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Pensamiento :: 21/09/2004

Globalización. Precariedad(es). Poder Constituyente.

Agustín Morán - CAES
La precariedad multilateral y generalizada, que supone una catástrofe humanitaria y social, no se resuelve con un "buen empleo", porque la causa de la precariedad es, precisamente, el trabajo (asalariado), que es lo mismo que decir el dominio del capital sobre las relaciones sociales. Sin embargo desde fuera de la lucha contra la precariedad laboral tal como se manifiesta, sólo tenemos compasión, oenegés, "crítica artista" y lucha de frases.

1 Globalización.
La globalización capitalista es un régimen político cuya base social integra, en los países desarrollados, tanto a las minorías poderosas como a las amplias clases medias. En todo el planeta, mil millones de personas, beneficiarias de este modelo de modernización, constituyen una élite cuya movilidad y capacidad de consumo, se basan en la exclusión de la mayoría de la humanidad; a pesar de ello, sus intereses particulares aparecen como universales. El sistema político parlamentario que, en muy diferentes países y tradiciones, asegura las condiciones económicas, culturales y represivas para la perpetuación de este modelo, ha secuestrado el nombre de "democracia".

La imposición de los valores de esta minoría interclasista sobre los derechos humanos y las culturas tradicionales de pueblos y naciones, es una forma de violencia simbólica específica del capitalismo global. Cualquier resistencia verdadera al colonialismo de este grupo privilegiado, justifica el uso "democrático" de la violencia estatal y de las guerras preventivas contra el enemigo exterior ó interior.

Un nuevo nacionalismo consumista, ahora global, expresa los intereses de dicha minoría cosmopolita, cuya estabilidad se basa en la satisfacción del deseo individual a través del mercado, la inexistencia política de las mayorías excluidas y el control, o eventual destrucción, de cualquier otra identidad o sujeto social emergente refractario a este orden.

2 Precariedad(es)
En el capitalismo, la exclusión y la precariedad no son estados carenciales como la vejez, la enfermedad o la infancia, sino circunstancias artificialmente producidas a través de una generalizada violencia social. La fuerza del capital radica en su capacidad para vampirizar los procesos de vida y cooperación social, alimentando con ello su propia valorización y convirtiéndose en el verdadero sujeto constituyente de la sociedad.

Esta lógica crea una dislocación generalizada: la economía deja de ser un instrumento para la vida social, haciendo de la sociedad un instrumento para la economía; el trabajo humano, como fuente de valor y de plusvalor, debe expresarse como trabajo asalariado y con ello, deja de ser para la vida, pasando a ser la vida para el trabajo asalariado; la naturaleza no es tratada como nuestra casa sino expoliada, manipulada y contaminada; los sentimientos, la compasión y las emociones, solo cuentan como una moral interior sin consecuencias en nuestras formas de vida, trabajo y consumo; las necesidades humanas sólo pueden satisfacerse a través del mercado o del estado, pero no a través del apoyo mutuo, con nuestra propia participación y desde dentro de la comunidad; los cuidados de las personas, al realizarse por las mujeres en el interior del hogar familiar, no están en el mercado de trabajo y por tanto, no existen oficialmente, la actividad de cuidados, en el lenguaje oficial de la Encuesta de Población Activa (EPA), se clasifica como "inactividad’, este "pequeño detalle técnico" expresa la subordinación de las mujeres respecto a los hombres; las principales relaciones entre las personas no se producen directamente, sino a través del intercambio rentable, es decir, a través del dinero; las personas no son sociables, lo que es sociable es el dinero; en el capital, no en las personas, radica el principio de cooperación y de producción de riqueza; las personas se relacionan entre sí como cosas y las cosas se relacionan entre sí como personas; el orden social no se funda por las relaciones entre las personas a través del diálogo (política), sino por las relaciones entre las cosas mediadas por el dinero a través de los precios (mercado).

Esta precariedad multilateral y generalizada, que supone una catástrofe humanitaria y social, no se resuelve con un "buen empleo", porque la causa de la precariedad es, precisamente, el trabajo (asalariado), que es lo mismo que decir el dominio del capital sobre las relaciones sociales. Sin embargo desde fuera de la lucha contra la precariedad laboral tal como se manifiesta, sólo tenemos compasión, oenegés, "crítica artista" y lucha de frases.

