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Europa, EE.UU. :: 05/02/2022

Ucrania: otra debacle de Biden

Alastair Crooke
Siete semanas después de la “severa advertencia” de Biden a Putin y a pesar de la histeria mediática, el régimen estadounidense no tienen opciones a la vista

El tamaño y el alcance de las operaciones de información occidentales, que insisten repetidamente en la inminencia de una invasión rusa de Ucrania, casi han eclipsado la campaña de falsedades que intoxicaron a la opinión pública en el período previo a la segunda invasión de Irak.

El fin de semana pasado, los principales medios de EEUU alimentaban una histeria colectiva ante una supuesta guerra inevitable. Esta narrativa ganaba impulso y se movía aun más allá del control de Washington recogiendo el apoyo de todo el espectro bipartidista.

La portavoz de la Casa Blanca, Jen Psaki, dio una idea de esto, cuando refiriéndose a las fronteras ucranianas como «sagradas», evocó, el lenguaje del 6 de enero cuando los manifestantes asaltaron el edificio del Capitolio el “templo sagrado de la democracia estadounidense” .

Las lagunas de la narrativa de Washington no demoraron en ser evidentes: Biden, en su cumbre virtual con Putin, habría amenazado con un verdadero “Armagedón de sanciones”. Olvido, eso si, que las sanciones no solo dependen de EEUU porque, en última instancia, también tendrían que ser europeas. Como se ha demostrado posteriormente el “team Biden-Blinken” en ese momento no había logrado alinear correctamente a sus aliados contra Moscú.

Unas semanas después resultó que las sanciones contra Rusia están lejos de ser apocalípticas. Sin grandes alardes Europa se negó a expulsar a Rusia del sistema de compensación financiera SWIFT; rechazó la exclusión de los bancos rusos del cambio de rublos a euros, y apostó por el funcionamiento del gasoducto Nordstream2 . Los europeos tampoco aceptaron las “sanciones preventivas”.

En la sesión informativa de la Casa Blanca de este martes, un alto funcionario sugirió que prohibir a Rusia vender deuda soberana en los mercados internacionales sería muy dañina para Occidente (en realidad Rusia vende su deuda casi en su totalidad en el mercado interno).

Peor aún, el Departamento de Estado y del Tesoro han estado advirtiendo a Blinken que las sanciones perjudicarían a sus aliados europeos más que a Rusia, y que algunas sanciones (como los suministros de energía rusos) corren el riesgo de desencadenar una crisis financiera mundial.

Para completar el desastre , el team Biden- Bliken, ha exagerado demasiado el bulo de la invasión. Incluso, lo ha hecho antes que las sanciones por parte de Europa estuviera completamente ‘en la bolsa’ de Washington. Todo este episodio recuerda al 2014, cuando la Casa Blanca estaba convencida que las sanciones provocarían un impacto demoledor en la economía rusa.

De hecho, los servicios de inteligencia estadounidenses persuadieron en aquel momento a la canciller Merkel de que las sanciones propuestas eran tan devastadoras que Putin no tendría más remedio que capitular en Crimea; o sería derrocado por aquellos que Occidente cree erróneamente que controlan Rusia políticamente: los oligarcas. En la práctica, en 2014, el rublo se dejó flotar y la economía rusa demostró ser a prueba de sanciones. Hoy su economía es aún más resistente.

Se suponía que el viernes pasado en Ginebra era el día en que Blinken se enfrentaría a Lavrov con un frente occidental unido y decidido a prometer daños incalculables a Rusia si invadía Ucrania. La reunión de Ginebra fue un evento breve, Blinken tuvo que posponer las amenazas con la esperanza que la reunión de los ministros de Relaciones Exteriores de la UE en Bruselas le daría a Washington la tan anhelada muestra de unidad occidental.

Durante el fin de semana se produjeron otros dos errores de cálculo del eje anglosajón: en primer lugar, el Reino Unido lanzó una “primicia”: Putin estaba planeando un golpe en Kiev. El resultado fue desastroso: nadie políticamente serio creyó a Londres (¿Quizás la inteligencia rusa había engañado a los británicos?). En paralelo, EEUU y Gran Bretaña dijeron que estaban comenzando a evacuar personal de sus embajadas en Kiev.

Esta última declaración parece haber ido demasiado lejos: más bien consiguió irritar a las autoridades de Kiev, que pidieron a los ucranianos que mantuvieran la calma. Y fueron aún más allá… afirmaron claramente que no había pruebas de una invasión rusa (contradiciendo a Biden y Blinken).

