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Mundo :: 31/03/2019

Una alternativa a la fábula darwinista

Héctor Gil y Esmeralda Merino
Entrevista con Máximo Sandín :: El darwinismo se tambalea como "doctrina indiscutible" a los ojos de este doctor en Bioantropología

Que niega el concepto de selección natural como motor de la evolución de la vida.

Entrevistamos a Máximo Sandín, doctor en Ciencias Biológicas y en Bioantropología. Ha ejercido como profesor de Evolución Humana y Ecología en el Departamento de Biología de la Universidad Autónoma de Madrid. Él mismo explica que prefiere retirarse de la docencia antes de la llegada del “Plan Bolonia”.

¿Cuál es la importancia del darwinismo?

Aclaremos que Darwin no es, como parece que nos quieren hacer creer, “el descubridor de la evolución”. En el siglo XVIII, especialmente en Francia y en Alemania, existían científicos evolucionistas que explicaban y, sobre todo, estudiaban la evolución mediante el método científico. Por ejemplo, Lamarck, que fue el primer científico que escribió una obra dedicada a la evolución, era un experto, entre otras cosas, en anatomía comparada y en paleontología, Geoffroy Sanit Hillaire estudiaba la evolución mediante experimentos con embriones de pollo, Frederic Gerard y el alemán Heinrich-Georg Bronn eran afamados paleontólogos, y las aportaciones de todos ellos se están mostrando en el buen camino a la luz de los recientes descubrimientos. Sin embargo, parecen haber desaparecido de la historia de la biología “oficial” en aras de la mitificación de Darwin.

En cuanto al darwinismo, habría que distinguir la “aportación” de Darwin de lo que se ha creado en torno a él. Su libro Sobre el origen de las especies por medio de la selección natural o el mantenimiento de las razas favorecidas en la lucha por la existencia está basado en la observación de animales domésticos y plantas y, como él mismo explica, “en la lectura de textos, especialmente en relación con productos domesticados, a través de estudios publicados, de conversaciones con expertos ganaderos y jardineros y de abundantes lecturas”. De ahí su extrapolación de la selección de los ganaderos y agricultores, que es una distorsión de los fenómenos naturales, a una supuesta selección “natural”.

En lo que se refiere a la concepción de la Naturaleza que justifique la selección por medio de la competencia (la lucha por la existencia), le fue aportada por la lectura del Ensayo sobre el principio de la población, del reverendo Robert Thomas Malthus. De hecho, en Sobre el origen de las especies…, Darwin escribe que su “teoría” es “la doctrina de Malthus aplicada con multiplicada fuerza a los reinos animal y vegetal”. Es decir, la concepción darwinista de la vida tiene su origen en ideas (más bien, prejuicios) sociales, y su “explicación” de la evolución, en prácticas artificiales de los ganaderos y agricultores. En definitiva, totalmente de espaldas a la Naturaleza.

Según el profesor Sandín, hay una clara relación difícilmente discutible entre el darwinismo y la teoría del libre mercado de Adam Smith; nos señala que Malthus era un economista discípulo de Adam Smith y que la conexión con la economía “de libre mercado” resulta evidente en los términos que se utilizan para calificar los fenómenos biológicos (coste-beneficio, explotación de recursos, competencia, ventajas, éxito y fracaso y otros más). También afirma que cuando los darwinistas defienden sus ideas sobre la Naturaleza y sobre las relaciones entre los seres vivos, lo hacen influenciados por el pensamiento calvinista de su momento, en el que el individualismo y la predestinación tienen un papel importante.

La teoría evolucionista de Darwin, ¿qué dice realmente?

Disculpadme, pero la denominación “teoría evolucionista de Darwin” es inexacta (entre otras cosas, porque nunca fue una teoría científica claramente formulada). Él hablaba del origen de las especies, pero el término “evolución” no aparece hasta la sexta edición de su libro, que es la que circula hoy. Porque Darwin, acosado por las críticas de los científicos evolucionistas, publicó sucesivas ediciones “asesorado” por Huxley, Hooker y Lyell, que tenían un gran poder científico y político y una ideología favorable a la selección “natural”. Tenemos que ser conscientes de que el libro 'El origen de las especies' no es exactamente “de Darwin”, pero, aun así, adolece de una inconsistencia científica y conceptual notorias. Por ejemplo, mezcla las nociones de uso y desuso y la influencia de las condiciones de vida con la selección natural, lo cual es una contradicción, porque si todos los animales pueden cambiar por el “uso y el desuso” y “las condiciones de vida”, no hay nada que “seleccionar”.

