Estado español: Los jóvenes y las derechas
La 'democracia' ha negado de facto que, por la vía del trabajo y del estudio, sea posible para una parte cada vez mayor de la sociedad conseguir y hacer efectivos sus derechos
El Instituto Nacional de Estadística (INE) ha reconocido en 2025 un censo poblacional en el Estado español de más de 49.000.00 de personas, de las cuales, algo más del 15,9 % (7.350.000) tienen entre 15 y 29 años.
Por su parte, las encuestas, especialmente las electorales, registran un giro a la derecha entre la juventud. Según los sondeos, Vox sería, con un 25,1%, la primera opción de voto en la franja de edad que va de los 18 a los 24 años. Esta tendencia electoral al parecer se vio reflejada el 21 de diciembre en las elecciones autonómicas en Extremadura.
Simultáneamente a lo anterior y sin intención de restarle ápice alguno de importancia, hay que añadir otros aspectos en sentido contrapuesto, pero a la vez sin una clara concreción electoral. Ejemplos son la implicación de un número importante de jóvenes en la movilización contra el genocidio en Palestina, particularmente, durante la vuelta ciclista a España; la participación de manera amplia y activa en el movimiento feminista y en la lucha por una vivienda digna en el marco del sindicato de inquilinas/os o su determinante presencia en la huelga general de dos días llevada a cabo en noviembre en las seis universidades madrileñas en defensa de la educación pública y de calidad. También en las movilizaciones en defensa del territorio y el medioambiente contra los planes de instalación de la planta de celulosa de Altri en Galicia.
La suma y resta de tanto dato contrapuesto está dando como resultado un aumento de la llamada "polarización política" en la sociedad y, por supuesto, entre los jóvenes. El precio de dicho crecimiento tiene ya su reflejo en el Atlas de polarización que indica que, en el último año, un 14% de los españoles ha roto con amigos o familiares a "causa de las discusiones políticas".
Para terminar de demostrar lo contradictorio del momento, los mismos estudios señalan que la mayoría de los jóvenes españoles se autodefinen como "más de izquierdas que de derechas". A la vez, alrededor del 59% de ellos afirma "no sentirse representado por opción política alguna". Tal carencia provoca que no pocos de los que se autodefinen como progresistas o de izquierdas se muevan en el abstencionismo político y registren una mayor volatilidad entre opciones a la hora de transformar su sentimiento en voto.
Desmontando mitos
A finales de junio de 2025, el Instituto de la Juventud publicaba el "Informe Juventud en España 2024: Entre la emergencia y la resiliencia". Los datos que aparecen en el mismo muestran una juventud que vive una situación que, debido a su base material, se torna insostenible. Hagamos un rápido repaso usando la información del estudio señalado y de otros, cuyas fuentes aparecen al final de este artículo
Los "sísís", valor en alza: El 23% del total de los jóvenes estudian y trabajan al mismo tiempo, desmontando así el mito de su supuesta pasividad. Es muy de resaltar el esfuerzo de los menores no acompañados (MENA): el 89% de los mismos estudia o trabaja, o bien realiza ambas cosas a la vez.
Salario escaso y trabajo precario: A finales de 2024 el salario mediano de la juventud creció un 11% interanual, situándose en 14.046,52EUR anuales, con una tasa de paro que descendió al 19,1%, si bien resulta superior a la media. En las parejas jóvenes, un 56,5% de las mujeres afirman que aportan más dinero a casa que su pareja masculina. Comparativamente con el resto de la población asalariada, las personas jóvenes, incluso las de entre 30 y 34 años, continúan percibiendo sueldos inferiores al resto de la población y su proporción de fijos discontinuos también es superior a la media, como lo es la notable sobre cualificación que revelan en relación a las habilidades que se les requieren en los empleos que encuentran.
Origen plural: Un 24% de las personas jóvenes (18 a 34 años) residentes en el Estado español ha nacido en el extranjero, 7 puntos más del total poblacional del Estado. Sus orígenes son muy diversos, si bien destacan Sudamérica, África y la Unión Europea.
Natalidad deseada: El 72% de las personas entre 15 y 34 años quieren tener un hijo/a, pero sólo el 19% puede. Para el 87% la principal dificultad se halla en la falta de medios económicos. La edad media de la primera maternidad en el Estado español se sitúa en 31,6 años, de las más tardías de Europa. La tasa de fecundidad también estaba muy por debajo del nivel de reemplazo, con 1,16 hijos por mujer en 2022.
