Historiadores franquistas de ayer y de hoy


Comenzamos aquí una exposición acerca de algunas biografías del dictador Francisco Franco entre las muchas que se han escrito. En esta primera parte nos ocuparemos de las que han sido favorables al que fuera "Jefe del Estado" de España durante 40 años. Recorreremos así desde alguna escrita durante la llamada guerra civil a otras publicadas ya en el siglo XXI.
Existen numerosas narraciones de tinte favorable sobre la vida de Franco. Las hay de corte tanto académico como periodístico y no falta alguna novelada.
Los comienzos: La propaganda oficial
Buena parte fueron panegíricos que santificaban al dictador en vida. La mayoría de sus autores eran corifeos del régimen de fuerza impuesto a España. Bajo el manto de historiadores escribían exaltaciones donde el también llamado "generalísimo" era una entidad de rasgos sobrehumanos. Infalible en su pensamiento y acción orientada al bien de España.
Desde las facetas más privadas de su vida hasta su actuación al frente del Estado, de su desempeño militar a sus prácticas religiosas, todo era pintado como manifestaciones de una persona infalible, un héroe cabal tocado por la mano de Dios.
Como es obvio en escritos de este tipo, al protagonista no le cabía ningún reproche, sólo había hecho el bien, asentado sobre su "prístino espíritu cristiano". No había hecho una guerra sino mandado una "Cruzada", como la bautizaron los obispos que lo incensaban. No la había hecho por razones políticas ni ideológicas sino para "salvar a España del marxismo".
Tomaremos sólo dos libros, separados por casi dos décadas, si bien ambos atravesados el culto a ese "nuevo mesías" que había descendido sobre la sufriente España para obrar su redención.
El primero, aún durante la guerra de España, la escribió Joaquín Arrarás, periodista e historiador que se desempeñaba en los servicios de prensa y propaganda del incipiente Estado franquista. Se publicó en 1937. La obra es lo que la función de su autor indica, un trabajo de propaganda en circunstancias en que el biografiado desenvolvía una guerra de exterminio contra su propio pueblo.
Arrarás sería por un tiempo el principal historiador del régimen naciente. Hasta se permitió una calumniosa historia de la segunda república española, otra ofrenda a la propaganda reaccionaria.
El otro es Centinela de Occidente de Luis de Galinsoga, periodista que dirigió bajo la tiranía franquista La vanguardia española, diario de Barcelona muy leído en la época. Con él colaboró Francisco Franco Salgado, primo de su homónimo, quien respondía al sobrenombre familiar "Pacón". Estuvo junto a él durante décadas, a cargo de su secretaría.
Ese texto estaba al servicio del cambio de orientación del régimen. Se pasaba entonces del fascismo sin tapujos al embanderamiento con EE.UU. del dictador hispano. En esa más que conveniente "renovación" es que Franco hizo el tránsito a "centinela" o "vigía" de la causa mundial del anticomunismo, ya en el contexto de la guerra fría. Es eso lo que justifica el peculiar título de la obra de Galinsoga.
Para ello el otrora jefe de "la Cruzada" contó con la afable acogida norteamericana y de sus aliados. Archivaron así su pasado de alineamiento con las potencias fascistas del Eje, en medio de calurosos elogios a sus sistemas políticos.
El común anticomunismo los unía. Las ideas del liberalismo político eran lo último a tener en cuenta. "Centinela..." es de 1956, con España en trance de incorporación a las Naciones Unidas y ya con bases estadounidenses en su territorio. El orgulloso "imperio" caía a los pies de los yanquis a cambio de salvar la continuidad dictatorial. Las fotos de Hitler y Mussolini ya habían desaparecido hace mucho de los despachos oficiales.
El director de La vanguardia española, bajo la supervisión de "Pacón" produjo la relectura "occidentalista" de todo el proceso franquista, más que necesaria para la coyuntura mundial de entonces.
La "renovación" con los objetivos de siempre.
En tiempos más cercanos, en el llamado "franquismo tardío", tomó vuelo otro historiador al servicio del régimen, Ricardo de la Cierva. Por entonces ya tenía influencia otro tipo de historiografía acerca de España, desde dentro y sobre todo de fuera de su territorio. Eran ya tiempos de la editorial Ruedo Ibérico. Y de futuros clásicos como los libros de Hugh Thomas y el de Pierre Broué y Emile Témime.