Su “teoría”, que consideró “definitiva”, es la que elaboró cuando comprendió que de lo que pretendía hablar era de la evolución: la “pangénesis”, según la cual, cada órgano del cuerpo emitía unas “gémulas” por las que transmitían a sus descendientes las características adquiridas por los padres a lo largo de su vida. Pero sus “protectores” le reconvinieron, porque lo que les gustaba era la selección, porque implicaba que la vida es una competencia permanente, y que la Naturaleza premia a los “más aptos”, naturalmente fundamentalmente al hombre.  Aquellos hombres poderosos (algunos de ellos, componentes del X-Club, sobre el que es interesante investigar) fueron los que impusieron su darwinismo, en contra de la opinión de científicos evolucionistas de la época.

Si Adam Smith plantea un libre mercado salvaje, ¿adónde nos conduce “el gen egoísta”?

He llegado a calificar el libro de Richard Dawkins, 'El gen egoísta', que su autor planteaba como “la versión actualizada del darwinismo”, como “la segunda gran catástrofe de la historia de la biología” (supongo que se puede presumir cuál considero la primera). Para Adam Smith, es el egoísmo del cervecero, del panadero… el que hace funcionar la sociedad. Para Dawkins, es del egoísmo del gen del que surge la Naturaleza.

Los argumentos no tienen una base científica real (los genes actúan como “los prósperos gánsters de Chicago”, los genes de los hijos “compiten para ser más astutos que los de los padres”, etc.). Es decir, nos lleva a una distorsión de los fenómenos de la vida. Últimamente, él se ha dedicado por entero al debate creacionismo-darwinismo (evolucionismo, en su astuta denominación) y a “demostrar científicamente” la inexistencia de Dios, lo cual es tan absurdo para un científico como que un creacionista intente rebatir a la ciencia con argumentos religiosos.

Se ha hablado del ADN basura. ¿Hace la naturaleza cosas inútiles?

El concepto de “ADN basura” es un derivado de la patológica concepción de que los genes son egoístas y compiten con otros genes por expandirse en los genomas, o que dejan restos de genes “inútiles” (chatarra) en los cromosomas. Así, cuando se anunció “la secuenciación del genoma humano”, lo que se obtuvo fueron las secuencias de los genes codificantes de proteínas (el 1,5% de la totalidad del genoma) porque se consideraba que el resto era “chatarra” sin interés. De ahí la sorpresa de que tuviéramos solo unos 23.000 genes, mientras que algunos gusanos, como el C. elegans, tienen unos 19.000, o que compartiéramos el 90% del genoma con el ratón o el cerdo.

La cuestión es que, después de mucho tiempo, se ha comenzado a estudiar el ADN “basura” y se ha comprobado que es la parte esencial de los genomas, y que los llamados “genes” (entre comillas) no tienen identidad o significado real, porque son secuencias fragmentarias dispersas por el genoma, como “sílabas sin sentido”, y que es la fracción formada por virus endógenos y sus derivados, elementos móviles y secuencias repetidas, la que regula, empalma y da sentido a esas sílabas en función de las necesidades del organismo, de las condiciones ambientales y del organismo en que estén.

Usted ha afirmado en alguna ocasión que la biología está en una situación esquizofrénica. ¿Por qué?

Efectivamente, dije esto en una entrevista, pero me gustaría aclararlo, porque creo que puede resultar hiriente para algunas personas, a las que pido disculpas, pero me refiero a esta situación: hay científicos que están trabajando seriamente en lo que se conoce como “investigación básica”, que cada día resulta más difícil de financiar porque no tiene aplicaciones prácticas inmediatas.

Son los que están descubriendo, por ejemplo, que los supuestos “genes” no tienen una entidad real y que la información genética es producto de una red extraordinariamente compleja en la que están implicados el ADN, el ARN y miles de proteínas que interactúan en función del organismo en que estén y de las condiciones ambientales, lo cual desbarata, no solo la base conceptual de las manipulaciones genéticas, sino la base darwinista que las sustenta, y mientras tanto, el darwinismo se sigue impartiendo en las universidades como “doctrina” indiscutible, y existen “científicos” que son los únicos aplaudidos por los medios de comunicación y financiados por la industria farmacéutica y “biotecnológica”, que, contra las evidencias, siguen buscando los genes (de la fracción codificante de proteínas) asociados estadísticamente (!) con enfermedades, se supone que para “arreglarlos” gratuitamente. Supongo que sabréis que hay ya más de 200 de nuestros supuestos “genes” patentados...

Agosto 2013. revistaesfinge.com

 

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