La organización necesaria
El actual linaje humano no sólo tiene que conquistar un mundo nuevo, sino que, además, tiene que sucumbir él mismo para dejar sitio a los seres humanos dignos de un mundo nuevo”. Karl Marx
La organización necesaria
“El actual linaje humano no sólo tiene que conquistar un mundo nuevo, sino que, además, tiene que sucumbir él mismo para dejar sitio a los seres humanos dignos de un mundo nuevo”. Karl Marx
“Nuestra libertad y su sostén cotidiano tienen color de sangre y están henchidos de sacrificio. Nuestro sacrificio es consciente; cuota para pagar la libertad que construimos”. Ernesto Che Guevara.
Elementos para el análisis del problema de la organización comunista.
2. Dialéctica vanguardia-masas y el Partido Comunista.
3. La construcción del partido comunista en el marco de la crisis capitalista.
4. Acerca de la libertad y la disciplina. La libertad como conciencia de la necesidad.
5. Acción, autocrítica y centralismo democrático.
7. La situación revolucionaria y la acción del partido.
Introducción.
Este texto tiene por objetivo plantear el debate en torno a algunos aspectos teóricos, políticos y prácticos de la organización revolucionaria que asume su responsabilidad en la construcción del partido comunista, entendiendo éste como la condensación organizada de la interrelación entre la vanguardia y las masas en el proceso revolucionario.
Estimamos que la conciencia de nuestra debilidad actual no nos exime de la responsabilidad de enfrentarnos a los debates, propuestas y decisiones que tuvieron consecuencias directas en los avatares de diferentes procesos revolucionarios.
El análisis de cada uno de ellos desborda los objetivos de este esbozo, aunque necesariamente estará presente en las discusiones.
Los momentos cruciales no pueden pillarnos desprevenidos. Tenemos el deber histórico de anticiparnos a los acontecimientos previsibles
En este documento se han pretendido sintetizar aquellos aportes que entendemos que son principios básicos que han recorrido el movimiento obrero – tanto a nivel teórico, como en la práctica de algunos procesos revolucionarios – aunque, por desgracia, sus enseñanzas distan mucho de haber sido incorporadas a la práctica de las organizaciones comunistas en los países sometidos al yugo del capitalismo.
Este borrador tiene carácter interno. No obstante, CNC invita a compartir su discusión – que sin duda nos acompañará durante todo el proceso de construcción política y organizativa – a destacados compañeros y compañeras del movimiento obrero que, sin pertenecer a la organización, comparten la necesidad ineludible de la construcción del partido comunista.
Partimos de la confusión y avanzamos entre tinieblas, entre los escombros y los cadáveres de la derrota más grande que haya conocido el movimiento comunista. El epicentro fue el hundimiento de la URSS pero las ondas sísmicas llegaron a todos los pueblos en todas las regiones del mundo.
Mucho antes del derrumbe empezó a sucumbir la independencia ideológica. Allí el capitalismo había sido derrotado pero no aniquilado y sobre esos restos, reproducidos en el poder político, el imperialismo fue capaz de corroer los cimientos y las estructuras de la primera gran revolución obrera, de la obra más esplendorosa de la conciencia de la humanidad.
La podredumbre había llegado tan lejos, que un patético invento, la Perestroika, carente de fundamento científico y sacado de la chistera de los think tanks de la CIA, fue aceptado como la solución a la burocratización y la corrupción de las instituciones soviéticas. Y fue admitido y aclamado por la mayor parte del PCUS, por los partidos comunistas “oficiales”, ya en plena decadencia, e incluso – como en el caso del Estado español – por organizaciones comunistas revolucionarias. Hubo excepciones. Varios centenares de dirigentes soviéticos pagaron con la vida su resistencia a la instauración capitalista. La Bielorrusia de Lukashenko y la heroica Cuba de Fidel, cada una en su ámbito, fueron capaces de resistir el violento tsunami perestroiko.
Las consecuencias han sido devastadoras. La clase obrera, especialmente en los países más industrializados, dejó de reconocerse a sí misma y fue pasto de una sucesión de engendros ideológicos y de visiones fragmentadas de la realidad destinados a inocularle la confusión más completa. Estos versos de Machado podrían haberse escrito ahora, “es un tiempo de mentira y de infamia…, de carnaval vestida nos la pusieron, pobre, escuálida y beoda, para que no acertara la mano con la herida”. El enemigo de clase parece haber conseguido su gran objetivo: romper el hilo rojo y que la clase obrera olvide su historia y su potencial revolucionario.
