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EE.UU., Mundo :: 18/09/2013

La verdad sobre el 11-S: ¿Quién es Osama bin Laden?

Michel Chossudovsky
Se identificó a bin Laden, sin evidencias, como el artífice del 11-S. Al día siguiente se lanzó la campaña de desinformación y la "guerra global contra el terrorismo"

Nota de Michel Chossudovsky: El artículo citado titulado “Quién es Osama bin Laden?” se escribió hace doce años, el 11 de septiembre de 2001.

a escribirlo la noche del 11 de septiembre, tarde, estudiando numerosas notas de investigación sobre la historia de al Qaida, que había recolectado previamente. Se publicó por primera vez en la web Global Research la noche del 12 de septiembre de 2001.

Desde el principio, el objetivo fue utilizar el 11-S como pretexto para lanzar la primera fase de la Guerra de Medio Oriente / Asia Central, que consistía en bombardear y ocupar Afganistán.

Horas después de los ataques se identificó a Osama bin Laden, sin evidencias, como el artífice del 11-S. Al día siguiente se lanzó la “guerra global contra el terrorismo”. La campaña de desinformación mediática se puso a pleno funcionamiento.

También el 12 de septiembre, menos de 24 horas después de los ataques, la OTAN invocó por primera vez en su historia el “Artículo 5 del Tratado de Washington, la cláusula de defensa colectiva” declarando que los ataques del 11-S al World Trade Centre (WTC) y el Pentágono “constituyen un ataque a todos los miembros de la OTAN”. Esta declaración implicaba que el Estado-nación Afganistán había atacado a EE.UU., una proposición totalmente absurda.

Lo que pasó después, con las invasiones de Afganistán, Irak y Libia, ya es historia. Siria e Irán constituyen la fase siguiente de la hoja de ruta militar del Gobierno de EE.UU.

Al Qaida es un constructo terrorista y un “recurso de inteligencia” financiado, entrenado y apoyado clandestinamente por la CIA.

EE.UU y sus aliados siguen reclutando mercenarios “yihadistas”. Al Qaida y sus numerosos afiliados –incluyendo al Nusrah en Siria– se utilizan como medios para desestabilizar países soberanos bajo la bandera de la “Guerra Global contra el Terrorismo”.

La propaganda del 11-S prevalece. Los ataques del 11 de septiembre de 2011 siguen siendo usados por el Gobierno de EE.UU. como pretexto y justificación de una guerra sin fronteras.

En este duodécimo aniversario de los trágicos eventos del 11 de septiembre de 2001, el tema central sigue siendo la verdad del 11-S como medio para desmantelar la agenda militar global de Washington, defender las libertades civiles y restaurar la paz mundial.

Michel Chossudovsky, Montreal, 10 de septiembre de 2013


¿Quién es Osama bin Laden?

Michel Chossudovsky. Global Research, 12 de septiembre de 2001

Unas horas después de los ataques terroristas al World Trade Centre y el Pentágono, el Gobierno de Bush concluyó sin pruebas que “Osama bin Laden y su organización al Qaida son los principales sospechosos”. El director de la CIA, George Tenet, declaró que bin Laden tiene capacidad de planificar “múltiples ataques con poca o ninguna advertencia”. El secretario de Estado Colin Powell calificó los ataques de “acto de guerra” y el presidente Bush confirmó a la nación en una declaración nocturna televisada que “no haré distinción entre los terroristas que cometieron estos ataques y los que los albergan”. El exdirector de la CIA, James Woolsey, apuntó al “patrocinio estatal”, implicando la complicidad de uno o más gobiernos extranjeros. En palabras del ex Consejero Nacional de Seguridad, Lawrence Eagleburger, “pienso que demostraremos que cuando nos atacan de esta manera somos terribles en nuestra fuerza y en nuestras represalias”.

Mientras tanto, imitando como loros las declaraciones oficiales, el mantra de los medios occidentales aprobó el lanzamiento de “acciones punitivas” contra objetivos civiles de Medio Oriente. En las palabras de William Safire en el New York Times: “Cuando determinemos razonablemente las bases y campos de nuestros atacantes, debemos pulverizarlos –minimizando pero aceptando el riesgo de daño colateral– y actuar de manera abierta o clandestina para desestabilizar a los anfitriones nacionales del terror”.

