El teatrillo de los bastardos

Dependiendo del acto, Zapatero viste corbata o camisuela. Si es muy social la cosa, tema sindical, por ejemplo, va campechano, casi como un paisano de por la calle. Si la cosa se pone seria y tiene que recibir a los señores del FMI, zetapé se pone de traje.

La flexibilidad mental del presi es muy grande. Contra los malos tratos puede afirmar con rotundidad que es una muestra "de una sociedad machista basada en la desigualdad de género y hasta que no acabemos con esos valores no acabaran los malos tratos". La palabrería es pobre sino la acompañan los hechos. La realidad es que no hay ningún mecanismo que haya cambiado, a no ser el judicial, para terminar con los malos tratos. Ninguna ligera reforma educacional o social. Nada pueden, ni quieren hacer, contra impunidad de las empresas que se ceban con las mujeres, sobretodo con las embarazadas. Bajo las palabras del antimachismo se esconde la perpetuación de los valores de una sociedad patriarcal.

Zapatero puede hablar de los derechos de las personas homosexuales y de lo negativo de la inculcación religiosa al mismo tiempo. También puede, como hizo, ir a la misa "oficiosa" de Santiago con Rajoy y el mismísimo Rey donde el obispo gallego afirmo "que la familia heterosexual sigue siendo el motor de la sociedad y todo lo que se aleje de ello es un atentado contra dios y la humanidad’. ZP mantuvo la sonrisa para la foto. No dudo tampoco en ir a visitar al Papa.

El otro día, en el aniversario de la UGT, ZP que fue de sport, se dedico a dar un recital de promesas sociales. "Que si las pensiones mínimas van a subir, que si los salarios mínimos también, que iba realizar un reparto equitativo de las comunidades, que iba a acabar con el hambre del tercer mundo" Sin levantar el puño canto la internacional. Al día siguiente estaba con Paco Solbes, ministro de economía y amigo privilegiado del Banco Mundial, hablando de cómo pueden empezar a desquebrajar los acuerdos sindicales para "ajustar la productividad’.

Quiere, también, reformar la constitución que queda muy cool, eso sí, siempre que la reforma no posea ningún cambio significativo para la ejecución de la misma.

Es habitual en el nuevo presidente que su actuación difiera dependiendo del acto. Sabe que si quiere redoblar su poder, su mandato, debe quedar bien con todos, desde los más conservadores hasta los más izquierdistas. Se casa con todos, y dice, que lo importante es tener talante. Acostumbrado a hablar sin decir nada o a decir siempre lo mismo, en el plano real no cambia absolutamente nada y se va profundizando más y más en este neoliberalismo que no parece tener marcha atrás.

Con la Constitución Europea con bandera se preocupa de quedar bien ante las clases sociales, desde las más pudientes hasta las que no lo son tanto. Se preparan para un nuevo acto de imagen, habrá que decir esto aquí y hacer lo contrario allí. Nada cambiará pero se irá consolidando la imagen de un presi tolerante, dialogante y con mucho, pero que mucho talante. Porque bien sabe él que ni se vota a la persona, ni al partido, ni a las ideas. Se vota sobretodo a la imagen. Esa imagen ficticia creada en los gabinetes y despachos de moncloa.

Así se organizan las cosas en democracia, así es, el teatrillo de los bastardos.

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