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Mundo :: 15/10/2005

Perú: El cuento del aeropuerto alemán

Raúl Wiener
La verdad sobre el consorcio "alemán" que administra el aeropuerto de Lima

Nuestros padres y abuelos sabían muy bien que si algo llevaba marca alemana debía ser bueno. Por algún motivo los teutones habían podido enfrentar casi solos al mundo. Y si bien perdieron dos guerras, nadie podía discutir la perfección de sus tecnologías. Por eso una manera de sustentar las conveniencias de la concesión del Aeropuerto Jorge Chávez era la de afirmar que el consorcio que lo administra tiene a su cabeza el Aeropuerto de Frankfurt, el de mayor movimiento en ese país, que es una entidad de servicio público dentro de las normas del Estado germano y que aportaría la precisión y rigurosidad de la potencia europea.

En mi libro "Un fraude en tres letras: LAP", incluyo un comentario en el sentido de que lo único alemán que pude encontrar dentro del Jorge Chávez, fue una señora alemana relacionada sentimentalmente con uno de los gerentes de LAP. Habían españoles, canadienses, estadounidenses y ticos (costarricenses), pero alemanes, ninguno. ¿Y Frankfurt? El famoso aeropuerto del noroeste germano que prestó (nadie sabe por qué) su nombre para darle prestigio a la concesión, se había ido apenas se instaló la nueva administración. En su reemplazo, con su 42.5% de acciones, apareció una inesperada razón social denominada Fraport AG Frankfurt Airport Services Worldwide, que según la página Web de LAP, es un operador del Aeropuerto Frankfurt de Alemania. Pero ya no es el aeropuerto. Y vaya uno a saber que significa a estas alturas ser "operador", si no existen referencias comerciales al respecto.

La verdad histórica es que la concesión se realizó sobre el supuesto que a ella concurría una entidad de gran experiencia aeroportuaria internacional, pero esa entidad nunca estuvo a cargo de la gestión y dirección de obras. No hay nada que conecte los conocimientos, tecnologías y sistemas de los terminales alemanes con lo que se está haciendo en el de Lima-Callao. Se trata de una vulgar estafa. Porque las bases originales que calificaban a los postores han terminado burladas sin que nadie se escandalice por ello.

En la distribución original, ganadora de la licitación, Frankfurt y Betchel eran socios principales y equivalentes, y los acompañaba Cosapi de Perú con 14.5%, representada por Pedro Pablo Kuczynski. En pocos meses Betchel se convirtió en Alterra Partners y absorbió la participación de Cosapi, pasando a la condición de mayoritario y responsable de la gerencia general. La constructora peruana quedó eliminada de la sociedad, pero en compensación tomó la titularidad de todas las obras civiles, incluso las de subcontrata (y es ahora el que factura las sobrevalorizaciones), mientras que el paquete del aeropuerto alemán quedó en manos de un misterioso estudio de abogados miraflorinos.

En la búsqueda de los "alemanes", llegamos así a los registros públicos dónde encontramos la ficha de una empresa nominada Fraport-Perú SAC, que dice estar dedicada a "la prestación de toda clase de servicios vinculados con los sectores aeroportuarios y/ o aeronáuticos...."[1], con un capital social de 35 mil soles, teniendo como socios a tremendos teutones como Eduardo Benavides (con un sol de aporte) y Giorgio Albertini (con 34,999 soles de aporte), abogados ambos, socios de un estudio especializado en asesoría de negocios. Lo que quiere decir que esta empresa, sin ninguna otra inversión en el país y con una matriz carente de referencias, mueve casi el 50% de las acciones de la administradora del aeropuerto, donde de juegan cientos y miles de millones de dólares, arriesgando la simpática suma de apenas 35 mil soles. El señor Benavides ha aportado un sol para tomar decisiones sobre gerentes, inversiones, pistas de aterrizaje, tarifas y demás asuntos que tienen que ver con la puerta de entrada y salida aérea del país.

¿Entonces no hay alemanes?

No los van a encontrar por dónde los busquen. Es uno se esos mitos de la privatización que están construidos sobre el supuesto que los peruanos somos tontos y no nos vamos a dar cuenta. Pero, aunque nos tome tiempo, nos damos cuenta. Y no vamos a perdonar fácilmente a los tramposos que han hecho lo que han querido con el patrimonio de la nación.

13.10.05

a de Registros Públicos Lima-Callao No. 0011267421

 

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