Ofensiva genocida en Gaza


El fondo KKR (Kohlberg Kravis Roberts), ya socio de empresas israelíes de ciberseguridad y de la gestión de viviendas en territorio palestino ocupado, ha decidido entrar en el negocio de la música. Al final de 2024, KKR tenía inversiones en 225 empresas por valor de 141 mil millones de euros. Además, contaba con otros 48 mil millones de euros de capital disponible. Entre esas 225 empresas, en 2024 está Superstruct Entertainment, compañía que organiza unos 80 festivales en todo el mundo, entre ellos algunos de los más conocidos que se celebran en España: Sónar, Viña Rock, Resurrection Fest, Monegros Desert Festival y Arenal Sound. Pero también Sziget y otros festivales del centro y norte de Europa.
En España se inició una campaña para boicotear estos festivales. Inmediatamente se desencadenó el mecanismo por el que se atacó por antisemitismo a los que publicaron el caso y a los que lanzaron el boicot.
En Milán, el alcalde de la ciudad, Giuseppe Sala, desplegó un lienzo blanco, en el marco de la iniciativa ciudadana Último día de Gaza, promovida por un grupo de intelectuales, frente al ayuntamiento por las víctimas palestinas. Inmediatamente llegó la embestida de la comunidad judía según la cual, con este gesto, Sala no sería el alcalde de todos. Tanto se extienden, en Italia, las críticas a Benjamin Netanyahu, con unos ministros del gobierno italiano de derecha que se unen al coro, mientras la propaganda de Israel se hace ruidosa y violenta en la prensa y, sobre todo, en las redes sociales.
Pero no sólo en Italia: Jean-Luc Mélenchon, líder de La Francia Insumisa, y Pedro Sánchez, presidente del gobierno 'socialista' español, fueron atacados por antisemitas incluso antes de que Netanyahu declarara que quienes defienden a los palestinos incitan a los antisemitas. Estudiantes y universidades estadounidenses que denuncian el genocidio son tachados de antisemitas, primero por Biden y ahora por Trump.
Cada artículo, cada mensaje en las redes sociales, cada espacio en que se denuncia la acción genocida de Israel se convierte en un campo de batalla y en un intento de deslegitimar noticias y personas. X es, sin duda, el espacio más violento donde se concentra esta narrativa, pero TikTok e Instagram tampoco son ninguna broma.
Parece que la acción de los poderes del régimen israelí se mueve de forma coordinada en varios ejes: la política institucional, el discurso narrativo, el control económico de los espacios culturales y la construcción de campañas de simpatía hacia Israel.
De eso trata la asociación civil Héroes por la Vida, fundada en 2013 por tres ex militares. Hasta la fecha, la organización trabaja en Argentina, México, Colombia, Ecuador, Guatemala, Brasil, Perú y Panamá. Ayuda en obras de renovación de escuelas, financiando íntegramente los trabajos. Los voluntarios, que como mínimo deben haber hecho el servicio militar, imparten clases de inglés, geografía, ciencias, etcétera. La traducción inglesa del nombre es incorrecta, la correcta sería Guerreros sin Fronteras. Entre sus objetivos declarados está mostrar la buena cara de Israel y su ejército, y cambiar así la percepción que se tiene de él.
Por supuesto, KKR, Heroes For Life y la cúpula del régimen de Netanyahu llevan años trabajando, y esto no es nada nuevo. Todo parece moverse, ahora, de forma coordinada. En San Cristóbal de las Casas, donde se ha denunciado la llegada de esta organización a escuelas públicas primarias, han aumentado los informes de personas que piden a bares y restaurantes de la ciudad que exhibían carteles pro palestinos, que los retiren. Así como hay varios reportes de que preguntan disimuladamente quién hizo los carteles. Por lo que se cuenta en las escuelas de San Cristóbal, además, parece que la propaganda sionista que llevan a cabo los voluntaristas es descarada.
Lo que se crea es una polarización que se exaspera tanto más cuanto más explícita y pública se hace la acción de los poderes del sionismo. En esta dimensión hay quienes caen en la trampa, son una minoría, ínfima y desvanecida, pero se construyen sobre ello castillos de arena sobre un supuesto viento antisemita igual al de después de la II Guerra Mundial. El objetivo podría ser precisamente éste: elevar el nivel de ese viento fuera de toda proporción, con la esperanza que alguien caiga en la trampa y añada injustificables arrebatos antisemitas a la necesaria crítica radical de las acciones criminales del Estado de Israel, y así poder utilizar el antisemitismo y el derecho a la defensa para justificar lo que está ocurriendo.
Por otro lado, la pregunta a la que habría que responder sería si es casualidad que la intervención de Héroes por la Vida, la compra por KKR de la productora de grandes festivales, o las acusaciones de antisemitismo insistan en aquellos lugares del planeta donde la movilización pro palestina es más fuerte y extendida.
La Jornada