lahaine.org
Argentina, Mundo :: 06/09/2012

Una necesaria autocrítica de la izquierda independiente

Guillermo Cieza
El kirchnerismo crea un nuevo clima político que desnuda todas las carencias de las organizaciones populares y aporta a la fragmentación de esas organizaciones

“No nos llamemos a engaño: la formación socioeconómica que todavía prevalece en Venezuela es de carácter capitalista y rentista. Ciertamente el socialismo apenas ha comenzado a implantar su propio dinamismo entre nosotros. Este es un programa precisamente para afianzarlo y profundizarlo, direccionando hacia una radical supresión de la lógica del capital que debe irse cumpliendo paso a paso., pero sin aminorar el ritmo de avance hacia el socialismo.

nzar hacia el socialismo, necesitamos de un pode popular capaz de desarticular las tramas de opresión, explotación y dominación que subsisten en la sociedad venezolana, capaz de configurar una nueva sociedad desde la vida cotidiana donde la fraternidad y la solidaridad corran parejas con la emergencia permanente de nuestros modos de planificar y producir la vida material de nuestro pueblo. Esto pasa por pulverizar completamente la forma de Estado burguesa que heredamos, la que aún se reproduce a través de sus viejas y nefastas prácticas, y darle continuidad a la invención de nuevas formas de gestión política.”

Extraído de “Propuesta del Candidato de la Patria Hugo Chávez Frías, por la gestión bolivariana socialista 2013-2018”.

Me ha parecido conveniente incluir este párrafo, porque nos aporta una honesta caracterización del proceso venezolano, señala un lúcido trazo grueso para avanzar en la transición al socialismo y esta incluida en la presentación del programa electoral, documentos que siempre son más proclives a ganar votos que a despertar conciencias.

En conjunto este párrafo permite sintetizar donde está parado el proceso bolivariano a 12 años de haber llegado al gobierno. Lo que se hizo, lo que no se hizo todavía y que se está discutiendo. En un reportaje reciente a Modesto Guerrero da algunas cifras que permiten ilustrar estos avances: 3 millones ochocientos mil hectáreas recuperadas por las campesinos, 300 empresas (muchas de ellas estratégicas de hierro y aluminio) con control obrero, mas de 800 medios comunitarios (radios y TV. Y agrego, cientos de miles de personas participando en centros comunales, una creciente politización de la sociedad, etc. etc.
El proceso bolivariano es un buen espejo donde debe mirarse la izquierda argentina para formular su autocrítica.

Algunos antecedentes del proceso bolivariano y su comparación con la Argentina

En la segunda mitad del siglo XX, Venezuela nunca entró en los diagnósticos de la izquierda latinoamericana y europea como un país con posibilidades revolucionarias. Es cierto si que revolucionarios como Douglas Bravo llegaron a ser parte de la Mesa del Che en tiempos de la OLAS, pero para guerrillas eran mucho mas interesantes y promisorias las de Colombia o Guatemala; si se pensaba en masas campesinas y mineros dispuestos a enfrentamientos radicales había que mirar a Bolivia, si se pensaba en izquierda organizada había que mirar a Chile, y si en cambio se consideraba la experiencia de lucha de la clase obrera, la referencia era la Argentina.

Venezuela era un país despolitizado, donde la aparición del petróleo cambió su matriz agropecuaria y millones de campesinos se desplazaron a sobrevivir en las ciudades de las migajas del estado petrolero. En Venezuela había mas vendedores ambulantes (buhoneros) que trabajadores y en ningún libro figuraba la ocurrencia que los buhoneros pudieran hacer una revolución. Desde la concertación del acuerdo de Punto Fijo entre socialdemócratas y socialcristianos en 1958, Venezuela fue el ejemplo de la total subordinación de las clases populares por mecanismos democráticos institucionales: Una clase obrera débil y escasamente sindicalizada, un bajísimo desarrollo de la lucha de clases permitió a Venezuela ser una excepción en America del Sur. Allí no fue necesario dar ningún golpe de Estado, y promover regímenes represivos de facto para controlar a las masas.
En 1989, al asumir su segundo período presidencial Carlos Andrés Pérez, anunció un fuerte programa de ajuste neoliberal, que incluía la privatización de la compañía PDVSA que tuvo la inesperada replica de una gran rebelión popular, el Caracazo, que se desarrolló en distintos puntos de Venezuela, con un saldo no menor de 1500 muertos.

