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Europa :: 19/08/2019

La guerra de los Balcanes: la realidad no es como nos la cuentan

Cristina Tous
Régimen de EEUU: “Destruimos Yugoslavia sólo porque era la última isla de socialismo en Europa”

Para tratar de entender lo que pasó en los Balcanes en la década de los 90 es imprescindible situarnos en su contexto. Desaparecida la URSS la OTAN se estaba quedando sin argumentos.

La guerra de los Balcanes tuvo lugar entre 1991 y 2001 y supuso la desintegración de la República Federativa Socialista de Yugoslavia, uno de los países fundadores del Movimiento de Países No Alineados.

A EEUU, con claros intereses en Oriente Medio, le urgía el control de la zona. Pero no eran los únicos. La secesión de Eslovenia y Croacia fue promovida por Alemania. Ya en la II Guerra Mundial los nazis fueron apoyados por los musulmanes bosnios y los católicos croatas que asesinaron a más de un millón de ciudadanos serbios. Parecía una misión imposible que las minorías serbias de Croacia y Bosnia aceptaran ser gobernadas por sus antiguos asesinos pro-nazis, pero Alemania, Inglaterra y EEUU jugaron esa carta.

A principios de 1987 Yugoslavia se vio al borde de la bancarrota, esta situación obligó al gobierno a someterse a unas condiciones draconianas por parte del FMI y el gobierno alemán aprovechó la coyuntura para hacer valer el argumento de que zonas más ricas, como Eslovenia y Croacia, tenían posibilidades de unirse a la UE y salvarse así del desastre.

El resto de potencias imperialistas, pero también otros países como El Vaticano, no dudaron en reconocer la recién proclamada independencia de Eslovenia, Croacia y Bosnia-Herzegovina. La ONU también intervino en la ex Yugoslavia. La intervención de las Naciones Unidas comenzó el 25 de septiembre de 1991 cuando el Consejo de Seguridad adoptó por unanimidad la resolución 713 (1991) haciendo un llamamiento a todos los Estados para aplicar inmediatamente un embargo general y completo sobre todas las entregas de armas y equipos militares a Yugoslavia.

El 8 de octubre de 1991, el Secretario General, Javier Pérez de Cuéllar, nombró a Cyrus Vance, antiguo Secretario de Estado de los EEUU, como su Enviado Personal a Yugoslavia. El Consejo de Seguridad aprobó, por medio de la resolución 724 (1991) del 15 de diciembre, un informe del Secretario General que proponía un plan sobre una posible operación de mantenimiento de la paz. Pero esa resolución no era más que papel mojado.

No contentos con la nueva situación se aseguraron que la desintegración del antiguo país socialista pasara por una guerra cruenta imposibilitando cualquier tipo de negociación, vendiendo armas de forma ilegal y dando ayuda militar y económica a los nacionalismos croatas, bosnios y albano-kosovares. Esa estrategia de los países integrantes de la OTAN con Alemania a la cabeza y como no, de EEUU y su papel de “garantes de la paz” no fue más que la excusa perfecta para la rapiña y la hegemonía geo-estratégica en la zona.

Mientras en el resto de Europa, los países ex-comunistas se ponían en la cola de la Unión Europea y de la OTAN, incorporándose a los programas y discursos correspondientes, en Belgrado cambió poco la manera de entender la soberanía. A esos efectos, la Yugoslavia del serbio Milosevic continuaba siendo una especie de “país socialista” y, en ese sentido hay que entender las palabras del ex-ministro de justicia americano Ramsey Clark: “destruimos Yugoslavia sólo porque era la última isla de socialismo en Europa”.

La desintegración de los Balcanes dio paso a la aparición de múltiples nacionalidades. Los acuerdos de Dayton en 1995 establecieron de forma temporal cuáles iban a ser las fronteras de estás nuevas entidades nacidas a la sombra de la cruenta guerra. Pero existía un “fleco suelto”, Kosovo. Para solucionarlo la Unión Federalista de Comunidades Étnicas Europeas, institución alemana, que promueve la organización alemana sobre bases étnicas, apoyó los reclames de la “Unión de Kosovares” con sede en Illinois (EEUU), aceptando los asentamientos de población musulmana proveniente de Albania. En la actualidad el capital mayoritario en la zona es de origen alemán y el gobierno de EEUU tiene en Kosovo la mayor base militar fuera de los EEUU.

Croacia, Eslovenia, Montenegro, Rumania, Grecia, Albania y Bulgaria Bosnia-Herzegovina y Macedonia son miembros de la OTAN. En el caso de Serbia, aunque Belgrado firmó en 2015 un acuerdo que permite a la OTAN usar sus bases militares y su territorio para el tránsito de tropas, su postura oficial es la de mantener la cooperación con la OTAN y al mismo tiempo mantenerse neutral.

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