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Cuba, EE.UU., Mundo :: 19/04/2021

Playa Girón, cuna de la épica antiimperialista cubana

Gustavo Veiga
Se cumplen 60 años de la fallida invasión de mercenarios financiados por el régimen de EEUU y por jefes mafiosos

El rol de Washington, la CIA, la mafia y John F. Kennedy en unos de los fracasos militares más estrepitosos de la historia de EE.UU. Fidel Castro dirigió la defensa de su país en el campo de batalla.

En "Secretos de generales", un libro del cubano Luis Báez, uno de esos altos oficiales, Enrique Carreras Rolás, cuenta que Fidel Castro lo llamó a las 4.45 de la madrugada del 17 de abril del ’61. “En Playa Girón se está llevando a cabo un desembarco. Despeguen y lleguen allá antes del amanecer. Húndanme los barcos que transportan las tropas y no me los dejen ir. ¿Entendido?”. Ésa fue la orden. El militar era uno de los escasos tres pilotos experimentados de la aviación revolucionaria. En total había solo diez que volaban otros tantos aviones emparchados, “dados de alta”, según decía.

En base a hechos como ése, Cuba construyó su épica antimperialista. Se cumplen este sábado sesenta años de la gesta que terminó en estrepitoso fracaso de una invasión mercenaria, pero sobre todo de EEUU, la CIA y John F. Kennedy. En 66 horas el intento de consolidar una cabeza de playa en la isla finalizó con el plan secreto que había comenzado otro general, aunque norteamericano: el presidente Dwight Eisenhower. La Operación Pluto acabó tan rápido como un dibujito de Walt Disney.

El mismo día de la invasión la agencia estadounidense UPI (United Press International) despachó un cable desde México que ya tiene ganado un lugar en el museo de las fake news: “El primer ministro Fidel Castro se ha dado a la fuga y su hermano Raúl fue capturado. El general Lázaro Cárdenas gestiona el asilo político de Fidel. Stop”. Lejos de esa descripción, el líder histórico de la revolución cubana había dirigido la defensa de su país en el campo de batalla.

En el mismo libro, otro general, Samuel Rodiles Planas, recordaba en 1996 que después de escribir el parte de la victoria y desde un improvisado muelle, “Fidel empezó a encender y apagar las luces de una linterna. Le pregunté por qué hacía eso y me contestó: ‘Para ver si se equivocan, creen que son los mercenarios, los vienen a rescatar y les caemos a cañonazos’”. Playa Girón ya había sido recuperada, pero Castro quería seguir combatiendo.

William Price Gray, editor de las páginas internacionales de la revista Life escribió: “El servicio de espionaje de Fidel resultó ciertamente superior a la CIA. Fue simplemente una monumental y mal fraguada aventura militar…” La autodenominada Brigada 2506 finalizó su aventura brancaleónica con 1197 prisioneros, doce aviones derribados, dos barcos de transporte hundidos y varios más averiados. Pero también, como señal inexcusable de la intervención estadounidense, quedaron los cadáveres de cuatro pilotos de EEUU: el capitán Thomas Villard Ray, el mayor Riley Shamburguer y los navegantes Frank Leo Baker y Wado Carroll Gray.

La fuerza invasora había intentado confundir a los cubanos con un señuelo que no mordieron: camuflaron aparatos B-26 con insignias de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) para hacer creer que una rebelión interna estaba en marcha.

En esas costas pantanosas y plagadas de cocodrilos, cercanas a la Ciénaga de Zapata, y a 211 kilómetros hacia el sudeste de La Habana ocurrió lo que todavía ahora se recuerda en un gran cartel: “Playa Girón primera derrota del imperialismo en América Latina”. De nada habían servido en días previos los bombardeos a los aeropuertos Ciudad Libertad en La Habana, Antonio Maceo en Santiago de Cuba y San Antonio de los Baños.

EEUU quiso inutilizar la precaria flota de aviones cubanos pero Fidel, astuto, les hizo bombardear unos que no andaban. Tampoco intimidaron a las FAR los atentados con bombas a una central de energía eléctrica, los incendios que hicieron perder 300 mil toneladas de azúcar, 42 depósitos de tabaco y hasta dos fábricas de papel. “El ejército rebelde es el pueblo uniformado”, decía Camilo Cienfuegos - uno de los jefes revolucionarios – y supo cómo responder a la invasión.