El Caracazo sorprendió también al conjunto de los analistas de izquierda, pero pronto fue clasificado y etiquetado como un buen ejemplo de lo inconducente de las rebeliones populares cuando no existen organizaciones revolucionarias que las conduzcan. Sin embargo quienes se tomaron el trabajo de estudiar los años posteriores pudieron advertir que el Caracazo animó el desarrollo de la lucha de clases en Venezuela. Esta animación fue importante en relación a los años anteriores, pero muy lejos de los que se desarrollaron en otros países como la Argentina o Bolivia. Para que sirva de comparación: lo acumulado en ocupaciones, movilizaciones, huelgas y cortes de ruta en 10 años entre 1989 y 1999 es similar a lo acumulado en la Argentina en un año pico (como fueron 2001 o 2002).

La primera pregunta que nos propone el espejo de Venezuela es porqué en países donde la experiencia de lucha era mucha mas rica, como es el caso de la Argentina, donde había desarrollados movimientos sociales como es el caso del MST en Brasil, se ha avanzado muy poco como izquierda independiente, al punto que proyectos neodesarrollistas han sido capaces de neutralizar y fragmentar buena parte de la militancia popular, y donde el gobierno ha conseguido un amplio apoyo electoral proponiendo un “capitalismo serio”.

Una anécdota ilustrativa

En 1992 se produce el golpe militar de Hugo Chávez que entre otras cuestiones divide las opiniones de la izquierda venezolana. Algunos grupos lo acompañan, otros lo repudian.

Ese mismo año se desarrolla un encuentro del Foro de San Pablo, que había surgido como una iniciativa del PT de Brasil, como un intento de reagrupar la izquierda latinoamericana en momentos muy difíciles. Las sedes del foro eran rotativos y no recuerdo si se realizó en Nicaragua o en México. Lo que si es seguro es que buena parte de la izquierda latinoamericana vetó la presencia de los bolivarianos por considerarlos de ideología sospechosa.

Al año siguiente, 1993, se realiza el Foro en La Habana, y los anfitriones imponen que este presente la delegación bolivariana. En el desarrollo del Foro el tema de Venezuela y del golpe de Chávez no está ausente. En esa circunstancia se produce un hecho que me parece importante puntualizar porque es muy ilustrativo.
Jorge Altamira, en representación del Partido Obrero [de Argentina], increpó a Fidel Castro por el hecho de que el gobierno cubano había repudiado el golpe de Chávez y había mandado su solidaridad a Carlos Andrés Pérez. Altamira no apoyaba el golpe, sino criticaba al gobierno de Cuba porque apoyando a un gobierno burgués, demostraba que no eran revolucionarios, etc. etc.

Fidel se defendió diciendo que el personalmente no lo había hecho, pero que el gobierno de Cuba como política de Estado no podían hacer otra cosa que repudiar el golpe de estado a un gobierno elegido democráticamente.

Después cada cual se fue a lo suyo. Altamira a publicar en la primera pagina de su diario la polémica donde desenmascaró a Fidel, y los cubanos se dedicaron a empezar a conspirar con los bolivarianos para aportar a hacer una revolución en Venezuela.

Una autocrítica necesaria

Alguna vez escuché en Venezuela que la revolución de Chávez era "la revolución de las doñas". Y usaban la palabra doña en el mismo sentido que se usa en la Argentina para designar a las madres, que muchas veces son únicas jefas de hogar, en los barrios populares. También he escuchado que es “una revolución sin revolucionarios”.

