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Mundo :: 26/06/2017

Marruecos: demasiada pólvora cerca del fuego

Guadi Calvo
La tiranía de Mohamed VI, con acuerdo de las "democracias" occidentales, se apresta una vez más a reprimir a sangre y fuego los reclamos del pueblo rifeño

La región del Rif, actualmente en posesión marroquí, se ubica sobre una franja montañosa que corre paralela al Mediterráneo desde la ciudad de Larache hasta Rio Muluya, próximo a la frontera con Argelia. Esa determinación geográfica es la que ha dado a sus naturales de origen imazighen (berebere y tuareg) -grupos étnicos originarios del norte de África llamados Tamazgha que se encuentran allí desde mucho antes de las invasiones árabes-, el carácter indómito que los ha llevado a resistir a cualquier intento de denominación.

Sus dos millones de habitantes -otros dos millones viven en el exilio fundamentalmente en España, Holanda y otros países europeos-, sufren las políticas aislacionistas del Rabat que los han sometido a la marginación y la pobreza.

La pugna independentista del pueblo rifeño tiene una larga historia plagada de matanzas, y desde octubre pasado esa aspiración parece haberse puesto otra vez en movimiento.

El 28 de octubre de 2016 un hombre de 31 años llamado Mouhssin Fikri, vendedor de pescado, del puerto de Alhucemas, muere aplastado dentro de un camión de basura cuando intentaba recuperar la mercadería que las autoridades le habían incautado.

El hecho recuerda al sucedido el 17 de diciembre de 2010, con Mohamed Buazizi, un joven de 26 años, vendedor ambulante de verdura, que se inmoló frente a la comisaría de Sidi Bouzid, un remoto pueblo del interior tunecino, en protesta por la incautación de su carro y la mercancía, provocando una serie de protestas que terminaron con el régimen del dictador Zine el Abidine ben Alí. Para algunos, aquel hecho se registra como el inició de la Primavera Árabe, que sacudió y sigue sacudiendo a la historia contemporánea.

Sin bien la muerte de Mouhssin no se expandió por el mundo árabe como las llamas que terminaron con Mohamed, han alcanzado para encender las protestas en todo el Rif, dando lugar al nacimiento del Hirak al-Shaabi (Movimiento Popular).

Tras la muerte de Mouhssin Fikri, el Rif se ha lanzado a reivindicar sus aspiraciones históricas, que desde hace casi un siglo enfrenta las políticas hegemónicas de Rabat, lo que ha provocado el aislamiento económico y la marginación de todo tipos de planes gubernamentales.

Desde octubre, las protestas se han traducido en manifestaciones y movilizaciones pacíficas, que han encontrado el apoyo en otras regiones del país, y en ciudades como Marraquech, Casablanca y Rabat, alterado la tranquilidad de la familia alauita (por el fundador de la estirpe del Sultán Alí, que nada tienen que ver con los chiíes alauitas sirios, que toman su nombre de Alí- ol- lahi, “Alí es Alá”) que desde 1999 sostiene a Mohamed VI, un autócrata al estilo de sus primos sauditas, que se enmascara en un sistema parlamentario que, finalmente, tiene que convalidar con la casa real todas sus decisiones.

La proximidad de la monarquía marroquí con Occidente, y no sólo geográficamente, le ha permitió sortera la Primavera Árabe sin inconvenientes.

Marruecos es también un dique natural para contener las olas migratorias que llegan desde el Magreb y el África Subsahariana e intentan saltar el cerco de Melilla y Ceuta, los últimos enclaves españoles en África.

Estos últimos ocho meses se han convertido en el periodo de mayores turbulencias para el plácido gobierno de Mohamed VI que, gracias a su estrecha amistad con los sauditas, evitó la Primavera Árabe y el terrorismo.

El domingo 11 de junio se desarrolló en Rabat, capital del reino, la mayor manifestación en solidaridad con las reivindicaciones del Rif, convocada por el movimiento islamista ilegal Justicia y Espiritualidad (JyE,, en árabe al-Adl na al-Ihsam), junto con algunos pequeños partidos izquierdistas y asociaciones juveniles.

El JyE, que cuenta con cerca de 50 mil adeptos, fue fundado en 1981 por Abdeslam Yasín (1928-2012); esta organización es parcialmente tolerada por la monarquía marroquí, a pesar de sus fuertes críticas al majzén (centros de poder) por no adoptar una posición más ortodoxa; desde el punto de vista religioso, está catalogada como una organización con características fundamentalista, aunque su conformación no muestra vínculos con organizaciones extremistas.

