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Estado español :: 03/06/2020

Garzón ve positivo pactar con Ciudadanos: ¿hasta dónde va a llegar Unidas Podemos?

Roberto Bordón
El líder de Izquierda Unida saludaba el pacto del Gobierno PSOE-UP con Ciudadanos para asegurar la sexta prorroga del Estado de Alarma

La aritmética parlamentaria es una movida cuando las mayorías están tan ajustadas, podría decir cualquier politólogo, lo que te lleva a tener extraños compañeros de cama cuando tu estrategia se limita al parlamentarismo burgués. De esta forma, hace un par de semanas, el bloque de la investidura se resquebraja y el gobierno daba un giro más favorable a su sección liberal, buscando el apoyo y logrando el acuerdo con Ciudadanos, formación que se separaba del bloque del trifachito momentáneamente para mostrarse útiles al centroderecha (ese lugar en el eje político que a ratos se vende moderado y a ratos le falta poco para exigir reconquistar el Imperio Español).

Esta semana hemos sabido que se ha repetido dicho acuerdo, lo que reforzaría al Gobierno del PSOE-UP de cara a la votación del Estado de alarma, pero también plantea dudas sobre qué han cedido esta vez a la derecha de Ciudadanos para lograr nuevamente su apoyo.

Una especulación sería mantener a un representante en la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), que por primera vez no contaría con representantes del Partido Popular, tras una jugada donde quedan sustituidos por representantes de PNV Y ERC, integrándose también un representante de Podemos y manteniéndose uno de Ciudadanos, así como 4 del PSOE. Esto ha sido visto como una traición por parte del PP que observaría como el PSOE habría roto uno de los acuerdos tácitos del bipartidismo español, reforzando a sus socios de investidura y a Ciudadanos. Durante las primeras horas del anuncio del apoyo de Ciudadanos al Gobierno del PSOE-UP, desde sectores afines al PP y Vox se ha movido la idea de que este sería un primer pago a Arrimadas para lograr su apoyo, pero quedaría por definirse el acuerdo.

En cualquier caso, Alberto Garzón ha salido este martes a anunciar que a él le parece genial el acuerdo. El ministro “comunista” vería favorable un pacto con la derecha liberal para afrontar la situación política y señala que no habría tantas diferencias entre su formación y la dirigida por Arrimadas, sino que estas serían más reducidas y la gente podría verlo si no hubiese tal ambiente de polarización en la política actual.

"Es muy buena noticia que empecemos a abandonar las trincheras que se han estado tejiendo en los últimos años que nos han llevado a una política hostil, de hipérboles discursivas, de exageraciones y de crispaciones que cala en la sociedad", ha asegurado Garzón en declaraciones en La Ser.

Lúcidas palabras para quien más que un ministro “comunista” como repiten a bombo y platillo desde Izquierda Unida, PCE y Unión de Juventudes Comunista Española (UJCE), es más bien neokeynesiano un poco cutre, relegado al Ministerio de Consumo sin pintar mucho en realidad pero siempre firme en su apoyo al social-liberalismo del PSOE (hay que recordar que en diciembre de 2015 cuando se debatía entre un acuerdo PSOE-Ciudadanos con apoyo externo de Podemos, Garzón fue rápido en salir a rueda de prensa apenas acabadas las elecciones para ofrecer su apoyo al PSOE casi sin saber ni qué escenario había quedado tras los comicios electorales). Garzón está feliz porque Ciudadanos habría salido de su “trinchera” y estarían dispuestos a pactar asegurando estabilidad al Gobierno de PSOE-UP que no tendría problemas en ponerse de acuerdo en materia de economía o temas sociales con la derecha que defiende abiertamente el recorte a los derechos de la clase trabajadora, la gestación subrogada o la destrucción de los servicios públicos y el medioambiente como hacen en Andalucía.

Garzón y el rol histórico del PCE en el régimen español

Alberto Garzón es un ministro muy interesante, porque resume el devenir histórico del Partido Comunista Español desde la Transición. Una vez derrotados por el PSOE en la carrera para convertirse en pata izquierda del régimen, recluidos a una situación parlamentaria minoritaria y con una creciente perdida de influencia en la sociedad civil, el PCE ha asumido históricamente su rol como muletilla del PSOE, con breves excepciones como el periodo de la táctica de la pinza al PSOE.

