Turquía: Policía y paramilitares provocan más de 40 muertos durante mes de alto el fuego declarado por PKK

Según fuentes policiales turcas, las acciones de represión y los enfrentamientos de los rebeldes kurdos con las fuerzas de seguridad que los acosaban en el sureste de Turquía no han cesado durante todo ese tiempo.
Ayer mismo un civil murió y otros dos resultaron heridos por la explosión, por control remoto, de una mina supuestamente colocada por alguno de los grupos paramilitares que operan en un área del sureste del país, para luego acusar del hecho a los rebeldes del PKK. La explosión tuvo lugar ayer cerca de una estación de trenes de la ciudad de Genc, en la provincia de Bingol.
Además, la policía continúa la "búsqueda" del alcalde de la aldea de Catalca, en la provincia de Hakkari, fronteriza con Irak e Irán, que según informaciones oficiales fue secuestrado ayer por milicianos del PKK. Aunque analistas independientes, a tenor de las características del hecho, apuntan a una nueva operación paramilitar.
Este grupo rebelde declaró el pasado 20 de agosto un alto el fuego tras varios llamamientos hechos, en este sentido, por intelectuales turcos y kurdos.
Altos oficiales de la seguridad, citados hoy por el diario Milliyet, minimizaron la importancia del alto el fuego declarado por el PKK, y dijeron que este grupo 'puede anunciar lo quiera cuando quiera'. 'Las fuerzas de seguridad no actuarán en conformidad con esas medidas (del PKK), y continuarán sus operaciones para limpiar las montañas de los rebeldes armados', añadieron.
El PKK se alzó en armas en 1984 contra los sucesivos regimenes seudodemocráticos turcos para lograr la autonomía de los alrededor de doce millones de habitantes kurdos del sureste de Turquía, donde la represión, y en menor medida los combates, causaron la muerte de casi 35.000 personas.
Su actividad armada cesó en 1999, ante promesas del regimen de entonces de mejorar la situación y derechos del publo turco. Este hecho se produjo después de que su líder, Abdulah Ocalan, fuera secuestrado en Kenia tras una rocambolesca operación policial en la que participaron varios países y condenado en una parodia de juicio a cadena perpetua.
El pasado año, ante el incumlimiento de las promesas gubernamentales, el PKK rompió el alto el fuego auto impuesto y retomó la lucha armada.