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Mundo, EE.UU. :: 13/06/2013

Perú: La CIA y el MIR

Nelson Manrique Gálvez
Que el informe de la reunión de alto nivel del MIR llegara a la CIA el mismo día sugiere una infiltración al más alto nivel en la dirección del MIR peruano

Luego del triunfo de la revolución cubana, la CIA y el gobierno de los EEUU consideraban que el país donde más posibilidades había de que triunfara una nueva revolución comunista era el Perú, debido al abismo social del Perú oligárquico. Sorprende constatar que el presidente John Kennedy y su asesor, Walt Whitman Rostow, participaban habitualmente en las reuniones de la comunidad de inteligencia que se realizaban en Washington, que monitoreaban lo que sucedía en el Perú y que el tema estaba presente en las discusiones sobre la evolución de la Guerra Fría en el continente.

La desclasificación de los documentos secretos de la CIA permite arrojar nueva luz sobre aspectos desconocidos de este periodo histórico (http://www.foia.ucia.gov). Puede añadirse así nueva información a temas como la rápida derrota del MIR, que inició una guerra de guerrillas en junio de 1965 y fue derrotado en apenas seis meses. Los documentos de la CIA –originalmente en inglés– no dejan dudas sobre la existencia de un infiltrado. En este artículo y el próximo analizaré dos documentos especialmente importantes.

El primero (“Decision by the Movimiento de Izquierda Revolucionario to begin preparations for revolution”, 8 de febrero de 1964) presenta un detallado informe sobre una reunión de la Dirección Nacional del MIR que se realizó el mismo 8 de febrero y fue presidida por Luis de la Puente Uceda, secretario general del MIR. La fecha es significativa, pues un día antes se había realizado un mitin de la izquierda peruana en la Plaza San Martín, y De la Puente había pronunciado un discurso público a nombre del MIR, en que sostuvo que al pueblo peruano no le quedaba otro camino que la revolución armada para superar su postración.

En la reunión de la dirección del MIR del 8 de febrero De la Puente reafirmó su decisión de preparar el inicio de la guerra de guerrillas e hizo un detallado informe sobre el trabajo de relaciones internacionales que había desarrollado a través de varios viajes entre los años 1962 y 1963. La estación local de la CIA, que actuaba desde la embajada norteamericana, recibió ese mismo día el informe.

La reunión fue secreta y se realizó en el distrito del Rímac. El informante de la CIA detallaba las siguientes cuestiones: a) el MIR no celebraría un Congreso Nacional, b) los miembros del MIR serían instruidos por los tres jefes regionales para preparar la revolución armada inmediatamente, c) De la Puente informó que tenían armas en Colombia, Brasil, Argentina, Chile y Ecuador y estas debían introducirse al Perú. Precisó que había armas por $17,000 en Chile, por $20,000 en Brasil y por $7,000 en la Argentina. Añadió que el MIR tenía el equivalente a 80 millones de soles (3 millones de dólares) en bancos suizos, producto de una contribución de la China de Mao, y tenía $600,000 a disposición en París. China había prometido, añadió, contribuir con 50 millones de dólares para la revolución, si fuera necesario. Un militante del MIR tenía 2,500 cartuchos de dinamita escondidos en un campo cerca de Chiclayo así como 5 carabinas y 4 revólveres. Máximo Velando, líder campesino de la región central, tenía 3 carabinas calibre 44, 5 revólveres calibre 38, 2 pistolas y una ametralladora. Un sobreviviente de la guerrilla de 1965 al que entrevisté considera que los datos son en general certeros, aunque las cifras relativas al dinero son exageradas.

El informante de la CIA incluía una evaluación personal sobre el mitin del día anterior: “De la Puente ... exhortó a la multitud, que estaba entusiasmada, a tomar las armas y rebelarse. Su participación fue promovida por el MIR, el Frente de Izquierda Revolucionaria, la facción pro-china del Partido Comunista Peruano, el Frente de Liberación Nacional y estudiantes de la Universidad San Marcos”.

Que el informe llegara al poder de la CIA el mismo día sugiere una infiltración al más alto nivel en la dirección del MIR. Los datos consignados, acerca de personas, acciones, nombres y lugares, son aparentemente correctos. La información sobre la decisión de pasar inmediatamente a la acción armada era vital, aunque luego ésta se postergara hasta el año siguiente.