Casi toda la sociología del trabajo y casi toda la izquierda, consideran el conflicto como una anomalía, a pesar de que el conflicto de clase y de género están clavados en el núcleo de una vida cotidiana presidida por la producción y el consumo de mercancías. La capacidad de la fuerza de trabajo para crear valor se debe, precisamente, a esta violencia constitutiva de la relación salarial. La subordinación del tiempo de vida, del tiempo de trabajo, del tiempo de creación artística y del tiempo de cuidados al tiempo del trabajo asalariado, vale decir al tiempo de producción de plusvalor para el capital, parece algo "natural". Tal subordinación, lejos de mostrarse como la causante de la degradación del trabajo y de las relaciones humanas, aparece, como si dicho trabajo asalariado y su protagonista, el "pater familiae"obrero, se enriquecieran por su cualidad de crear valor para el capital.

La base de las teorías que legitiman la precariedad y la exclusión, ofreciendo, como única salida, más mercado o más estado, se asientan en una representación falsa de la naturaleza humana. La economía, la sociología, la antropología y la sicología, actuales, partiendo de la falacia del "individualismo metodológico", deben resolver el problema de la constitución de la sociedad desde la teología del mercado (cada uno mirando dentro de sus propios intereses construye, por una fuerza providencial - la mano invisible -, la convivencia ordenada) y desde la dictadura del estado (sin una autoridad exterior que ponga las normas es imposible la convivencia).

Desde la noción de una naturaleza humana social que incluya la condición social de las personas resultado del orden de relaciones sociales, los fenómenos de precariedad y exclusión, es decir la situación social de l@s precari@s y excluíd@s, ya no aparece como algo ajeno a la situación social (los hábitos de trabajo, participación política y consumo) de los incluidos. Es decir, para modificar la condición social de los excluidos es necesario modificar la condición social de los incluidos. La concepción de la naturaleza humana como una naturaleza social, permite comprender racionalmente la dimensión política de la precariedad y la exclusión y, por lo tanto, abrir la posibilidad de modificar dichos problemas desde nuestras propias acciones y omisiones.

La fuerza del capital proviene de la violencia con la que se constituye en sujeto dominante. Esta violencia excluye todas las dimensiones de la vida que no son útiles para el beneficio económico privado. El poder capitalista inocula a sus víctimas esta lógica en forma de deseos de consumismo y apropiación irracionales. Pero la debilidad del capital radica en la posibilidad de que sus víctimas comprendan la naturaleza de este mecanismo y se vuelvan contra él, haciéndolo imposible.
Sin dejar de pertenecer, en parte, a esta lógica que lo invade todo, es necesario identificarla y nombrarla para, tanto desde dentro como desde fuera de ella, combatirla. Lo excluido y lo apartado reaparecen, frecuentemente, de forma desordenada y pervertida, generalizando la lucha entre los de abajo y dando armas a los de arriba para reducir las libertades. Desde dentro de esta lógica excluyente no hay solución, porque ambos extremos incluido - excluido son sólo los dos polos, a lo sumo intercambiables, de un mecanismo antisocial e inhumano. Un buen empleo, un buen salario, un buen consumo, no bastan para eliminar la precariedad de sus beneficiarios porque, en el capitalismo global, implican la degradación de la naturaleza, la exclusión de much@s y la subordinación de las mujeres.

3 Marxismo precario
Por su importancia en la estrategia social - demócrata para controlar el Movimiento Antiglobalización, es necesario mencionar una corriente del marxismo cuyo principal referente es Toni Negri y cuya noción central es "General Intellect" ó Inteligencia General.

En el cuaderno nº 6 de "Los Grundrisse" hay un capitulo de 26 páginas conocido como el "Fragmento de las máquinas" en el que Marx, desde una sagaz mirada al desarrollo de la maquinaria y la gran industria capitalista, desliza algunas afirmaciones que, descontextualizadas, resultan excesivas, e incluso incongruentes con su propio discurso. Por ejemplo: "la apropiación del tiempo de trabajo ajeno deja de constituir o crear la riqueza..."; "el trabajo inmediato deja de ser la base de la producción... porque se transforma en una actividad más vigilante y reguladora..."; "la creación de riqueza y el poder efectivo de los agentes puestos en movimiento durante el tiempo de trabajo no guarda relación con el tiempo de trabajo inmediato... sino que depende... del estado general de la ciencia, el progreso y la tecnología "... desaparece el trabajo inmediato y su cantidad como principio determinante de la producción..."