El siguiente texto describe la historia de Osama bin Laden y los vínculos de la yihad islámica con la formulación de la política exterior de EE.UU. durante la Guerra Fría y sus secuelas.

El principal sospechoso de los ataques terroristas de Nueva York y Washington, identificado por el FBI como “terrorista internacional” por su papel en los atentados contra las embajadas africanas de EE.UU., Osama bin Laden, nacido en Arabia Saudí, fue reclutado durante la guerra soviética-afgana “irónicamente bajo los auspicios de la CIA, para combatir a los invasores soviéticos” [1].

En 1979 se lanzó “la mayor operación clandestina de la historia de la CIA” en respuesta a la invasión soviética de Afganistán en apoyo al Gobierno pro comunista de Babrak Kamal [2]:

Con el estímulo activo de la CIA y la ISI [Inteligencia Inter Servicios] de Pakistán, que querían convertir la yihad afgana en una guerra global de todos los Estados musulmanes contra la Unión Soviética, unos 35.000 radicales musulmanes de 40 países islámicos se unieron a la lucha en Afganistán entre 1982 y 1992. Decenas de miles más fueron a estudiar a madrasas paquistaníes. Eventualmente más de 100.000 radicales musulmanes extranjeros fueron influenciados directamente por la yihad afgana [3].

La yihad islámica fue apoyada por EE.UU. y Arabia Saudí y una parte significativa del financiamiento generado por el narcotráfico de la Media Luna Dorada:

En marzo de 1985, el presidente Reagan firmó la Decisión Directiva de Seguridad Nacional 166… [que] autorizó un aumento de la ayuda militar encubierta a los muyahidines y dejó claro que la guerra secreta afgana tenía un nuevo objetivo: derrotar a las tropas soviéticas en Afganistán mediante la acción encubierta y alentar una retirada soviética. La nueva ayuda encubierta estadounidense comenzó con un aumento drástico de suministros de armas, un aumento continuo de 65.000 toneladas anuales hasta 1987… así como un “flujo incesante” de especialistas de la CIA y el Pentágono que viajaron a los cuarteles secretos de la ISI de Pakistán en la ruta principal cerca de Rawalpindi, Pakistán. Allí los especialistas de la CIA se reunieron con oficiales de inteligencia paquistaníes para colaborar en la planificación de las operaciones de los rebeldes afganos [4].

La Agencia Central de Inteligencia (CIA) utilizando a la ISI (Inteligencia Inter-Servicios) de Pakistán, jugó un papel clave en el entrenamiento de los muyahidines. Por su parte, la CIA patrocinó el entrenamiento de guerrilleros que se integró con las enseñanzas del islam:

Los temas predominantes eran que el islam es una ideología socio-política completa, que el sagrado islam estaba siendo violado por las tropas soviéticas ateas y que el pueblo islámico de Afganistán debía reafirmar su independencia derrocando al régimen izquierdista afgano reforzado por Moscú [5].

El aparato de inteligencia de Pakistán

La ISI de Pakistán se utilizó de “intermediaria”. El apoyo encubierto de la CIA a la yihad operó indirectamente a través de la ISI paquistaní, es decir, la CIA no canalizaba su apoyo directamente a los muyahidines. En otras palabras, para que esas operaciones encubiertas tuvieran éxito”, Washington tuvo cuidado de no revelar el objetivo final de la yihad, que consistía en la destrucción de la Unión Soviética.

En las palabras de Milton Beardman de la CIA “No entrenamos árabes”. Sin embargo, según Abdel Monam Saidali, del Centro Al-aram de Estudios Estratégicos de El Cairo, bin Laden y los “árabes afganos” habían recibido “tipos muy sofisticados de entrenamiento por parte de la CIA” [6].

Beardman, de la CIA, confirmó al respecto que Osama bin Laden no era consciente del papel que jugaba por cuenta de Washington. En palabras de bin Laden (citadas por Beardman): “ni yo, ni mis hermanos vimos evidencia de ayuda estadounidense” [7].

