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Mundo :: 10/08/2005

Perú: La prensa local y nacional, ante el conflicto de la Minera Majaz

Raúl Wiener
La escalada del enfrentamiento de los últimos días, es vista además como si no hubieran ocurrido los hechos de sangre, sin el más mínimo esfuerzo por apreciar la indignación de la gente. La pedrea sobre el viceministro o la retención de tres trabajadores, parecen que ocurren porque algún canalla quiere empujar a la violencia

En la radio de San Ignacio se transmite un sociodrama que busca explicar la naturaleza del conflicto con la Minera Majaz, en el que la empresa extranjera ocupa el lugar de Francisco Pizarro y la organización rondera el de Atahualpa. Pizarro ofrece la libertad del Inca, a cambio del oro. Pero para sus adentros medita que una vez le entreguen la riqueza ordenará la muerte del emperador. Es sólo un ejemplo de que la distancia entre el Perú de Lima y el Perú de las provincias interiores de Cajamarca y Piura, no se mide únicamente en kilómetros.

Aquí los campesinos no existen ni como entrevistados, ni como receptores de los mensajes. La idea dominante de la prensa capitalina desde Althaus hasta Jessica Tapia, que para el caso evidencian el mismo coeficiente intelectual, es que los ronderos y productores agrarios no tienen motivos propios, voluntad y capacidad para decidir lo que es conveniente a sus intereses. En un programa de los domingos se enaltece las bondades del café orgánico de exportación. Pero cuando el alcalde de San Ignacio intenta explicar, en otra nota, que en el centro del conflicto está la protección de las plantas cafetaleras, los periodistas limeños le retrucan, planteándole la pregunta clave de la noche, para que diga si es militante de Patria Roja, igual que lo haría un agente de seguridad del estado.

En los centros del poder del país la atención está puesta exclusivamente en la minería. Las cifras de las inversiones iniciales y de las ventas internacionales se destacan en grandes titulares, como si los peruanos fuéramos a repartirnos ese crecimiento. Pero nadie sabe cuánto están ganando las transnacionales con el auge de estos años, ni cuánto dinero están remesando hacia sus matrices, ni el tamaño de los impuestos, ni que hace el gobierno con sus nuevos ingresos. El punto de vista de un agricultor de Tambogrande que defiende el limón y el mango, así como el de uno de Huancabamba, Ayabaca o San Ignacio que ha invertido todo lo que tiene para sacarle buen café a la tierra, no importa nada.

El diario "Correo" de Lima, se escandaliza del rezo ecológico que se practica en las parroquias. Otros descubren que un dirigente rondero es militante de un partido de izquierda o que algún alcalde fue apoyado para las elecciones por el Movimiento Nueva Izquierda. Algunos chillan cuando escuchan las siglas de CONACAMI y piden que la investiguen y la clausuren, como si se tratara de un negocio que no hubiera pagado sus impuestos. A OXFAM lo acusan de poner el dinero para las movilizaciones, a pesar que su directivo informa que fueron convocados por el ministerio para intervenir en el diálogo. Y ahora nos enteramos que se interceptan los mails privados de los asesores de la Defensoría del Pueblo en los que se recomienda a los dirigentes campesinos actuar con prudencia.

¿Qué significa todo esto?

En primer lugar, que en el conflicto el orden, el progreso y demás categorías positivas, corresponden a la causa de la empresa minera, a pesar de los matones contratados, la infiltración de las organizaciones, la burla del diálogo, el muerto y los heridos campesinos, etc. En cambio la violencia, el atraso y todo lo negativo, va del lado de los productores locales . Será por el peso que esta visión distorsionada ha adquirido en la prensa nacional, que algunos se han sentido obligados a colocarse en el medio, con el argumento del "diálogo" en vez de las movilizaciones, como si pudiéramos imaginar que se podría estar dialogando sobre algo sin la medida de fuerza de las últimas semanas.

En segundo lugar, que la prensa limeña no tiene la más remota idea de los roles de cada uno de los actores locales. ¿Imaginan a la iglesia predicando contra la agricultura ecológica e invitando a los campesinos a esperar el "chorreo" de los grandes mineros, cuándo son testigos del esfuerzo de progreso hecho durante años para forjar una producción competitiva internacionalmente, sin ayudas y sin TLC, desde un medio originalmente pobre, al que todavía no ha llegado la electricidad?; ¿suponen que la Coordinadora de Comunidades Afectadas por la Minería, CONACAMI, no acompañe el movimiento de los campesinos que pasan por este tipo de problema?; ¿creen que los partidos políticos incurren en algún tipo de delito por tener militantes campesinos?, ¿o es que los únicos que pueden hacer política son los empresarios de la CONFIEP?.

En tercer lugar, que para lanzar información al público limeño y a nivel nacional no es necesario investigar nada. En ningún lado aparece la historia de los bosques de San Ignacio de 1987, que llevó a la cárcel a una decena de campesinos que lucharon contra la destrucción maderera impulsada por la empresa Incapor, y fueron acusados de terroristas, dando origen a un movimiento nacional e internacional por su libertad. Desde entonces, la conciencia ecológica de la zona creció. La vicaría tomo el nombre de "Vicaría del medio ambiente San Francisco Javier del Marañón". En el 99, se expulsó a la minera Imperusac que hacía trabajos de exploración, y en el 2002 la propia Majaz tuvo que retirar a sus trabajadores de un denuncio sobre la zona del parque natural de Numballe. Ni el ministerio ni la empresa han venido, por tanto, a descubrir en estos día la convicción campesina de proteger sus tierras. Por eso es que se dice que el denuncio y los trabajos iniciales se realizaron en forma clandestina, para ocultarlos al pueblo, hasta el momento que la presencia minera fuera irreversible. ¿Quién es responsable de que no hubiese habido el famoso diálogo antes de aprobar el inicio de los trabajos, de tal manera que se tomara en cuenta el punto de vista de las autoridades locales y la población?

En cuarto lugar, que los medios no entienden en lo más mínimo el significado de una producción ecológica. Tan admiradores de Chile, no tienen ni siquiera interés en documentarse sobre la manera en que nuestros vecinos no mezclan las áreas mineras con las agropecuarias. Los debates para la exploración minera de los cerros donde nacen las aguas que riegan la región central y el sur del país donde están los principales cultivos, son ardorosos. Y es que nadie va a vender a los exigentes mercados del primer mundo, especialmente Europa, una producción que proviene de una zona de explotación de minerales. No la compran. Así se presente el mejor estudio de medidas de reducción del daño ambiental.

En quinto lugar, que el nuevo concepto de violencia es: marchar, acampar en torno a la mina, abuchear a los de la empresa y del gobierno; y no el de poner un cerco armado y disparar contra los reclamantes, matar y herir campesinos, encarcelar y lanzar acusaciones calumniosas que vinculan a los dirigentes con terrorismo o narcotráfico. La escalada del enfrentamiento de los últimos días, es vista además como si no hubieran ocurrido los hechos de sangre, sin el más mínimo esfuerzo por apreciar la indignación de la gente. La pedrea sobre el viceministro o la retención de tres trabajadores, parecen que ocurren porque algún canalla quiere empujar a la violencia. Pero nadie se pregunta si es que seriamente hay una intención de hacer un diálogo donde el punto de debate es el retiro de la mina. Si este punto no puede considerarse, la crisis va a a seguir abierta y el papel de la prensa limeña va ir quedando enfocado a impulsar la violencia represiva para imponer la mina por la fuerza.

08.08.05

 

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