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Medio Oriente :: 14/12/2007

Reparar la limpieza étnica: El derecho al retorno de los refugiados palestinos

Salman Abu Sitta
[Traducido del inglés para La Haine por Felisa Sastre] En su libro, Baskin resume perfectamente la posición de Israel: ?Cualquiera que conozca algo sobre Israel y los israelíes debe comprender que no habrá un regreso al Israel inicial?

En la primavera de 1948, algunos notables judíos de las colonias de Palestina fueron a visitar a sus colegas árabes palestinos de las aldeas cercana, con los que mantenían buenas relaciones de vecindad, y les dijeron confidencialmente: “somos buenos vecinos y amigos vuestros y queremos daros un buen consejo: esa terrible gente del Palmach(1) que acaba de llegar de Europa es implacable y van a ‘limpiar’ las aldeas árabes. Tomad a vuestras familias y escapad antes de que sea demasiado tarde”. Pero no se trataba de un consejo “desinteresado”. Aquella campaña de “avisos confidenciales” la había ordenado el propio jefe del Palmach, Yigal Allon (Paicovich) y consiguió la despoblación de al menos 142 pueblos palestinos.

Hay muchos tipos de soldados israelíes, y no todos están armados. Un destacamento de muy reciente creación está representando lo que se denomina ‘hasbara’, una campaña de relaciones públicas para blanquear la brutal política israelí de racismo y ocupación. Irónicamente, el término ‘hasbara’ se parece mucho a ‘za’bara’, cuyo significado es ruido constante carente de sentido.

Gershon Baskin (Right of Return to Palestine [Derecho al retorno a Palestina], AMIN, 25 de mayo de 2006) les aconseja “sinceramente”, en su calidad de auténtico amigo del pueblo palestino: “Renunciad a vuestro derecho a volver a casa”. Aquellos campesinos de Safad que hicieron caso en 1948 a sus amistosos vecinos judíos, y sus descendientes, ahora tienen que escuchar a sus nuevos amigos israelíes que les animan a renunciar al derecho humano más fundamental: tener, mantener y volver al propio hogar.

¿Cómo es posible que esta campaña provenga de persona, y menos aún de judíos europeos quienes, en palabras de Arnold Toynbee, deberían ser los primeros en aprender de la Historia?

Baskin presenta sus argumentos (y los de Israel) para rechazar el derecho al retorno, y ninguno de ellos resiste un análisis serio, sino que todos son tópicos en el desacreditado conjunto de mitos y desinformación israelíes.

Baskin parte de la Resolución 181 de la ONU (Plan de Partición), “abrumadoramente aceptada por el pueblo judío”, refiriéndose a los judíos europeos que habían emigrado a Palestina, y que los palestinos no aceptaron. ¿Por qué habrían de hacerlo?

Baskin no menciona que el Plan de partición asignaba el 55% de Palestina a los inmigrantes judíos europeos, que no poseían, a pesar de la complicidad del Mandato británico, más del 5,5% de las tierras. No menciona tampoco que 457 ciudades y aldeas palestinas de repente se encontraron, según el Plan, sometidas a la soberanía de aquellos inmigrantes, la mayoría de los cuales acababan de recalar en las costas palestinas aprovechándose de la nocturnidad en barcos clandestinos. Tampoco menciona que el 48% de la población de lo que iba a ser “un Estado judío” eran árabes palestinos. Ni que Ben Gurión, en su estrategia de aceptar provisionalmente el Plan de Partición, comenzó de inmediato a limpiar étnicamente la llanura costera de ‘ciudadanos’ palestinos de su nuevo Estado.

Ben Gurión despobló 250 pueblos y expulsó a la mitad del total de refugiados antes de que el 15 de mayo de 1948 se constituyera el Estado de Israel y antes de que llegara ningún soldado de un ejército árabe para impedir la limpieza étnica.

Baskin no se extiende en la descripción de la mayor y más continuada operación de limpieza étnica de la historia moderna, en la que 774 ciudades y pueblos palestinos quedaron totalmente despoblados y cayeron bajo el control sionista en 1948, de los cuales 675 fueron desalojados en su totalidad y 99 quedaron bajo control militar durante 16 años, si bien considerados como de segunda clase. Los refugiados provenientes de esos pueblos son en la actualidad 6.400.000 (incluidos los refugiados registrados por la ONU y los que no lo están), no 5.000.000 como afirma Baskin.