Mirándonos en el espejo venezolano me atrevo a proponer algunas provocaciones: Acá revolucionarios (o que decimos tener vocación de serlo) no faltan. ¿Cómo es posible que los venezolanos hayan hecho tanto con tan poco y los argentinos hayamos hecho tan poco, con tanta potencialidad?

Hace algunos años justificábamos nuestras incapacidades haciendo alusión a los 30.000 compañeros desaparecidos. Pero han pasado 40 años de la masacre de Trelew, 36 años del golpe del 76 y casi 30 años del retorno a la democracia.
Mirándonos en el espejo del proceso bolivariano parece claro que hay algo que no esta bien en nuestra izquierda y seguramente los mas viejos tenemos mas responsabilidades que los mas jóvenes.

La primera cuestión que me parece importante remarcar es que a nuestra izquierda le fue mucho más fácil luchar contra el neoliberalismo (Menem, De La Rua), que contra el neodesarrollismo (los Kirchner).

En las luchas contra el neoliberalismo cualquier reclamo político reivindicativo se convertía en una lucha política que enfrentaba al gobierno y su proyecto de país. Esto se percibía en los cortes de ruta con el apoyo explicito de la población, que podía sintetizarse en: “no se muy bien porque están peleando, pero los apoyo porque están contra el gobierno”.

La rebelión de 2001 obliga a las clases dominantes a intentar una recomposición de su hegemonía, y está queda a cargo del justicialismo que fue el partido que había apoyado las medidas neoliberales mas extremas en tiempos de democracia constitucional. Este partido político ahora encabezado por Néstor Kirchner va a apoyarse en los grupos económicos ganadores de la pulseada que se definió con la devaluación, en tiempos de Duhalde: los grupos exportadores.

El kirchnerismo va a destacarse por una enorme audacia e iniciativa política que, acompañado por un ciclo económico muy favorable para las economías primarizadas por el neoliberalismo, le va permitiendo recuperar consenso y confianza en la institucionalidad. Creciendo a tasas chinas al igual que otros gobiernos neoliberales como Chile y Perú (por eso la valorización de las exportaciones primarias no es un dato menor) va a formular un modelo de país que se apoya en las bases construidas por el neoliberalismo (saqueo de recursos naturales, concentración y extranjerización del capital, precarización laboral) con un discurso antineoliberal, que reivindica muchas banderas históricas populares.

Llamamos a este modelo neodesarrollismo porque recupera poderes del Estado Nacional e incorpora algunos niveles de desarrollo industrial pero que básicamente apunta a las exportación y esta en manos de multinacionales. El ejemplo más ilustrativo son las automotrices.

La política del kirchnerismo y las organizaciones populares

De algún modo puede decirse que el kirchnerismo crea un nuevo clima político que desnuda todas las carencias de las organizaciones populares, aporta a la fragmentación de las organizaciones y movimientos y está presente en todas las crisis. Que se sepa no hay ninguna organización política que funcione con una escafandra y traje de buzo, por lo cual siempre está presente en nuestros debates de la izquierda independiente. Y puedo asegurar que no solo dividió la CTA y los organismos de derechos humanos, el movimiento piquetero y las nuevas expresiones sindicales. También le robó militantes a todas las organizaciones.

Las dificultades políticas de la izquierda independiente, o que reivindica el poder popular para transformar la sociedad, antes y después de la ocupación y transformación del Estado, no son un invento argentino y del kirchnerismo.
También hay neodesarrollismo en Brasil y también salta a la vista que para el movimiento popular mas importante del país, el MST, era mas fácil enfrentar al neoliberal Collor de Melo, que a Lula y Dilma.