La aniquilación de la conciencia de clase es la destrucción de la esperanza de la humanidad. Sólo la clase obrera tiene la capacidad para comprender las dimensiones del cataclismo al que conduce el capitalismo, para diseñar la alternativa y, sobre todo, posee el potencial para llevarlo a cabo.
El problema de la organización no es un problema técnico. Es un asunto de gran trascendencia teórica y práctica. Está íntimamente relacionado con el proyecto político y marca una profunda línea divisoria entre los partidos reformistas de diversos pelajes y las organizaciones revolucionarias. Si el objetivo es acabar con el sistema capitalista, y construir el socialismo y el comunismo, es decir, llevar a cabo una transformación radical tanto de las estructuras sociales como de la conciencia humana, la organización debe llevar estos objetivos en su código genético. El objetivo marca el camino, y para recorrerlo la organización debe apropiarse de la teoría marxista y del conocimiento acumulado por otros procesos revolucionarios, así como hundir las raíces en la historia de su clase y su pueblo, en el momento histórico y en la coyuntura concreta en que desarrolla su intervención.
Las revoluciones, aún en momentos de crisis profunda de la burguesía, no triunfan por la movilización espontánea de las masas, como ha demostrado la historia. Es imprescindible una organización con una estrategia a largo plazo que, surgida desde el mismo seno de la clase obrera y construyendo las alianzas necesarias, sea capaz de construir el poder político para que el proletariado se transforme en clase dirigente.
La necesidad de combinar adecuadamente todas las formas de lucha es indispensable, máxime en momentos en los que no cabe duda de que se producirá un endurecimiento de la represión.
CNC ha nacido en tiempos de una gran crisis general del capitalismo, en los que se avecinan grandes turbulencias, con la voluntad de contribuir al desarrollo y fortalecimiento de la condición sin la cual es imposible el triunfo de la revolución proletaria: el partido comunista. Asumir la teoría y la experiencia legada por las diferentes luchas emancipatorias y realizar el imprescindible análisis crítico de las mismas, es sólo una parte de la tarea de formación y de fundamentación teórica de la organización. La otra es comprender las condiciones concretas y las características específicas de cada proceso de forma que el proletariado tenga un conocimiento correcto de la formación social en la que actúa.
Elementos para el análisis del problema de la organización comunista.
1. Algunas tesis ya resueltas por la historia de las revoluciones proletarias a la luz de la teoría marxista.
No es posible separar lo político de lo organizativo.
El problema de la organización no es un asunto meramente técnico sino uno de los principales problemas intelectuales de la revolución.
La cuestión de la organización para el movimiento obrero revolucionario aparece como la relación dialéctica entre “el objetivo final” y el “movimiento”.Toda tarea se hace visible en su posibilidad abstracta antes que las formas concretas de su realización.
El marxismo-leninismo es la teoría de la revolución proletaria porque es la que revela al proletariado la función histórica emancipadora que debe realizar, acabar con la sociedad de clases, y su fundamento científico. La ideología de la revolución, el Comunismo, la síntesis teórica de las experiencias de la lucha de clases y de los procesos revolucionarios, no surge espontáneamente de la experiencia de la lucha de clases, sino que es elaborado desde fuera del movimiento. Esa teoría es asimilada y recreada por la organización más elevada de la consciencia de clase, el partido comunista, y llevada al conjunto de la clase obrera. En consecuencia la importancia decisiva de la formación.
El partido comunista no surge como producto espontáneo de la lucha de clases, pero sí debe surgir necesariamente de la clase proletaria, como resultado de la relación dialéctica entre la vanguardia y las masas en el seno de la lucha de clases.
En la historia del movimiento obrero, la forma de la organización sólo se planteó cuando el problema de la revolución apareció con claridad en la consciencia de las masas. La naturaleza de la organización está indisolublemente ligada a la concepción del carácter de la revolución. Por ejemplo, la escisión en la socialdemocracia rusa entre mencheviques preconizando la coalición con la burguesía “progresista” y bolcheviques, la alianza con la revolución campesina, explican diferencias fundamentales en cuanto a la organización.