A partir de las postrimerías de la dictadura, de la Cierva ostentó puestos como profesor de disciplinas ligadas a la historia moderna y contemporánea universal y española. Las universidades de Granada y Alcalá de Henares, entre otras, supieron de su labor profesoral.
Su tarea más concreta fue proporcionar un "lavado de cara" a la figura del Jefe de Estado de cuatro décadas. Y con él de todo el sistema que tuvo lugar bajo su égida. Primero desde adentro, en vida del dictador. Luego como un converso a la versión "liberal" del neofranquismo. Conversión que no necesitó modificar los puntos básicos de su enfoque, vigentes desde la década de 1960.
Fue en 1973, con el biografiado todavía vivo, que publicó una obra extensa, Francisco Franco, un siglo de España. Era todavía una apología, sin duda. Acorde a los tiempos que ya corrían limaba los aspectos más grotescos y los ditirambos desenfrenados de los propagandistas al estilo de Arrarás o Galinsoga.
Los responsables del momento de "asuntos culturales" gustaron de la obra y la juzgaron adecuada a los requerimientos de aquel presente que ya no permitía ciertas brutalidades. Las conceptuales, porque las asentadas en la violencia física y la supresión de DDHH básicos continuaban, así fuera en menor escala que en los atroces tiempos de la larga posguerra hispana.
Fue objeto de una edición en forma de fascículos coleccionables para su venta masiva en kioscos. Los ejemplares llegaron incluso al continente americano y con cierto éxito.
Se trataba de embellecer a toda una época y a sus protagonistas. Así se procuraba la resistencia al embate de los nuevos historiadores, que ya proliferaban fuera de España y ocupaban un sitio creciente dentro de ella. Ellos contaban con instrumentos argumentativos, documentales y prácticos mucho más rigurosos. Y, sobre todo, nunca habían sido franquistas.
La actuación "transicional" de La Cierva no debe ocultar su pasado de funcionario de Franco. Entre otros cargos había detentado el de jefe del "gabinete de estudios sobre historia" creado por el ministerio de Información y Turismo, con esa cartera en manos de Manuel Fraga Iribarne.
Como su ex jefe cruzó el Jordán en dirección "democrática" con posterioridad a la muerte del conductor al que rindió pleitesía mientras vivió. Quedaba por entonces claro que ni los grandes empresarios deseaban una prolongación de la dictadura, ya sin Franco. Casi al mismo tiempo, el reciente monarca Juan Carlos de Borbón -que había sido ungido por Franco- decidió su apostasía respecto de los "principio del Movimiento" por los que había jurado.
Entre sus cargos estuvo el de ministro de Cultura, ya en plena "transición", en 1980. Algo más adelante, en 1984, llegó a coordinador cultural de Alianza Popular, organización predecesora del actual Partido Popular.
A de la Cierva lo esperaba no ya el sedicente "olvido" de los pactos posdictatoriales sino los honores de "prohombre" del supuesto tránsito hacia la democracia.
Académicos sí, serios no. "Demócratas" para nada
Existen otras obras que sin tener las características de las loas contemporáneas a la tiranía son también benévolas hacia el biografiado. Puede citarse a dos historiadores profesionales, uno español y otro estadounidense. Nos referimos a Luis Suárez Fernández y Stanley G. Payne, respectivamente.
El español, ya fallecido, tuvo un vasto recorrido académico iniciado en época dictatorial. Fue incluso funcionario del franquismo, desempeñándose como rector de la Universidad de Valladolid y en otro puesto más encumbrado: Director General de Universidades e Investigaciones.
Su dedicación original fue la historia de la baja Edad Media y la de los reyes católicos. Con el tiempo, ya muerto Franco, llegó a ser profesor emérito de historia medieval en la Universidad Autónoma de Madrid, entre otros lauros académicos.
Vinculado a la Fundación Francisco Franco, con el consiguiente acceso privilegiado a sus archivos, viró su mirada hacia el siglo XX para desarrollar un más que extenso trabajo biográfico acerca del denominado "Salvador de España"
El resultado es el previsible. Encomio al personaje y a su régimen, cierto que con más resguardos académicos que quienes le hicieron endechas desde su lugar de propagandistas. Suárez Fernández dio además a la luz pública un vasto repertorio de documentos. Algo que en cierto sentido corresponde agradecer, ya que compartió así sus prerrogativas de acceso a los reductos franquistas.