El 3 de enero de 1961, Eisenhower había roto relaciones diplomáticas con Cuba. El 3 de febrero de 1962, un año y un mes después, Kennedy firmaría la Orden Ejecutiva Presidencial 3447 con la que montó el bloqueo económico, comercial y financiero contra la isla que va también camino a su 60° aniversario. Entre esas dos fechas ocurrieron dos hechos clave. El 16 de abril del ‘61 Fidel declaró el carácter socialista de la Revolución. Y el 17 sobrevino Playa Girón, una invasión que él sospechaba inminente. El ataque, lejos de provocar una grieta en la población, la galvanizó detrás de los comandantes de la Sierra Maestra.

La aventura le costó al gobierno de EEUU 336,1 millones de dólares. Sus mercenarios habían partido desde Nicaragua después de entrenarse en Guatemala en campos de adiestramiento que arrendó la CIA. Hasta levantaron uno en Homestead, Miami, donde se entrenó un grupo de 140 contrarrevolucionarios que nunca consiguió entrar en acción.

Según varias fuentes, la invasión también contó con el apoyo de jefes mafiosos que habían perdido cuantiosas inversiones en casinos y hoteles en La Habana con la llegada de la Revolución. Estos, en connivencia con la CIA, habían enviado armas, hombres y dinero a los campamentos mercenarios, dejando la organización del ataque (lamentablemente para ellos) en manos del gobierno yanqui.

Las fuerzas de defensa perdieron 147 hombres entre milicianos y soldados, aunque las cifras oficiales elevarían las bajas a 156 por los bombardeos de ablande del 15 de abril. Su promedio de edad era de 24 años.

Entre los prisioneros tomados el 19 después de casi tres días de combate, había ex militares del régimen del dictador Fulgencio Batista, latifundistas, grandes comerciantes, magnates industriales, abogados, actores y lúmpenes reclutados por una paga diaria de 175 dólares para los solteros y 225 los casados. Desembarcaron en Playa Girón junto a barcos de nombres inconfundibles: Houston – el primero en ser averiado-, Atlantic y Lake Charles.

Su armamento superaba al de las milicias movilizadas y las FAR: 16 aviones B-26, ocho C-46, seis C-54, cañones de 76 y 75 milímetros, morteros de 4.2, rifles Garand, carabinas M-1, bazucas, pistolas y municiones. Miles de litros de combustible de avión se fueron a pique con el buque Río Escondido al que impactó de lleno un avión.

La naturaleza también se puso del lado de la Revolución. Arrecifes coralinos destruyeron o retrasaron a algunas de las lanchas de desembarco. Los cubanos que participaron de la invasión se quejan todavía de la ineptitud de la CIA que no previó estos problemas en la zona de Playa Girón.

El jefe civil de la Operación Pluto, Manuel Artime Buesa, un médico que abandonó la isla apenas triunfó la revolución, se transformó en agente de la CIA para todo servicio. Después de haberse entrenado en Guatemala, ser capturado en Cuba y liberado varios meses después, el 29 de diciembre de 1962 fue uno de los principales anfitriones de Kennedy en el estadio Orange Bowl de Miami, donde se le entregó una bandera de la Brigada 2506 al presidente. Un tradicional teatro lleva su nombre en La Pequeña Habana desde 1982. En junio de 2017 Donald Trump dio el primer discurso sobre Cuba como presidente en sus instalaciones de Miami. Anunció el endurecimiento de las sanciones económicas.

La historia de EEUU y sus políticas contra la isla es circular. Hace sesenta años apeló a una invasión. Intentó por medio de la CIA asesinar 638 veces a Fidel. Como no pudo con una y otra estrategia, mantiene un bloqueo económico (en realidad terrorista) inalterable que se acerca a las seis décadas. Pero Playa Girón, como Vietnam, fue un antes y un después en sus derrotas militares. En Cuba significa lo contrario: es una de sus grandes epopeyas.

gveiga@pagina12.com.ar / La Haine

 

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