Si las diferencias políticas no tienen consecuencias organizativas prácticas pueden permanecer mucho tiempo en estado latente, sin rupturas; por ejemplo la II Internacional, precisamente porque ignoraba cuidadosamente todas las consecuencias organizativas, pudo adoptar resoluciones en teoría muy radicales, sin comprometerse ni obligarse prácticamente a nada determinado. Esas mismas resoluciones amparan a oportunistas que pueden aparecer ante el proletariado como matices diversos de una posición revolucionaria. Otro ejemplo son las resoluciones de los Congresos del PCE sobre la salida de la OTAN, la UE etc.
El Estado es la condensación del poder al servicio de una clase social. En el capitalismo representa la organización de la violencia, material o ideológica, para mantener y reproducir la dominación de la burguesía sobre el proletariado, de la minoría sobre la mayoría. Aunque en determinadas ocasiones o aspectos el Estado pueda tener una cierta autonomía, nunca deja de asegurar su principio básico: la defensa de la propiedad privada de los medios de producción.
En relación con el Estado hay diferencias esenciales entre organizaciones revolucionarias y reformistas. Para las primeras el Estado es la institucionalización de la violencia al servicio de la burguesía contra el que hay que movilizar la fuerza del proletariado organizado. Para las segundas, es una institución por encima de las clases, de la que no se cuestiona su validez.
Ese poder, aunque esté soportado en última instancia por la fuerza bruta, es esencialmente un poder ideológico que impregna a toda la sociedad. En situaciones de relativa paz social, es percibido por la sociedad como el orden natural e inmutable. Cuando ese poder ideológico se resquebraja, cuando la crisis permite comprender a las clases sometidas la violencia social sobre la que se asienta, la burguesía tiene que aplicar la violencia material de forma constante para sostenerse y aparece la situación revolucionaria.
* Rosa Luxemburgo y el espontaneísmo de las masas.
Esta teoría plantea que el movimiento espontáneo de las masas en momentos de gran crisis económica, guerra imperialista y grandes movimientos obreros y populares, generará por sí mismo la línea política correcta y la dirección necesaria. Este planteamiento llevaba implícito el carácter puramente proletario de la revolución, excluyendo la incorporación de otras capas sociales, como por ejemplo el campesinado. Según esta posición, confrontada con la concepción leninista, la construcción del partido no es un elemento central, ni tiene por qué abordarse como prioridad desde fases anteriores a la aparición de la crisis revolucionaria. Su función sería actuar sobre la consciencia de clase para hacer explícito lo latente, para dar contenido expreso a lo intuido, etc. Entre otros asuntos, este error jugó un papel importante en el fracaso de la revolución alemana de 1918.
La consciencia de clase del proletariado no se desarrolla de forma paralela a la crisis económica objetiva, de forma rectilínea y del mismo modo en todo el proletariado a la vez. Grandes sectores del proletariado, aún en las situaciones de explotación y opresión más brutales permanecen bajo la influencia ideológica de la burguesía, que intentará todo tipo de ”soluciones” para no perder el poder. Que esas “soluciones” sean realizables o no, depende del proletariado, para quien tampoco está nada garantizado por “leyes naturales” de la economía.Si una movilización se produce espontáneamente expresa una reacción defensiva, no consciente y no planificada, determinada por leyes económicas ante los intentos de la burguesía de resolver la crisis atacando las condiciones de vida de las masas. Por ello, esos movimientos se apagan espontáneamente, en cuanto sus objetivos inmediatos aparecen, bien sea como conseguidos, bien como inalcanzables, o canalizados electoralmente e integrados en la dinámica institucional.
2. Dialéctica vanguardia-masas y el Partido Comunista.
“El partido comunista no tiene intereses que diverjan de los de la clase trabajadora en su totalidad, y sólo se distingue de ésta porque posee una visión de conjunto del camino histórico que debe recorrer la clase obrera en su totalidad y se esfuerza por representar, en todas las inflexiones de ese camino, no los intereses de grupos u oficios particulares, sino los de la clase trabajadora en su totalidad”, Karl Marx y Friedrich Engels – El Manifiesto Comunista
“Sin teoría revolucionaria no hay movimiento revolucionario”, Lenin – ¿Qué hacer?
