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México :: 01/02/2007

La mano dura de un presidente débil

Zósimo Camacho
La "seguridad nacional" se instala como el tema prioritario en la agenda de Felipe Calderón, "Fecal". La "amenaza" de la delincuencia organizada se convierte en la coartada para incrementar el presupuesto destinado a las labores de inteligencia, centralizar los mandos policiacos, militarizar el país y criminalizar los movimientos sociales

A dos meses de la accidentada toma de protesta de Felipe Calderón como presidente de la República ante el Congreso de la Unión -con el respaldo castrense-, las promesas de creación de empleos y combate a la pobreza pasaron a segundo plano. Sólo prevaleció la oferta de mayor "seguridad’ y "mano dura" contra la delincuencia organizada, término que se utilizó lo mismo para referirse al narcotráfico, como a los grupos armados y organizaciones político sociales disidentes.

Luego del proceso electoral, que supuestamente ganó con menos de un punto porcentual y que generó protestas en las que se le tachaba de "espurio", Felipe Calderón envió a la Cámara de Diputados un proyecto de Presupuesto de Egresos en el que el 40 por ciento del total de los recursos de la Secretaría de Gobernación (SG) se destinaría a "soberanía y servicios de inteligencia".

Los legisladores autorizaron a la SG un gasto por 5 mil 83 millones 252 mil 769 pesos para 2007. De ellos, 2 mil 228 millones 797 mil se emplearán en las áreas de "servicios de inteligencia y soberanía". El Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen) ejercerá directamente mil 114 millones 398 mil 723 pesos.

Sin embargo, ni la Presidencia de la República ni la SG consideraron necesario justificar el incremento presupuestal en los organismos militares, policiacos y de espionaje, mientras se reducen los recursos destinados a educación, cultura, salud y vivienda. El gobierno federal tampoco ha informado de cuáles son los objetivos de la política de seguridad nacional de la nueva administración ni cuáles son las amenazas que enfrenta el Estado mexicano.

Los saldos de Fox

Gilberto López y Rivas, investigador de la Dirección Estudios en Antropología Social del Instituto Nacional de Antropología e Historia, considera que Felipe Calderón sabe que tiene "escasa legitimidad’ y que seguramente enfrentará grandes movimientos sociales durante su gobierno.

El antropólogo social agrega que "el gobierno ha vislumbrado la posibilidad de un proceso que conjugue a los sectores más organizados y que tienen más raigambre. Y por supuesto que sabe muy bien quiénes son sus enemigos tácticos y estratégicos. La cooptación va a ser el arma contra la izquierda institucional, mientras que la represión será para los sectores más decididos y frontales al régimen. El país se está militarizando y los aparatos de inteligencia ya están actuando".

Hasta el momento, el único gobernador que ha aceptado que la "Operación Conjunta" -operativos que desarrollan militares y policías federales en los estados desde la llegada de Felipe Calderón al poder- se realiza contra "grupos subversivos" es Zeferino Torreblanca, quien llegó al gobierno de Guerrero bajo los colores del Partido de la Revolución Democrática.

A decir de Guillermo Garduño, la estrategia del gobierno de Calderón frente a los movimientos sociales será dejarlos crecer y esperar a que "caigan en la ilegalidad’; cuando lo hagan, inmediatamente reprimir en forma selectiva. No hará represiones generalizadas sino sólo contra un sector bien identificado, gracias a las labores de inteligencia que se pretenden incrementar.

"Ésa es la fórmula que utilizará, pero no es nueva. Es la que ha usado el Estado mexicano desde el fin de la Revolución armada. Lo que pasa es que Fox fue un irresponsable que ni a represor llegó y no porque tuviera claridad sobre el respeto a los derechos humanos sino porque ni siquiera entendió lo que es el Estado."

Por su parte José Luis Piñeyro, investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), señala que la política de seguridad nacional desarrollada por Calderón al inicio de su gobierno se restringe a "la seguridad pública y el control de movimientos sociales antisistémicos". Para el especialista no hay sorpresa en las prioridades del presidente de la República, pues -considera- la "mano dura" fue lo que ofreció durante su campaña.

Amiguismo

La dirección del Cisen recayó en el ex director de la empresa GEA-ISA (Grupo de Economistas Asociados e Investigaciones Sociales Aplicadas), Guillermo Valdés Castellanos, a quien se le considera "amigo íntimo" del presidente de la República. La encuestadora fue la primera que dio ventaja a Calderón Hinojosa sobre Andrés Manuel López Obrador y luego fue entusiasta defensora de los resultados de la elección dados a conocer por el Instituto Federal Electoral. El propio Valdés Castellanos promovió un desplegado en los medios de comunicación, que firmó junto con otros 134 "intelectuales", donde se asentaba que "no hubo fraude".

"Se perfilan mayores labores de inteligencia ante la posibilidad de que haya movilizaciones sociales, partidistas, sindicales o gremiales. Es claro que consideraron necesario incrementar las labores de recopilación sistemática de información", opina el amiguísimo Guillermo Valdés Castellanos.

A decir de Gilberto López y Rivas, "lo que privó en la designación del nuevo titular del Cisen fue la lealtad. Calderón quería tener a una persona muy cercana a él ahí. Y cubre el perfil para manejar el Centro con una visión utilitarista y pragmática. Es una máquina que va a servir bien al jefe y al sistema. Emprenderá la modernización del organismo entendida como más informática y eficiente". Ardelio Vargas Fosado

Sobre la concentración del mando de la Policía Federal Preventiva y la Agencia Federal de Investigaciones en las manos del ex director de Investigaciones del Cisen, Ardelio Vargas Fosado, el catedrático de la UAM José Luis Piñeyro considera que se trata de "una de las supuestas soluciones para que funcionen bien las corporaciones."

"Al haber una centralización del mando consideran que ahora sí están en igualdad de condiciones con los narcotraficantes, quienes están centralizados. Y piensan que así ya hay dos estados mayores, dos ejércitos enfrentados. Esta condición parecería tener cierta ventaja; pero si el mando es infiltrado, pues las cosas estarán peor."

Vargas Fosado estará al mando de 40 mil hombres, de los cuales al menos 15 mil provienen de las Fuerzas Armadas.

Ana María Salazar destaca que las principales amenazas a la seguridad nacional son las que están relacionadas con el "contexto global". Así, dice que los riesgos son los del cambio climático, que producirán eventos relacionados con el medio ambiente, o la posibilidad de que se produzcan pandemias y enfermedades infecciosas.

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