lahaine.org
Medio Oriente :: 03/07/2013

La incertidumbre y la tensión se acentúan en Egipto

Txente Rekondo
Alianza entre EEUU, Israel y Arabia saudí para apoyar a los militares egipcios y bloquear cualquier triunfo islamista

La situación en Egipto se está complicando y empeorando por momentos. Las tensiones, los enfrentamientos y los diversos intereses están manteniendo un pulso que condiciona sobremanera el rumbo que puede adquirir en los próximos meses el gigante africano.

El deterioro de la situación del país ha estado acompañado en las últimas semanas de enfrentamientos y con la presencia, al menos sobre el papel, de una oposición más reforzada en la calle, las manifestaciones de este domingo son una prueba de ello. Pero además, el factor del uso de la violencia y el papel que finalmente puedan adoptar los militares también sobrevuelan el complejo escenario.

Una parte de la realidad egipcia nos muestra la existencia de dos universos paralelos, de dos lecturas irreconciliables. Por un lado nos encontramos con el presidente Morsi y los Hermanos Musulmanes, que defienden su mandato sustentado en la “legitimidad constitucional y democrática”. Desde esos sectores y sus seguidores se denuncia que la oposición utiliza argumentos falsos, que cuentan con la ayuda extranjera, que hace uso de una retórica incendiaria, al tiempo que rechazan los ofrecimientos de diálogo del presidente.

Al mismo tiempo, presentan a la oposición como una unión conspirativa, que albergaría bandas de jóvenes callejeros, políticos hambrientos de poder, elementos del antiguo régimen y algunos sectores de los aparatos de seguridad.

Frente a esa lectura, la oposición hace responsable a sus enemigos políticos de la situación que atraviesa el país. La inflación, el paro, los problemas de suministro energético son la consecuencia de una política autócrata, sectaria y repleta de una retórica que impulsa la decisión. Así mismo, rechazan las ofertas de diálogo del presidente, ya que según ellos, no está dispuesto a hacer concesiones.

El movimiento “Tamarod” (rebelión), impulsado por los segundos, ha encontrado respuesta en el “Tagarod” (imparcialidad) de los segundos.

La oposición, o la parte de ésta que cuenta con el beneplácito de políticos y medios occidentales, está sumida en un mar de contradicciones. Mientras acusa a los Hermanos Musulmanes de monopolizar y controlar todas las instituciones del estado, rechaza las ofertas que ha recibido para participar en altos cargos de las mismas. Solicitan un mandato democrático, pero renunciar a tomar parte en las elecciones.

Desde algunos análisis se señala que “no tienen cohesión interna, ni plan de futuro, ni han diseñado, la menos públicamente, cómo dirigir el país”. Según esas mismas fuentes han ido caminado de fracaso en fracaso, tanto en sus derrotas electorales (en las seis últimas citas), en los intentos de desestabilizar, asta ahora, el país por completo, y sobre todo en presentar una alternativa creíble, más allá de todo y todos contra Morsi y los Hermanos Musulmanes.

Frente a las históricas demandas de los primeros días de la revuelta, cuando se gritaba en las calles egipcias “pan, libertad y justicia social”, estos sectores parece que tienen su propia agenda oculta. Derrocar por cualquier medio al presidente Morsi, convocar una selecciones “controladas”, seguidas de la “necesidad de un gobierno de tecnócratas” y la redacción de una nueva constitución para dar encaje “institucional” al plan.

El sectarismo, el papel de los militares y la presencia de corrientes radicalizadas del islamismo político y salafismo, también son factores a tener en cuenta. Los ataques contra la minoría copta, o los más recientes en Giza contra la minoría chií muestran que la sombra del sectarismo está más presente que nunca en el actual escenario egipcio. Frente a quienes presentan esta situación como algo coyuntural, hay quien defiende que nos encontramos ante algo que forma parte de la propia sociedad del país.

El papel pasivo de la policía, las interpretaciones sociales en torno a mayoría-minoría, han estado acompañadas en esta ocasión de discursos de odio e intolerancia que incitaban a la violencia contra las citadas minorías.

