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Medio Oriente :: 27/04/2009

La verdad que tanto indigna a la diplomacia europea

Daniel Vanhove
[Traducido del francés para La Haine por Felisa Sastre] ¿Qué peso tienen las palabras del presidente iraní, frente al horror de los gazíes sometidos por el régimen israelí?

Frente a las propuestas del presidente iraní Mahmud Ahmadinejad [1] la diplomacia europea, con su ética escrupulosamente elegida, ha considerado casi unánimemente un deber abandonar la conferencia sobre el racismo de la ONU, celebrada en Ginebra, denominada Durban II... mientras la mayoría de la sala aplaudía las palabras del presidente iraní y se quedaba en su sitio. Hubiéramos apreciado una unidad de movimientos semejante y las protestas vehementes con motivo de la última agresión israelí contra la franja de Gaza pero entonces, cosa extraña, las voces de esos tenores de pacotilla fueron más discretas, y de unidad nada de nada...

En lugar de hacernos un análisis reposado y objetivo de las cosas, y una exposición sincera de los problemas que se nos ocultan en la mayoría de los casos, gran parte de nuestros medios de comunicación han optado por una mala transmisión de estas gesticulaciones de saltimbanquis y del alboroto que provocan.

Al observar lo ocurrido, se impone una realidad: al contrario de lo que afirman algunos, mientras que nuestros prepotentes países actúen de esta manera, cada vez perderán más credibilidad. Y conviene decirlo y repetirlo: la justicia no es algo que se pueda negociar. Aceptar (casi) sin moverse que en Palestina perdura una situación dramática y al mismo tiempo, gritar como descosidos ante el uso de la palabra- aprecien la diferencia de las circunstancias- es en verdad caer en el absurdo por no decir hacer el ridículo.

Desgraciadamente, hay que comprender que nuestras diplomacias son así: ideológicamente incapaces de luchar por la justicia y el equilibrio en el mundo, mientras se dedican por todos los medios a proseguir con sus intentos de dominación planetaria sobre los más débiles. Sabedores de la importancia en nuestros países de una puesta en escena bien orquestada, nuestros diplomáticos se marcharon de la conferencia, por no hablar de las grotescas y escuetas declaraciones que cada uno dirigió a sus electorados nacionales... Triste espectáculo. Lamentable hipocresía. ¡Como siempre! Y algunos aquí, precipitándose en la brecha para lanzarse con uñas y dientes contra las propuestas del presidente iraní... Por supuesto que se trata de los mismos caciques del orden establecido que simultáneamente defienden, en nombre de la libertad de expresión, las caricaturas del profeta, y denuncian el peligro que amenaza a nuestras sociedades cultivadas, por algunas pancartas diseñadas a toda prisa en una manifestación callejera, algunas muchachas con velo o cualquier lista electoral burdamente asimilada a las organizaciones de apoyo a Hamás o Hizbullah en Bruselas...

Los ciudadanos y los militantes cada vez mejor informados, sabrán sacar sus conclusiones. Y se acordarán fácilmente de los dramáticos testimonios provenientes de Gaza a principios del año No tendrán dificulta alguna en recordar que esas mismas diplomacias se abstuvieron de condenar rotundamente al ejército y al gobierno israelí por sus crímenes de entonces... que no hacen sino añadirse a una lista iniciada ¡hace más de 60 años! Esos mismos ciudadanos y militantes saben también que los diplomáticos no son personas ignorantes. Y que si sus reflejos no cambian, no es por falta de información, sino por la deliberada voluntad de mantener la supremacía sobre el conjunto de la economía y de las finanzas mundiales.