El segundo documento que ratifica la infiltración del MIR está contenido en un cable enviado el 12 de febrero de 1964, “Plans of the MIR for revolutionary action”, que trata sobre una reunión de la dirección mirista realizada el 10 de febrero de 1964, inmediatamente informada a la CIA. Constituye la continuación de la reunión realizada dos días atrás, que he reseñado en un artículo anterior. Este segundo documento ha sido dado a conocer anteriormente por Gustavo Faverón en su blog (http://grancomboclub.com/2010/04/1963-la-cia-infiltra-al-mir.html).

En el informe de la CIA se cuenta que en la reunión se decidió que el MIR debía iniciar su acción revolucionaria en los 2 o 3 meses siguientes. De la Puente informó haber recibido una carta de Mao Tse tung, que recomendaba que los partidos revolucionarios de la izquierda peruana se unieran, lo que le pareció inviable. Ordenó a Edmundo Cuzquén, un miembro de la dirección, que fuera a Tacna para alquilar una casa para almacenar las armas que estaban en Arica. Dos semanas después Cuzquén fue detenido por la policía, mientras realizaba la tarea que se le había encomendado.

De La Puente detalló luego las rutas de viaje que debían seguir los militantes que partían al extranjero. La desconfianza provocada por la ruptura entre China y la Unión Soviética se refleja en el párrafo con que termina el informe. De la Puente planteaba que los miristas que viajaran a China y Corea del Norte no deberían ir más por la ruta de Moscú, pues creía “que la Unión Soviética estaba cooperando con los Estados Unidos en la identificación de los viajeros miristas”.

Esta infiltración fue señalada inicialmente por Philip Agee, un ex agente que rompió con la CIA y publicó un célebre libro ('Inside the Company: CIA Diary', Penguin 1975). Agee brinda el nombre del presunto infiltrado en el MIR: Enrique Amaya Quintana. Amaya participó en la gestación del MIR y llegó a ser miembro de su dirección. Fue dado por desaparecido por el ejército cuando retornó al Cusco para reorganizar el trabajo partidario luego de la derrota de la guerrilla.

Philiph Agee sostiene que Amaya se ofreció como informante en la embajada norteamericana en Quito, cuando retornaba de La Habana, el 3 de abril de 1963, pidiendo ayuda financiera para sacar a su mujer y sus hijos del Perú para establecerse en otro país y le contó que se formó en Cuba en comunicaciones. El supuesto Amaya le mostró una libreta llena de direcciones en América Latina, así como un diccionario de claves para las comunicaciones con la Habana.

En un libro publicado recientemente ('La historia que nunca contamos. La experiencia guerrillera del MIR'. Estocolmo 2011) Elio Portocarrero, sobreviviente de la guerrilla de 1965 y gran amigo de Amaya, señala serias incongruencias en la información que Agee consigna. Amaya no pudo estar en Quito en abril de 1963 pues se encontraba en Cusco desde hacía meses, realizando trabajo partidario. Su entrenamiento y permanencia en Cuba no fue de 3 meses, como contó su informante a Agee, sino de cerca de un año. Era soltero y no tenía ni esposa ni hijos; mal podría pues querer sacarlos al extranjero. No pudo mostrar tampoco una libreta con direcciones ni un diccionario de claves simplemente porque él nunca tuvo acceso a ese material, puesto que no era el encargado de las comunicaciones.

No parece verosímil que Agee mintiera intencionalmente. Los errores sobre Amaya constituyen una excepción, pues la información que brindó con relación a personajes, lugares y hechos en varios otros países ha sido ratificada. Luego de la edición de su libro fue tratado como un traidor por el gobierno de EEUU y terminó sus días viviendo en La Habana, con el aval y el reconocimiento del gobierno cubano, que lo consideró siempre un amigo leal.

Hay quienes creen que los documentos fueron fabricados por la CIA posteriormente, pero, dada la cantidad y precisión de los datos confidenciales que contienen, para fraguarlos se habría necesitado igualmente un informante muy bien situado. Existe la posibilidad de que los hechos sucedieran como Agee los narra, pero que su interlocutor no fuera Amaya sino otra persona que se apropió de su identidad para cubrirse. Esta hipótesis es asumida como la más verosímil por Elio Portocarrero en su libro. Anteriormente había sido explorada por Alfredo Pita en su novela 'El cazador ausente', publicada en 1994.

La República

 

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