Motivados por el nacionalismo y el fervor religioso, los guerreros islámicos no se enteraron de que estaban combatiendo al Ejército Soviético por cuenta del Tío Sam. Aunque hubo contactos a los niveles superiores de la jerarquía de la inteligencia, los dirigentes rebeldes islámicos en el terreno no tenían contactos con Washington o la CIA.

Con el respaldo de la CIA y el envío de cantidades masivas de ayuda militar de EE.UU., la ISI paquistaní había desarrollado una “estructura paralela que poseía un poder inmenso en todos los aspectos del Gobierno” [8]. La ISI tenía un personal compuesto de oficiales militares y de inteligencia, burócratas, agentes e informantes encubiertos, estimado en 150.000 personas [9].

Mientras tanto las operaciones de la CIA también habían reforzado el régimen militar dirigido por el general Zia Ul Haq:

"Las relaciones entre la CIA y la ISI [inteligencia militar de Pakistán] habían mejorado cada vez más después del derrocamiento de Bhutto por [el general] Zia y la llegada del régimen militar"… Durante gran parte de la guerra afgana, Pakistán fue más agresivamente antisoviético que incluso EE.UU. Pronto, después de que los soviéticos invadieran Afganistán en 1980, Zia [Ul Haq] envió a su jefe de la ISI a desestabilizar los Estados centroasiáticos soviéticos. La CIA solo aceptó este plan en octubre de 1984… "la CIA era más prudente que los paquistaníes". Tanto Pakistán como EE.UU. tomaron la línea del engaño respecto a Afganistán con una postura pública de negociar un pacto mientras en privado estaban de acuerdo en que la escalada militar era el mejor camino [10].

El triángulo de la droga de la Media Luna Dorada

La historia del narcotráfico en Asia central está íntimamente relacionada con las operaciones encubiertas de la CIA. Antes de la guerra soviética-afgana, la producción de opio en Afganistán y Pakistán se dirigía hacia pequeños mercados regionales. No había una producción local de heroína [11]. Al respecto, el estudio de McCoy confirma que a los dos años del comienzo de la operación de la CIA en Afganistán “las zonas fronterizas entre Pakistán y Afganistán se convirtieron en las mayores productoras de heroína del mundo, suministrando un 60% de la demanda de EE.UU. En Pakistán la población adicta a la heroína pasó de casi cero en 1979… a 1,2 millones en 1985, un aumento mucho más agudo que en ningún otro país” [12]:

La CIA controlaban ese tráfico de heroína. Cuando las guerrillas de los muyahidines se apoderaban de territorio en Afganistán, ordenaban a los agricultores que plantaran opio como un impuesto revolucionario. Al otro lado de la frontera, en Pakistán, dirigentes afganos y cárteles locales bajo la protección de los servicios de inteligencia paquistaníes manejaban cientos de laboratorios de heroína. Durante esta década de narcotráfico totalmente abierto, la Administración de Cumplimiento de Leyes sobre las Drogas (DEA) en Islamabad no fomentó confiscaciones o arrestos importantes… Los funcionarios estadounidenses se habían negado a investigar acusaciones de tráfico de heroína por sus aliados afganos "porque la política de narcóticos de EE.UU. en Afganistán se ha subordinado a la guerra contra la influencia soviética en ese país". En 1995, el exdirector de de la operación afgana de la CIA, Charles Cogan, admitió que realmente la CIA había sacrificado la guerra contra la droga para librar la Guerra Fría. "Nuestra principal misión era hacer tanto daño como fuera posible a los soviéticos. Realmente no poseíamos de recursos o tiempo para dedicarlos a una investigación del narcotráfico… No creo que tengamos que disculparnos por ello. Cada situación tiene sus consecuencias… Hubo consecuencias en cuanto a la droga, sí. Pero se logró el principal objetivo. Los soviéticos se fueron de Afganistán" [13].