La verdad es que nuestros países ricos NO QUIEREN que cambie el orden mundial. Nuestros gobiernos NO QUIEREN que se corrijan los desequilibrios originados por ellos y alimentados por todo el planeta. Porque han comprendido desde hace mucho tiempo que para dominar, era necesario dividir. Y es a eso a lo que se dedican con celo y aplicación.. La última demostración nos la han hecho en la reciente cumbre del G-20: momento fundamental para debatir de nuevo sobre un sistema que presenta por todas partes señales de descomposición; pero sólo [se abordaron] los miles de millones necesarios para relanzar este sistema del que tanto se benefician, y disponer de instrumentos mejores para controlar las inevitables consecuencias futuras- que, sin duda, serán todavía más graves- a fin de que los poderosos no se vean sorprendidos y puedan poner a salvo sus fortunas y colocarlas en alguno de los paraísos fiscales que jamás serán desmantelados, a pesar del estruendo que los ha rodeado...

Así, al escuchar atenta y en su totalidad las propuestas del presidente iraní, parecen menos exageradas que como nos las han contado. Y además, ¿qué significan si las comparamos con las Avigdor Liberman, nuevo ministro israelí de extrema derecha responsable de los Asuntos Exteriores,? He aquí, para quienes parecen afectados precozmente por la enfermedad de Alzheimer lo que una persona elegida por parte del pueblo israelí para ser ministro, propone hacer con los palestinos, en particular, y con los árabes en general:

- Bombardear sus bancos.
- Bombardear sus gasolineras.
- El bombardeo de sus centros comerciales.
- Ahogar a los presos políticos en el Mar muerto.
- Castrar a los varones
- Ejecutar a los parlamentarios palestinos de la Knesset (parlamento israelí).
- Bombardear la presa de Asuán en Egipto.
- Destruir Siria, sus refinerías, sus infraestructuras y sus aeropuertos.
- Un tratamiento a la japonesa (léase, utilización de armas nucleares), etc... en una lista tan larga como funesta.

Propuestas a las que ninguna de nuestras cancillerías, ni ninguno de nuestros virtuosos diplomáticos jamás han contestado. Es decir, a las motivaciones que las impregnan...

Por otra parte, ¿Qué peso tienen las palabras del presidente iraní, frente al horror cotidiano de los gazíes hambrientos y sometidos al embargo en un gueto desde hace más de dos años por el Estado israelí, fruto de la ideología sionista?

El presidente iraní, por ello, SÏ tiene razón al declarar que el sionismo se plasma sobre el terreno y en la realidad palestina, como una ideología racista basada en la discriminación y el apartheid. Y SÏ, el Estado de Israel con sus estructuras actuales debe desaparecer. Y no podrá aspirar a una coexistencia pacifica con sus vecinos árabes, salvo si se convierte en una auténtica democracia para TODOS sus ciudadanos, y no sólo para quienes pueden probar su judeidad como ocurre en la actualidad.

La dominación colonial, bajo cualquiera de las formas que se revista, no tiene ya razón de ser, y nuestros diplomáticos deberían comprender que sus arrogantes actitudes de antaño para manejar el mundo a su capricho ya no son admisibles. Hubiera sido preferible que hubieran permanecido disciplinadamente en sus asientos para escuchar el discurso de presidente iraní hasta el final, y preguntarse a continuación por los cambios de equilibrio de poder que, con o sin ellos- y por supuesto sin nosotros- se están produciendo en el mundo.

En Palestina, frente a tantas injusticias, asesinatos, robos de tierras y traslados de población perpetrados desde muchos años- y que no han sido castigados- se espera siempre de muestras diplomacias modelo y tan cargadas de ética cuando les conviene, un poco más de determinación para imponer una justicia que no funciona con estos insoportables dos pesos y dos medidas.


[1] Para el discurso íntegro del presidente Ahmadinejad, véase, www.lahaine.org/index.php?p=37512

Daniel Vanhove, es analista civil. Miembro del Movimiento Citoyen Palestina. Entre sus libros, Si vous dètruissez nos maison, vous ne dètruirez pas nos ámes, 2004. Ed. M. Pietteur y La Démocratie Mesonge, 2008, Ed. M. Pietteur.

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