La apuesta política que hace el MST es esperar etapas más favorables para enfrentar políticamente a los gobiernos neodesarrollistas. Esto le significa por un lado condenar a alrededor de medio millón de familias que vivían en campamento con carpas de nylon a esperar, sin poder asentarse, con múltiples deserciones y conflictos. Por otro lado favorece a los que ya estaban asentados, más de un millón de familias, que pueden colocar sus producciones en las bolsas de alimentos que reparte el gobierno y que reciben recursos para fortalece su economía popular. En lo político el MST pasa de un tibio apoyo y una relación conflictiva durante el primer gobierno de Lula, a una posición que es cada vez más oficialista. Y esto no es una cuestión de dirigentes, los propios asentados se sienten incluidos en el proyecto neodesarrollista. Esto no es una fantasía. Veamos los proyectos de país de la burguesía local brasileña.

Cuando existía el MERCOSUR la fabrica era Brasil, Argentina ponía los alimentos y Uruguay, Punta del Este y el paraíso financiero. En ese esquema era tolerable seguir adelante con la reforma agraria, aun desde el punto de vista de intereses burgueses industriales enfrentados a los terratenientes. Pero después Brasil se empieza a integrar al Brics y allí la fábrica es China, y además se da una valorización de los alimentos y aparece el biodisel. En consecuencia hay desinversión capitalista en la industria e inversión en agronegocios. La burguesía brasileña calcula que con cuatro millones de familias que produzcan alimentos les alcanza para que coman todos (dentro de las limitaciones conocidas). Todo lo demás va a agricultura de exportación, biodiesel, etc. Chau reforma agraria, pero los asentados del MST quedan incluidos en el modelo. En consecuencia son oficialistas y las propias bases empujan para serlo más.
El ejemplo del MST demuestra que demandas corporativas, incluso de un millón de familias, pueden ser absorbidas por el neo-desarrollismo. No pasaba lo mismo con los gobiernos neoliberales.

Planteado el problema de que las políticas neodesarrollistas nos toman examen a la izquierda independiente y salimos muy mal parados, podemos hacer un recuento de muchas experiencias que fueron parte importante de la rebelión del 2001 y que hoy han quedado devastadas o han sido absorbidas por el kirchnerismo.

De la radicalidad ante el neoliberalismo a la defección con el neodesarrollismo

iencias autonomistas

Sin pretender englobar a todos los que se proclaman autonomistas en esta caracterización es indudable que hubo un importante sector militante que haciendo una lectura eurocentrista de la rebelión de 2001, y poniendo mas el acento en cómo se diferenciaba de la izquierda clásica, en vez de qué querían construir, defendieron la idea de que el aislamiento generaba pureza y que organizarse conducía indefectiblemente a la burocratización. Esas experiencias, que podemos ilustrar con las asambleas autónomas de capital o el MTD de Solano, terminaron siendo absorbidas por el kirchnerismo.

El antiestatismo militante

Dos expresiones muy radicales de esta posición fueron las Madres de Plaza de Mayo, línea Hebe, que se oponían a los juicios a los genocidas porque no querían generar expectativas en la justicia burguesa y que se opusieron a las indemnizaciones de los familiares de las víctimas porque significaba prostituirse y negociar la sangre de los caídos. Dentro del movimiento piquetero, Toti Flores del MTD la Matanza se oponía a recibir planes sociales porque los convertía en rehenes del Estado.

Hebe de Bonafine y sus Madres apoyan explícitamente al kirchnerismo y Toti Flores es diputado de la Coalición Civica, partido fundado por Elisa Carrió [centro derecha]

El corporativismo

Alguna vez hemos escuchado que no había expresión más genuina de la lucha anticapitalista en la Argentina que las fábricas recuperadas. En términos ideológicos una fabrica recuperada es una experiencia fascinante de acción anticapitalista, pero esto no determina mecánicamente que quienes hayan hecho esa experiencia apoyen en lo político proyectos anticapitalista. En los hechos la abrumadora mayoría de quienes trabajan en fábricas recuperadas apoyan el proyecto político de Cristina Kirchner de promover un capitalismo "en serio". Las excepciones, como Zanon, son conocidas.