Vivienda imposible: A finales de 2024 (en el 2025 resulta peor), alquilar una vivienda libre costaba de media 1.080EUR mensuales, es decir, el 92,3% del salario de una persona joven. En tales condiciones, comprar una vivienda implica destinar a la misma el salario íntegro de 14 años. En este contexto, el 65,6% de los jóvenes viven o dependen económicamente de sus progenitores. El alquiler es el régimen de tenencia más común entre la juventud (57,9%). El modelo de emancipación individual también se reduce: solo el 19,7 % de las personas jóvenes emancipadas vivía sola. El porcentaje de quienes compartían piso escaló hasta alcanzar el 29,3 %.
Salud mental: Los datos resultan especialmente preocupantes en este campo. La tasa de problemas psicológicos en el grupo de 15 a 34 años ha crecido un 590 % en la última década, ubicándose por encima de la media del resto de la población adulta. Un 41,4 % de las personas jóvenes con riesgo alto de comportamiento suicida nunca ha acudido a un profesional.
El Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) ha indicado que las tres principales preocupaciones de la juventud (entre el 20% y el 30% de los encuestados) son la vivienda, la economía y la inmigración. Por su parte, el Instituto de la Juventud sumaba también en el saco de las preocupaciones (con un rango de 8 sobre 10): la precariedad, el trabajo, los derechos de los animales, el cambio climático y la igualdad. Ahora bien, estos dos últimos ítems mostraban, aún manteniendo el mismo rango de importancia, una tendencia descendente. El contrato social
Los de los jóvenes son problemas "de este mundo" y se encuentran directamente asociados al contrato social. Es decir, a la relación existente entre aquello que se aporta a la sociedad y lo que esta, en contraprestación, ofrece y/o garantiza. Su situación no obedece a una realidad diferente a la del resto de la sociedad. Esta afirmación no niega (como las encuestas expresan) un específico punto de vista -no confundir con homogéneo- ni una repercusión o preocupación particular en algunos campos. Al contrario, esa especificidad pone de relieve hasta qué punto en nuestra sociedad están separadas la lista de las obligaciones cumplidas y las recompensas que se suponía que ese cumplimiento aparejaba.
En otras palabras, todos los datos señalan que los jóvenes trabajan o quieren hacerlo y que esperan un salario y un trato digno; que estudian, que desean tener una familia, o poder llamar casa (hogar) a un piso y que les preocupa el medioambiente y la emergencia climática. En resumen, los informes indican que la así llamada "generación Z" (nacidos entre 1997 y 2012) se encuentra muy lejos de poder integrarse y sus miembros de sentirse ciudadanos.
La polarización
Sectores muy amplios huyen del término, imploran contra esa polarización que divide a la sociedad. Acusan de ella a los demagogos de la extrema derecha de Vox, Alvise y señalan que el PP se pliega y es incapaz de (o no quiere) frenar la deriva. Culpan al cada vez mayor número de bulos que aparecen en las redes sociales, reclaman a la juventud que salga de Tiktok y lea periódicos, como si estos no publicaran mentiras o verdades con mucho sesgo, a la vez que deslizan que debemos defender la democracia contra el totalitarismo.
Nadie duda que la derecha y la extrema derecha (que es quien marca el paso a ambas) asustan con sus invectivas contra las mujeres, los inmigrantes, el cambio climático, con su ceguera ante el problema de la vivienda o con su descalificación de lo que llaman la agenda "woke internacional." Espanta aún más que sea precisamente la ideología más reaccionaria la que acabe ganando predicamento entre quienes tienen menor edad.
Los que "están dentro", porque han podido acceder a una casa y tienen coche, trabajo e hijos, son precisamente quienes más escriben sobre ese miedo e identifican los graves problemas estructurales como simples debilidades del sistema del que forman parte.
Pero para los que "están fuera o medio fuera", las "simples debilidades" muchas veces representan la causa nodal y fundamental de su falta de entrada. Por ello, esa democracia que se pide abrazar no tiene tanto valor. La mayoría de nuestra sociedad la prefiere, ninguna encuesta lo contradice, pero muchas y muchos se preguntan de qué democracia estamos hablando y qué se refiere.