A diferencia de otros modos de producción, como el esclavismo o el feudalismo, el capitalismo combina el carácter social de la producción con la apropiación privada de la riqueza generada. Debido a esto, genera una clase social mayoritaria de productores desposeídos de medios de producción: el proletariado. La posibilidad especial de esta clase es que, al apropiarse de sus propios medios de vida, haga también posible la desaparición de la propiedad privada y, con ella, de las clases sociales. Y así en ese punto el carácter social de la producción se combinaría con el reparto social de la riqueza generada, permitiendo una sociedad organizada por la asociación libre de las personas que la componen, dejando paso al pleno desarrollo humano y al reino de la libertad. Un mundo donde podamos ser socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres. El comunismo.Para ello, el proletariado necesita destruir el poder político de la burguesía, derrocándola como clase dominante, e imponer el suyo propio. De modo que no basta la organización espontánea, sindical o de partido reformista que intenta arrancar concesiones a la burguesía, sino que es necesaria la creación de una organización proletaria nueva. Esta organización de nuevo tipo es el Partido Comunista. Históricamente, este tipo de organización solo aparece una vez que la clase obrera, a través de la práctica acumulada en la lucha de clases, adquiere conciencia plenamente revolucionaria. El Partido Comunista surge cuando el proletariado ha asumido su rol revolucionario, pero también como un instrumento para cumplir ese papel.
2.1. Vanguardia
La posición objetiva de la clase obrera en el modo de producción capitalista es la que genera la posibilidad de que el proletariado, al autoemanciparse, emancipe a la humanidad mediante la eliminación de la propiedad privada. Esto requiere la generación de la conciencia revolucionaria expresada en un conjunto de ideas (en perpetuo desarrollo autocrítico) que recogen la asunción de su papel histórico, los objetivos, e instrumentos de este camino.La clase obrera, en su esencia de grupo humano, es diversa por naturaleza, y esto incluye también diferentes niveles de conciencia. Aunque, objetivamente, la clase obrera se encuentre en posición de liderar a la humanidad hacia el comunismo, asumir ese papel es un proceso subjetivo y desigual. Dentro del proletariado, por tanto, existe un sector que sí ha asimilado un nivel suficiente de conciencia revolucionaria. En ese sentido, esta subdivisión de la clase obrera, identificada por su nivel de conciencia, puede entenderse como un sector de avanzada en la lucha de clases. Es en ese sentido que recibe el nombre de vanguardia. En ese sentido, no es una palabra vergonzosa que deba asociarse a ningún liderazgo autoproclamado desde el folclore o el exceso de motivación, sino que nombra un determinado nivel de conciencia dentro de la clase.
Por eso mismo, debemos rechazar una idea de vanguardia separada artificialmente de la noción de clase. La vanguardia es la clase obrera: su sector de avanzada.
Es importante, también, no confundir la vanguardia con el Partido. Las organizaciones comunistas que existen actualmente, e independientemente del nombre que se den a sí mismas, deben entenderse como organizaciones de la vanguardia, organizaciones de comunistas. El Partido, por su parte, podría entenderse como comunismo organizado.
2.2. Masas
Al igual que existe un sector avanzado en cuanto a su conciencia revolucionaria, existe otro sector de la clase que debe ser ganado para esta misma conciencia. En la tradición marxista recibe el nombre de masas. Aunque se definan por tener que ser ganadas para la conciencia revolucionaria y, por tanto, también para la causa material de la revolución, las masas también tienen diferentes grados de conciencia. No es lo mismo un líder reformista del movimiento obrero, una sindicalista organizada en una lucha económica para la mejora de sus condiciones laborales, una persona concienciada en una de las diferentes opresiones que emanan del capitalismo (por ejemplo, una activista antirracista o feminista)…, de sectores de las masas completamente alejados de lógicas de resistencia, o directamente reaccionarias.La conquista de las grandes masas para el proyecto comunista es lo que posibilita que la idea revolucionaria tome fuerza material, es decir, que existan condiciones para la toma del poder y para el ejercicio de la dictadura del proletariado como etapa de transición que permita el desarrollo del comunismo como sociedad sin clases. En ese sentido, el proceso de la revolución es idéntico al proceso de desarrollo de la conciencia de clase.
