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Asturies :: 27/10/2011

La Santa Alianza contra Cascos

Carlos X. Blanco
El parasitismo del pacto del “duernu” quiere mover la silla del presidente

No cabe duda. Asturies vive desde los tiempos de la Transición en medio de una extraña anomalía. Se trata de una anomalía política que corroe las entrañas de su sociedad y que acaso no es percibida por el turista ni por el visitante ocasional, pero está ahí, bajo la estampa. Hablo de un terrible déficit democrático que es preciso detallar.

El déficit se ha plasmado estos días en un pacto de tres partidos (PSOE-PP-IU) supuestamente distintos en su ideología y en sus modos de ver el país. El PSOE, ese partido derrotado después de largos años de hegemonía, no exenta de altanería y jacobinismo, ahora se une de nuevo a viejos socios –IU- y convierte en socio federado al Partido Popular, esto es, se alía a su tradicional oposición. Ambos grupos PSOE y PP simularon hasta hoy un bipartidismo que ha funcionado a las mil maravillas en aquellas partes del Estado donde no existen fuerzas nacionalistas o regionalistas de peso suficiente como para romperlo. Ambos grupos, en el gobierno y en la oposición, pueden hacer creer a los despistados que existe toda una dialéctica democrática (lucha de fuerzas, control recíproco, crítica) cuando lo cierto es que ambos esconden bajo la mesa acuerdos tácitos sobre cómo repartirse el pastel y el poder. El Régimen de la Federación Socialista Asturiana, implantado con raíces muy hondas en el más pequeño concejo y en la más modesta esfera de la vida, sabía que podía contar con una pseudo-oposición conservadora francamente inútil, pacata, cunera, y colonialista, como es la que viene representada por don Ovidio, don Gabino y la Sra. Espinosa. Gente, toda ella, sin carisma, sin ideas, más papistas que el papa en su nacionalismo español romo, y muy cercanos, en cuanto a provincianismo anti-asturiano, a sus rivales socialistas: Tini Areces, Javier Fernández, Lastra, etc.

Pero no es la semejanza en cuanto a psicología y temperamento la que ha unido a socialistas (y sus perritos falderos de siempre, IU) y a populares, aunque esta hermandad siempre ayuda. Algo más material (“somos lo que comemos”) es el vínculo de unión de tan dispares fuerzas, disparidad de un rango que abarca desde el comunismo y “altermundismo” de la izquierda plural (acuérdense de aquella “izquierda plural” que quiso mandar a la cárcel a Carnero y Morala), pasando por la socialdemocracia y el “progreso” (¿?) de que hacen gala los arecistas cuando conviene, hasta llegar a la derecha. A las viejas alianzas coloradas, y que ponen a uno colorado, se unen ahora los liberal-conservadores y los conservadores-liberales, los centristas, reformistas y no sé cuántas cosas más: o sea, el PP. Todos, lo que se dice todos, se han unido contra don Francisco Álvarez-Cascos en la Xunta Xeneral del Principado. La triple Alianza ha restaurado el bipartidismo en el parlamento asturiano. Foro Asturias Ciudadana (el partido liderado por Cascos) contra todos los demás, contra una Santa Alianza que llevará la siglas de PPSOEIU. Feas siglas y excesiva promiscuidad. El único antecedente similar que se me ocurre es el pacto a la vasca destinado a desalojar al PNV del ejercicio del gobierno euskaldún. Patxi López es lehendakari gracias al apoyo del Partido Popular, gracias a un “frente españolista” que socialistas y populares no se cuestionan como anti-natura. Pero… ¿en Asturies? Esta entente, desde luego, no tiene como objetivo atacar a un nacionalista o separatista asturiano. Al señor Cascos no se le conocen esas veleidades. El suyo es un regionalismo de los que se han dado en llamar –como en otros tristes tiempos- regionalismo “sano”, esto es, no contradictorio con la unidad de España.