Después de la Guerra Fría

Después de la Guerra Fría, la región centroasiática no solo es estratégica por sus amplias reservas de petróleo; también produce tres cuartas partes del opio mundial, lo que representa ingresos multimillonarios para los cárteles, instituciones financieras, agencias de inteligencia y para el crimen organizado. Los ingresos anuales del narcotráfico de la Media Luna Dorada (entre 100.000 y 200.000 millones de dólares), representan aproximadamente un tercio de la cifra anual mundial del negocio de los narcóticos, estimada por las Naciones Unidas en cerca de 500.000 millones de dólares [14].

Con la desintegración de la Unión Soviética se ha desarrollado un nuevo aumento en la producción de opio. (Según cálculos de la ONU, la producción de opio en Afganistán en 1998 y 1999 –coincidiendo con el establecimiento de insurgencias armadas en las antiguas repúblicas soviéticas– llegó a un récord de 4.600 toneladas [15]. Poderosos cárteles de la antigua Unión Soviética, aliados con el crimen organizado, compiten por el control estratégico de las rutas de la heroína.

La amplia red de inteligencia militar de la ISI no se desmanteló después de la Guerra Fría. La CIA siguió apoyando la yihad islámica desde Pakistán. Se activaron nuevas iniciativas clandestinas en Asia central, el Cáucaso y los Balcanes. El aparato militar y de inteligencia de Pakistán esencialmente “sirvió de catalizador para la desintegración de la Unión Soviética y la emergencia de seis nuevas repúblicas musulmanas en Asia central” [16].

Mientras tanto los misioneros islámicos de la secta wahabí de Arabia Saudí se habían establecido en las repúblicas musulmanas, así como en la federación rusa, invadiendo las instituciones del Estado secular. A pesar de su ideología antiestadounidense, el fundamentalismo islámico servía en gran parte a los intereses estratégicos de Washington en la antigua Unión Soviética.

Después de la retirada de las tropas soviéticas en 1989, la guerra civil de Afganistán se mantuvo constante. Los talibanes estaban apoyados por los deobandis paquistaníes y su partido político Jamiat-ul-Ulema-e-Islam (JUI). En 1993, JUI entró a la coalición gubernamental de la primera ministra Benazir Bhutto. Se establecieron vínculos entre JUI, el ejército y la ISI. En 1995, con la caída del Gobierno de Hezb-I-Islami Hektmatyar en Kabul, los talibanes no solo instalaron un gobierno islámico de línea dura, sino que además “entregaron el control de campos de entrenamiento en Afganistán a facciones de JUI…” [17]

Y el JUI con el apoyo de los movimientos wahabíes saudíes jugó un papel clave en el reclutamiento de voluntarios para combatir en los Balcanes y en la antigua Unión Soviética.

Jane Defense Weekly confirma al respecto que “la mitad del personal talibán y su equipamiento se originaron en Pakistán bajo la ISI” [18].

De hecho, parece que después de la retirada soviética los dos bandos de la guerra civil afgana siguieron recibiendo apoyo encubierto a través de la ISI de Pakistán [19].

En otras palabras, respaldados por el servicio de inteligencia militar (ISI) de Pakistán, que por su parte estaba controlado por la CIA, el Estado Islámico talibán servía en gran parte a los intereses geopolíticos estadounidenses. El narcotráfico de la Media Luna Dorada también se utilizaba para financiar y equipar al Ejército Musulmán Bosnio (desde principios de los años 90) y al Ejército de Liberación de Kosovo (ELK). En los últimos meses allí existe evidencia de que muyahidines mercenarios están combatiendo en las filas de terroristas del ELK-ENL en sus ataques a Macedonia.

Sin duda esto explica por qué Washington ha cerrado los ojos ante el reino del terror impuesto por los talibanes incluyendo la flagrante derogación de los derechos de las mujeres, el cierre de escuelas para niñas, el despido de empleadas de las oficinas del Gobierno y la imposición de “las leyes de castigo de la Sharía” [20].