Vanguardia y masas existen en una relación dialéctica, de contrarios interpenetrados.
2.3. Partido
La relación política entre vanguardia y masas, entre conciencia revolucionaria y movimiento obrero, entre organización comunista de vanguardia y movimiento de masas, es lo que podemos considerar como la esencia básica del Partido Comunista. Orgánicamente, esta relación puede adoptar diferentes formas en diferentes momentos del proceso revolucionario, incluyendo variados mecanismos de intermediación.El Partido Comunista, por tanto, no existe fuera o sobre la clase obrera, sino que surge de ella misma. Es un producto de su conciencia de sí misma y para sí misma como clase revolucionaria, de la necesidad de plasmar sus ideas en el movimiento práctico organizado de la revolución.La condición de existencia del Partido Comunista no es un acto fundacional, ni tampoco la unión orgánica de varias organizaciones, sino el momento en que podemos pasar de hablar de una organización de comunistas reunidos en torno a la conciencia, al establecimiento de una línea política capaz de organizar a las masas y de la capacidad material de imponer un programa.
3. La construcción del partido comunista en el marco de la crisis capitalista.
La crisis, al tiempo que produce un resquebrajamiento económico del capitalismo, crea las condiciones para que se produzca una transformación ideológica compleja y contradictoria del proletariado, que se ha formado bajo la influencia de formas de vida de la sociedad burguesa. Esta transformación ideológica resulta de la percepción de que la continuidad conduce al precipicio y de la posibilidad que la crisis abre al proletariado de tomar el poder; pero el desarrollo de esa transformación ideológica no es un reflejo automático, pasivo, de la propia crisis o de “leyes naturales”.
La posibilidad de toma del poder sólo puede materializarse por la acción autónoma del proletariado mismo.
En las condiciones determinadas por la crisis (paro masivo, deterioro galopante de las condiciones de vida, etc), el colchón de paz social garantizado por los sindicatos del poder y el control ideológico asegurado por los aparatos del Estado en el marco de un relativo “bienestar”, se resquebraja.
La percepción por parte de un sector creciente de la clase obrera de la imposibilidad del actual orden de cosas para garantizar sus condiciones de vida agudiza la lucha de clases y surge el fascismo como instrumento de la burguesía para destruir las organizaciones de la clase obrera cuando ve su poder en peligro.
Con el ascenso de las luchas sociales y en el marco del propio desarrollo de la crisis, cuando el capitalismo se muestra incapaz de evitar el desastre al que conducen sus leyes económicas, ante las capas más conscientes del proletariado aparece la posibilidad de cambiar de base las propias relaciones sociales para regular de manera consciente el desarrollo de las fuerzas productivas. Esa posibilidad sólo se materializará en la medida que exista un partido comunista suficientemente fuerte y desarrollado capaz de dirigir el proceso revolucionario.No es extraño que la clase obrera, en ese primer momento de toma de conciencia, perciba con temor la novedad y las dimeensiones de la tarea que indefectiblemente tiene que asumir en esa forma consciente, y sólo en esa forma, si no quiere perecer vergonzosa y dolorosamente junto con la burguesía en esta crisis del capitalismo en ruinas. El partido comunista da forma organizativa a la de la preparación consciente para ese salto, para ese primer paso consciente en el camino hacia el reino de la libertad.
mino, en las batallas necesarias para destruir hasta los cimientos de la sociedad capitalista, debe perecer también el tipo de ser humano engendrado por ella. Dice Marx en “Las luchas de clases en Francia”: El actual linaje humano no sólo tiene que conquistar un mundo nuevo, sino que, además, tiene que sucumbir él mismo para dejar sitio a los seres humanos dignos de un mundo nuevo.