Los europeos también arrojaron agua fría sobre las tácticas del miedo creadas por eje anglosajonas. Sus ministros de relaciones exteriores dijeron haber visto los mismos informes de inteligencia que esgrimieron Londres y Washington, y que no percibían una amenaza inmediata para Ucrania. Su personal de las embajadas no abandonará Kiev.

La guerra de información del último fin de semana fue un fracaso fenomenal. En la reunión de ministros de Relaciones Exteriores de la UE del lunes, Blinken sólo obtuvo una ambigua resolución. La reunión de Bruselas mostró las divergencias occidentales. En lugar de unidad, el presidente Macron propuso un nuevo acercamiento a Moscú; Olaf Stolz habla de ‘nuevo comienzo alemán con Rusia”, y Mario Draghi se fue a Moscú a reunirse con Putin.

Todos ellos buscan relanzar las relaciones europeas con Rusia. Macron, como presidente de la UE, está negociando una solución propia a la crisis ucraniana con las reuniones en formato de Normandía. El objetivo es empujar a Kiev a reconocer la autonomía negociada en la región del Donbass. (Sin duda esta iniciativa ha sido coordinada de antemano con Putin). Sin embargo, el aspecto más destacado de la iniciativa de Macron es que los estadounidenses no están invitados.

También la reunión de Bruselas reveló algo sustancial: las extremas dificultades financieras de Ucrania. El estado está al borde de la suspensión de pagos; su capacidad para pedir prestado en los mercados financieros es inexistente. La UE acordó conceder a Ucrania un préstamo de emergencia de 1.200 millones de euros.

Al parecer las reservas de gas de Ucrania se agotaron en noviembre. Kiev no tiene dinero para comprar más, y la UE ha estado ayudando a mantener las luces encendidas de Kiev, mediante un desvío proveniente del gasoducto Yamal-Europa (que también se origina en Rusia, con los riersgos que eso implica si Ucrania insiste en unirse a la OTAN). Esta iniciativa, por supuesto, afecta directamente las menguantes reservas de gas estratégicas de la UE.

En estos momentos, los problemas energéticos son claramente los más importantes en la mente de los líderes de la UE. Los precios de la energía se han disparado, y cualquier interrupción del suministro del gas natural ruso a Europa (que normalmente representa el 40% de las importaciones totales de Europa), solo alimentaría la inflación.

En Washington se habla de establecer suministros alternativos mediante el desvío de gas natural licuado de Qatar o de proveedores asiáticos. Pero los expertos en energía argumentan que el desvío de los suministros probablemente contribuiría a una guerra de precios que aumentaría aún más los costos de energía en Europa.

Así que aquí estamos: siete semanas después de la “severa advertencia” de Biden a Putin, los estadounidenses no tienen opciones a la vista (pero Biden tiene una opinión pública inflamada que exige una respuesta ‘dura’ a una invasión inventada por los medios, lo que le permitiría elevar su raquítico índice de popularidad).

No hay invasión de Ucrania, y Rusia no ha considerado esta posibilidad. Todo indica que la intención en Moscú es dejar que Ucrania se cocine en su propio jugo . Y dejar que la guerra de información occidental se desvanezca con el tiempo. Por supuesto, un evento imprevisto puede alterar este diagnóstico.

¿Hemos pasado el máximo de la “histeria” inyectada a Occidente por la Casa Blanca y los medios?. No lo sabemos, pero la lógica nos dice que esta disminuirá lentamente .

Conclusión: Los argumentos de Putin sobre la extralimitación de la OTAN han encontrado algo de tracción entre los líderes de Europa occidental. Y aunque Washington ha logrado consenso al negar las demandas claves de seguridad para Rusia, la respuesta de la OTAN no resuelve nada de las complicadas relaciones con Moscú .

En este escenario, la política exterior de Biden podría terminar en un auténtico debacle. Biden corre el riesgo de aparecer ante sus partidarios como débil e incapaz .(Oh, el gran duque de York. Tenía diez mil hombres; los hizo marchar hasta la cima de la colina, y los hizo bajar. Cuando estaban arriba, estaban arriba, y cuando estaban abajo, estaban abajo. Y cuando estaban a la mitad, no estaban ni arriba ni abajo / Canción infantil inglesa).

observatoriocrisis.com

 

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