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Europa, EE.UU. :: 02/03/2024

Ucrania, tras el punto de inflexión de Avdiivka

Michele Paris
La noticia es muy mala para Kiev y Occidente, también porque contribuye al colapso del edificio de mentiras y propaganda sobre el que se sustenta la guerra en Ucrania y la campaña antirrusa

Entre los gobiernos occidentales y dentro del régimen de Zelensky, la noticia de la liberación de Avdiivka llegó como un huracán, a pesar de que el destino de la localidad en las inmediaciones de Donetsk ya parecía marcado desde hacía varias semanas. Los patrocinadores de Ucrania, reunidos en la Conferencia anual de Seguridad en Munich, intentaron limitar los daños al menos en términos de imagen, gracias también a la muerte simultánea del «disidente» -así como «activo»-, aún sin una causa oficial según la CIA, Alexéi Navalny. Sin embargo, la importancia de la pérdida de Avdiivka para Kiev amenaza con marcar un paso decisivo en la guerra por poderes de la OTAN, en la que las fuerzas rusas parecen decididas a intensificar la presión en todo el frente de guerra.

Zelensky una vez más tuvo que zamparse un trago amargo delante de sus amos occidentales. Según fuentes ucranianas, el ex comediante de televisión tenía la intención de prolongar la resistencia en Avdiivka para ofrecer algo a Occidente o, desde otro punto de vista, para no sufrir una nueva humillación –y convencer a sus interlocutores, durante la conferencia en Alemania, de que liberen los fondos y las armas necesarias para evitar el colapso.

El presidente ucraniano y el nuevo comandante de las Fuerzas Armadas de Ucrania, Oleksandr Syrsky, se vieron obligados a dar la orden de retirar sus tropas el sábado, al menos 24 horas después de que los hombres de la Tercera Brigada, es decir, los neonazis de el batallón Azov incorporado al ejército, habían comenzado a huir en masa de Avdiivka para evitar el cerco completo. Zelensky se habría enfurecido por el resultado de la larguísima batalla, pero ante la realidad sobre el terreno sólo pudo recurrir nuevamente a la propaganda. El domingo en Múnich afirmó que la retirada se decidió para salvar las vidas de los militares ucranianos, cuando por el contrario su estrategia implicaba continuar la masacre de soldados para evitar el fracaso de su viaje a Europa.

Avdiivka es un centro logístico fundamental y el control de la ciudad, de hecho un suburbio de Donetsk, había permitido durante años a las fuerzas ucranianas bombardear, casi siempre objetivos civiles, en la capital de la «oblast» del mismo nombre que pasó a la Federación Rusa después del referéndum de 2022. Su liberación también completa el control ruso sobre los asentamientos urbanos más grandes en las afueras de Donetsk, después de que Moscú expulsara a las fuerzas ucranianas de Maryinka en el oeste y Veseloye en el norte durante el último mes y medio.

En una entrevista con la cadena Sputnik , el experto militar ruso Ivan Konovalov explicó que la posesión de Avdiivka allana el camino hacia “el arco de Druzhkovka, Kramatorsk y Slavyansk”, es decir, “de hecho, el último cinturón defensivo del ejército ucraniano”, como parte de las fortificaciones erigidas en los últimos años. Las tropas rusas ya se están acercando a esta zona, más allá de la cual «el territorio está menos fortificado».

La caída de Avdiivka es la consecuencia inevitable de la superioridad de la artillería rusa y forma parte de un escenario de pesadilla para Kiev, compuesto por enormes pérdidas, escasez de hombres para reemplazar a los muertos y heridos graves y una rápida disminución de los suministros de municiones y armas, y la resistencia creciente entre los gobiernos y parlamentos de los países de la OTAN a destinar más fondos y armas a una causa perdida y el colapso real del apoyo de las poblaciones occidentales a pesar de la propaganda de los medios oficiales.

Probablemente sea demasiado pronto para predecir la magnitud del eventual avance ruso tras la batalla de Avdiivka, pero ya están llegando señales de progreso en otras líneas del frente. Por ejemplo, fuentes rusas ya informaron el domingo de un avance de más de un kilómetro en la localidad de Rabotino , en este caso en la región de Zaporizya. Muchos analistas militares creen en última instancia que la resistencia ucraniana finalmente está empezando a ceder, y que el frente se mueve en todas partes en dirección oeste.

