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Estado español :: 16/03/2020

¿Estado de alerta y ejercito en la calle para controlar la pandemia del COVID-19?

Izquierda Castellana
Sostenella y no enmendalla

La gobernanza española está desde el inicio actuando como un pollo sin cabeza ante la actual crisis de coronavirus, y siguen en esa línea. No nos produce ninguna satisfacción afirmar tal cosa; por el contrario, nos gustaría decir que lo están haciendo bien en lo fundamental, pero mentiríamos si lo hiciéramos.

El 1 de enero de 2020 la autoridad de Wuhan clausuró el mercado en el que se cree, según las investigaciones epidemiológicas, que estaba el foco primario de infección de una nueva neumonía vírica cuyos primeros casos empezaron a aparecer a lo largo del mes de diciembre de 2019.

El 10 de enero de 2020 las autoridades Chinas compartieron con la OMS la información sobre el genoma del Covid 19 que ya habían secuenciado. El 20 de enero declararon que la enfermedad se transmite entre humanos.

El 23 de enero se declara la cuarentena para 20 millones de personas y el día 30 se amplia a 50 millones.

El 5 de febrero el número de personas curadas ya prácticamente dobla el de las personas fallecidas.

Se refuerzan los recursos médicos en más de 6.000 en la ciudad de Wuhan, así como las camas hospitalarias y la construcción de nuevos hospitales.

Desde hace varios días el número de casos nuevos son prácticamente inexistentes (alrededor de 20), y los que hay son casos importados. Los fallecimientos han disminuido hasta cifras mínimas.

Aquí, cuando se inició la epidemia en China, no solo no se tomó en serio la cuestión sino que incluso algunos tertulianos y periodistas comentaban que la crisis del coronavirus podría ser una gran oportunidad para la caída del Régimen chino. Es lo que tiene “la brigada mediática”, siempre tan aguda.

Pero desde la Administración sanitaria las cosas no se hicieron mucho mejor: que “si la epidemia era como una gripe estacional o menos”; que “si lo de tomar la temperatura, en puertos, aeropuertos y estaciones era una chorrada”; que “si lo de hacer test diagnósticos mas allá de unos pocos elegidos era una fuente de confusión porque podía haber falsos negativos” (menudo problemón); que “si tampoco las mascarillas tienen utilidad alguna”… Es decir, todo lo que se venía diciendo y haciendo en otros países afectados y que actualmente ya están en fase de control casi total de la epidemia, especialmente China, aquí se consideraba inapropiado o inútil. Una vez más se imponía el lema impulsado por Fraga Iribarne en el franquismo: “Spain is different”.

En esto ocurrió que las cosas evolucionaron tal como tenía que ocurrir, dejando -tal y como se hizo- a la epidemia a su libre albedrío o “evolución natural”, con el resultado de que la transmisión comunitaria del Covid-19 está descontrolada en diversos territorios del Estado, especialmente en Madrid desde hace algunas semanas. Ahora esas medidas, bajo la forma de “Estado de Alarma”, en este caso sí draconianas y con poco respeto a los Derechos Humanos, tienen desde la perspectiva de la salud pública una eficiencia muy limitada; cuestión diferente hubiera sido si se hubieran tomado hace tres semanas. Además, con las limitaciones que tienen estas medidas, tal como que el Metro sigue funcionando abarrotado en Madrid y l@s trabajadores/as tienen que ir a sus empresas a currar, la situación roza el pleno ridículo.

En Wuhan se suspendieron el transporte público, las clases y el trabajo, además de decirle a la gente que se quedara en sus casas, todo en un mismo bloque. Para mas inri hemos podido comprobar como el Vicepresidente Segundo del Gobierno, teóricamente en cuarenta, acudió a un Consejo de Ministros sin protección alguna que sirviera para dificultar la transmisión de su potencial infección al resto de l@s ministr@s. El asunto no tiene la menor seriedad.

Pero si en el plano epidemiológico/preventivo difícilmente se podría hacer peor, en el plano asistencial, a pesar de la dedicación encomiable de la mayoría de los trabajadores y trabajadoras del Sistema Sanitario Público, se está ofreciendo una asistencia más que precaria: falta material de prevención; faltan test diagnósticos; falta material en general; faltan recursos humanos y eso se nota muy especialmente en Madrid. 20 de años de recortes y privatizaciones han vaciado en muy buena medida al Sistema Sanitario Público, pero aún se está a tiempo de hacer un plan para limitar la extensión de la epidemia en algunos territorios y sobre todo para garantizar la asistencia sanitaria correcta a los pacientes, pero para ello habría que poner en la calle al personal sanitario o parasanitario con formación epidemiológica; hubo tiempo sobrado para dar esa formación y aún se puede hacer -un curso de cuatro horas sería suficiente-; y reforzar la solicitud de ayuda de material y profesionales al Gobierno chino, que se ha ofecido para tal cuestión. El Ejército puede ser útil para hacer labores de desinfección y los antidisturbios pueden ser necesarios puntualmente, pero desde luego no van a controlar al coronavirus.

