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Estado español :: 01/10/2021

La señora Ministra y la confusión

TrinCHEra
En declaraciones del 30 de septiembre, Yolanda Díaz, ha asegurado que está construyendo un proyecto político que liderará en las elecciones generales de 2023

La señora Ministra y la confusión

En declaraciones del 30 de septiembre, la actual Ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, ha asegurado que está construyendo un proyecto político que liderará en las elecciones generales de 2023. El proyecto no será, en palabras de la señora Ministra, “una suma de partidos ni de egos” y personas muy diferentes tendrán cabida en él. Todo apunta a un frente amplio donde cohesionar todos los proyectos a la izquierda del PSOE. Sus propuestas incluyen “reconstruir un contrato social con una parte extensa de la sociedad española, que quiere un proyecto nuevo”, incluyendo subidas de impuestos a las grandes empresas, bajar los precios del alquiler, subir los salarios de las y los trabajadores o reducir los de los miembros de los consejos de administración de las grandes multinacionales.

No sabemos si la señora Ministra tendrá éxito o no en la construcción de ese frente amplio. Pero sabemos que sus promesas tienen tanta validez como las de Syriza en 2015. La señora Ministra no lo sabe o no lo quiere reconocer. Sin embargo, cualquiera que se diga comunista, como hace ella, debería tener al menos una noción de los límites de la socialdemocracia en una economía de segundo orden de un espacio subordinado y sin independencia del centro imperialista como es España en Europa. Hace unas semanas la actual Ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, presentaba su introducción a un libro de referencia para las y los marxistas y para muchas personas que no lo son. Ni más ni menos que el Manifiesto comunista, un texto que ha abierto la puerta a la militancia política a muchos de nosotros, o si más no, a una reflexión más profunda, informada y apasionada de las injusticias que sufrimos y a las posibilidades de erradicarlas.

Por esa misma razón, resulta insultante que una Ministra del Gobierno de izquierdas más de derechas de la historia se atreva a inscribirse en una tradición política a la que solo pertenece para traicionarla. Debe ser por su prolongada militancia y vinculación familiar con el PCE. Pero por mucho que el PCE lleve comunista en el nombre y por mucho que gran parte de su militancia tuviese un comportamiento ejemplar y hasta heroico durante la Guerra Civil, la dictadura franquista y la Transición, hace décadas que la línea política que defiende el PCE no es marxista, ni comunista, ni mucho menos revolucionaria.

Dice la señora Ministra en su introducción al Manifiesto comunista que “El pensamiento de Karl Marx [...] reaparece siempre en los contextos de crisis económica y social con toda su lucidez y su capacidad de estimular la reflexión”. Efectivamente así es. Y al mismo tiempo que vuelve Marx, aparecen revoloteando todos aquellos que viven, de una forma u otra, de decirse marxistas, sin serlo. Efectivamente lo peor de que personajes tan nefastos como la señora Ministra reivindiquen textos como el Manifiesto comunista es la confusión que siembran.

Sembrar confusión parece ser el objetivo de la señora Ministra. En su introducción rescata un relato de Balzac, “La obra maestra desconocida”, que Paul Lafargue afirma obsesionaba a Marx. La lectura que la señora Ministra hace del relato no hace más que confirmar nuestra hipótesis. Dice Lafargue: “En esta obra un pintor genial se atormenta de tal forma por el deseo de reproducir las cosas tan exactamente como se reflejan en su mente, que pule y retoca su cuadro una y otra vez hasta que al fin resulta que no ha creado sino una masa informe de colores, la cual sin embargo representa a sus ojos velados la más perfecta reproducción de la realidad”.

Y según la señora Ministra, es así que debemos abordar el Manifiesto comunista, “como una clave interpretativa tan borrosa como exacta, que nos permite pulir y retocar, una y otra vez, nuestra visión del mundo o de las cosas.” Es muy reveladora la elección de esas palabras, exacta pero borrosa. Sin embargo, el Manifiesto comunista no es una clave para desentrañar la realidad. Al contrario. Como ella misma dice en otra parte de la introducción: “el Manifiesto comunista es un texto de propaganda político”. Y añade: “convendría no olvidarlo”.

Convendría no olvidarlo, efectivamente. En el Manifiesto, Marx no explica, describe. No analiza, arenga. Es en el Capital donde Marx se obsesiona por plasmar de forma clara, científica y exacta, nunca borrosa, una realidad viva, en permanente movimientoy contradicción. Y para ello desarrolla un método imprescindible para captar la realidad, el materialismo dialéctico, porque las corrientes filosóficas anteriores no sirven para explicar el capitalismo, ni su forma de funcionar ni su movimiento interno. Sobre todo, no sirven para pensar cómo destruirlo ni cómo construir una alternativa mejor y más justa. Ni para saber quién está en posición de hacerlo: los hombres y mujeres de clase obrera que hoy son traicionados, como tantas veces en la historia, por una socialdemocracia repugnante.