La guerra de Chechenia

Respecto a Chechenia, los principales líderes rebeldes Shamil Basayev y Al Khattab fueron entrenados y adoctrinados en campos patrocinados por la CIA en Afganistán y Pakistán. Según Yossef Bodansky, director de la Fuerza de Tareas del Congreso de EE.UU. sobre Terrorismo y Guerra No Convencional, la guerra de Chechenia se habría planificado en una reunión secreta de HizbAllah International, en 1996, en Mogadiscio, Somalia [21].

En la cumbre participaron Osama bin Laden y altos oficiales de la inteligencia iraní y paquistaní. Al respecto, la participación de la ISI paquistaní en Chechenia “va mucho más allá de suministrar a los chechenos armas y conocimientos: la ISI y sus testaferros radicales islámicos son en realidad los que deciden en esta guerra” [22].

La principal ruta de oleoducto pasa por Chechenia y Dagestán. A pesar de la negligente condena del terrorismo islámico por parte de Washington, los beneficiarios directos de la guerra chechena son los conglomerados petroleros anglo-estadounidenses que compiten por el control de los recursos petroleros y los corredores de oleoductos y gasoductos que parten de la cuenca oceánica del Mar Caspio.

Los dos principales ejércitos rebeldes chechenos (dirigidos respectivamente por el comandante Shamil Basayev y Emir Khattab) con una fuerza estimada de 35.000 combatientes estaban apoyados por la ISI de Pakistán, que también jugó un papel clave en la organización y entrenamiento del ejército rebelde checheno:

[En 1994] la Inteligencia Inter Servicios paquistaní organizó que Basayev y sus lugartenientes de confianza obtuvieran un intensivo adoctrinamiento islámico y entrenamiento en guerra de guerrillas en la provincia Khost de Afganistán en el campo Amir Muawia, establecido a principios de los años ochenta por la CIA y la ISI y dirigido por el famoso señor de la guerra afgano Gulbuddin Hekmatyar. En julio de 1994, después de graduarse en Amir Muawia, Basayev fue transferido al campo Markaz-i-Dawar en Pakistán para recibir entrenamiento en tácticas avanzadas de guerrilla. En Pakistán, Basayev encontró a los más altos oficiales militares y de inteligencia paquistaníes: el ministro de Defensa general Aftab Shahban Mirani, el ministro del Interior general Naserullah Babar y el jefe de la sección de la ISI a cargo del apoyo de causas islámicas, general Javed Ashraf (todos actualmente retirados). Sus conexiones a alto nivel pronto resultaron muy útiles para Basayev [23].

Después de su período de adoctrinamiento y entrenamiento, Basayev fue asignado a la dirección del ataque a las tropas federales rusas en la primera guerra chechena en 1995. Su organización también había desarrollado amplios vínculos con sindicatos criminales en Moscú así como lazos con el crimen organizado albano y el Ejército de Liberación de Kosovo (ELK). En 1997-1998, según el Servicio Federal de Seguridad de Rusia (FSB) “los señores de la guerra chechenos comenzaron a comprar bienes raíces en Kosovo… a través de varias firmas inmobiliarias registradas como cobertura en Yugoslavia” [24].

La organización de Basayev también ha estado involucrada en una serie de negocios ilegales, incluyendo narcóticos, empalmes ilegales y sabotaje de oleoductos rusos, secuestros, prostitución, tráfico de dólares falsos y contrabando de materiales nucleares. (Vea “Mafia linked to Albania’s collapsed pyramids”) [25]. Junto al amplio lavado de dinero proveniente de la droga, los ingresos de diversas actividades ilícitas se han canalizado al reclutamiento de mercenarios y la compra de armas.

Durante su entrenamiento en Afganistán, Shamil Basayev se relacionó con el veterano comandante muyahidín nacido en Arabia Saudí “Al Khattab”, quien había combatido como voluntario en Afganistán. Apenas unos meses después del retorno de Basayev a Grozny, Khattab recibió la invitación (a principios de 1995) de establecer una base del ejército en Chechenia para entrenar a combatientes muyahidines. Según la BBC, el envío de Khattab a Chechenia se había "planificado a través de la Organización [Internacional] de Ayuda Islámica, basada en Arabia Saudí, una organización religiosa militante financiada por mezquitas e individuos ricos que, canalizaban fondos hacia Chechenia” [26]-

Observaciones finales

Desde la era de la Guerra Fría, Washington ha apoyado conscientemente a Osama bin Laden mientras lo colocaba al mismo tiempo en la lista de los “más buscados” del FBI como principal terrorista del mundo.

