residentes en Sderot o cualquier otro ciudadano israelí, que el gobierno israelí pretende defender con esta operación militar (oficialmente era detener el lanzamiento de cohetes), no valen nada y sólo son moneda de cambio en el cínico juego de la clase dominante israelí.

Estos acontecimientos han puesto en peligro la estrategia norteamericana de acuerdo entre Israel y la Autoridad Palestina, basado en la colaboración del líder de Fatah, Abu Mazen, y el gobierno israelí, mediante las conversaciones de Annapolis. Abu Mazen hasta ahora ha sido un socio leal del imperialismo, pero ni siquiera él puede ignorar la oleada de rabia que ha provocado este último ataque contra Gaza. Como consecuencia del mismo, ha tenido que, al menos temporalmente, romper las conversaciones con Israel. Cuando tiene que elegir, el gobierno estadounidense no duda en apoyar a su principal aliado en la región, incluso aunque amenace su difícil posición. Este hecho es lo que da margen de maniobra a la clase dominante israelí, como ha ocurrido siempre.

Irónicamente, este es uno de los efectos imprevistos de la intervención imperialista en Oriente Medio. Durante los últimos sesenta años, la clase dominante israelí ha demostrado a todo el mundo que sigue su propio plan. En los últimos años, Israel ha conseguido más autonomía de EEUU que cada vez está más empantanado en Iraq. Israel aún es el principal aliado de EEUU en Oriente Medio, pero por esta misma razón, al mismo tiempo que la región cada vez es más inestable debido a la ocupación imperialista de Iraq, la clase dominante israelí ha ganado más poder para poner en práctica sus propios planes.

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