Para algunos analistas afines a la monarquía, el movimiento rifeño estaría siendo financiado por Argelia, el movimiento independentista Polisario (Frente Popular de Liberación de Saguía el Hamra y Río de Oro) que proclama la independencia de la ex colonia española del Sahara Occidental, hoy en manos de Mohamed VI, quién junto al abdicado rey español Juan Carlos, explota de manera espuria los riquísimos bancos de pesca que el pueblo saharaui tiene frente a sus costas de ese territorio, al que el propio Francisco Franco le había otorgado la independencia en 1975.

La sangrienta hogra del Rif

Hogra es un término utilizado en el Magreb que refiere al abuso cometido por las autoridades y es a lo que el pueblo rifeño se encuentra sometido desde siempre, por lo que la larvada tensión que se vive en la región ha vuelto a eclosionar en Alhucemas, tras conocerse la condena de unos 25 manifestantes, detenidos la semana anterior, a ocho meses prisión. Mientras decenas de activistas presos desde octubre han iniciado una huelga de hambre y llamaron a una huelga general en el Rif.

Por otra parte, la detención a fines de mayo de Naser Zafzafi, líder de Hirak al-Shaabi, agudiza hora tras hora el conflicto, que ha obligado a Mohamad VI a implementar algunos paliativos para la región antes que las protestas se salieran de madre; medidas improvisadas y no aceptadas por la comunidad rifeña.

A pesar de que Marruecos, extrañamente, no ha sufrido ningún atentado terrorista, según las autoridades por el trabajo de la inteligencia local, que ha desmantelado en varias oportunidades el intento de establecer células del Daesh en el país. A partir de estas protestas el fantasma del terrorismo está siendo agitado, adjudicándolo al Movimiento Polisario, que jamás ha tenido vínculos con ninguna organización integrista.

Según la Dirección General de Seguridad Nacional de Marruecos, se están incorporado muyahidines vinculados al Daesh, y que el campamento de Tinduf, en el sur de Argelia, “capital” saharaui en el exilio, se estaría convirtiendo en el punto de encuentro entre el terrorismo y las distintas mafias que recorren el Sahara.

Durante la guerra del Rif, en los años veinte, se denunciaron los primeros bombardeos con armas químicas sobre poblaciones civiles, que involucraron a los gobiernos de España, Francia y Alemania. En la actualidad, el Rif cuenta con los más altos índices de cáncer del país, lo que se adjudica a aquellos bombardeos. Sin hospitales especializados, los afectados deben hacer 300 kilómetros hasta Tánger para poder tratarse.

Desde siempre se ha intentado evitar que los pueblos imazighen, como los que habitan el Rif, además de la Katiba argelina, el sector de los montes Nafusa en Libia y todo el Azawad, un territorio ubicado entre Argelia, Malí y Níger, no puedan conformar su nación. Bien fresca está todavía en la memoria la última sublevación tuareg en el norte de Mali, en abril de 2012, sometida por la intervención armada francesa.

Las luchas por la independencia del Rif registran su punto más alto en los años del mítico líder Muhammad Abdelkrim, quien instaló la Republica del Rif entre 1921 y 1926.

En 1958, el Rif se levanta nuevamente contra el gobierno marroquí, por las mismas razones que lo hace hoy: sus políticas de marginación social y económica, reclamando infraestructuras, trabajo y derechos civiles. Aquel movimiento fue nuevamente ahogado en sangre dejando miles de muertos y desaparecidos, poblaciones arrasadas por la artillería y los bombardeos aéreos. La brutal represión del ejército marroquí fue dirigida por el príncipe Muley Hassan, futuro Hassan II, padre del actual rey.

En 1984 estalla lo que se conoció como las “revueltas del pan”, debido a la carestía de la vida, prisioneros de los planes de ajuste ordenados por del Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional (FMI). Las protestan se dieron en todo el país, pero particularmente en el Rif, donde la represión fue tan brutal como en los casos anteriores, aunque la cantidad de muertos y desaparecidos nunca se conoció a pesar del hallazgo de innumerables fosas comunes que fueron torpemente escondidas por los esbirros del monarca Hassan II, quien en un mensaje televisivo acusará de los desmanes a agentes del Ayatola Jomeini, bandas marxistas y a los aubach (canallas) del Rif.

La tiranía de Mohamed VI, con acuerdo de las "democracias" occidentales, se apresta una vez más a reprimir a sangre y fuego los reclamos del pueblo rifeño, sin considerar el polvorín que las décadas de marginación han creado.

El Furgón

 

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