El hecho más determinante en nuestra sociedad viene de su naturaleza capitalista. Es la oligarquía burguesa la que la dirige y a quien más y mejor le sirve. Es la burguesía la que da trabajo, la que forma élites, la que construye la información a partir de sus intereses y genera medios para difundirla; la que organiza la explotación de los recursos, comenzando por el trabajo humano y continuando por la naturaleza.
Para la inmensa mayoría de la población, la trabajadora, poco importa que se esté "dentro" o "fuera", la vida representa una competencia por los recursos ya sean sociales o de empleo. Atenuar tal competencia exige impuestos y redistribución de la riqueza, o sea, más democracia y derechos universales sobre los que apoyarla. Pero los sistemas liberales y, con ellos, el contrato social sobre el que se construyen (especialmente en Europa occidental) no funcionan.
La posición no se gana por mérito, esfuerzo o estudio, sino por herencia. Es más, todas las medidas tomadas en los últimos decenios han aumento la fragmentación general y reforzado las diferencias sociales, recortado las políticas compensatorias y negado de facto que, por la vía del trabajo y del estudio, sea posible para una parte cada vez mayor de la sociedad conseguir y hacer efectivos sus derechos o simplemente llegar a fin de mes.
Frente a lo anterior, el recurso del voto se ha revelado como un instrumento poco útil para revertir tales políticas. En estos años, todo el mundo ha aprendido que gobierno y poder no suponen lo mismo y que, en esa dicotomía, el dinero, la oligarquía que lo posee y sus conexiones con el aparato del Estado acaban doblegando o cuando menos paralizando a los gobiernos.
La polarización resulta un efecto evidente de que el contrato y el sistema que dice defenderlo no resultan útiles ni siquiera para la oligarquía, que intenta modificarlo y empuja con dinero, jueces, políticos y gobiernos, empezando por el de los EEUU, pero siguiendo por la UE, más y más a su favor y no duda en atacar derechos, con una población, incluida la juventud, que ve las puertas para mejorar su vida cada vez más cerradas.
Estamos en una época confusa para las fuerzas de progreso, de cambios, de presión y dominio ideológico de las derechas y combatirlo exige modificaciones importantes. Esos cambios que no pueden ser de matiz porque resulta imprescindible abrir las puertas a una nueva generación que reclama con justicia su lugar y papel. El capital no va a parar de jibarizar derechos y vaciar una democracia y un régimen (el del 78) muy poco dúctiles y sensibles a las necesidades habitacionales, medioambientales, de igualdad, laborales, educativas, salariales, etc.
La polarización en sí misma es el resultado, hacia un lado, del empuje del capital que busca unir fuerzas tras de sí y, hacia el otro, de la resistencia, rechazo y búsqueda de alternativas al giro reaccionario antes expuesto. En consecuencia, es inevitable que vaya a más y deseable que las izquierdas identifiquen su fondo y lo aprovechen (en la parte que vale) para avanzar y reagruparse.
Evitar que las derechas continúen avanzando exige ayudar a la juventud y con ello a toda la sociedad. Hay que abrirles la puerta y trabajar por ampliar la democracia y la igualdad en términos republicanos, o lo que lo mismo, restarle poder real a la oligarquía.
La acción de la política constituye un imprescindible para ello y con la que existe ahora, no es suficiente. Falta mucha unidad y movilización. Porque en este campo, el de la movilización, las encuestas, como la del CEO de Catalunya señalan que, siendo el de los jóvenes un sector social con un interés más bajo que la media en la política y con un gran desapego por los partidos, tienen confianza en la movilización y los efectos que ésta puede provocar sobre la sociedad.
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Notas:
1) Este artículo toma sus datos: de la encuesta de 40 dB para El País y la SER, del estudio "La política de los jóvenes en España" (Fundación alternativas), del "informe de Juventud en España 2024" (Consejo de la Juventud de España), del "barómetro de junio 2025" del CIS y de la última ola de barómetro del Ceo de Catalunya https://govern.cat/govern/docs/2025/11/24/10/13/Dossier%20de%20premsa_1145.pdf
2) La última encuesta del CEO de Catalunya el 63% de los jóvenes considera que la movilización es eficaz y un 35% de los de entre 18-24 años participó en una manifestación en el último año.
* Concejal de Más Madrid en Ciempozuelos
Sin Permiso







