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Europa :: 13/05/2007

Mayo francés; la pesadilla de Sarkó

Abel Ortiz
Sarkozy quiere enterrar el mayo francés. No creo que se deje. A lo mejor este mayo lo entierra a él, como hizo con Aznar un marzo ventoso. A Jose Mari y Sarkó, esa extraña pareja, no les gusta el 68. Siempre pueden probar el 69. Que lo disfruten con salud.

En 1968 la primavera de París explotó sorpresivamente insurrecta y, sobre todo, profundamente libertaria. Lo que pasó, siendo ministro de cultura André Malraux, aviador republicano en la guerra civil española, está en las bibliotecas. Casi cuarenta años después, la coincidencia de amplísimos sectores, incluso opuestos, en denunciar aquella revolución como causante de los males que nos asolan demuestra que la propaganda por el aburrimiento repetitivo es eficaz.

La derecha más curil, la que piensa otra vez en canonizar "mártires de la cruzada", ha repetido hasta la nausea sartriana las consignas contra aquella explosión de la imaginación. No soportan la herencia, mundial, de aquellos días, no soportan un estado laico, ni un país de tradición revolucionaria, no aguantan la antipsiquiatría, ni eso que el papa inmóvil de las SS llama relativismo. Les molestan las canciones de Leo Ferré o Brassens, la educación antiautoritaria, las libertades individuales. Quieren, ahora, lo ha explicado Sarkozy en campaña, que los niños en las escuelas se levanten al entrar el profesor, que la policía se emplee a fondo en los barrios, que las condenas aumenten. Vieja mercancía, lo de siempre; mano dura, moral, disciplina, sacrificio, esfuerzo, fe.

Quieren, lo han hecho durante siglos, aunque lo nieguen, pegar a los niños insumisos disfrazándolo de "por tu bien", como hacen en la envidiada Inglaterra. Para que aprendan. Para que sepan muy bien quien manda. Nostalgia de aquellas soberbias hostias a mano abierta que nos daban los maestros franquistas (mala polilla les roa el culo) por "salvajes".

Aquellos que no están de acuerdo con semejante barbaridad, quienes piensan que el autoritarismo solo es otra cara de la estupidez y la incompetencia, son hijos del 68, chusma, rojos, anarquistas. Lo peor. Los culpables de la ola de violencia que invade los colegios. Los culpables, sin duda, de Columbine, de las matanzas, ya habituales, en los campus de las modernísimas e irreprochables universidades estadounidenses, refractarias a todo lo francés, congénitamente inmunes a lo "sesentayochista".

Para muchas personas, también en la izquierda, incluso extrema, el mayo francés es algo despreciable: una fiesta de hippies, un pronunciamiento pequeño burgués, el delirio de los odiosos progres. Ante coincidencias de ese tipo entre enemigos irreconciliables que encuentran un objetivo común Haro Tecglen solía escribir, para resaltar lo sospechoso de tales consensos, un expresivo nombre propio: ¡Moriarty¡

Aznar y Sarkozy, entre muchos otros cafres de distintas "sensibilidades", tienen en el mayo del 68 su particular obsesión, su muñeco de vudú, su "explicatodo" de cabecera.

La libertad siempre es culpable a los ojos de individuos capaces de hacer chistes sobre la destrucción de un país o de llamar "chusma" a la población más pobre.

Junto a Sarkozy desfila por la pasarela del cretinismo André Glucksmann, un supuesto pensador que también odia las primaveras y pide el voto para el Aznar francés. Ya se sabe que los conversos son los peores. Este anti-todo lo que huela a mayo era, en 1968, nada menos que maoísta. En España también había maoístas en aquellos tiempos. Hoy están en la extrema derecha o en la emisora del infierno explicándonos a todos las maldades de aquel "libertinaje".

Ahora, como maniobra electoral, pretende ser, Nicolás el justiciero, el enterrador del 68, el sepulturero de lo libertario. Patina, y más que va a patinar. En Francia los anarquistas no solo existen, sino que crecen en una envidiable buena salud. Estudiar los últimos resultados electorales, sin los anteojos trucados, puede que nos de claves que no estamos acostumbrados a valorar.

En la elección anterior, cuando el "lepenazo" se cargó el gobierno de Jospín, la gauche plurielle de las 35 horas, la abstención fue altísima. Nadie habló de anarquistas. Ahora, con una participación del 80 por ciento, tampoco. No existen. Le Monde Libertaire, de venta en los kioscos, deben comprarlo ectoplasmas sin cuerpo físico. Los sindicatos anarquistas, incluidas dos CNT, están formados por espíritus volubles sin contorno visible. Los cientos de colectivos y agrupaciones libertarias solo habitan las enfebrecidas imaginaciones de los malditos sesentayochistas.

Razonemos, solo un poco, para no cansar. Si el espectro electoral abarca desde varias extremas derechas, hasta distintos grupos de troskistas, pasando por un abanico de posibilidades bastante surtido, no veo yo como interpretar el veinte por ciento de abstención sin pensar que una parte, aunque sea pequeña, es libertaria. Nadie lo menciona. Por algo será. En cambio nos repiten constantemente los porcentajes de partidos que no llegan al tres por ciento, incluido el en otros tiempos poderosísimo partido comunista francés, la candidatura de Bové, o la de Arlette Laguiller y su Lucha Obrera.

Sarkozy quiere enterrar el mayo francés. No creo que se deje. A lo mejor este mayo lo entierra a él, como hizo con Aznar un marzo ventoso. A Jose Mari y Sarkó, esa extraña pareja, no les gusta el 68. Siempre pueden probar el 69. Que lo disfruten con salud.

http://abelortiz.blogspot.com/

 

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