De hecho, el 75% del pueblo palestino está constituido por refugiados o desplazados: un pueblo víctima de Israel en su totalidad. Sus tierras comprendían el 93% de la zona asignada a Israel. Sus propiedades mobiliarias e inmobiliarias fueron confiscadas por Israel en lo que supuso el mayor robo desde la Segunda Guerra Mundial. Ese fue el resultado de la Nakba [Catástrofe] de 1948. Pero la Nakba ha continuado hasta nuestros días en la Palestina ocupada en 1967. Quienes no fueron testigos de la Nakba de 1948 pueden contemplarla ahora, en las pantallas de televisión si bien de forma diferente y con una mucho más hábil ‘hasbara’.

Creo que es innecesario recodar que la limpieza étnica es un crimen de guerra establecido categóricamente por el Estatuto de Roma de 1998 y la Carta de Nuremberg. Se supone que quienes aprueban la limpieza étnica o quienes incitan a ello de palabra o de obra son también criminales de guerra. Negar el Derecho al Retorno es perpetuar la limpieza étnica y, por consiguiente, participar en ella.

Así que, una vez más hay que preguntar por qué los israelíes se niegan a reconocer el derecho al retorno a pesar de ser un derecho ratificado en más de cien ocasiones por la ONU y de que la admisión de Israel como miembro de Naciones Unidos estuvo condicionada a ello.

La respuesta, al parecer, es una cuestión de ‘realismo’: no se puede enmendar lo hecho hace 58 años. Lo que es lo mismo que afirmar: será castigado si intenta matar a alguien pero se le perdonará si consigue hacerlo.

El realismo tiene muchos aspectos no mencionadas por Baskin. Ahí está la realidad de la Nakba con 58 años de existencia. Día a día, la sangre de los palestinos y la brutalidad israelí escriben una nueva página en ese trágico libro. Está la realidad de que a los refugiados jamás se les ha reconocido, ni se les va a reconocer, su derecho a volver. Es pura realidad que el 97% de ellos se encuentran a 100 km de sus casas, el 50% a 40 km y muchos pueden ver lo que fueron sus propios hogares. La realidad es que, a pesar de las guerras, de las incursiones, de la ocupación y de las políticas brutales de Israel, tres generaciones de palestinos no se han rendido o entregado.

La propaganda sionista ha inundado las mentes occidentales de quimeras pero la espesa niebla de la ‘hasbara’ se está deshaciendo lentamente. Cada vez más grupos de derechos humanos, universidades e iglesias exigen el boicot de Israel y la retirada de inversiones allí.

Es cierto que hay quien, como Baskin, sigue con la vieja cantinela: "los pueblos fueron destruidos”, “no hay sitio a donde volver”... etc. Pero argumentos tan rancios son un insulto para la inteligencia de las personas normales, por no hablar de los especialistas, y retratan muy bien a su autor.

¿Y qué, si fuera verdad? Si un ladrón destruye una casa o construye otro piso encima, ¿tiene derecho a hacerlo? En ese caso, ¿con qué argumentos los judíos europeos recuperaron sus viviendas y propiedades (hasta el último cuadro), de sus conciudadanos europeos, transcurrido medio siglo?(2)

En las leyes sobre derechos humanos y en las propias leyes nacionales no existe nada que sustituya al sagrado derecho de propiedad privada y de la recuperación de la misma.

Sin embargo, esas afirmaciones israelíes sobre la imposibilidad del retorno son absolutamente falsas. Hay sitio. La mayoría de las tierras palestinas confiscadas (el 93% de Israel) la utiliza el ejército israelí y los fracasados kibbutz que agrupan sólo al 1,5% de los judíos israelíes. El ochenta por ciento de los judíos israelíes viven en el 14% de Israel. Los judíos rurales de la mitad meridional del país son menos de los que viven en un solo campo de refugiados.

No sólo los pueblos destruidos pueden reconstruirse (el 90% del espacio que ocupaban está vacío) sino que tendrían que crecer seis veces debido al crecimiento natural. Amman, Beirut, Kuwait han crecido entre 10-30 veces y los palestinos han contribuido a su desarrollo. El propio Israel se ha multiplicado por ocho, en su mayoría gracias a la inmigración. ¿Por qué habría de ser difícil construir 6.000 viviendas en un pueblo con independencia de que las 1.000 casas originales sigan en pie o no?