Pero no es la ideología lo que cuenta en este pacto tripartito asturiano. Es, como decía, lo material. Comer de la duerna, del recipiente que en Asturies se utiliza para engordar a los cerdos (los gochos). El pueblo lo llama, pacto del Duernu. Un duernu es –en lengua asturiana- un recipiente para que coman animales porcinos, animales de no muy buena fama en cuanto a limpieza y modales, precisamente. ¿Y en qué consiste ese Duernu? En la Empresa Pública. Resulta que ahora Cascos es, a ojos mitineros de izquierda y a efectos de manipulación de masas, un peligroso neocon, un elemento peligroso de la extrema derecha que quiere “acabar con lo público” (he aquí, en resumen, el discurso demagógico de la “izquierda plural” PSOE-IU). Pero también resulta que don Francisco Álvarez-Cascos es sospechoso de ser una especie de nacionalista recién converso que, cualquier día de estos, y por puro oportunismo diferenciador con respecto del PP, se va a poner boina, madreñes y va a pronunciar discursos en bable (esta es la caricatura manipuladora de los peperos asturianos). Poco hay de verdad en todos esos cuentos. El nuevo presidente del Principado, que gobierna en minoría solitaria, se ha presentado con un discurso regionalista mucho más sensible a lo asturiano, aunque sin caer en ningún exceso, antes bien, con una idea autonomista, pero al tiempo española, del Principado. Un autonomismo que todos los anteriores gobernantes habían descuidado por completo. Pero además de las campañas de la Santa Alianza y de su prensa afín, lo que está entre telas es otra cosa.

El nuevo gobierno se enfrenta a un Régimen de clientelas sólidamente implantado después de muchos años de mandato socialista. El Régimen de clientelas consiste en ir colocando a todos los primos, sobrinos, cuñados, amigos y tiralevitas posibles, dejando fuera a los que no son de la cuerda. El régimen de clientelas ha venido funcionado muy ricamente en la Administración local y autonómica, así como en toda la ristra de empresas de titularidad pública, donde la colocación de las personas y la creación de puestos ad hoc obedece a criterios políticos y a lealtades de carnet. El Conceyu por Otra Función Pública viene denunciando esta situación escandalosa que ha catapultado al Principado directamente hacia la “era digital”. La elección a dedo y la búsqueda de padrinos son los cánceres de una sociedad asturiana secuestrada por la casta que, hasta mayo, fue hegemónica.

Atar las manos al presidente Cascos, dejarle en el más completo aislamiento parlamentario, impedirle que pueda introducir reformas en tal situación putrefacta, es maniobra que va dejar muchos efectos en la conciencia de los asturianos. No va a pasar desapercibida, y un regreso de este Tripartito va a crear una gran sensación de asfixia.

No es una empresa pública –del pueblo- aquella que genera gastos suntuarios y estériles. Con el dinero, dinero especialmente por vía de impuestos, arrebatado al trabajador y al pequeño autónomo, no se puede mantener a tanto parásito (lapa o llámpara los estamos llamando en el país), parásito pegado fuertemente a un puesto accesorio. Con el dinero del pueblo no se puede crear esa red de bodrios como pueden ser el Niemeyer, la Laboral o la Rtpa, sólo útiles –en general- para que encuentren acomodo los pedantes del Régimen, sus folklóricas y sus bufones. Ya que existen los bodrios, en el futuro se podrán cambiar los contenidos y la gestión, conservando los puestos de trabajo adjudicados de forma normal, no nepotista, pero desde luego lo prioritario es barrer a los enchufados e invitarles a que se busquen trabajo, como hemos hecho los demás. Pero no. Parece que hay mucha gente comiendo en el pesebre, o en el Duernu más precisamente. Gente a la que le iba muy bien el status quo: desde IU hasta el PP pasando por los otrora hegemónicos socialistas de la FSA, siempre ha habido una recomendación para los fieles y los chupones.

Esta Santa Alianza, este tripartito contra Foro, que tal parece contra natura, es sin embargo muy natural: la han formado ahora porque ven un peligro, que es el peligro de que alguien despegue la lapa, la llámpara, aferrada a la dura roca de la Administración, de la Empresa Pública y, quizá, de la Privada subsidiaria y subvencionada. De nada les vale, en orden a recular y enrojarse, el conocimiento general de su sinvergüencería, la rapacidad manifiesta de cuantos hemos visto implicados en la “Operación Marea” ni la gradual exhibición de otras suciedades que salpican a ex altos cargos del Sr. Areces. Y eso que, hay que decirlo bien alto, parte importante de la llamada “Prensa Regional” se haya muy del lado de la Entente del Duernu y quizá tape hasta donde pueda tapar ese magma de porquería que subyace a Asturies.