4. Acerca de la libertad y la disciplina. La libertad como conciencia de la necesidad.
El reino de la libertad solo empieza allí donde termina el trabajo impuesto por la necesidad y por la coacción de los fines externos. Karl Marx, volumen III El Capital
Con la toma de posesión de los medios de producción por la sociedad se elimina la producción mercantil y, con ella, el dominio del producto sobre el productor. (…). A partir de ese momento harán los hombres su historia con plena conciencia; (…) Es el salto de la humanidad desde el reino de la necesidad al reino de la libertad. Friedrich Engels, Anti-Dühring
La llamada “libertad” en las sociedades capitalistas es más una ilusión que una realidad. Esta libertad formal se expresa en un severo conflicto entre la libertad positiva — capacidad del individuo para realizarse plenamente— y la libertad negativa, que no es otra cosa, que la ausencia de obstáculos para la plena expresión de las capacidades humanas. La libertad individual posible en el capitalismo es una libertad alienada, cosificada, basada en la esclavitud de otros. La auto-subordinación consciente a la voluntad colectiva tiene por objetivo engendrar la libertad real, la libertad unida a la solidaridad. Esa voluntad colectiva consciente es el partido comunista y la libertad unida a la solidaridad es el partido comunista.
La disciplina hace posible que el partido sea una verdadera voluntad colectiva y no simplemente una suma de individuos. Sin disciplina, el partido se reduce a un agregado débil, incapaz de acción coherente y eficaz. La disciplina une a los militantes en un propósito común y los orienta hacia la conquista de condiciones sociales que hagan posible la libertad real. La disciplina significa precisamente, incluso para el individuo, el primer paso hacia la libertad hoy posible.
Uno de los aspectos centrales en la concepción de la organización comunista es la del partido como “voluntad de conjunto consciente”. Este no es un simple aparato de mando, ni una suma de individuos organizados, sino la expresión organizada de la conciencia revolucionaria del proletariado.La militancia en el partido comunista, a diferencia de los partidos burgueses, requiere no sólo la aceptación del programa sino la participación activa en el trabajo revolucionario. “La aceptación de un programa comunista no es más que la manifestación de la voluntad de llegar a ser comunista…la primera condición de realización seria del programa es que todos sus miembros colaboren de forma constante y cotidiana”. La superioridad organizativa del partido comunista con respecto a las demás organizaciones políticas se manifiesta precisamente en que en él – y por primera vez en la historia – la consciencia proletaria actúa en la práctica, tanto como principio motor de las acciones de cada individuo, como elemento que interviene conscientemente en el desarrollo histórico. El aspecto decisivo es la esencia del partido como principio concreto de mediación entre el ser humano y la historia. La disciplina no es un sacrificio a costa de la libertad, sino su realización concreta en la práctica histórica. La disciplina del partido comunista, la participación total de la personalidad del individuo en la práctica del movimiento, es el único camino viable hacia la realización de la libertad auténtica. La cuestión de la disciplina no es sólo una cuestión práctica imprescindible para el funcionamiento real del partido comunista, sino uno de los asuntos de mayor importancia teórica del desarrollo revolucionario. Esta disciplina sólo puede ser el acto libre y consciente de la parte más consciente de la vanguardia de la clase revolucionaria y es irrealizable sin ser expresión de sus presupuestos ideales. La disciplina es una ética compartida, un compromiso moral y político que une a cada miembro con el destino de la clase trabajadora. Las exigencias de la disciplina se inscriben en el hecho de que la voluntad colectiva reunida en el partido es un factor activo y consciente del desarrollo histórico, y está en interacción viva constante con el proceso de transformación social.
5. Acción, autocrítica y centralismo democrático.
La consciencia de clase es un proceso cambiante vinculado a las variaciones en el pensamiento y en la acción del conjunto de la clase. El partido comunista, en el que se ha objetivado organizativamente un grado de consciencia superior – sin que sea ajeno a estos cambios – representa la continuidad consciente de la relación entre el “objetivo final” y la acción presente, concreta y necesaria.
La maduración del partido, su consolidación interna y externa, no se realiza en el vacío del aislamiento sectario, sino en medio de la realidad histórica, en interacción dialéctica ininterrumpida con la crisis económica objetiva y con el proceso de construcción de la consciencia de clase. Por mucho que pueda parecer a veces que el partido comunista es consecuencia de la crisis económica, el paso decisivo para su creación es un acto libre y consciente de esa misma vanguardia. El partido comunista es una configuración autónoma de la consciencia de clase proletaria, autónoma en interés de la revolución.El centralismo democrático, la firme unidad organizativa, es la herramienta que asegura la eficacia de la intervención del partido. A su vez la centralización organizativa exige garantizar el debate abierto y el espacio para el desarrollo de la lucha de líneas.