Estas afirmaciones de Marx, escritas en 1857 - 58, corresponden a un momento de gran creatividad y plasticidad intelectual durante la primera gran redacción de la obra de El Capital. En está época, Marx está muy lejos aún del afinamiento categorial al que llega, quince años después, en la 2a. edición del capital, donde ya ha conseguido distinguir fuerza de trabajo y trabajo, plusvalor y ganancia, valor y forma de valor y donde dicha construcción categorial entre en franca colisión con el universo intelectual del que procede (la economía política clásica, el individualismo metodológico y el idealismo histórico de Hegel).
De estas frases, Negri deduce que "el actor fundamental del proceso social ha devenido saber social general o fuerza de trabajo inmaterial" "dicho sujeto es autónomo respecto al tiempo de trabajo impuesto por el capital y la explotación", lo cual nos conduce "... a la independencia de la actividad productiva frente a la organización capitalista de la producción y el proceso de constitución de una subjetividad autónoma en torno a lo que hemos llamado intelectualidad de masas" ... "la verdad de la nueva composición de clase aparece más claramente en los estudiantes...". "la intelectualidad de masas se constituye sin necesidad de pasar a través de "la maldición del trabajo".

Si en el trabajo, la organización de la sociedad, del poder y de sus formas de legitimación encontraban un fundamento y una soberanía, hoy esas funciones se dan de manera separada y con formas de legitimación antagonistas. "... El intelectual se encuentra completamente en el interior del proceso de producción... su interacción no puede reducirse a una función epistemológica o critica, ni tampoco a un compromiso o testimonio de la liberación sino que es en el nivel de agenciamiento colectivo donde interviene. Se trata de una acción crítica y liberadora que se produce directamente en el interior del mundo del trabajo para liberarlo del poder parasitario de todos los patronos y para desarrollar esa gran potencia de cooperación del trabajo inmaterial que constituye la cualidad (explotada) de nuestra existencia. Aquí el intelectual está en completa adecuación con los objetos de la liberación en el nuevo sujeto, el poder constituyente, la potencia de comunismo".

En estos párrafos de Negri y Lazzarato(1) aparecen comentados algunos pasajes del "fragmento de las máquinas" del volumen II de los Grundirsse(2). En dichos textos, se hace notar, tanto la fascinación por el progreso y la tecnología que aparece en algunos textos de Marx (y que no reflejan su pensamiento más elaborado sobre el particular), como el momento de geniales visiones y conexiones intelectuales, que redundan en frases y afirmaciones carentes de límites, como es normal en esta descomunal elaboración, aún inmadura. El salto dado por Negri en la lectura de algunos de éstos párrafos, supone una radical abstracción de dichos párrafos respecto al contexto y el proceso de la producción teórica de Marx. Incluso dentro del mismo "fragmento" existen matices que acotan y hasta contradicen dicha lectura.

El pensamiento de Negri, rompe aparentemente con una lectura historicista, mayoritaria en el movimiento comunista internacional, que afirma el avance histórico hacia el progreso y el carácter inequívocamente revolucionario de la clase obrera. El marxismo codificado relativizaba la importancia de construir una subjetividad revolucionaria en la clase obrera, ya que partía de que ésta la poseía por naturaleza. Negri subraya la necesidad de dicha conciencia antagonista. Pero a través de la noción de "General Intellect", reconduce dicha necesidad a "la transformación radical del sujeto en relación con la producción". Al igual que las lecturas "materialistas"tan denostadas por sus epígonos, Negri sitúa la conciencia antagonista en la esfera de la actividad productiva, o dicho de otra manera, vincula una vez más, la conciencia revolucionaria a la condición de explotado.