La interpretación que asume como propia la señora Ministra del relato de Balzac no es más que la visión más superficial de ese texto, el cómo la obsesión por la perfección puede llevar al absurdo. Pero hay otras lecturas, más profundas. Entre otras que Balzac plantea un problema absolutamente moderno. La necesidad de que el arte interprete la realidad en lugar de ser su mera copia. Es un texto que abre la puerta a todo el arte posterior, al impresionismo, al cubismo, al surrealismo o al arte abstracto. Pero la señora Ministra en su premisa sólo ve una masa informe cómo en el Manifiesto comunista sólo ve “una clave tan borrosa como exacta” y no el más conocido de una serie de textos que conforman una herramienta de precisión para destruir el capitalismo.

Las palabras que utiliza la señora Ministra sólo pueden indicar falta de comprensión o cinismo de sobras. Como tiene fama de ser una mujer inteligente, podemos apostar con tranquilidad por la segunda opción. Por supuesto no es el único indicio. La alianza con el PSOE, los acuerdos con la patronal, la gestión criminal de la pandemia, la represión o los créditos europeos son algunas pistas más que nos indican que la señora Ministra puede haberse leído el Manifiesto comunista y hasta El Capital pero desde luego no defiende ningún proyecto político que se base en sus postulados. Por si eso fuera poco, la intervención de la señora Ministra en las fiestas del PCE de este año defendiendo a un criminal de guerra como es el presidente estadounidense Joe Biden nos saca de toda duda.

La señora Ministra concluye afirmando que: “en todo este tiempo, [desde la fundación del PCE en 1921] el Manifiesto comunista ha continuado desarrollando su carácter programático al compás del siglo […] Enfrente ha estado siempre el capitalismo, en cualquiera de sus diversas y voraces mutaciones, dispuesto a fagocitar, corromper y desintegrar la misma realidad que lo constituye pero sin poder escapar nunca a las teorías de Marx y al poder transformador de este texto.”

Los que pertenecemos y vivimos las vicisitudes de la clase obrera, el paro y la explotación, la falta de perspectivas, la violencia y las humillaciones diarias sabemos que nunca está el Capitalismo enfrente, así, en abstracto. Enfrente encontramos a personas concretas que pertenecen a la clase explotadora, las y los burgueses. Y junto a ellas, a muchas personas más, que han escogido, más o menos conscientemente, defender los intereses de la clase dominante. Ahí se sitúan muchos personajes necesarios para el mantenimiento del orden público. Jueces, policías, carceleros, altos funcionarios, generales, obispos… También obreros, que quieren olvidar que lo son. Pero mucho peor que todos esos, ahí también se arriman personas concretas, como la señora Ministra, que provienen de nuestra clase y dicen defender nuestros intereses, pero se ponen del lado de la burguesía una y otra vez.

Es por gente como la señora Ministra que Marx dijo aquello de que él no era marxista. Quizás previó las cosas que dirían y harían en su nombre. La historia nos enseña las consecuencias de unir confusión a la exactitud de Marx. No hay que mirar muy lejos. La misma deriva de Podemos es más que suficiente. Dice la señora Ministra en su introducción “Hay muchos marxismos en Marx, muchas refutaciones y rescates”. Pero lo cierto es que muchos de esos -ismos nacen de la confusión y aplicar el plural al marxismo abre la puerta al “vale todo”. Y no todo vale. Por ejemplo, no vale decirse marxista y formar parte de un Gobierno que no ha hecho más que legitimar al gobierno de la burguesía, aprobar medidas anti-obreras y minimizar el descontento, la revuelta y la posibilidad de salir de este callejón sin salida que es el capitalismo.

Aun así, como no puede ser de otra manera, estamos de acuerdo cuando la señora Ministra afirma que el Manifiesto comunista es “Un libro que nos habla de utopías, encriptadas en nuestro presente y en el que late hoy como ayer una tan vital como apasionada defensa de la democracia y la libertad”. Y recomendamos una y mil veces su lectura. Como decíamos al principio de este artículo, el Manifiesto comunista puede ser una puerta de entrada a una militancia política que construya ese socialismo tan necesario y nos permita neutralizar a gente tan dañina para la clase obrera, para toda la sociedad y para el planeta como son la señora Ministra y sus acólitos. Leamos pues, pero sobre todo, leamos para construir, desde abajo, con coherencia, dignidad y verdad, contra la confusión, las mentiras y el cinismo.

https://trincheraor.com/f/la-señora-ministra-la-confusión-y-el-manifiesto-comunista

 

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