Mientras los muyahidines están ocupados librando la guerra de EE.UU. en los Balcanes y la antigua Unión Soviética, el FBI –operando como una fuerza policial basada en EE.UU.– libra una guerra en el interior contra el terrorismo, operando en algunos aspectos independientemente de la CIA que –desde la guerra soviético-afgana– ha apoyado el terrorismo internacional a través de sus operaciones encubiertas.

En una cruel ironía, mientras se culpa a la yihad islámica –presentada por el Gobierno de Bush como “amenaza para EE.UU.”– de los ataques terroristas contra el World Trade Centre y el Pentágono, esas mismas organizaciones islámicas constituyen un instrumento clave en las operaciones militares y de inteligencia de EE.UU. en los Balcanes y la antigua Unión Soviética.

Después de los ataques terroristas en Nueva York y Washington, debe prevalecer la verdad para impedir que el Gobierno de Bush con sus socios de la OTAN se lance a una aventura militar que amenaza el futuro de la humanidad.


Notas

(1) Hugh Davies, International: `Informers’ point the finger at bin Laden; Washington on alert for suicide bombers, The Daily Telegraph, London, 24 August 1998.

(2) Vea Fred Halliday, “The Un-great game: the Country that lost the Cold War, Afghanistan, New Republic, 25 March 1996):

(3) Ahmed Rashid, The Taliban: Exporting Extremism, Foreign Affairs, November- December 1999.

(4) Steve Coll, Washington Post, July 19, 1992.

(5) Dilip Hiro, Fallout from the Afghan Jihad, Inter Press Services, 21 November 1995.

(6) Weekend Sunday (NPR); Eric Weiner, Ted Clark; 16 August 1998.

(7) Ibíd.

(8) Dipankar Banerjee; Possible Connection of ISI With Drug Industry, India Abroad, 2 December 1994.

(9) Ibíd.

(10) Vea Diego Cordovez and Selig Harrison, Out of Afghanistan: The Inside Story of the Soviet Withdrawal, Oxford university Press, New York, 1995. See also the review of Cordovez and Harrison in International Press Services, 22 August 1995.

(11) Alfred McCoy, Drug fallout: the CIA’s Forty Year Complicity in the Narcotics Trade. The Progressive; 1 August 1997.

(12) Ibíd

(13) Ibíd.

(14) Douglas Keh, Drug Money in a changing World, Technical document no 4, 1998, Vienna UNDCP, p. 4. See also Report of the International Narcotics Control Board for 1999, E/INCB/1999/1 United Nations Publication, Vienna 1999, p 49-51, And Richard Lapper, UN Fears Growth of Heroin Trade, Financial Times, 24 February 2000.

(15) Report of the International Narcotics Control Board, op cit, p 49-51, see also Richard Lapper, op. cit.

(16) International Press Services, 22 August 1995.

(17) Ahmed Rashid, The Taliban: Exporting Extremism, Foreign Affairs, November- December, 1999, p. 22.

(18) Citado en Christian Science Monitor, 3 September 1998)

(19) Tim McGirk, Kabul learns to live with its bearded conquerors, The Independent, London, 6 November1996.

(20) Vea K. Subrahmanyam, Pakistan is Pursuing Asian Goals, India Abroad, 3 November 1995.

(21) Levon Sevunts, Who’s calling the shots?: Chechen conflict finds Islamic roots in Afghanistan and Pakistan, 23 The Gazette, Montreal, 26 October 1999.

(22) Ibíd

(23) Ibíd.

(24) Vea Vitaly Romanov and Viktor Yadukha, Chechen Front Moves To Kosovo Segodnia, Moscow, 23 Feb 2000.

(25) The European, 13 February 1997, See also Itar-Tass, 4-5 January 2000.

(26) BBC, 29 de septiembre de 1999

Global Research. Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

 

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