La cuestión es que dentro de un proyecto neodesarrollista también hay un lugar para las fabricas recuperadas, como también lo hay para los pequeños productores, para algunas comunidades originarias, para algunos cooperativistas que trabajan en los planes como Argentina Trabaja. Y hasta para conducciones obreras democráticas y combativas como las del subte [metro]. El único requisito es que sigan haciendo lo mismo que en los tiempos previos al 2001, que demanden corporativamente, pero que no cuestionen el proyecto de país ni sus ejes troncales.

El único requisitos es que confundan trincheras de lucha donde se prefigura una nueva sociedad, con apacibles islas que van anticipando la nueva sociedad, mientras flotan esperando mejores tiempos. El único requisito es que no se le dispute un proyecto de país a la izquierda del kirchnerismo.

La novedad que ofrece el gobierno frente a estas conductas corporativistas es que si en tiempos de Néstor [el fallecido ex-presidente Kirchner, marido de la actual presidenta Cristina] el acento estaba puesto en concentrar poder y la consigna era subordinación o ventanillas de recursos cerradas, en tiempos de Cristina, con un poder mas consolidado, hay una preocupación por extender una hegemonía mas laxa y para la neutralidad también hay ventanillas, mas chicas, de recursos. Hasta se puede ser “independiente”, nunca opositor por izquierda... En palabras de un conocido dirigente de la Cámpora ["movimiento social" oficialista] en una entrevista con compañeros del FPDS: "con ustedes se puede conversar, no se presentan a elecciones".

Las propuestas electorales son apenas una escaramuza táctica dentro de la gran batalla de impulsar otro proyecto de país, y seguramente la izquierda independiente no hará temblar al kirchnerismo presentándose a elecciones, pero también es cierto que no presentarnos a elecciones (que obliga a formular un proyecto de país y disputar políticamente) es una “prueba de amor” exigida por el kirchnerismo para darnos el carnet de neutrales.

La negación de lo nacional

Quizás uno de los aciertos mas importantes del kirchnerismo ha sido la recuperación de la historia nacional y del concepto de nación y de patria, que permite vincular pasados episodios del desarrollo de la lucha de clases con el presente en tiempos de globalización pinchada e imperialismos agresivos.
El hecho de que esa vinculación entre el pasado y el presente que hace el kirchnerismo sea forzada -resulta muy polémico decir que la continuidad de Artigas es Grobbopatel [Gustavo, el "Rey de la Soja" transgénica]-, no invalida que desde la izquierda tengamos que reivindicar a Artigas.

Lo que muy bien han hecho los venezolanos, rescatando la primera resistencia originaria de Guaicaipuro, las gestas libertadoras de Bolívar y Zomora, y a figuras mas recientes como Fabricio Ojeda, para concluir que esa luchas de liberación solo pueden concluirse con la construcción de la Patria Grande y el Socialismo, ha sido un punto muy flojo en la actualidad de nuestra izquierda independiente. Menciono la actualidad porque creo que en los setenta, muchas organizaciones estaban más formadas en esas cuestiones y no había empacho en relacionar a Tupac Amaru y Artigas con los Programas de Huerta Grande y La Falda [del sindicalismo revolucionario, 1857 y 1962].

Es difícil poder pensar un proyecto de país si no somos capaces de reconocer que lo que hoy es la Argentina es el resultado de una disputa de proyectos de país antagónicos desde el mismo momento de la invasión española. Si no podemos entender que la Nación no es lo mismo que el Estado Nacional que crearon Roca y Compañía, justamente sobre la derrota de la Nación, o al menos del proyecto mayoritaria dentro de la Nación.

No hay posibilidades de enfrentar al neodesarrollismo desde el analfabetismo histórico, También en ese tema, con Menem y De la Rua, todo era más fácil.

El esencialismo

Muchas veces nos curamos en salud tirándole el fardo del esencialismo a la izquierda clásica, a los partidos del FIT [Frente de Izquierda y de los Trabajadores, trotskista] y otros parecidos.