6. Apuntes sobre la lucha de líneas.
Al igual que el partido comunista o la organización de revolucionarios surgen de la propia clase obrera, no es ajeno a las contradicciones que la atraviesan. Esto, unido a las dificultades de organización de la revolución en sus diferentes etapas, hace que aparezcan diferentes líneas de pensamiento dentro de las organizaciones. La confrontación entre las mismas, y la determinación de la línea revolucionaria correcta y la línea incorrecta es un producto de la propia lucha de clases (reflejada en lucha de ideas) y de las propias contradicciones de la organización de la revolución o la construcción del socialismo.Así como el movimiento de la materia surge de la unidad y lucha de contrarios, o el movimiento de la historia humana es el resultado de la lucha de clases, una parte del motor de las organizaciones es la lucha (abierta, honesta, crítica y autocrítica) de ideas. No hay unidad sin lucha.Esta confrontación de ideas ayuda a la formación política de los militantes, nos entrena en el ejercicio de la crítica y la autocrítica, pone a prueba la solidez de nuestras convicciones, y airea de forma honesta las tensiones internas. Su alternativa, el soterramiento de diferencias políticas, la renuncia al debate ideológico o la resolución jerárquica y burocrática de diferencias, lleva al estancamiento ideológico, al seguidismo acrítico, a la formación de camarillas, o a convertir lo político en personal.La lucha de líneas, al igual que la crítica o la autocrítica, tiene su momento y su lugar en función de las necesidades del proceso revolucionario, y su ejercicio no niega ni cuestiona la unidad de acción o el centralismo democrático.
7. La situación revolucionaria y la acción del partido.
La aparición de una situación revolucionaria no significa que sea posible en cualquier momento la toma del poder por el proletariado. Quiere decir que, como consecuencia de la crisis objetiva global de la economía, el movimiento de masas producido por ella puede aprovecharse para el desarrollo de la conciencia de clase del proletariado.En estas situaciones tiene un papel determinante el desarrollo de la configuración organizativa de la conciencia de clase, es decir, del partido comunista. Una situación revolucionaria se caracteriza por la inestabilidad política creciente y la agudización de contradicciones entre las fuerzas que sostienen la sociedad burguesa. En estos momentos es determinante la existencia del partido comunista, de forma que en momentos de confusión e inestabilidad política, actúe de forma cotidiana, como referente revolucionario para el proletariado. El partido comunista tiene que conseguir y preservar viva en sí la tensión dialéctica entre el “objetivo final” y las necesidades de la acción más concreta del momento. Eso significa que la teoría se convierte directamente en práctica y guía para la acción.
En la situación revolucionaria es especialmente importante observar con la mayor atención y analizar los cambios que se producen. En ello se sustancia el materialismo histórico de los comunistas, en contraposición con las teorías oportunistas. El desarrollo social produce cambios, y cambios cualitativos, que la organización comunista debe detectar para aprender de ellos. Hay que evitar caer en la rutina de las generalizaciones, de la repetición de frases hechas que sustituyen el análisis de los cambios de la realidad concreta e impedir que las armas con las que se consiguió ayer una victoria se conviertan en un obstáculo para la lucha siguiente.
Firmeza de los principios y flexibilidad táctica son caras de una misma moneda. Lenin insiste en advertirnos que el material humano con el que hay que abrir el camino de la revolución es el que ha producido y corrompido la sociedad capitalista. Pero no tenemos otro. Se trata de encontrar las medidas y garantías organizativas adecuadas para oponerse a las consecuencias corruptoras de esta situación, corregir lo más rápidamente posible su aparición y eliminar las degeneraciones que se produzcan.Un mismo y único principio, el de la centralización democrática y la disciplina, es el que tiene que velar por la interacción viva entre la voluntad de los miembros y la de la dirección del partido, por la vigencia de la voluntad y los deseos, las iniciativas y la crítica con respecto a los miembros de la dirección.Asegurar las condiciones necesarias para que se produzca el debate abierto entre líneas políticas confrontadas es necesario precisamente porque toda decisión del partido debe ser llevada a cabo por todos sus miembros y porque en esas acciones se pone en juego toda su existencia física y moral, los militantes deben realizar sus críticas, exponer sus reservas, etc. Esta necesidad es mayor cuanto más organizado esté el partido y debe tener consecuencias prácticas en la rectificación, modificación de la acción, etc. Esta interacción será mayor cuanto mejor y más intensamente estén configurados el centralismo democrático y la disciplina.