Los discurso sectarios de predicadores radicales y salafistas han estado acompañados además de la presencia de sectores que rechazan la política de los Hermanos Musulmanes “por su visión moderada del Islam”, así como la aparición nuevamente en Egipto de movimientos jihadistas que durante estos meses han secuestrado soldados, han lanzados ataques contra Israel o han quemado iglesias coptas y bares.

Por su parte, el todopoderoso ejército egipcio mantiene una postura de “observar lo que ocurre”, aunque ya se han oído voces que reclamaban “intervenir para evitar la ruptura de Egipto, uy que caiga en un oscuro túnel de guerra civil, muertes, sectarismo o colapso estatal”.

A pesar de algunas lecturas que sostienen un supuesto pacto entre militares y Hermanos Musulmanes, todo parece indicar que los primeros están esperando el desgaste de éstos, lo que les “obligaría a actuar”, para defender su status, pero sobre todo sus intereses políticos y económicos.

El llamado tercer campo podría ser el gran beneficiado de toda esta situación. Desde diferentes medios, incluido The Guardian, se hace hincapié en la existencia de un sector que estaría esperando su momento, consciente que cuanto peor mejor. Esta alianza estaría formada por aquellos que se beneficiaron económicamente bajo el régimen de Mubarak, a través de sus pirámides de corrupción y clientelismo; por seguidores políticos del antiguo régimen y los llamados movimientos “anti-conservadores” o “seculares y laicos”.

Los dos primeros grupos intentarán aprovechar el apoyo que el tercero recibiría en Occidente para completar también su propia agenda, que según las citadas fuentes bien podría ser una vuelta al “viejo Egipto”. Para ello necesitan acelerar el caos económico y de seguridad, dando pie a las maniobras e intervenciones que nos situarían en un nuevo panorama donde la violencia y la represión acallarían las voces opositoras, la democracia brillaría por su ausencia y la corrupción sustentaría los pilares del nuevo sistema, con el poder político y económico nuevamente en manos de unos pocos para poder seguir explotando a la mayoría del país.

El miedo, el rencor, la desconfianza y la venganza pueden acabar por apoderarse de Egipto. La incapacidad del gobierno para dotar a la población de las necesidades básicas, los cortes energéticos, la ausencia de carburante, las tensiones religiosas y sectarias, la violencia y los enfrentamientos en las calles, el colapso económico y la presencia cada vez de más armas, son síntomas que apuntan a una peligrosa espiral.

Hay quien asegura que a la vista de todo ello se dan las condiciones de estar a las puertas de una guerra civil. Y de producirse algo similar a ello (el ejemplo de Argelia es reciente) las consecuencias irían más allá de las fronteras egipcias y tendrían consecuencias sectarias.

La situación en la región ya es por sí complicada. Con los ataques del Sinaí, el caos en Libia y la rebelión en Malí, la guerra en Siria, o los difíciles equilibrios en Jordania, Líbano, Túnez, Yermen…y sin olvidar la lucha en Palestina, añadir más gasolina al fuego podría desencadenar una situación incontrolable.

Las implicaciones de lo que acontece en Egipto va pareja a los intereses de terceros actores. Occidente impulsando las privatizaciones y sus réditos económicos y políticos; la alianza entre EEUU, Israel y Arabia saudí para apoyar a los militares egipcios y bloquear cualquier triunfo islamista; Qatar y Turquía apoyando a los Hermanos Musulmanes; Irán, Rusia y China, en esa dirección para frenar los intereses de Washington y sus aliados regionales.

Muchos intereses y muchos actores, pero ninguno en línea con las demandas de la mayoría de la sociedad egipcia, donde la incertidumbre y las tensiones se acentúan cada día más.

* Analista Internacional
La Haine

 

Este sitio web utiliza 'cookies'. Si continúas navegando estás dando tu consentimiento para la aceptación de las mencionadas 'cookies' y la aceptación de nuestra política de 'cookies'.
o

La Haine - Proyecto de desobediencia informativa, acción directa y revolución social

::  [ Acerca de La Haine ]    [ Nota legal ]    Creative Commons License ::

Principal