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Estado español :: 25/08/2009

¿Entonces cómo narices se originó el incendio de San Gregorio?

Insumissia
Es la unidad militar de emergencias la que acapara las portadas, pese a que su participación es inferior al resto de brigadas de extinción de fuegos.

Hace pocos días, en concreto la pasada semana, tuvo lugar en la provincia de Zaragoza un descomunal incendio, que a día de hoy, varias jornadas después, no se da por completamente extinguido. Unas siete mil hectáreas, muchas ellas de monte arbolado y pertenecientes a diferentes términos municipales han sido pasto de este incendio de enormes proporciones. Sin embargo los medios de comunicación de masas se han hecho eco de este suceso en mucha menor medida que en otros incendios incluso de menor entidad. ¿Cómo puede ser que tal cosa suceda así?

Nada más fácil de responder. El incendio de San Gregorio tuvo su origen dentro del amplio terreno que el ejército español usurpa en Zaragoza para dedicarlo a campo de tiro donde probar mortíferos explosivos y entrenar a asalariados mercenarios en el innoble arte de asesinar seres humanos con ellos.

Es corriente que en las noticias sobre incendios que nos presentan los más habituales informativos televisivos jamás deje de informarse sobre el inicilo o la presunción que se hace sobre el probable origen y causa de las llamas. En este caso se pasa de puntillas sobre el tema. Y en los medios periodísticos que, a causa de su extensión, se ven obligados a referirse a ello, únicamente se da cuenta de la versión ofrecida por el ministerio de defensa, según la cual el ejército nada de nada de nada de nada de nada tiene que ver con la destrucción causada al medio ambiente. Por la más pura de las casualidades, nos dicen, ese día en el polígono de tiro de San Gregorio, Zaragoza, se realizaban inocentes e inocuas maniobras militares consistentes en algo así como “arrojar desde aviones inertes palets de madera sobre el terreno”.

Salvo esta ridícula autoexculpación ninguna explicación oficial sobre el origen del siniestro. Ni fortuito, ni provocado ni nada de nada de nada. Incluso fuentes del gobierno autonómico de Aragón afirmaron no tener dato alguno sobre el origen de la devastación.

Séanos permitido recordar a los y las fieles lectoras de Insumissia que el polígono de tiro de San Gregorio, Zaragoza, es un amplio perímetro MILITAR vallado y totalmente totalmente totalmente (perdón por estas reiteraciones pero es que decirlo solo una vez nos parece poco) vedado a la población civil. Salvo que el autor del fuego sea Bin Laden o alguna extraña comadreja pirómana pocas instituciones quedan como candidatas de tamaña negligencia.

También merece ser comentada la información ofrecida sobre el proceso, lentísimo proceso de extinción. Resulta que el campo está minado, lo cual impide que dotaciones civiles de extinción de incendios participen en dichas tareas. ¿Minado? ¿No estaban prohibidas estas armas en España? ¿Minado? ¿Para defender aquello de qué o de quién? ¿Minado? ¿Tal vez para que algún soldado español salte por los aires en pleno entrenamiento?

Por supuesto incluso en semejante catástrofe presuntamente provocada por el ejército hay ocasión de hacer propaganda. Nuevamente es la unidad militar de emergencias la que acapara las fotos de los periódicos y las imágenes de la tele, pese a que su participación, como siempre, es claramente inferior y minoritaria con respecto al resto de brigadas y retenes de extinción de fuegos. Desde que se creara la UME pareciera que en el estado ya no hay ni bomberos ni voluntarios ni brigadas de nada. Sólo las escasas unidades de militares a bordo de los mejor dotados medios merecen consideración pública. El resto no existe. Por cierto que, según nos cuentan, al estar minado San Gregorio, sólo la UME se dedica a apagar el fuego allí. Quizá eso explique porqué lo hacen tan lentamente y porqué se ha extendido de forma contundente fuera del perímetro militar. O bien la vida de los militares vale menos y son los únicos a los que el estado expone a la explosión de las minas, o bien el minado de este lugar tiene un valor tan estratégico para nuestra seguridad que el secreto militar de su ubicación ha de ser preservado evitando el acceso de los bomberos aunque el fuego calcine media provincia de Zaragoza. Efectivamente, gran suerte tenemos de tener militares velando por nuestro bienestar y nuestra seguridad.

Por cierto que no hace tanto alardeaban de lo bien conservados medioambientalmente que se encuentran los espacios usurpados por el ejército español gracias a su uso exclusivo para entrenarse para la invasión de países pobres.

antimilitaristas.org


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