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Asturies :: 12/12/2021

La batalla del Mazucu y la caída de Asturias

Info Libre / La Haine
Sin artillería, tuvieron que acompañar el fuego de sus fusiles con bidones cargados de dinamita, a los que pusieron una mecha e hicieron rodar por la montaña

Foto: Monumento de recuerdo a los milicianos | Alto de la Tornería

«Aunque el otoño de la historia cubra vuestras tumbas con el aparente polvo del olvido, jamás renunciaremos ni al más viejo de nuestros sueños», Miguel Hernández.

Durante la Guerra Civil Española y en los primeros días de septiembre de 1937 se produjo la ofensiva del bando fascista sobre Asturias, que dio lugar a la desaparición del Frente Norte, que hasta el momento había estado en posesión de las fuerzas republicanas. En este contexto se enmarca la batalla de El Mazucu.

Al terminar la batalla de Santander el 25 de agosto, las tropas republicanas del frente del Norte debieron evacuar Santander y replegarse en masa hacia Asturias, última zona leal a la República en la región norte de España.

El mismo 25 de agosto se había fundado en Gijón el Consejo Soberano de Asturias y León, presidido por Belarmino Tomás y que determinaba la autonomía política de la región asturiana respecto al resto de la zona republicana (situación que, de facto, ya sucedía desde los primeros días de la guerra). Por eso esta batalla se trata de una batalla entre el Consejo Soberano de Asturias y León, que había declarado la soberanía sobre «todas las jurisdicciones y organismos civiles y militares» y el bando fascista.

Pese a ello, las tropas con que contaba el Consejo Soberano de Asturias y León ascendían a poco menos de 40,000 hombres al mando del coronel Adolfo Prada Vaquero (que reemplazaba al general Gamir Ulibarri), agrupados mayormente en el XIV Cuerpo de Ejército al mando de Francisco Galán. Entre los mandos militares estaban también Manolín Álvarez, el comunista Fernández Ladreda y el anarquista Higinio Carrocera.

Estas fuerzas estaban en inferioridad numérica frente al bando fascista, con gran carencia de municiones y armamento adecuado, además de contar con una escasa protección aérea. El territorio que controlaban se limitaba a una línea de 120 kilómetros de largo y 90 km de ancho, en un terreno escarpado y áspero entre la cordillera Cantábrica y el mar.

La batalla

Desde el 1 de septiembre, las fuerzas fascistas avanzan desde sus posiciones en la provincia de Santander, en dirección al oeste, para lo cual deben sortear los pasos montañosos de los Picos de Europa y específicamente los de la sierra del Cuera, para penetrar en Asturias.

La batalla de El Mazucu comenzó el 5 de septiembre cuando las Brigadas Navarras del general José Solchaga intentan avanzar por el paso de montaña de El Mazucu, a orillas del río Sella y al sureste de Llanes, paso que controlaba el acceso a la zona central de Asturias. Cuando las tropas nacionales toman Llanes, deben cruzar la sierra del Cuera para avanzar hacia el centro de Asturias, y allí son detenidos por 5.000 soldados republicanos mandados por un coronel de la Guardia Civil, el vasco Juan Ibarrola Orueta. Por su parte, Solchaga cuenta con 33.000 hombres para la difícil misión de derrotar a los defensores y cruzar el paso montañoso.

Esta batalla fue una de las más cruentas de la guerra, aunque fue eclipsada por otras en ese momento, como la Ofensiva de Zaragoza que coincidió en las mismas fechas de septiembre de 1937. Tras los primeros ataques de los nacionales, los republicanos aprovecharon el mal clima del otoño para aferrarse a las cumbres de los peñascos de la sierra del Cuera y cerrar el paso de El Mazucu, contando desde el 7 de septiembre con ametralladoras para barrer el terreno y evitar el paso de las fuerzas fascistas, aunque éstas disponían de artillería pesada suficiente para causar graves daños en las líneas republicanas situadas en las alturas.

Afectadas por la escasez de munición, las fuerzas de la República se defienden acertadamente aprovechando al máximo el terreno montañoso, que resta toda eficacia a los ataques iniciales de la aviación nacional; de hecho los aviones de la Legión Cóndor intervienen desde el inicio para destruir lo antes posible la defensa republicana, y practican por vez primera el bombardeo en alfombra contra objetivos militares (de manera análoga al bombardeo contra Guernica meses antes). No obstante, la dispersión de las tropas republicanas entre los peñascos y montes de El Mazucu hacen inútil el bombardeo, el cual sólo resulta efectivo para cortar suministros o en los últimos días de la lucha contra tropas republicanas más concentradas en tierra.

El desenlace

Tras varios días en que las cumbres de la Sierra del Cuera cambian de manos varias veces, el 10 de septiembre las tropas delm franquista Solchaga penetran en la margen derecha del Sella mientras se planeaba que las fuerzas del CTV [Corpo di Truppe Volontarie] italiano pudieran llegar a atacar Avilés para desequilibrar la defensa de los republicanos. De todos modos los defensores de El Mazucu cumplen una importante labor al evitar que el grueso del ataque de los rebeldes se lance hacia el centro del dispositivo defensivo de Asturias, fijando su línea de defensa en la cumbre de Peña Turbina.

Pese a ello, desde el día 13 los defensores deben replegarse a las cumbres situadas en el sur de la sierra del Cuera, ante la abrumadora superioridad artillera y numérica del enemigo. Hasta el 18 de setiembre la I Brigada Navarra no logra avanzar. Cuando los defensores de El Mazucu están sin munición empiezan a retirarse masivamente de la zona, ante la posibilidad de quedar irremediablemente cercados, mientras la aviación de la Legión Cóndor aprovecha las horas libres de bruma para atacar las posiciones republicanas.

El día 20 los rebeldes toman el paso montañoso, el 22 de septiembre ocupan las últimas cumbres del sector sur que aún estaban en poder de los republicanos, entre ellas el principal reducto republicano de Peña Turbina, y sólo entonces pueden iniciar su ofensiva contra el resto de Asturias.

El Consejo Soberano de Asturias y León, que había asumido el Gobierno de una Asturias aislada de la capital, envió al frente a sus mejores comandantes. Manolín Álvarez, el comunista Fernández Ladreda y el anarquista Higinio Carrocera serán algunos de los hombres que la República homenajeará como héroes. Resistirán lo indecible sin que el armamento que reclaman con angustia acabe por llegar.

Sin artillería, tuvieron que acompañar el fuego de sus fusiles con bidones cargados de dinamita, a los que pusieron una mecha e hicieron rodar por la montaña. Después recurrirían a bombas de mano y, rebasadas ya sus posiciones, se defendieron en sus parapetos a la bayoneta. Emplearon incluso tácticas casi suicidas. Sabedores de que los nacionales marcaban sus posiciones avanzadas con paneles y banderas para evitar bombardeos sobre sus propias filas, cuando los aviones atacaban ordenaban el avance hacia el enemigo para evitar las bombas.

Pero todo resultó inútil. Las brigadas republicanas fueron masacradas. El 24 de septiembre, las Brigadas Navarras lanzaron todos sus efectivos al combate. Al día siguiente, el parte nacional afirmaba escuetamente: “Se ha ocupado el pueblo del Mazucu, alturas al Norte de dicho pueblo, alturas al Oeste de Peña Villa, así como Peña Labra”.

Hasta el día 22, unos heroicos infantes de Marina mantuvieron su bandera en lo alto de Peña Blanca. “Ha sido una pesadilla”, reconocían sus enemigos tras conquistar a sangre y fuego el último bastión de resistencia.

 

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