En cuanto a Payne, es uno de los muchos hispanistas angloparlantes que invirtió la mayor parte de su trayectoria en historiar la segunda república, la llamada guerra civil y en su caso en particular, sobre todo el franquismo.
Desde su tesis doctoral sobre la Falange en la década de 1960, nunca abandonó esa senda. Tras un itinerario inicial como autor respetado y con perspectiva crítica sobre el franquismo, en las últimas décadas pegó un giro.
Llegó a acusar a los historiadores de izquierda de tergiversación de la historia del país. Ya en el siglo actual, no se privó de acercarse incluso a la obra reciente de escritores profranquistas. Los mismos que no cuentan con prestigio entre los historiadores serios, aunque sí consiguen vasto éxito de público.
El estadounidense, entre otras altas valoraciones del régimen y su líder, le atribuye la "modernización definitiva" del país ibérico. Y llega a presentarlo como artífice de la posterior "democratización" del país.
Para mayores males no limitó sus "hallazgos" al régimen español sino que llegó a presentar una mirada más bien favorable sobre el conjunto de los fascismos. Hasta apuntó a una comprensión "matizada" del nazismo.
El sensacionalismo reaccionario gana su público
Merecen mención destacada los escritores más abiertamente profranquistas posteriores a la muerte del dictador. Nos referimos a quienes lo hacen desde una perspectiva que optan por denominar "revisionismo histórico".
Nos toca ahora transitar por aquellos que, ya entre el final del siglo pasado y hasta la actualidad, inventaron un "neofranquismo" escaso en méritos historiográficos. Y sin embargo rebosante de llegadas al gran público.
Aunque fuera del mencionado Payne no han cosechado el respaldo sino la crítica inmisericorde de historiadores de primera línea, su estilo polémico los ha conducido a la repercusión mediática y ésta ha alimentado algunos desmesurados éxitos de venta.
Es su llegada al gran público lo que les da relieve, de otro modo sus obras podrían desecharse. Sólo nos ocuparemos aquí del más difundido de todos ellos, Pío Moa.
Es un hombre que tiene un pasado en la izquierda armada que luchó contra el sistema fascista. Fue integrante de GRAPO (Grupos de Resistencia Antifascista Primero de Octubre).
Ya avanzada la llamada "transición española" comenzó a expresarse por escrito en posiciones de alta valoración del historial del falangismo, al tiempo que desplegaba un furioso ataque al "terrorismo". Las que tuvieron el casi obvio correlato de una crítica despiadada a las fuerzas que lucharon durante décadas contra el fascismo en territorio español.
Se erigió además en fiscal de la historiografía más reconocida que trata el siglo XX hispano. Tanto la de origen local como la de los numerosos hispanistas extranjeros. Cuyas posiciones sobre Franco pueden no coincidir en muchos temas pero que en general se distinguen por un abordaje del dictador signado por la perspectiva crítica.
En un tono compatible con el de las extremas derechas de las últimas décadas Moa se presenta como restaurador de "la verdad" frente a las supuestas falsedades de "marxistas" reales o supuestos, quienes calumniarían ex profeso al dictador y su época. Ha dado a la imprenta decenas de libros que abarcan el decurso hispánico del pasado siglo.
Varios de esos volúmenes apuntan a Franco y al franquismo. Entre ellos destaca Los mitos del franquismo. Una revisión en profundidad de una época crucial, de 2015. Unos años antes había publicado un ensayo polémico orientado de manera directa a los críticos de la dictadura: Franco para antifranquistas en 36 preguntas clave.
Si se quiere tomar contacto con un análisis certero (y además satírico) de la producción del ex miembro de GRAPO y sus adláteres se cuenta desde hace años con los trabajos de Alberto Reig Tapia. Éste ha realizado los más tenaces esfuerzos de desmontaje de los mitos difundidos por el "revisionismo".
Entre sus minuciosos enfoques cabe mencionar al libro de 2006, Anti Moa. La subversión neofranquista de la Historia de España. De los estudios que han caído en manos de quien escribe estas líneas, es sin duda el más amplio y agudo ensayo orientado a reponer la verdad histórica.
