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Medio Oriente :: 02/07/2007

La tomadura de pelo de Tony Blair

Gilad Atzmon
¡Qué gran día para los entusiastas de la paz! El Cuarteto ha nombrado un nuevo enviado especial en Oriente Próximo y no es otro que el ex primer ministro británico Tony Blair.

Blair, el hombre que dio luz verde a los israelíes para que arrasaran Beirut. Blair, el hombre que inició una guerra ilegal en Iraq. Blair, un hombre que, de acuerdo con las Convenciones de Ginebra, es personalmente responsable de más de 700.000 muertos en Iraq por no haber prestado "protección a poblaciones civiles contra las consecuencias de la guerra" [1]. Un hombre que debe ser juzgado por genocidio en La Haya. Sí, un hombre que debería terminar su vida entre rejas va a convertirse ahora en enviado especial para la paz.

Tal vez la idea no sea tan mala. Al parecer, su compinche de Washington lo ha entendido así. Es bastante posible que cuando la paz está en peligro quienes pueden hacer algo sean los belicistas, los criminales sanguinarios, los hombres sin piedad ni compasión. Al fin y al cabo, un violador sabe más de abusos sexuales que un cándido juez, ajeno al asunto. No hay que olvidar que, para el entorno de Bush, incluso Sharon, el asesino de masas de Sabra y Chatilá, nunca fue nada menos que un "hombre de la paz".

Es difícil llegar a la verdad en asuntos tan complicados. Resulta bastante factible que Bush tenga razón. Quién sabe si el haber hecho correr tanta sangre califica a Blair de pacificador. Sólo hay aquí un pequeño problema, un asunto baladí que ha de resolverse antes de que Blair ponga pie en el muelle de Gaza o en el concurrido helipuerto international de Ramalá. Hamas, el partido que el pueblo palestino eligió democráticamente, no está muy contento con el nuevo enviado de paz. Si yo pudiera cruzar unas palabras con Blair le diría: «Mire, tal como están las cosas, en realidad es con Hamas con quien debe hablar. ¿Y qué me dice de los libaneses, ha pensado en ellos, señor Blair? ¿Le darán la bienvenida al hombre que hace menos de un año aprobó entusiásticamente la total destrucción de las infraestructuras de su país, de la capital y de las regiones del sur?

»Por eso, tengo que hacerle una pequeña sugerencia, señor Blair. Antes de convertirse en una paloma, cuando vaya de camino hacia su primera misión de paz, deténgase unos días en La Haya y exija que lo juzguen. Pruébenos, a nosotros y a nuestros hermanos de la región, que es usted un hombre de paz y armonía. No debe inquietarse demasiado, siempre creyó en lo que estaba haciendo. Siempre dijo creer que lo correcto era liberar al pueblo iraquí. También creía que destruir las infraestructuras del Líbano traería estabilidad a la región. Creía que repudiar el gobierno democráticamente votado en Palestina era un acto de humanismo.

»No ceda, señor ex primer ministro, podrá tener a su lado sus dos amigos más íntimos. Probablemente nombrará usted a Lord Goldsmith para que asuma su defensa. Él se pondrá de su parte, pues fue quien le dio el visto bueno legal para su pequeña guerra "ilegal". Tampoco debe preocuparse por el dinero. Lord Levy, su recaudador de fondos N.º 1, se ocupará de los gastos. Ahora, cuando ya son públicas las transacciones ocultas para otorgar títulos nobiliarios a quienes donasen dinero a su Nuevo Partido Laborista, no tiene usted nada que temer.»

Estoy seguro de que cuando nuestro muy amado y recién nacido pacifista sea absuelto por el Tribunal Internacional de Justicia será mucho más eficaz como pacificador. Podría incluso ser el primero en colmar la brecha existente entre los bandos opuestos de la región. Se trata de una oportunidad que no podemos perder y ni siquiera su fracaso debería preocuparnos, porque el tío Bush siempre podrá nombrarlo Primer Ministro de Iraq. No creo que nadie eche de menos a Blair, pero sí que lo recordarán.

Mientras escribía estas palabras dirigidas a Blair se me ocurrió una idea adicional: si es verdad que él va a ser el nuevo enviado especial para la paz en Oriente Próximo, yo también quiero solicitar un puesto apropiado para mí. Espero convertirme en el Rabino Mayor de Gran Bretaña.


Nota

[1] Convención de Ginebra, Parte II - Protección general de poblaciones contra aLgunas consecuencias de la guerra, artículo 13.- Las provisiones de la Parte II incluyen a todas las poblaciones de los países en conflicto, sin ninguna diferencia adversa que se base, en particular, en la raza, la nacionalidad, la religión o la opinión política, y pretenden aliviar los sufrimientos causados por la guerra.

Gilad Atzmon es músico, escritor y activista ex judío, nacido en Israel y autoexiliado en Gran Bretaña, desde donde defiende la causa de la liberación del pueblo palestino. Su sitio web es http://www.gilad.co.uk/.

estine.blogspot.com. Traducido por Manuel Talens para Tlaxcala

 

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