Una objetividad impuesta, un mundo de distorsiones


Para avanzar en la reflexión sobre las funciones reproductivas del capital, partimos de la noción de campo de objetividad. Esta noción remite a la estructura consentida de la realidad, a una estructura de poder ya estructurada, a la “superficie de registro en la que recae toda la producción”, en los términos de Gilles Deleuze y Felix Guattari.1 Alude al ghetto de la “normalidad” donde el capital confina a la fuerza de trabajo. También queremos destacar la vinculación del campo de objetividad con las (pre)condiciones objetivas de las funciones reproductivas del capital. Unas condiciones “oficiales” y supervisadas. Condiciones ideológicas, sociales, políticas y culturales impuestas por las clases dominantes y el capital.
El presente artículo forma parte del libro (inédito): La comunidad (auto)organizada. Notas para repensar una política popular, de Miguel Mazzeo.