Esencialismo es en realidad una forma de pensar donde nos atribuimos capacidades y condiciones revolucionarias por argumentos tan variados como ser portadores del saber científico, ser el partido de la clase obrera, ser peronistas como la mayoría del pueblo, ser los hijos de desaparecidos, tener muchos obreros en la organización, ser un genuino movimiento social, por los que más luchamos, los que más nos persiguen, por ser originarios, por ser el grupo más grande, etc. etc.
La izquierda independiente no esta inmunizada contra el esencialismo, su práctica emergente, el sectarismo, y su consecuencia lógica: la disputa caníbal entre las sectas.

Solo desde el esencialismo puede valorase más la diferenciación y la disputa con el que esta más cercano (pero no es tan revolucionario como nosotros), y no valorar la articulación que ve en la cercanía un motivo de celebración y acompañamiento.

El esencialsmo puede servir para fortalecer la mística interna (somos los genuinos, los más puros, los mejores) pero también es un punto débil para enfrentar a las políticas neodesarrollistas.

Los recorridos del esencialismo se pueden ilustrar en la trayectoria de Martín Fresneda, referente de HIJOS Córdoba que fue puesto junta a Darío Santillán y otros referentes populares del 2001, como ejemplos en el libro "La Política está en Otra Parte" de Hernán López Echagüe. Cuando nació la organización Hijos, en La Plata, la mayoría de esos pibes estaban convencidos de que habían heredado genéticamente de sus padres la condición de revolucionarios. De ese núcleo fundador mas del 80% hoy milita en el kircherismo, y Martín Fresneda es el actual Secretario de Derechos Humanos de la Nación que acaba de acusar a Adolfo Pérez Esquivel de utilizar los derechos humanos para hacer oposición (es cierto que en sus declaraciones Pérez Esquivel aporta a una oposición por izquierda, pero en la cabeza de Fresneda significa hacerle el juego a la derecha.)

Si al kirchnerismo no se lo puede enfrentar desde lo corporativo, tampoco desde las sectas. Se lo puede enfrentar desde otro proyecto de país sustentado en una amplia articulación popular, que ponga sobre la mesa que en el país las alternativas no se reducen al oficialismo o la derecha tradicional.

A modo de conclusión:

En el espejo venezolano nuestra izquierda independiente, que reivindica la historia de lucha de nuestra clase obrera y del conjunto de nuestro pueblo como una de las más importantes en America Latina y en el mundo, sale muy mal parada. Esto no nos deja lugar para la soberbia, y cuanto más viejos, tenemos menos derecho.

Sin lugar a dudas la lucha contra el neoliberalismo disimulaba nuestras carencias, pero el neodesarrollismo expone con crudeza nuestras limitaciones y nuestra inconsistencia política.

Dicen que la locura es pretender obtener distintos resultados haciendo lo mismo. Algo de eso nos pasa cuando nos aferramos a recetas que fueron eficaces para luchar contra el neoliberalismo, enfrentando a un nuevo adversario mucho mas astuto y con una enorme capacidad de capitalizar para su propio beneficio esfuerzos ajenos, luchas ajenas, banderas ajenas.

La imagen del “bondi” [autobus] que ahora pinta el kirchnerismo en los murales donde suben a todas las grandes gestas populares y a sus mártires es la mejor representación de lo que enfrentamos.

A ese “bondi” no se lo para desde lo ritual, lo corporativo, lo sectario, lo testimonial o la mera repetición de lo que sabemos hacer. Se lo para con una política que lo enfrente, que le dispute sus banderas, que articule esfuerzos, que tenga vocación de poder político, que tenga disposición a dar todas las batallas. Y sobre todo, que este dispuesta a asumir riesgos y a equivocarse.

www.dariovive.org

 

Este sitio web utiliza 'cookies'. Si continúas navegando estás dando tu consentimiento para la aceptación de las mencionadas 'cookies' y la aceptación de nuestra política de 'cookies'.
o

La Haine - Proyecto de desobediencia informativa, acción directa y revolución social

::  [ Acerca de La Haine ]    [ Nota legal ]    Creative Commons License ::

Principal