Lenin recuerda que el marxismo no es un dogma sino una guía para la acción y que la política revolucionaria exige cometer los menos errores posibles, los de menos gravedad posible y rectificar lo antes posible. La perfección no existe; es un proceso infinito de rectificaciones.
8. A modo de resumen.
La transformación del proletariado en clase para sí y la construcción del partido comunista es un proceso que se inscribe en la lucha de clases y es el resultado de dos relaciones interdependientes:
– la penetración e interacción del socialismo científico en el movimiento obrero.
– la interrelación entre vanguardia (organización revolucionaria) y masas a través de sus intermediaciones.
El criterio práctico que permite sancionar la existencia del partido comunista, como resultado de los dos procesos anteriores, es su capacidad de aplicar el programa porque el proletariado lo incorpora para cumplir su misión revolucionaria.El hecho de que supongamos que se trata de un camino largo y de que sepamos que estamos apenas en los comienzos, no nos exime de reconocer con toda la claridad que hoy nos es posible y con toda la responsabilidad de quienes nos consideramos herederos de quienes nos han precedido en la lucha, que “el reino de la libertad” es una exigencia para todo trabajador con consciencia de clase.Precisamente porque la construcción del partido comunista sólo puede ser obra de los trabajadores y trabajadoras con consciencia de clase, avanzar en el conocimiento de los aspectos y dificultades que entraña su construcción, que es idéntica al del desarrollo de la conciencia de clase en el proletariado, es al mismo tiempo caminar hacia su realización.
El concepto marxista de formación social se refiere a una sociedad concreta en un momento histórico determinado, analizada desde la perspectiva del materialismo histórico. Una formación social es una totalidad estructurada por la base económica (relaciones de producción y fuerzas productivas) y la superestructura (instituciones políticas, jurídicas, ideológicas, etc.). Cada formación social está dominada por un modo de producción específico (esclavista, feudal, capitalista, etc.), pero puede contener residuos de modos anteriores o gérmenes de modos futuros. La nación, en cambio, es un concepto histórico-cultural y político relacionado con la identidad colectiva, lengua, territorio y conciencia nacional.
Lenin, V.I: (1920) Prólogo a las ediciones francesa y alemana del Imperialismo, fase superior del capitalismo:“Esa capa de obreros aburguesados o de “aristocracia obrera”, enteramente pequeño burgueses por su género de vida, por sus emolumentos y por toda su concepción del mundo, es el principal apoyo de la II Internacional, y, hoy día, el principal apoyo social (no militar) de la burguesía. Porque son verdaderos agentes de la burguesía en el seno del movimiento obrero, lugartenientes obreros de la clase de los capitalistas, verdaderos vehículos del reformismo y del chauvinismo”.
Georg Lukács, (1923) El problema de la organización.
Isaiah Berlin, Cuatro ensayos sobre la libertad: De algún modo, esta libertad sólo se puede desear cuando todas las necesidades naturales se han satisfecho: “Las primeras cosas vienen primero”, —citando a Dostoievski— “el calzado antes que Pushkin”. La libertad individual en la sociedad de mercado es el interés de la minoría. El elitismo de la libertad negativa se describe como un interés que sólo se puede alcanzar tras haber resuelto las exigencias de la necesidad para todos.
Lenin, Tesis del III Congreso: La aceptación de un programa comunista no es sino la proclamación de la voluntad de llegar a ser comunista. La primera condición de la aplicación seria del programa es la participación de todos los miembros en el trabajo en común, continuo, cotidiano.
Gramsci, Cuadernos de la cárcel: Adherirse a un movimiento quiere decir asumir una parte de la responsabilidad de los acontecimientos que se preparan, convertirse en artífices directos de esos acontecimientos mismos. Un joven que se inscribe en el movimiento socialista juvenil realiza un acto de independencia y de liberación. Disciplinarse es hacerse independiente y libre.