Pero Baskin elude las razones reales. Israel quiere mantener sus políticas racistas y de apartheid con la rúbrica de “Estado judío” y la amenaza de la bomba demográfica palestina.

¿Qué sentido tiene un “Estado judío?” Ni en el Plan de Partición, ‘abrumadoramente aceptado’ por los inmigrantes judíos, que protegía al 50% de su población árabe estaba previsto, ni existen razones legales que apoyen un Estado judío, ni en el derecho internacional se toleran estados racistas religiosos de origen étnico.

Hablar de una ‘amenaza demográfica’ palestina es puro racismo. ¿Qué harían los judíos británicos si la alcaldía de Londres decidiera que los judíos residentes en Golders Green suponen una amenaza demográfica y tienen que ser étnicamente excluidos si su número supera lo decidido por el racista Partido Nacionalista Británico?

Pero además tenemos que oír a Baskin hablar de la ‘generosidad’ israelí al permitir a un ‘número limitado’ de palestinos que, de acuerdo con el plan de reunificación familiar, recuperen sus propiedades expoliadas. Ese número limitado ha quedado reducido a cero especialmente tras la promulgación de la ley israelí que anula el programa de reunificación familiar.

Pero Israel es generoso. En Taba, ofreció otras posibles opciones a los refugiados: elegir el país que prefirieran para exiliarse en cualquier parte del mundo salvo en su país de origen.

Y cuando se trata de compensaciones, Israel es más generoso: quiere apropiarse de 18.600.000 donums(3) de tierras palestinas, un enorme número de viviendas, tiendas, empresas, explotaciones agrícolas, valores mobiliarios, al menos 1.200 millones de metros cúbicos de agua y otros recursos naturales, propiedades públicas e históricas, aeropuertos, campamentos militares, ferrocarriles, carreteras, minas- que debería pagar en su totalidad un “fondo internacional” con una modesta contribución de Israel. A cambio, Israel sería la propietaria legal de todas esas propiedades robadas. Por supuesto, nada de hablar de compensaciones por crímenes de guerra o crímenes contra la humanidad, ni del derecho de los palestinos a volver a sus hogares y de indemnizarles por los sufrimientos y pérdidas sufridos.

Baskin resume perfectamente la posición de Israel: “Cualquiera que conozca algo sobre Israel y los israelíes debe comprender que no habrá un regreso al Israel inicial”. En pocas palabras, que Israel quiere continuar su limpieza étnica, seguir con sus políticas racistas de Apartheid y que no “aspira realmente a vivir en paz “ con los palestinos sino al margen de ellos.

Los palestinos, y la mayoría del mundo que los apoya, están decididos a obtener justicia, erradicar el racismo y el Apartheid. Tal como se hizo con Sudáfrica. No están dispuestos a desaparecer.

La verdadera “amistad” de Baskin debería dirigirse a los israelíes para ayudarles a salir de su amnesia colectiva respecto a lo que han hecho y siguen haciendo con los palestinos y para aconsejarles que su salvación descansa en desterrar el racismo totalmente y para siempre. Tienen que corregir sus actitudes, revertir la limpieza étnica y reparar los daños. Porque está claro que la historia de los judíos, al final, quedará marcada de forma indeleble, por encima de otros acontecimientos históricos, por lo que han hecho en Palestina.


*Salman Abu Sitta es un escritor palestino e investigador sobre los refugiados.

Notas:

1. N.T.: Organización terrorista judía que daría lugar al futuro ejército israelí.

2. N.T.: La devolución de propiedades y las indemnizaciones obligadas a pagar a Alemania Federal por los crímenes de guerra del nazismo, ascendían en 1984 a 80.000 millones de marcos y está previsto que en 2020 lleguen a los 100.000 millones. Véase http://www.ihr.org/jhr/v08/v08p243_Weber.html, West Germany’s Holocaust payoff to Israel and world Jewry [La factura que ha pagado Alemania Federal a Israel y a la judería mundial por el Holocausto.]

3. N.T. Un donum equivale aproximadamente 1.300 m2.

Reversing ethnic cleansing: The Right to Return Home

 

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