Algunos datos epidemiológicos y clínicos sobre la pandemia del Covid-19 sacados del estudio más amplio realizado hasta ahora por la Comisión Nacional de Salud China, publicados en todas las revistas de prestigio internacional:

Sobre un total de 72.314 casos, de los cuales 44.672 (62%) eran casos confirmados mediante análisis serológico, 16.186 (22%) eran casos sospechosos , diagnosticados basándose en la sintomatología y a los antecedentes epidemiológicos; 10.567 (15%) diagnosticados por la clínica y las imágenes radiológicas; 889 (1%) de casos asintomáticos diagnosticados por análisis serológico.

La distribución por edades en esa serie fue la siguiente:

80 años o más: 3%; de 30 a 79 años: 87%; de 20 a 29 años: 8%; de 10 a 19 años: 1%; menos de 10 años: 1%.

Por gravedad la distribución fue la siguiente:

– Casos leves: 81%

– Casos graves: 14%; se consideró caso grave al que tenía una saturación de O2 igual o menor del 93% y una frecuencia respiratoria de más de 30 respiraciones por minuto.

– Casos críticos: 5%

Las tasas de mortalidad fueron las siguientes:

– 2,3% entre todos los casos confirmados.

– 14,8% en pacientes con 80 años o más.

– 8% de pacientes de 70 a 79 años.

– 49% en pacientes críticos.

– Personal sanitario afectado 3,8%, y de estos el 14,08% clasificados como críticos. Hubo un total de 5 fallecimientos entre el personal sanitario.

– No se informó de fallecimientos entre los casos leves y graves en general, pero sí hubo 49% en los casos críticos. Es decir, que la mortalidad fue de un 2,5%.

– La comorbilidad (presencia de enfermedades crónicas previas) elevó la tasa de mortalidad en un 10,5% para enfermedades cardiovasculares; 7,3% para diabetes; 6,3% para enfermedades respiratorias crónicas; 6% para hipertensión y 5,6% para el cáncer.

La epidemia se extendió en un mes a todo el país. La transmisión fue a través de contactos estrechos, especialmente entre familiares, hubo 1.103 agrupaciones de casos de entre 2 y 4 personas.

Todos los pacientes identificados fueron aislados inmediatamente en hospitales y a los contactos se les indicó que realizaran cuarentena en casa o que se fueran a centros especiales creados para tal efecto. Todas las celebraciones del Año Nuevo Lunar fueron canceladas.

El trabajo del que se extraen estos datos fue publicado el 24 de febrero de 2020 y se acabó de elaborar el 22 de febrero de 2020.

Encabeza el grupo de autores Zunyou Wu, de la Comisión Nacional de Salud de la República Popular China.

Las medidas que ha tomado el Gobierno español el pasado sábado no van a servir para controlar la epidemia; es como si se va con un coche a 100km/h y se pega una frenada a cinco metros del semáforo. Sin embargo estas medidas sí que van a generar una auténtica crisis económica y social de proporciones hoy difícilmente previsibles. No es fácil adivinar si algo tan evidente se le escapa a nuestros gobernantes o lo hacen conscientemente con la intención de que esa crisis sea aprovechada por el gran capital para imponer un plan de recortes aún mucho más brutal que el que impusieron cuando la crisis del 2008. Mucho nos tememos que las cosas van por ahí, en ese caso todas las piezas encajarían: el Ejército y las unidades de antidisturbios ordenando nuestra vida cotidiana en las calles, y además “por nuestro bien”. Eso sí, la Corona no pierde oportunidad de seguir robando: ahora el nuevo “Patrón” le ha retirado la paga “al Padrino” y, los medios de comunicación, en su tónica habitual, aplaudiendo con las orejas al Felipe de la misma forma que ayer aplaudían a Juan Carlos.

Aquello de “sin prensa libre no hay democracia” aquí se demuestra elocuentemente con una especial característica: además de no haber prensa libre, la que hay es estúpida.

Hoy más que nunca es necesario luchar.

Izquierda Castellana, 16 de marzo de 2020

 

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