4 Poder Constituyente
El poder constituyente como sujeto de la democracia radical y de la revolución, no es una dimensión inmanente(3) de la historia, sino que depende de la capacidad de autodeterminación de los sujetos sociales sojuzgados. El poder constituyente no surge de la nada, sino de la conciencia de la opresión y de la voluntad de confrontación con la misma. Para desarrollarse, el poder constituyente debe organizarse como contrapoder. Pero, al hacerlo, entra en colisión con su misma naturaleza. En ese trance, debe elegir entre lo que le hace contradictorio, convirtiendo lo que es una crisis conceptual en una tragedia y lo que le hace impotente, convirtiendo la potencia revolucionaria en recursos literarios para la lucha de frases, los sueños de los traficantes y los traficantes de sueños.

El poder constituyente popular no es una categoría ontológica sino un deber ser, algo contingente(4) que hoy, sin ser imposible, es improbable. La historia se concentra en un presente que se desarrolla impetuoso bajo la dinámica constituyente del capital.

El equilibrio del capital como verdadero poder constituyente depende de su despliegue ininterrumpido y de la violencia totalitaria con la que somete todas las formas de vida y sociabilidad a su propia lógica de valorización.
La globalización, o universalización del capitalismo, se explica, no solo por la fuerza militar, política y mediática del capital y la derecha sino, sobre todo, por la debilidad de la izquierda que, comparte todos los principios de la globalización de una economía crematística, competitiva y abierta.

La impotencia teórica de la izquierda es isomorfa con el fracaso de las lecturas economicistas y teológicas de Marx. El vacío de discursos solventes que, partiendo de la formidable estatura de Marx, clarifiquen las formas de explotación y dominio del capitalismo global, tiende a llenarse con las falacias del neoliberalismo y con diversas modalidades de "marxismo basura". La última de ellas, basada en una noción marginal, el "General Intellect" o Inteligencia General que, convenientemente publicitada y descontextualizada de la obra de Marx hace furor en sectores juveniles de licenciados y doctorandos postmodernos a la izquierda de las ONGs.

La crítica al capitalismo global y la superación de la complicidad de la izquierda capitalista, exigen construir los sujetos sociales que, no solo desde dentro, sino también desde fuera del mercado y del estado, pongan la fuerza necesaria para cambiar las reglas del juego en las relaciones sociales. Considerar la precariedad y la exclusión como una fuerza negadora y no como una anomalía a integrar en el orden excluyente que llamamos impropiamente democracia. El Movimiento contra la Globalización, la Europa del Capital y la Guerra puede ser un cauce para canalizar la fuerza de la enorme proliferación de subjetividades y acontecimientos rebeldes, e impedir la globalización de la desigualdad, la violencia y el desamparo.

Sin organizar la acumulación de fuerza y el apoyo mutuo de las innumerables dinámicas de autodefensa, resistencia y antagonismo, esta proliferación es impotente. La izquierda anticapitalista necesita, para ser izquierda, defender al trabajo asalariado en sus condiciones concretas y para ser anticapitalista, criticar teórica y prácticamente dicha forma de trabajo. Pero también necesita, como componente potencial de un amplio movimiento social anticapitalista, criticar la subordinación de las mujeres a los hombres y las formas habituales de alimentación, consumo y participación política. Es necesario defender el salario, aunque dicho salario sea el operador de la subordinación del trabajo al capital y de las mujeres a los hombres. También lo es exigir al Estado que sea garante de los derechos sociales, aunque el Estado sea el garante de la desigualdad. Pero limitarse sólo a eso es jugar dentro del mercado y del Estado. De ahí solo sale más mercado y mas Estado. Debemos organizar desde abajo del todo a l@s trabajador@s, precari@s, consumidor@s, mujeres y excluid@s, para construir un espacio para la acumulación de fuerza política desde los movimientos sociales anticapitalistas. En caso contrario nos moveremos entre el mercado, el Estado y los intelectuales postmaterialistas que nos predican una lírica espontaneista de "éxodos" sin comprender la génesis.

Junio 2004

Notas.
1. "Trabajo Inmaterial y subjetividad’. T. Negri y M. Lazzarato. Futur Anterierur nº 7. 1991.
2. "Elementos fundamentales de la crítica a la economía política" (Grundisse) Tomo II. Pág 216 a 239.
3. Inmanente.- Lo que necesariamente debe suceder y está unido por naturaleza a un proceso (en este caso a la historia)
4. Contingente: algo que puede, o no, suceder.

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