lahaine.org
Venezuela :: 06/05/2022

Venezuela: 2024 de "Súper Bigote"

Marcos Salgado
Si el camino de recomposición se consolida en lo que falta para las elecciones de 2024, parece difícil que alguien pueda hacerle frente a Nicolás Maduro

En Venezuela, donde la COVID-19 no hizo estragos como en algunos países vecinos, volvieron las marchas y los actos. Este último fin de semana miles y miles marcharon en el Día Mundial de los Trabajadores.

Una marcha y luego un acto cerca del Palacio de Gobierno, donde aparecieron por primera vez carteles con referencias claras a una eventual reelección de Nicolás Maduro para un tercer período consecutivo.

Carteles de “Super Bigote” una caracterización de historieta del presidente Maduro como superhéroe que enfrenta el bloqueo y al imperialismo, dejaron claro que en el Palacio de Miraflores ya se piensa en las elecciones del segundo semestre o fines de 2024, para el mandato 2025-2030.

Es el juego que mejor juega y que más le gusta al gobierno: marcar la cancha de la política interna. 2024 parece muy cuesta arriba para la derecha que ni siquiera tiene candidato. Así el gobierno apura los tiempos y ya tiene el suyo: Nicolás Maduro.

Si el presidente Maduro es reelecto, en el inicio del tercer mandato superaría la cantidad de años de Hugo Chávez al frente del Poder Ejecutivo venezolano. Una marca difícil de imaginar hace poco años atrás, en el primer tramo del primer mandato de Nicolás Maduro o en los primeros dos años del segundo mandato, cuando parecía acorralado por una ofensiva de unos 50 países que se alinearon con EEUU y lo desconocían.

Esos días ya parecen lejos, y aunque hoy por hoy Maduro no parece tener rival en 2024, las acechanzas, viejas y nuevas, están ahí. En el actual panorama, por más que los precios del petróleo favorezca a los países productores como Venezuela, el país va a quedar afectado por la guerra en Europa en términos del intercambio comercial, acceso a bienes y servicios y a los aprovisionamientos de insumos industriales y agrícolas.

Tampoco está claro todavía cómo pueden afectar las sanciones occidentales a Venezuela de un aliado como Rusia, que ha ayudado hasta ahora a Venezuela a escapar al bloqueo impuesto desde EEUU para vender materias primas, comprar productos de primera necesidad y acceder a los mecanismos de pagos internacionales, que ahora Rusia también tiene bloqueados.

El gobierno de Vladimir Putin insiste y ya ha mostrado que tiene músculo para resistir a lo interno, pero los rebotes que pueden recibir sus aliados no están todavía claros. De cualquier forma, en principio, el aumento de los precios del petróleo es vital para Venezuela, y Nicolás Maduro ya prometió que esto se verá en la recomposición del salario y los beneficios de los trabajadores de todos los sectores y de los pensionados, para quienes anunció bonos especiales.

Si este camino de recomposición se consolida en el segundo semestre de 2022 y en 2023 y 2024, parece difícil que alguien pueda hacerle frente a “Super Bigote” en las próximas presidenciales.

----

2024, ¿misión imposible para la derecha venezolana?

Después del estrepitoso fracaso de la estrategia golpista de los halcones de Donald Trump para ahogar «en tres meses» al gobierno de Nicolás Maduro la derecha venezolana no da señales de vida.

2024, la fecha según calendario electoral para las presidenciales en Venezuela está lejos, pero no tanto si se tiene en cuenta la ciclópea tarea que la derecha venezolana tiene por delante: repolarizar a los suyos tras una candidatura única. Si no, hoy parece muy difícil que puedan vencer a un candidato del oficialismo. (¿El mismo presidente Maduro?)

Es que los tiempos de la política en Venezuela los pone el gobierno, eso quedó claro luego del agitado 2019, donde en tropel se sucedió la autojuramentación de Juan Guaidó, el intento de irrupción desde Colombia, y un intento de golpe de Estado, con puesta en escena frente a una base militar en Caracas, todos con Guaidó como protagonista.

Desde aquel momento comenzó un declive sin pausa de la figura del «autoproclamado» con momento cúlmine en la salida de Donald Trump de la Casa Blanca. Un ocaso que fue leído convenientemente por los países que se sumaron a la estrategia destituyente, especialmente varios de América Latina, lo que derivó (con algunos cambios de gobierno mediante) en la muerte por inanición del Grupo de Lima y ahora en la convocatoria del presidente argentino y pro témpore de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), Alberto Fernández, quien tras un encuentro con el presidente ecuatoriano Guillermo Lasso (aliado «ejemplar» de los EEUU, según lo definen públicamente en Washington), pidió incorporar a Venezuela a la región y adelantó que retomará un «vínculo diplomático pleno» con Caracas.

La respuesta de Venezuela al anuncio de Fernández fue de bajo perfil, solo se pronunciaron a favor voceros de terceras líneas y no del Palacio de Miraflores. El que sí respondió rápido para oponerse, desde su escenario habitual para la política, la red Twitter, fue Juan Guaidó, quien enfatizó que la situación no mejora en Venezuela tal como Fernández señala.

En la misma línea salieron los medios cartelizados del continente, pero amagues tímidos, concentrados como están en azuzar el demonio Putin en Ucrania.

Más allá de los resultados concretos que el llamado de Alberto Fernández pueda acercar en los próximos meses, quedó clara la evidente falta de interés que hay en la región en seguir con la presión sobre Caracas. Así, de no mediar una movida fuerte de la administración Biden atada a la reconfiguración mundial que supone la crisis en Ucrania, las miradas deberían posarse dentro de Venezuela, y en 2024.

Guaidó ¿candidato?

Lo primero que tiene que hacer la derecha, está claro, es encontrar una figura candidateable. Es difícil, en una derecha que pasó demasiadas veces de ese ejercicio saludable de disputar elecciones, ocupada como estaba en asaltar el poder como sea y rápido. Un candidato o candidata, más que un instrumento electoral o consigna es lo que parece necesitar una derecha que demasiadas veces engañó a los suyos con espejitos de colores.

Por ahora solo aparecen, tímidamente, algunos instrumentos, como «Salvemos Venezuela», una especie de movimiento que tiene a Guaidó como personaje importante, y que hasta ahora no conmueve. Por ejemplo, en Twitter solo tiene 1655 seguidores, aunque la cuenta se creó en enero de este año. No postulamos aquí que la política se mida en redes sociales, ni mucho menos, pero tan exiguo interés dentro de un sector que suele estructurarse en redes, es al menos una señal importante de desgano. Tampoco logran movilizar en la vida real.

¿Será «Salvemos Venezuela» un experimento en ese sentido? Puede ser, o no. Las esmirriadas convocatorias iniciales de este grupo no ayudan. Pero en la medida que la derecha no cambie de paradigma y se enfoque en la construcción de una alternativa, está claro que Miraflores seguirá siendo misión imposible, y mucho más en el demasiado cercano 2024.

CLAE

 

Este sitio web utiliza 'cookies'. Si continúas navegando estás dando tu consentimiento para la aceptación de las mencionadas 'cookies' y la aceptación de nuestra política de 'cookies'.
o

La Haine - Proyecto de desobediencia informativa, acción directa y revolución social

::  [ Acerca de La Haine ]    [ Nota legal ]    Creative Commons License ::

Principal