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Mundo :: 04/06/2011

Perú: Olvidar el olvido

Emil Beraún
El voto a Fujimori trae implícito un rechazo a la historia, al pasado, a la dignidad, a la vida del Perú

La historia no sólo estudia el pasado para conocerlo, sino también para no olvidarlo. Una nación se concibe tanto por lo que olvida como por lo que recuerda. La historia en tal sentido, debe conocer el pasado, y acorde con ello comprender mejor el presente y proyectarse para un mejor futuro; sin embargo, esta tarea puede verse truncada por la intencionalidad de quienes entierran la historia para pisotearla nuevamente sin remordimiento alguno.

La falta de memoria legitima lo conveniente a ser olvidado del pasado. Los recuerdos a su vez, permiten la lucha por lo no logrado, por las justas reivindicaciones, y por aquello que no debe volver a ser repetido ni tolerado, en este caso y coyuntura particular, el retorno del fujimorismo. Para los defensores del modelo económico, que hacen una defensa férrea por la señora Fujimori, la historia es algo absurdo, inútil, una simple disciplina que más bien debiera ser dejada de lado, incluso, tal como afirman algunos de los presentadores de la derecha, sólo trae conflictos y problemas, siendo necesario más bien su olvido, dejándole así la vía libre al futuro.

Tal futuro, que deja de lado la historia, trae consigo la pseudo moraleja repetida por quienes hacen de la amnesia voluntaria una postura irreconciliable con las experiencias históricas, afirmando que lo más importante en la actualidad es el mantenimiento del modelo económico, debido a que eso da tranquilidad y asegura por lo tanto una mayor estabilidad en contextos donde se ha avanzado tanto, que no se debe “saltar al vacío”. El voto a Fujimori trae implícito un rechazo a la historia, al pasado, a la dignidad, a la vida del Perú; de forma explícita, y sobre todo en aquellos que le han permitido alcanzar más del 40 por ciento de intención de voto, queda reproducida la estrechez de considerar que la economía actual es lo más importante para la historia del país; más importante que aquellos recuerdos que si bien no han quedado borrados, han sido suprimidos frente al miedo generado frente a una posible alteración de una existencia atomizada y subsumida en exhalaciones económicas.

La desmemoria legitima los errores y horrores del pasado, sobre todo cuando dicho “olvido” es intencional; hacer referencia al papel de la historia frente al futuro implica no sólo recordar el pasado citándolo, sino por sobre todo apreciar y entender su presencia en el presente, como forma de enrumbarla aprendiendo de las experiencias. Un retorno del fujimorismo representaría hacerle caso a ciertas regularidades que muestran que la historia no es maestra vida; sin embargo, tales regularidades no arrastran al ser humano y las sociedades dejando intacta su esencia volitiva, siendo posible en base a la memoria histórica evitar sus recurrencias.

Para que ello sea posible es necesario entender que un retroceso real, sería legitimar históricamente una nueva presidencia donde vuelvan a gobernar todos los personajes que hicieron de los noventa la etapa más cleptómana y corrupta de nuestra historia. Así mismo, es necesario también tener en cuenta que re-afirmar un modelo económico como el actual es seguir reproduciendo las contradicciones entre poseedores y desposeídos, que más temprano que tarde tendrán sus repercusiones en la historia, en esa historia que tanto se desdeña y que toca la puerta antes de tumbarla. Si bien, el otro candidato en competencia, Ollanta Humala no propone cambios en la estructura económica, al menos establece la prioridad de elaborar ciertas reformas que distribuyan de una forma más equitativa los recursos. De igual forma, su posible elección implica utilizando los mínimos recursos con los que cuenta la población para expresarse, de acceder a alternativas frente a la vía única impuesta por los dueños del país. Si bien lo ideal sería elaborar otro camino, no olvidemos que hoy se puede ir construyendo lo mejor para mañana.

El voto hacia la señora Fujimori expresa un doble olvido histórico, uno menos conciente que el otro; uno que atañe hacia un posible retorno mafioso, el otro hacia su perspectiva económica, que hace del pobre y oprimido parte de su amnesia. Como se afirma recurrentemente, un pueblo sin memoria comete el error de repetir sus errores y horrores históricos, lo peor de todo, es cuando cree hacerlo para mantener un supuesto bienestar reflejado desde una óptica individualista cegada por las falsas necesidades. La historia tiene momentos cumbres, y este parecería no serlo, dado que la historia no se hace en las ánforas; sin embargo, el próximo domingo tenemos la posibilidad de expresar desde una pequeña ranura, que la historia recuerda, que la historia no olvida, y que la historia juzga, de allí la necesidad de no legitimar un pasado, que lejos de dejarse de lado, tiene que estar siempre presente, para superarlo.

* Historiador. Universidad Nacional Mayor de San Marcos

 

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