Las noticias que llegan de Avdiivka son muy malas para Kiev y los países de la OTAN, también porque contribuyen quizás como nunca antes en dos años de guerra al colapso del edificio de mentiras y propaganda sobre el que se sustenta la guerra en Ucrania y la actual campaña antirrusa. El ex asesor del Departamento de Estado estadounidense, James Carden, escribió el sábado un comentario para el sitio web de la revista The American Conservative en el que recuerda los anuncios eufóricos de los gobiernos y la prensa occidentales desde principios de 2023 hasta al menos el verano pasado, destinados a preparar opinión pública para lo que sería el triunfo seguro de Ucrania gracias a la superioridad y el apoyo militar de la OTAN.

En enero de 2023, por ejemplo, el Washington Post escribió sobre las “excelentes probabilidades” de que para finales de año se mantuviera la promesa de Zelensky de reconquistar todo el territorio ocupado por Rusia. El propio Biden todavía dictaminó en julio que Putin «ya había perdido la guerra». Una derrota para Moscú que el entonces comandante de las Fuerzas Armadas estadounidenses, general Mark Milley, definió como conseguida desde un punto de vista «estratégico, operativo y táctico».

Estas absurdas ilusiones se reflejan hoy en el pánico desatado por el avance ruso y por las peligrosas señales de colapso de las fuerzas armadas y de la sociedad ucraniana. La coincidencia de la toma de Avdiivka con la conferencia de Munich sirvió para registrar las reacciones de una muestra más que significativa de partidarios del régimen de Zelensky durante un único evento.

La respuesta más común a los acontecimientos ocurridos en las afueras de Donetsk es el relanzamiento del compromiso de liberar los 60 mil millones de dólares destinados a Kiev, solicitados por la administración Biden y bloqueados en el Congreso debido al obstruccionismo de la derecha republicana. Como repitiendo un tema trillado, la gran delegación de diputados y senadores estadounidenses que llegó a Alemania finalmente confirmó que no hay alternativas al envío de más armas y más dinero a Ucrania.

Muestra de esta actitud carente de lógica es una declaración del senador demócrata Mark Warner, que definió el paquete estancado en Washington como otro «punto de inflexión». Pero cuando los periodistas preguntaron cómo el nuevo tramo de ayuda podría ayudar a Ucrania a revertir el rumbo y derrotar a Rusia, el senador de Virginia no tuvo respuesta.

La verdad es que Occidente se encuentra en un laberinto sin salida en el que entró voluntariamente después de haber provocado el choque con Moscú e impedido la rápida resolución diplomática de la guerra. Revelando este dilema y, en conjunto, el desastre que la OTAN y Ucrania no hacen más que posponer, estuvo una declaración de la vicepresidenta estadounidense, Kamala Harris, durante una conferencia de prensa con Zelensky en Munich. Admitió que si el Congreso estadounidense no aprueba el paquete de ayuda de 60.000 millones de dólares, «no habrá un Plan B» para gestionar la crisis.

En otras palabras, nadie en Occidente, salvo algunas voces aisladas, quiere afrontar la realidad de una derrota inevitable y, por tanto, sigue rechazando cualquier hipótesis alternativa a la sangría económica y militar de sus propios países y a la ruina de Ucrania. Reconocer la humillación y abrir negociaciones diplomáticas con Moscú, según los términos rusos, tendría por otro lado efectos devastadores, tanto desde el punto de vista político como para la estabilidad de la OTAN. El problema, sin embargo, es que la realidad de la derrota está surgiendo inevitablemente y, cuando llegue el colapso final, no habrá resguardos para amortiguar la caída.

Lo que se intenta hacer, como siempre, es enturbiar las aguas o trasladar el debate a otros temas, como la muerte de Navalny, o planificar nuevas iniciativas terroristas contra civiles rusos, o incluso «banderas falsas» para facilitar la intervención directa de la OTAN en Ucrania. En el frente propagandístico, sin embargo, la amenaza rusa se magnificará aún más, atribuyendo a Moscú objetivos totalmente ilógicos y ya desmentidos por los hechos, para intentar recuperar cierto consenso entre las poblaciones occidentales y convencer a los políticos recalcitrantes que están bloqueando la ayuda al régimen de Zelensky.

En este sentido, uno de los comentarios más estúpidos de un miembro de una de las clases dominantes más estúpidas, superficiales y contraproducentes de la historia de Occidente fue el pronunciado en Múnich por el republicano número uno en el Comité de Asuntos Exteriores del Senado de EEUU, Jim Risch. La ilusión y la manipulación de la realidad se han fusionado con el resentimiento por la pérdida de Avdiivka, lo que llevó al senador del estado de Idaho a afirmar que no ve «cómo Moscú puede ganar esta guerra» –cuando ya la está ganando sobre el terreno–, diciendo que los rusos afirman que «la victoria es la ocupación de toda Ucrania», cuando este objetivo sólo parece existir en la agotada propaganda de los EEUU y sus vasallos europeos.

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