Reig merece el reconocimiento por dedicar mucha lectura e investigación al tema. Eso sin tener reparos por la escasa jerarquía intelectual de sus contendores. Con tino, ha estado más atento a la repercusión de las publicaciones de los que ha motejado de "historietógrafos".
Seguro que a plena conciencia, da la batalla por el sentido común en torno a la guerra y el franquismo. Hay que justipreciar que se haya dirigido no a una limitada minoría de investigadores y docentes sino a los millones de interesados por el pasado reciente de España.
Para infortunio del público desprevenido, el "revisionismo" coincide con las miradas de la ultraderecha hispánica. Además de con las de la derecha tradicional en vías de "ultrificación".
En un país donde los terribles crímenes que abarcaron más de cuatro décadas de su historia siguen impunes, no es extraño que con similar impunidad se pueda falsificar la historia. Y así se llega a la presentación como un gobernante "benefactor" y "modernista" del que fue perpetrador de un genocidio.
Otro exponente del "revisionismo", Jesús Palacios, ha logrado cubrir uno de sus trabajos bajo la manta protectora de Payne: Han firmado en dupla una biografía relativamente reciente Franco, una biografía personal y política, aparecida en 2014. También en coautoría, unos años antes, publicaron testimonios de vida y de ideas de Carmen Franco Polo, la hija del dictador asesino.
Ocurre con Palacios, a diferencia de Moa, que sus antecedentes son reveladores desde su primera juventud. Durante sus años mozos fue dirigente de una asociación con nombre de apariencia inocente: Círculo Español de Amigos de Europa (CEDADE).
Se trataba en realidad de una organización neonazi, vinculada a criminales de guerra y aliados históricos del nazismo refugiados en España, como el belga León Degrelle. Jesús nunca ha abandonado el circuito de la extrema derecha.
Este "investigador" ha generado unos pocos libros. Su rol como publicista circuló más bien por la veta del periodismo. Ha escrito para muchos medios de prensa. Además ha producido documentales, en una serie de cuatro que intentaban demostrar que el intento de golpe del 23 de febrero de 1981 fue obra de los servicios de inteligencia del Estado español en connivencia con el rey Juan Carlos.
Una noción del tipo de acercamiento al "caudillo" que tiene Palacios lo da el que haya declarado: "Franco fue el menos dictador de todos." A su juicio ha sido además el dictador más exitoso del siglo XX. Logro que habría obtenido con bastante menos poder que el de los demás dictadores de ese siglo.
La biografía de Palacios y Payne ha sido un gran éxito de difusión y ventas. Criticada en los ámbitos rigurosos, ha tenido el favor de la porción del público que se siente atraído por "innovaciones" y "revisiones" que encubren miras retrógradas.
Convertir en bondadosa "dictablanda" a un régimen que llevó a la muerte, a la cárcel o al exilio a más de un millón de personas no es una conclusión sostenible u opinable, sino nada más ni menos que una infamia.
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Dejamos por ahora el tratamiento de quienes han leído el drama hispano desde el lado de la defensa de lo indefendible a lo largo de varias décadas. La conclusión más válida, nos parece, es la que hemos esbozado hasta aquí: Allí se encuentra una labor historiográfica imbuida de un compromiso ideológico, confeso o no, con una de las peores dictaduras fascistas. En su escala, tan destructiva como las peores de ellas.
Sin establecer un inadecuado trato igual a alguien del nivel de formación histórica de Payne con chapuceros como Moa, se necesita la crítica del papel concreto que ha jugado en los últimos años. Al asociarse con un extremista de la derecha como Palacios se ha aproximado al "revisionismo" de los neonazis.
Esto no es una denuncia sino una comprobación, hemos mencionado su "comprensión" hacia el nazismo, al que incluso acerca a la "ilustración" y le asigna bases "rousseanianas" (sic).
Dentro de poco nos daremos a la tarea, más grata, de recorrer la historiografía crítica acerca de la dictadura española. En un espacio como éste no podremos hacer más que una limitadísima síntesis, similar en sus características a la de hoy. Por cierto muchísimo más rica en nivel intelectual, calidad argumental y apostura ética.
huelladelsur.ar