Ya sea en la época del Frente Popular o posteriormente con el Eurocomunismo, el PCE siempre ha justificado de un modo u otro pactar con la burguesía en defensa del mal menor, cuando no han participado directamente de dicho mal de forma activa. Izquierda Unida heredó este pensamiento, de forma todavía más adaptada al régimen burgués y lo ha mantenido durante décadas hasta la actualidad, donde ha entrado al gobierno de un Estado burgués e imperialista sin mayores contradicciones, han asumido fácilmente el reparto de cargos con PSOE y Podemos y se han puesto rápidamente a trabajar para gestionar el Estado capitalista. No era algo nuevo en realidad para un sector de la organización, que ya en 2012 participó en una experiencia de gobierno con el PSOE en Andalucía donde no tuvieron problemas en aceptar recortes y defenderlos con la máxima de que el gobierno del PSOE-IU “aprieta, pero no ahoga” en comparación con las políticas del PP de aquel momento a nivel estatal.

Garzón como he mencionado, resume este bagaje histórico porque su entrada al gobierno es secundaria, ocupa una cartera con pocas funciones y como es sabido no ha sabido cumplir la única demanda que muchos sectores populares le demandaban y que se encontraba en el programa político tanto del PSOE como de Unidas Podemos. No sólo no supo acabar con las casas de apuestas, sino que quiso vender su derrota como una victoria y un gran plan estratégico ejecutado con éxito. De una persona que parece concebir la estrategia como algo reducido a las posibilidades del juego de mesa “Risk” no es sensato pedirle mucha más perspectiva política. Y es que Garzón actúa para vender como victorias lo que son objetivamente derrotas no solo para la clase trabajadora sino para su propio aparato político, en este caso, el pacto con Ciudadanos.

¿Qué esperar del futuro de estos pactos?

Nada bueno para las clases trabajadoras, viendo el ejemplo que propone Ciudadanos para la sociedad desde los distintos gobiernos autonómicos en los que participa, como el Andalucía o el de la Comunidad de Madrid, donde recorte tras recorte, los derechos de las trabajadoras se ven menguados y aumenta la pobreza y la explotación. Sin embargo, esto no es algo nuevo para Izquierda Unida o para Podemos, que sabían donde se metían al entrar a gobernar con el PSOE. El social-liberalismo tampoco tuvo problemas en destrozar las vidas de las trabajadoras cuando ha tenido que hacerlo para defender los derechos de los grandes empresarios, con reformas laborales (de las cuales Unidas Podemos no habla), leyes de desahucios exprés, recortes en Educación con el Plan Bolonia o en gobiernos autonómicos, intervenciones militares como la de Libia, los GAL ejecutando jóvenes en Euskadi y otras lindezas de un PSOE que ha construido prácticamente el régimen del 78 como lo conocemos actualmente.

A Garzón le parece genial la situación actual porque de la mano de Pablo Iglesias han cumplido su objetivo histórico desde la Transición, llegar al gobierno del Estado español ¿Para qué? Dicen que, porque así habrá reformas buenas para las clases trabajadoras, un chiste a estas alturas. Vemos cómo de manera sincera, Garzón ha admitido que en los planes del PCE entran mantener la política de recortes que sea necesaria para demostrar que son los mejores gestores del capitalismo y quizás así lograr una continuidad en su presencia en el gobierno en futuras legislaturas. En cualquier caso, se trata de un nuevo paso del PCE pidiendo migajas mientras tratan de lavar la cara a la burguesía española, hablando de democracia y de que el comunismo de Marx y Engels son los derechos humanos reconocidos por la ONU, como afirmaba Garzón no hace tantos años en una entrevista de radio, donde trataba de ponerle nueva pintura al viejo aparato eurocomunista que dirige.

Una izquierda revolucionaria que se proponga como alternativa a la barbarie

En un mundo en llamas, literal y figuradamente como el actual, con catástrofes medioambientales, el declive del imperialismo estadounidense y de la Unión Europea, el ascenso del imperialismo chino, el futuro lleno de crisis económicas y recortes a las vidas de la clase trabajadora se hace necesario reconstruir el Partido de la Revolución Mundial Proletaria. Un partido que no se trata de una burocracia organizada para juegos parlamentarios y para mendigar ministerios al PSOE mientras tus juventudes se las dan de radicales en redes sociales, sino un partido como lo entendía Trotsky en 1921: “El partido revolucionario como la experiencia acumulada y organizada del proletariado, armado de una teoría justa, en conexión con las masas revolucionarias y dotado de una perspectiva revolucionaria y audaz”.

http://www.izquierdadiario.es/Garzon-ve-positivo-pactar-con-Ciudadanos-hasta-donde-va-a-llegar-Unidas-Podemos

 

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