No es mi propósito aquí defender a Foro frente a la Santa Alianza del Duernu. Más bien quiero aquí recordarle que, en su soledad y minoría, podría cumplir, debe cumplir, un importante papel en la labor de limpieza y regeneración de Asturies. Si lo hace, contra viento y marea y contra toda esa Santa Alianza, podrá ayudar a que este país despierte de su modorra y expulse a las sanguijuelas de sus nichos, acomodos en los que tan calentitos y confortables se creían estar. Solamente así la colonización que sufre Asturies, y que llevo largos años denunciando desde páginas como esta, podrá superarse. Y esa superación es esencial para que el País Asturiano recupere su dignidad y dinamismo. Sí a lo público, pero bien gestionado, sin nepotismo, sin enchufismo, sin derroche, un sector al servicio del Pueblo que lo paga y que lo disfruta.

Y ahora unas palabritas para el “asturianismo”. Ellos, los grupúsculos y asociaciones que deberían poner más énfasis en nuestra colonización, en la crítica nuestra condición de sociedad (llámese País, como hace Cascos, llámese Región, como hacen IU-PSOE-PP) supeditada, dependiente, se están comportando de la manera dispersa y alocada de siempre. Se oyen las voces maniqueas de siempre: derechas e izquierdas. Este es derecha, aquel es de izquierda. Con esquemas bipolares trasnochados, Cascos es la derecha, Areces y Llamazares, la izquierda. ¿Es creíble tanta necedad? ¿Sirven estas etiquetas para algo ya? ¿Es de izquierdas o es “moderno” el derroche en majaderías, el despilfarro en una cultura del espectáculo y es “avanzado” burlarse de la cultura asturiana, la de boina y madreña, como hizo Juan Cueto esta semana? Que me borren, pues. Se oyen escépticos también sobre la voluntad regionalista de Cascos. ¿Fue tan lejos la Izquierda-Unida y el “Bloque pal Engañu” en sus obras y palabras cuando estuvieron en el gobierno? ¿Se comportaron bien con la Llingua? ¿Dieron pasos efectivos para frenar nuestra aculturación? O más bien ¿no pusieron el cazo para ver qué limosnas y dádivas les llegaban del Gran Areces?

Es patético y cínico escuchar a Llamazares defender ¡ahora! la defensa de la Oficialidad de la Llingua y llamar, en una abyecta imitación del Sr. Cascos, “País” a nuestra Asturies del alma. De Valledor, un gran huido (¿dónde está?) de la política asturiana, hubiera sido esperable pero ahora, que aparezca así este otro camarada…Llamazares anda a la busca del puñado de votos asturianistas, como siempre ha hecho Izquierda Unida, y poco más.

También he leído otros artículos patéticos a cargo de defensores de un supuesto “asturianismo progresista” que si no surgen del fondo espeso y turbio de ese Duernu, sabe dios de dónde salen, porque son artículos que tienen su “madre”. En ellos se intenta “aldeanizar” los diversos gestos de defensa del patrimonio asturiano del actual ejecutivo: Arte Asturiano (mal llamado Prerrománico), Llingua (mal llamada Bable), etc. Todo lo que es genuinamente astur lo están calificando de “cultura de boina y de madreña”, como si esa invectiva no reflejara un verdadero auto-odio propio de asturianos renegados, un racismo anti-asturiano ejercido en nombre de un cosmopolitismo snob más propio de tiempos franquistas que de vanguardias realmente progresistas. Juan Cueto, el nunca del todo jubilado y el nunca del todo callado padre del snobismo y de la degradación posmoderna de la Cultura, ha llegado a decir en una entrevista que con el Prerrománico lo único que hay que hacer es “evitar que se caiga”. Esto es cuanto nos tienen que decir los gurús de la aculturización en Asturies engordados sucesivamente por Gustavo Bueno, Cuadernos del Norte, El País, Canal Plus y la posmodernidad entera. Pues bien, yo lo único que pido al Niemeyer y a lo que ese engendro representa, es que se caiga, si no como edificio (que buenos dineros habrá costado) al menos como símbolo. Que se caiga la Semana Negra, la Laboral-Centro de Arte, y todos y cada uno de los sucedáneos de una supuesta Cultura “compleja” que mal rayo le parta si eso significa la desatención de la lengua asturiana, de sus monumentos prerrománicos, de sus hórreos y paneras, de su entorno natural, de la casería, de las viejas y buenas tradiciones y de todo el tejido material e inmaterial de nuestro patrimonio que nos permitirá algún día recuperar el orgullo y reconocernos simplemente como colectividad humana: región, país, nación.

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